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La Ultima cosa en mi mente...
#1

Cuando estamos en la playa ..."en ese mar"... no percibimos la llegada de esa ola que cambia el ritmo de la marea como tampoco somos conscientes de cuando desatamos nuestra propia tormenta.

Asi es...desgraciadamente es asi...





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#2

Hola amigo:

Tienes razón... cuando amamos a alguien no sabemos en qué momento va a venir esa ola tempestuosa que nos va a sacar de nuestra zona de confort. Lo mas sano es soltar y continuar con nuestra vida, no hay que aferrarse a quien ya no está con nosotros (ya sean padres, pareja ó amigos), forzosamente tendremos que pasar un período de duelo por la pérdida del ser amado, pero al final llegaremos a la conclusión de que debemos conservar los buenos momentos que pasamos al lado de esa persona y agradeceremos a la vida por la lección aprendida.

Nunca perdamos esa capacidad infinita que tenemos de amar.




[Imagen: cropped-arbol.jpg]
https://aimeepadilla.com.mx/
Las personas aprenden a amar sus cadenas... Daenerys Targaryen
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#3

Edward James Hughes:
"Lo único de lo que la gente se arrepiente es de no haber vivido de manera suficientemente valiente. De no haber invertido suficiente corazón, de no haber amado lo suficiente.“

“La luz excesiva es la mayor oscuridad… " Peer Gynt de Henrik Ibsen
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#4

(30 Jan, 2020, 03:37 PM)Amatheos escribió:  Edward James Hughes:
"Lo único de lo que la gente se arrepiente es de no haber vivido de manera suficientemente valiente. De no haber invertido suficiente corazón, de no haber amado lo suficiente.“

Se puede amar los suficiente?

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#5

(29 Jan, 2020, 11:47 AM)Aimée escribió:  Hola amigo:

Tienes razón... cuando amamos a alguien no sabemos en qué momento va a venir esa ola tempestuosa que nos va a sacar de nuestra zona de confort. Lo mas sano es soltar y continuar con nuestra vida, no hay que aferrarse a quien ya no está con nosotros (ya sean padres, pareja ó amigos), forzosamente tendremos que pasar un período de duelo por la pérdida del ser amado, pero al final llegaremos a la conclusión de que debemos conservar los buenos momentos que pasamos al lado de esa persona y agradeceremos a la vida por la lección aprendida.

Nunca perdamos esa capacidad infinita que tenemos de amar.




<3

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#6

(31 Jan, 2020, 11:51 PM)Saskatchewan escribió:  Se puede amar los suficiente?

EL PROFETA

(SOBRE EL AMOR)



Entonces dijo Almitra: Háblanos del Amor,

Y él alzó la cabeza y miró a la multitud, y un silenció cayó sobre todos, y con fuerte voz

dijo él:

Cuando el amor os llame, seguidle,

aunque sus caminos sean duros y escarpados.

Y cuando sus alas os envuelvan, ceded a él,

aunque la espada oculta en su plumaje pueda heridos.

Y cuando os hable, creed en él,

aunque su voz pueda desbaratar vuestros sueños como

el viento del norte asola vuestros jardines.

Porque así como el amor os corona, debe crucificaros.

Así como os agranda, también os poda.

Así como se eleva hasta vuestras copas y acaricia

vuestras más frágiles ramas que tiemblan al sol, también

penetrará hasta vuestras raíces y las sacudirá de su arraigo a la tierra.

Como gavillas de trigo, se os lleva.

Os apalea para desnudaros.

Os trilla para libraros de vuestra paja.

Os muele hasta dejaros blancos.

Os amasa hasta que seáis ágiles,

y luego os entrega a su fuego sagrado, y os transforma

en pan sagrado para el festín de Dios.

Todas estas cosas hará el amor por vosotros para que

podáis conocer los secretos de vuestro corazón, y con

este conocimiento os convirtáis en un fragmento del corazón de la Vida.



Pero si en vuestro temor sólo buscáis la paz del amor

y el placer del amor,

Entonces más vale que cubráis vuestra desnudez y

salgáis de la la era del amor,

Para que entréis en el mundo sin estaciones, donde

reiréis, pero no todas vuestras risas, y lloraréis, pero no

todas vuestras lágrimas.



El amor sólo da de sí y nada recibe sino de sí mismo.

El amor no posee, y no quiere ser poseído.

Porque al amor le basta con el amor.



Cuando améis no debéis decir "Dios está en mi corazón",

sino más bien "estoy en el corazón de Dios".

Y no penséis que podéis dirigir el curso del amor,

porque el amor, si os halla dignos, dirigirá él vuestros

corazones.

El amor no tiene más deseo que el de alcanzar su

plenitud.

Pero si amáis y habéis de tener deseos, que sean estos:

De diluiros en el amor y ser como un arroyo que

canta su melodía a la noche.

De conocer el dolor de sentir demasiada ternura.

De ser herido por la comprensión que se tiene del amor.

De sangrar de buena gana y alegremente.

De despertarse al alba con un corazón alado y dar

gracias por otra jornada de amor;

De descansar al mediodía y meditar sobre el éxtasis

del amor;

De volver a casa al crepúsculo con gratitud,

Y luego dormirse con una plegaria en el corazón para

el bien amado, y con un canto de alabanza en los labios.

Si Lucifer fue capaz de incitar una rebelión en el cielo, eso significa celos, envidia y violencia en el cielo pese a prometerte un paraíso perfecto
[Imagen: 312554928-8634900413188542-2070329703511938974-n.jpg]
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#7

(29 Jan, 2020, 10:16 AM)Betfague escribió:  Pues si llega ese momento en que no percibimos la ola que cambie ritmo de la marea... Lo más prudente es ser el faro...


Los faros son salvavidas, son guías, son avisos contra las tempestades... Son luz para los navegantes marítimos y para los caminantes terrestres...
Los faros... ¿Eres quien se deja guiar por el faro o eres tu el faro?

Los faros no siempre son de piedra labrada y diseñada para ser denominados como tal y tampoco tienen porque clavar su lugar en la costa de un mar que por momentos le desafiara y por momentos se postrara en total calma de sumisión a el....
Asi es el amor... A veces cabreado y bravo contra quien se ha quedado estático y arraigado mirándole tratando de intimidarle con su furia salada y su fuerza oceánica haciéndole recordar que ha matado ha cientos de miles de humanos y ha arrebatado sitio terrenal , y otras veces se somete como cálida masa salada y líquida que tibia o gélida acaricia aquello que jamás será suyo del todo ... A veces se evidencia humilde ante lo que nunca podrá dominar... Nunca nunca por más que  extienda la longitud y  altitud de sus olas podrá derrumbar la montaña más alta... Y la montaña o la tierra jamás podrá llenar el mar tanto como para sobresalir por encima de el.... El amor es así...
El amor con el tiempo lo convertimos en un debatir a pura fuerza y forcejeo...
A veces el amor pasa de ser el más hermoso y bello paisaje donde refugiarnos a ser cual tormenta estrepitosa,feroz, despiadada y desmedida, pasa a ser el sentimiento más destructivo que puede existir... Hemos de aceptar y encajar que para que el amor perdure a de tener tierra y mar....as para conservarlo eternamente hay que ser faro...
Así es que lo mejor no es ser tierra o mar sino más bien lo mejor sea ser un faro inamovible que soporta y supera las tempestades, tempestades que solo pretenden destruir su firmeza y determinación, sé un faro que ilumine un camino... Sé un faro para quienes están en tempestad y para quienes la dejaron atrás e inician otros caminos diferentes y nuevos ...deja que la andadura le traiga OPORTUNIDADES


BETFAGUE MAGDALA
La vida es como una rosa en cuyos pétalos efímeros se va dibujando cada historia...en cada mar...en cada tierra ...en cada faros.
Nosotros la miramos, a veces sin entenderla...
Pero siempre es tan bonita que apetece tenerla cerca...muy cerca !
La vida es como una rosa cuya fragancia nos da su luz y esperanza.. y OPORTUNIDADES
con el tiempo nos acostumbramos y maldecimos cuando sentimos que ya no nos abraza.
Aun asi ...un abrazo para ti.

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#8

Había un vez, un rey, padre de tres hijas espléndidas. La más joven, Psiqué, era mucho más hermosa que sus dos hermanas y al lado de ellas parecía una diosa entre simples mortales. La fama de su hermosura se extendio por toda la tierra y de todas partes los hombres se ponían en camino para admirarla con rendida adoración y prestarle pleitesía, como si de una inmortal se tratara. Se llegó a decir incluso que la misma Venus no podía rivalizar con ella. Y cuantos más y más se presentaban ante ella, menos se acordaban de Venus. Los templos de la diosa estaban abandonados, sus altares cubiertos de frías cenizas y las ciudades consagradas a la diosa se convertían en ruinas. Todos los honores reservados hasta entonces se le tributaban a una simple muchacha, destinada a morir en día no lejano.

La diosa no podía aceptar semejante situación, y como siempre que se encontraba en apuros, requirió ayuda de su hijo, que unos llaman Cupido y otros Amor, y contra cuyas flechas no existe protección en el cielo ni en la tierra. Le contó sus cuitas, y, como siempre, se prestó a obedecer sus órdenes. "Usa tu poder - le dijo ella - y haz que esta pequeña desvergonzada se enamore locamente de la más vil y despreciable criatura que haya en el mundo". Él lo habría hecho ciertamente si Venus, olvidando en el furor de sus celos que aquella belleza podría ilusionar al mismo dios del Amor, no le hubiera mostrado antes a Psiqué. Cuando la hubo visto, el mismo Cupido se sintió con el corazón traspasado por una de sus flechas. Nada dijo a su madre; la verdad es que no tenía fuerzas para proferir una sola palabra y Venus se marchó convencida de que la suerte de Psiqué estaba echada.

Las cosas, sin embargo, ocurrieron de distinta manera a como ella creía. Psiqué no pensó nunca enamorarse de un malvado; en efecto, no se enamoró de nadie y, más extraño todavía, nadie se enamoró de ella. Los hombres seguían satisfechos en su contemplación, admirándola, adorándola, después pasaban de largo y desposaban a otra. Sus dos hermanas, aun siendo infinitamente menos seductoras, habían celebrado dos espléndidas bodas, cada una con un rey. Psiqué, la mas hermosa, triste y solitaria, admirada siempre, pero jamás amada. Le parecía que ningún hombre la querría por esposa y ello causaba gran inquietud a sus progenitores. Su padre intentó hallar a través del oráculo de Delfos un buen marido para Psiqué. El dios consintió en responder, pero su profecía fue terrible. Apolo decretó que Psiqué, vestida con negros crespones, debía ser llevada a la cumbre de una colina y permanecer allí sola; el marido que le sería destinado, una serpiente alada, terrible y más poderosa que los mismo dioses, llegaría hasta ella y la haría su esposa...

No se puede imaginar el desespero que se apoderó de aquellos a quienes el padre de Psiqué contó tan triste noticia. Se preparó a la joven como para sus funerales, y con mas lamentos que si se tratara de conducirla a la tumba la llevaron a la colina. Solo psiqué permanecía animosa y decidida. " Mas que llorar por mi -les dijo- debeis hacerlo por esta belleza que me ha granjeado la envidia del cielo. Marchad ahora, y sabed que deseo que pronto llegue el final". Desesperados partieron todos, abandonando a su destino a la radiante y desventurada muchacha y se encerraron en su palacio para llorar por ella el resto de sus días.

Sobre la colina, y en medio de la oscuridad, Psiqué permaneció sentada a la espera. Mientras temblaba y lloraba, en la calmada noche llegó hasta ella una ligera brisa, el dulce viento de Céfiro, el más suave de los vientos. Sintió que se elevaba. Se deslizó de piés por el aire sobre la colina rocosa hasta una pradera mullida como un lecho y perfumada por las flores. El hizo lo posible para que olvidara sus penas y la durmió. Despertó después a orillas de un claro arroyo a cuya vera se elevaba un castillo imponente y magnífico. Parecía destinado a un dios, con sus columnas de oro, muros de plata y suelos incrustados de piedras preciosas. Reinaba un silencio absoluto. Su interior parecía desierto y Psiqué se acercó cautelosa y atemorizada a la vista de tanto esplendor. Permaneció recelosa en el umbral cuando percibió unos ruidos; no veía a nadie, pero oía las palabras con claridad: "La casa es para tí -le decían-. Entra sin miedo y báñate, refréscate; en seguida se pondrá en tu honor la mesa del banquete".

Nunca había tomado un baño tan delicioso ni probado platos tan agradables. Mientras comía, escuchó a su alrededor una dulce música, como un arpa que acompañaba a un numeroso coro. La oía pero tampoco la veía. Todo el día estuvo sola, acompañada unicamente por las voces que escuchaba. Pero sin podérselo explicar presentía que su marido vendría al caer la noche. Y así fue. Cuando le sintió cerca de sí y escuchó su voz que murmuraba dulcemente a su oído, desaparecieron sus temores. Sin verle siquiera, estaba cierta que no era un mostruo ni tenia forma espantosa sino que era el amante esposo que tanto tiempo había deseado.

Aunque esta presencia mediatizada no podía satisfacerla plenamente, sin embargo se encontraba feliz y el tiempo transcurría rápido para ella. Pero una noche, su querido e invisible esposo le habló muy seriamente y le advirtió que un gran peligro le amenazaba bajo la forma de sus dos hermanas. "Vuelven a la colina de donde has desaparecido para llorar por ti -le dijo-. Pero no es conveniente que te descubran. Si lo hacen me causarás una pena inmensa y te destruirás a ti misma". Prometió no dejarse ver y pasó todo el día siguiente llorando, pensando en sus hermanas y en la prohibición que tenía de no consolarlas. Pero lloró todavia más cuando volvio su marido y ni siquiera las caricias que él le prodigó pudieron secar sus lagrimas. Al fin, con gran disgusto, él cedió: "Haz lo que quieras -dijo- pero, te lo repito, estas buscando tu ruina, tu propia destruccion". Después, solemnemente, le explicó que no se dejara persuadir por nadie para que intentara verle, pues quedaría separada de él para siempre. Psiqué obedeció entre protestas, pues preferia morir cien veces que vivir sin el. "Pero otórgame la alegría de ver a mis hermanas" le suplicó ella. Tristemente, él se lo concedió.

Al dia siguiente, llevadas por Cefiro, las dos hermanas descendieron de la montaña. Alegre, con el corazón palpitante de emoción, Psiqué las esperaba; su alegria era muy grande. Transcurrió largo rato antes de que las tres lograran hablarse; su alegría era muy grande y solo pudieron expresarse en suspiros. Por fin entraron en el palacio y las dos hermanas mayores revolvieron todos los magnificos tesoros. En un opulento festín escucharon maravillosa música. Y la envidia, la amarga envida y una curiosidad devoradora se apoderaron de ellas. ¿quién era el dueño de tal magnificencia? ¿quién era el esposo de su hermana? Querían saberlo pero Psiqué, que mantenía su palabra, solo les dijo que su marido era un hombre joven que estaba participando en una cacería. Después, les llenó las manos de oro y joyas y pidió a Cefiro que las devolviera a la colina. Dejaron a Psiqué, pero el fuego de los celos quemaba sus corazones. Comparadas con Psiqué, las riquezas propias y su felicidad les parecían nada, y su envidiosa colera creció tanto en ellas que llegaron a tramar juntas la perdición de su hermana.

Aquella noche, el esposo de Psiqué le advirtió una vez mas que no volviera a ver a sus hermanas. Pero ella replicó que no podia dejar de verlas. ¿Tenia que prohibirle ver a sus hermanas a quienes tanto amaba? El cedió de nuevo y en seguida las dos ruines hermanas llegaron. Traían planes muy concretos. Las palabras vacilantes de su hermana y sus contradictorias respuestas, cuando le pidieron que describiera a su marido, avivaron su curiosidad. Estaban convencidas de que, no solo Psiqué no lo habiá visto todavia, sino que incluso ignoraba su identidad. No le expusieron sus sospechas, pero le reprocharon por disimular tan triste situación a sus hermanas. Ellas lo habían comprendido, le dijeron, y estaban seguras de que su marido no era un hombre, sino mas bien la horrenda serpiente profetizada por el oráculo de Apolo. El de momento se mostraba dulce, pero llegaría una noche en que se arrojaría sobre ella para devorarla.

Psiqué, consternada, sentía que el terror invadía su corazon e iba matando poco a poco su amor. Muchas veces se preguntaba por qué él no le permitía verle, y sospechaba que debía tener para ello alguna poderosa razón, ¿Qué sabia de él en realidad? Si no era tan horrible, ¿por qué tenía la crueldad de ocultarse a su vista? Triste, temblorosa y balbuceante, dio a entender a sus hermanas que no podía negar lo que le decían, pues hasta aquel momento su marido no la había poseído sino en la mas profunda oscuridad. "Debe ocultar algo horrible para que tema tanto la luz del día" dijo ella sollozando, y les pidió consejo.

Ellas lo tenían ya todo previsto, pues lo prepararon con antelación. Psiqué debía ocultar un cuchillo bien afilado y una lámpara al lado de su lecho. Cuando su marido estuviera profundamente dormido, ella se levantaría, encendería la lampara y empuñando el cuchillo, lo clavaria en la figura horrible que la luz le descubriera.

La dejaron abrumada por la duda y fuera de si, sin saber qué partido tomar. Ella le amaba y él era su amante esposo... Durante todo el día sus pensamientos luchaban dentro de ella. Cuando llegó la noche, había abandonado la lucha. Estaba decidida a matarlo...

Cuando él se durmió apaciblemente, ella se revistió de valor y encendio la lámpara. Caminando sobre las puntas de los pies se acercó al lecho y, elevando la luz, contempló lo que tenía ante sus ojos. ¡Oh, su corazón sintió un profundo alivio y el más sublimado éxtasis! La luz no le hizo ver un monstruo, sino la más bella de las criaturas. Invadida por la vergüenza de su locura y por su poca confianza, Psiqué se hincó de rodillas y si el cuchillo no hubiera caído de sus manos temblorosas lo habría clavado en el propio pecho. Pero mientras se hallaba reclinada sobre él, contemplando tan gran belleza, una gota de aceite cayó de la lámpara en la espalda de aquel bello joven. Se despertó sobresaltado, vio la luz y comprendio la desconfianza de Psiqué, y sin pronunciar palabra se marchó.

Psique corrió tras él. No podía verle, pero oía su voz que le hablaba. Le dio a conocer su nombre y con tristeza le dijo adios: "El Amor no puede vivir sin confianza" y con esas últimas palabras la abandonó. "El dios del amor" pensó ella "era mi esposo, y yo, miserable, no tuve fe en su palabra. ¿Se ha marchado para siempre?. De todas maneras -pensó ella llena de coraje- puedo pasar el resto de mi vida buscándolo. Si él no quiere ya amarme, yo sabré demostrarle mi amor". Y se puso en camino sin rumbo fijo; solo sabía una cosa: que jamás renunciaría a volverle a encontrar.

Si Lucifer fue capaz de incitar una rebelión en el cielo, eso significa celos, envidia y violencia en el cielo pese a prometerte un paraíso perfecto
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#9

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Si Lucifer fue capaz de incitar una rebelión en el cielo, eso significa celos, envidia y violencia en el cielo pese a prometerte un paraíso perfecto
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#10

(01 Feb, 2020, 12:09 AM)JoseFidencioR escribió:  Había un vez, un rey, padre de tres hijas espléndidas. La más joven, Psiqué, era mucho más hermosa que sus dos hermanas y al lado de ellas parecía una diosa entre simples mortales. La fama de su hermosura se extendio por toda la tierra y de todas partes los hombres se ponían en camino para admirarla con rendida adoración y prestarle pleitesía, como si de una inmortal se tratara. Se llegó a decir incluso que la misma Venus no podía rivalizar con ella. Y cuantos más y más se presentaban ante ella, menos se acordaban de Venus. Los templos de la diosa estaban abandonados, sus altares cubiertos de frías cenizas y las ciudades consagradas a la diosa se convertían en ruinas. Todos los honores reservados hasta entonces se le tributaban a una simple muchacha, destinada a morir en día no lejano.

La diosa no podía aceptar semejante situación, y como siempre que se encontraba en apuros, requirió ayuda de su hijo, que unos llaman Cupido y otros Amor, y contra cuyas flechas no existe protección en el cielo ni en la tierra. Le contó sus cuitas, y, como siempre, se prestó a obedecer sus órdenes. "Usa tu poder - le dijo ella - y haz que esta pequeña desvergonzada se enamore locamente de la más vil y  despreciable criatura que haya en el  mundo". Él lo habría hecho ciertamente si Venus, olvidando en el furor de sus celos que aquella belleza podría ilusionar al mismo dios del Amor, no le hubiera mostrado antes a Psiqué. Cuando la hubo visto, el mismo Cupido se sintió con el corazón traspasado por una de sus flechas. Nada dijo a su madre; la verdad es que no tenía fuerzas para proferir una sola palabra y Venus se marchó convencida de que la suerte de Psiqué estaba echada.

Las cosas, sin embargo, ocurrieron de distinta manera a como ella creía. Psiqué no pensó nunca enamorarse de un malvado; en efecto, no se enamoró de nadie y, más extraño todavía, nadie se enamoró de ella. Los hombres seguían satisfechos en su contemplación, admirándola, adorándola, después pasaban de largo y desposaban a otra. Sus dos hermanas, aun siendo infinitamente menos seductoras, habían celebrado dos espléndidas bodas, cada una con un rey. Psiqué, la mas hermosa, triste y solitaria, admirada siempre, pero jamás amada. Le parecía que ningún hombre la querría por esposa y ello causaba gran inquietud a sus progenitores. Su padre intentó hallar a través del oráculo de Delfos un buen marido para Psiqué. El dios consintió en responder, pero su profecía fue terrible. Apolo decretó que Psiqué, vestida con negros crespones, debía ser llevada a la cumbre de una colina y permanecer allí sola; el marido que le sería destinado, una serpiente alada, terrible y más poderosa que los mismo dioses, llegaría hasta ella y la haría su esposa...

No se puede imaginar el desespero que se apoderó de aquellos a quienes el padre de Psiqué contó tan triste noticia. Se preparó a la joven como para sus funerales, y con mas lamentos que si se tratara de conducirla a la tumba la llevaron a la colina. Solo psiqué permanecía animosa y decidida. " Mas que llorar por mi -les dijo- debeis hacerlo por esta belleza que me ha granjeado la envidia del cielo. Marchad ahora, y sabed que deseo que pronto llegue el final". Desesperados partieron todos, abandonando a su destino a la radiante y desventurada muchacha y se encerraron en su palacio para llorar por ella el resto de sus días.

Sobre la colina, y en medio de la oscuridad, Psiqué permaneció sentada a la espera. Mientras temblaba y lloraba, en la calmada noche llegó hasta ella una ligera brisa, el dulce viento de Céfiro, el más suave de los vientos. Sintió que se elevaba. Se deslizó de piés por el aire sobre la colina rocosa hasta una pradera mullida como un lecho y perfumada por las flores. El hizo lo posible para que olvidara sus penas y la durmió. Despertó después a orillas de un claro arroyo a cuya vera se elevaba un castillo imponente y magnífico. Parecía destinado a un dios, con sus columnas de oro, muros de plata y suelos incrustados de piedras preciosas. Reinaba un silencio absoluto. Su interior parecía desierto y Psiqué se acercó cautelosa y atemorizada a la vista de tanto esplendor. Permaneció recelosa en el umbral cuando percibió unos ruidos; no veía a nadie, pero oía las palabras con claridad: "La casa es para tí -le decían-. Entra sin miedo y báñate, refréscate; en seguida se pondrá en tu honor la mesa del banquete".

Nunca había tomado un baño tan delicioso ni probado platos tan agradables. Mientras comía, escuchó a su alrededor una dulce música, como un arpa que acompañaba a un numeroso coro. La oía pero tampoco la veía. Todo el día estuvo sola, acompañada unicamente por las voces que escuchaba. Pero sin podérselo explicar presentía que su marido vendría al caer la noche. Y así fue. Cuando le sintió cerca de sí y escuchó su voz que murmuraba dulcemente a su oído, desaparecieron sus temores. Sin verle siquiera, estaba cierta que no era un mostruo ni tenia forma espantosa sino que era el amante esposo que tanto tiempo había deseado.

Aunque esta presencia mediatizada no podía satisfacerla plenamente, sin embargo se encontraba feliz y el tiempo transcurría rápido para ella. Pero una noche, su querido e invisible esposo le habló muy seriamente y le advirtió que un gran peligro le amenazaba bajo la forma de sus dos hermanas. "Vuelven a la colina de donde has desaparecido para llorar por ti -le dijo-. Pero no es conveniente que te descubran. Si lo hacen me causarás una pena inmensa y te destruirás a ti misma". Prometió no dejarse ver y pasó todo el día siguiente llorando, pensando en sus hermanas y en la prohibición que tenía de no consolarlas. Pero lloró todavia más cuando volvio su marido y ni siquiera las caricias que él le prodigó pudieron secar sus lagrimas. Al fin, con gran disgusto, él cedió: "Haz lo que quieras -dijo- pero, te lo repito, estas buscando tu ruina, tu propia destruccion". Después, solemnemente, le explicó que no se dejara persuadir por nadie para que intentara verle, pues quedaría separada de él para siempre. Psiqué obedeció entre protestas, pues preferia morir cien veces que vivir sin el. "Pero  otórgame la alegría de ver a mis hermanas" le suplicó ella. Tristemente, él se lo concedió.

Al dia siguiente, llevadas por Cefiro, las dos hermanas descendieron de la montaña. Alegre, con el corazón palpitante de emoción, Psiqué las esperaba; su alegria era muy grande. Transcurrió largo rato antes de que las tres lograran hablarse; su alegría era muy grande y solo pudieron expresarse en suspiros. Por fin entraron en el palacio y las dos hermanas mayores revolvieron todos los magnificos tesoros. En un opulento festín escucharon maravillosa música. Y la envidia, la amarga envida y una curiosidad devoradora se apoderaron de ellas. ¿quién era el dueño de tal magnificencia? ¿quién era el esposo de su hermana? Querían saberlo pero Psiqué, que mantenía su palabra, solo les dijo que su marido era un hombre joven que estaba participando en una cacería. Después, les llenó  las manos de oro y joyas y pidió a Cefiro que las devolviera a la colina. Dejaron a Psiqué, pero el fuego de los celos quemaba sus corazones. Comparadas con Psiqué, las riquezas propias y su felicidad les parecían nada, y su envidiosa colera creció tanto en ellas que llegaron a tramar juntas la perdición de su hermana.

Aquella noche, el esposo de Psiqué le advirtió una vez mas que no volviera a ver a sus hermanas. Pero ella replicó que no podia dejar de verlas. ¿Tenia que prohibirle ver a sus hermanas a quienes tanto amaba? El cedió de nuevo y en seguida las dos ruines hermanas llegaron. Traían planes muy concretos. Las palabras vacilantes de su hermana y sus contradictorias respuestas, cuando le pidieron que describiera a su marido, avivaron su curiosidad. Estaban convencidas de que, no solo Psiqué no lo habiá visto todavia, sino que incluso ignoraba su identidad. No le expusieron sus sospechas, pero le reprocharon por disimular tan triste situación a sus hermanas. Ellas lo habían comprendido, le dijeron, y estaban seguras de que su marido no era un hombre, sino mas bien la horrenda serpiente profetizada por el oráculo de Apolo. El de momento se mostraba dulce, pero llegaría una noche en que se arrojaría sobre ella para devorarla.

Psiqué, consternada, sentía que el terror invadía su corazon e iba matando poco a poco su amor. Muchas veces se preguntaba por qué él no le permitía verle, y sospechaba que debía tener para ello alguna poderosa razón, ¿Qué sabia de él en realidad? Si no era tan horrible, ¿por qué tenía la crueldad de ocultarse a su vista? Triste, temblorosa y balbuceante, dio a entender a sus hermanas que no podía negar lo que le decían, pues hasta aquel momento su marido no la había poseído sino en la mas profunda oscuridad. "Debe ocultar algo horrible para que tema tanto la luz del día" dijo ella sollozando, y les pidió consejo.

Ellas lo tenían ya todo previsto, pues lo prepararon con antelación. Psiqué debía ocultar un cuchillo bien afilado y una lámpara al lado de su lecho. Cuando su marido estuviera profundamente dormido, ella se levantaría, encendería la lampara y empuñando el cuchillo, lo clavaria en la figura horrible que la luz le descubriera.

La dejaron abrumada por la duda y fuera de si, sin saber qué partido tomar. Ella le amaba y él era su amante esposo... Durante todo el día sus pensamientos luchaban dentro de ella. Cuando llegó la noche, había abandonado la lucha. Estaba decidida a matarlo...

Cuando él se durmió apaciblemente, ella se revistió de valor y encendio la lámpara. Caminando sobre las puntas de los pies se acercó al lecho y, elevando la luz, contempló lo que tenía ante sus ojos. ¡Oh, su corazón sintió un profundo alivio y el más sublimado éxtasis! La luz no le hizo ver un monstruo, sino la más bella de las criaturas. Invadida por la vergüenza de su locura y por su poca confianza, Psiqué se hincó de rodillas y si el cuchillo no hubiera caído de sus manos temblorosas lo habría clavado en el propio pecho. Pero mientras se hallaba reclinada sobre él, contemplando tan gran belleza, una gota de aceite cayó de la lámpara en la espalda de aquel bello joven. Se despertó sobresaltado, vio la luz y comprendio la desconfianza de Psiqué, y sin pronunciar palabra se marchó.

Psique corrió tras él. No podía verle, pero oía su voz que le hablaba. Le dio a conocer su nombre y con tristeza le dijo adios: "El Amor no puede vivir sin confianza" y con esas últimas palabras la abandonó. "El dios del amor" pensó ella "era mi esposo, y yo, miserable, no tuve fe en su palabra. ¿Se ha marchado para siempre?. De todas maneras -pensó ella llena de coraje- puedo pasar el resto de mi vida buscándolo. Si él no quiere ya amarme, yo sabré demostrarle mi amor". Y se puso en camino sin rumbo fijo; solo sabía una cosa: que jamás renunciaría a volverle a encontrar.

Que historia mas bonita !! cometo later ...working now

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#11

El amor segun Diotimay Socrates
https://www.youtube.com/watch?v=qpJVMMvlbhw



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#12

(31 Jan, 2020, 11:51 PM)Saskatchewan escribió:  [quote='Amatheos' pid='56201' dateline='1580416657']


Se puede amar los suficiente?

¿se puede aprender amar?

¿el amor es progresivo?.

“La luz excesiva es la mayor oscuridad… " Peer Gynt de Henrik Ibsen
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#13

(04 Feb, 2020, 09:22 AM)Betfague escribió:  
(04 Feb, 2020, 08:59 AM)Amatheos escribió:  
(31 Jan, 2020, 11:51 PM)Saskatchewan escribió:  ¿se puede aprender amar?

¿el amor es progresivo?.

¿Tiene el amor elección propia?

¿Puede el amor cambiar todo?

El amor te elige y lo cambia todo.
Una mirada, una sonrisa, una palabra, un ...... se clava en el corazón.
Se convierte en esencia, su ser lo llena todo
Si es comienzo, se aprende amar en cada instante
Si es final, lo arrastras el resto de la vida

Ella
¿La conocéis? Es flor encantadora
que baña el rayo del naciente día;
ella robó sus tintes a la aurora
y mi alma la viste de poesía.....

¿La conocéis? Es vida de mi vida,
del corazón la fibra más sonora;
ella, el perfume de mi edad florida;
mi luz, mi porvenir, mi fe, mi aurora.

Rubén Darío

“La luz excesiva es la mayor oscuridad… " Peer Gynt de Henrik Ibsen
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#14

(04 Feb, 2020, 09:22 AM)Betfague escribió:  
(04 Feb, 2020, 08:59 AM)Amatheos escribió:  
(31 Jan, 2020, 11:51 PM)Saskatchewan escribió:  ¿se puede aprender amar?

¿el amor es progresivo?.

¿Tiene el amor elección propia?

¿Puede el amor cambiar todo?

¿Tiene el amor elección propia?....Si, estabas justo ahi enmedio del camino !
And them change everything.....





Show me a promised land and I will go anywhere
And if you ask me to take my time I'll wait for years...
Ask me to prove my love and I will do anything...
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