Para contrarrestar con la mayor eficacia posible las asociaciones religiosas destructivas1 , es necesario definir el concepto de secta destructiva, sus características y los principales rasgos que permiten combinarlos en el concepto en cuestión.

Los procesos sociales, económicos y políticos que tuvieron lugar en los  años  90  del  siglo  pasado  en  nuestro  país  contribuyeron   a l s u r gi m i e nt o de una situación difícil en el ámbito de los problemas de conciencia. Esto se debe en gran medida a la desmoralización, la deshidratación y la criminalización de la población, que se produjeron debido al colapso de la estructura estatal partidaria e ideológica y, por otra parte, al olvido de tradiciones populares centenarias.

Tratando de influir en los procesos negativos señalados, muchos ideólogos, políticos y periodistas nacionales acogieron con beneplácito y alentaron el surgimiento de una masa de predicadores y maestros espirituales extranjeros para atraer rápidamente a la población, en particular a los jóvenes, a algunos principios y normas de conducta aceptables.

No hay duda de que las actividades de algunos de estos proponentes y las enseñanzas religiosas que predican son de naturaleza extremista.

Los rasgos característicos de las o r g a n i z a c i o n e s religiosas extremistas son la negación del sistema de valores religiosos tradicionales y de los fundamentos dogmáticos de la sociedad, así como la agresiva propaganda de "ideas" que los contradicen.

En muchas, si no en todas las creencias, se pueden encontrar ideas religiosas y las correspondientes acciones de los creyentes que son de naturaleza antisocial, es decir, en cierta medida expresan el rechazo de la sociedad secular y de otras religiones desde el punto de vista de una doctrina religiosa particular. Esto se manifiesta, en particular, en el deseo y la voluntad de los adherentes de una determinada confesión de extender sus creencias y normas religiosas a toda la sociedad.

El propósito principal del extremismo en la religión es reconocer la propia religión como líder y suprimir otras denominaciones religiosas forzándolas a entrar en su sistema de creencias religiosas. Los más ardientes extremistas pretenden crear un estado separado cuyas normas legales serán sustituidas por las de la religión común a toda la población.

El extremismo religioso suele estar entrelazado con el fúnebre religioso, cuya esencia radica en el deseo de recrear los fundamentos fundamentales de "su" civilización, despejándola de innovaciones y préstamos extranjeros, para restaurar su "verdadera cara".