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Como sabe alguien que es ungido (según Anthony Macallan Morris)
#16

(22 Mar, 2020, 06:27 PM)Metamorfosis escribió:  Despertad:
Cita:[...] El Morris a lo sumo diría otra palabra en clave: Macallan!!! [...]

Sí... Lo más DAÑINO sería que dijeran la clave: "Protegemos a los ABUSADORES"...

LAMENTABLE que ellos mismos NO estén dispuestos a presentar las PRUEBAS de su "ungimiento"...
Excelente punto amigo sobre las pruebas.. lamentablemente , nunca lo sabremos , ya que solo nos dan en 'teoria' muerta que es un ungido o siente y que no se debe preguntar eso .
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#17

atalaya enero 2016:

10 Los que han recibido esta invitación tan especial no necesitan que nadie más les confirme que han sido ungidos con espíritu. Jehová mismo se encarga de que no tengan ninguna duda. El apóstol Juan les dice a estos cristianos: “Ustedes tienen una unción [o llamado] del santo; todos ustedes tienen conocimiento. Y en cuanto a ustedes, la unción que recibieron de él permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les esté enseñando; antes bien, como la unción de él les está enseñando acerca de todas las cosas, y es verdad y no es mentira, y así como les ha enseñado, permanezcan en unión con él” (1 Juan 2:20, 27). Desde luego, los cristianos ungidos necesitan instrucción igual que todos los demás. Lo que Juan quiso decir es que no necesitan que nadie les diga que han sido invitados al cielo: ¡la fuerza más poderosa del universo se lo ha confirmado!

https://www.jw.org/es/biblioteca/revista...n-ungidos/

Si Lucifer fue capaz de incitar una rebelión en el cielo, eso significa celos, envidia y violencia en el cielo pese a prometerte un paraíso perfecto
[Imagen: 312554928-8634900413188542-2070329703511938974-n.jpg]
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#18

(22 Mar, 2020, 09:11 PM)JoseFidencioR escribió:  atalaya enero 2016:

10 Los que han recibido esta invitación tan especial no necesitan que nadie más les confirme que han sido ungidos con espíritu. Jehová mismo se encarga de que no tengan ninguna duda. El apóstol Juan les dice a estos cristianos: “Ustedes tienen una unción [o llamado] del santo; todos ustedes tienen conocimiento. Y en cuanto a ustedes, la unción que recibieron de él permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les esté enseñando; antes bien, como la unción de él les está enseñando acerca de todas las cosas, y es verdad y no es mentira, y así como les ha enseñado, permanezcan en unión con él” (1 Juan 2:20, 27). Desde luego, los cristianos ungidos necesitan instrucción igual que todos los demás. Lo que Juan quiso decir es que no necesitan que nadie les diga que han sido invitados al cielo: ¡la fuerza más poderosa del universo se lo ha confirmado!

https://www.jw.org/es/biblioteca/revista...n-ungidos/

Todos tenemos dudas sobre el ungimiento! Que barbaro que ellos no lo tengan si sin ungidos o no. Algunas vez estoy seguro que habrán pensado o hasta dudado si es que van al cielo con tanto destape que hay hoy en día en la organización y que ellos mismo tratan de encubrir.
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#19

- Como sabre si estoy enamorado?

- no te preocupes, cuando de verdad estás enamorado, lo sabrás.

Sabias palabras que abundan en la filmografía romántica, y en multitud de escritos...

y para el ungimiento del paracleto dudan?


bueno... dudo que yo mismo exista XDDDDD

Si Lucifer fue capaz de incitar una rebelión en el cielo, eso significa celos, envidia y violencia en el cielo pese a prometerte un paraíso perfecto
[Imagen: 312554928-8634900413188542-2070329703511938974-n.jpg]
[+] 1 usuario dio MeGusta JoseFidencioR.
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#20

Estamos dando en el clavo, el asunto es que como ellos mismos de verdad o tendrán dudas en su interior; no quieren que nadie les pregunte recordándoles, como llaga herida, como saben ellos si son ungidos o no.
[+] 1 usuario dio MeGusta El Copista.
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#21

A lo largo de muchos años fuimos educados y adoctrinados que únicamente los ungidos y entiéndase por ungido como "miembro selecto de la Watchtower", ya que NADIE podía ser de ese grupo y pertenecer a otra religión.

En el siglo 1° D.C. ninguno de los apóstoles y discípulos era miembro de la Watchtower y mucho menos se reunían en grandes estadios y eran una multinacional de carácter editorial e inmobiliaria a la que solo le interesan los negocios.

Los invito a que lean Jeremías 1:5 y se den cuenta que TODOS los verdaderos elegidos son seleccionados desde antes de nacer.

Dudo muchos que un verdadero discípulo y siervo de HWHY asistiera a reuniones donde por seguir el error de su imaginación adoraran a Baal y/o Moloc, por  curioso que parezca pero en Amos capítulo 5 es la profecía contra Betel lugar donde se ha cometido abominación y piden que venga el día de Jehová.

Amos 5:4-5: "Buscadme a mí y viviréis; más no busquéis a Betel (Watchtower)".

"El peor enemigo de la Sagrada Escritura es la imaginación humana", El Zelote
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#22

Precisamente el Estudio de La Atalaya de esta semana aborda este tema...
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#23

como siempre, la vieja y confiable cita:

" Mirad, os he dado autoridad para hollar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo, y nada os hará daño."

y... aunque muchos TJs desdeñan estos versiculos como espurios...

" Y estas señales acompañarán a los que han creído: en mi nombre echarán fuera demonios, hablarán en nuevas lenguas; 18 tomarán serpientes en las manos, y aunque beban algo mortífero, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán las manos, y se pondrán bien."

pero, como aprecian en mi primer versiculo citado, es coincidente, incluso con Isaias...

"El niño de pecho jugará junto a la cueva de la cobra, y el niño destetado extenderá su mano sobre la guarida de la víbora."

Si Lucifer fue capaz de incitar una rebelión en el cielo, eso significa celos, envidia y violencia en el cielo pese a prometerte un paraíso perfecto
[Imagen: 312554928-8634900413188542-2070329703511938974-n.jpg]
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#24

15 Porque ustedes no recibieron un espíritu de esclavitud que les haga volver a tener miedo, sino que recibieron un espíritu que los adopta como hijos, el espíritu que nos motiva a exclamar: “¡Abba, Padre!”. 16 El espíritu mismo [de Dios] da testimonio con nuestro espíritu [de Jesucristo] de que somos hijos de Dios. 17 Así que, si somos hijos, también somos herederos —herederos de Dios, pero coherederos con Cristo—, siempre y cuando suframos con Cristo para que también seamos glorificados con él (Romano 8: 15-17).

Es completamente errónea la manera en que los Testigos interpretan estos versículos. Si leemos el contexto nos damos cuenta de que Pablo está hablando de dos clases de espíritu, fíjese en los versículos 9-11 cuando dice: "Sin embargo, si el espíritu de Dios de veras reside en ustedes, ustedes no viven guiados por la carne, sino por el espíritu. Pero, si alguien no tiene el espíritu de Cristo, esa persona no le pertenece a él. 10 En cambio, si Cristo está en unión con ustedes, el cuerpo está muerto debido al pecado, mientras que el espíritu da vida debido a la justicia. 11 Pues bien, si el espíritu del que levantó a Jesús de entre los muertos reside en ustedes, el que levantó a Cristo Jesús de entre los muertos también les dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su espíritu, que reside en ustedes".

De manera que el segundo espíritu que menciona Pablo en Romano 8:16 respecto a los que son llamados a ser ungidos es el espíritu de Jesucristo, no un espíritu que muestren ellos mismos. En Gálatas 4: 6,7 él lo explica de una manera más clara: "Ahora bien, como ustedes son hijos, Dios ha enviado el espíritu de su Hijo a nuestros corazones, y este exclama: “¡Abba,* Padre!”. 7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo. Y, si eres hijo, Dios también te hizo heredero".

Podemos ver claramente, que el espíritu que opera en las mentes y los corazones de los ungidos, es el mismo espíritu de Jesucristo. Puesto que Jesucristo es el rey entronizado del Reino celestial, obviamente es ÉL quien tiene que decidir quiénes son sus coherederos. Decir que el espíritu de los ungidos es el espíritu de ellos mismos el que lo motiva con la mente y el corazón es algo muy erróneo, ser ungido no es algo que el ser humano decida por sí mismo.

"Pero nada hay cuidadosamente ocultado que no haya de revelarse, ni secreto que no llegue a saberse" (Lucas 12:2 NM 1987).

"No hay energía peor usada que sostener una mentira o insistir en un error. Hay personas que por no admitir que se han equivocado, viven equivocadas y por mostrarse fuertes viven sin fuerza".       
[+] 1 usuario dio MeGusta Inactivo.
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#25

(15 Mar, 2020, 03:26 AM)Metamorfosis escribió:  Discípulo del Cristo:

Cita:No veo "Nueva luz". Si hay alguna parte que dijo algo "nuevo", déjame saber.

La ÚNICA "novedad" que pude observar es que los "Ungidos" están SEGUROS de serlo... y los que NO lo son NO lo COMPRENDEN... Que CONVENIENTE...

Y como dice El Copista, la INSTRUCCIÓN es NO preguntar a los "Ungidos" si son "Ungidos"... y lo ORDENA uno de esos "Ungidos": Anthony Morris... Razonamiento Circular...

Lamentable que Morris INTENTA dar una EXPLICACIÓN del tema pero únicamente pasa el tiempo comentando asuntos IRRELEVANTES...

Se observa que NO quieren que a los "Ungidos" les hagan preguntas INCOMODAS... porque es SEGURO que ni ellos mismos CONOCEN si son parte de los "escogidos"...

La Conmemoración de este año podría ser de MUY baja asistencia... por el Coronavirus... Realmente se LIBRARAN de la INCOMODA pregunta...

Si y no. Si, será de baja asistencia, pero no, no lo será, mas bien es el perfecto escenario para maquillar una conmemoración sin precedentes, porque via zoom se conectaron personas que jamás fueron al salón del reino, verás como el próximo año cuando se anuncie la asistencia para la Conmemoración 2020, se triplica la asistencia de la de 2019. Espero equivocarme.
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#26

(22 Mar, 2020, 11:26 PM)El Zelote escribió:  
A lo largo de muchos años fuimos educados y adoctrinados que únicamente los ungidos y entiéndase por ungido como "miembro selecto de la Watchtower", ya que NADIE podía ser de ese grupo y pertenecer a otra religión.

En el siglo 1° D.C. ninguno de los apóstoles y discípulos era miembro de la Watchtower y mucho menos se reunían en grandes estadios y eran una multinacional de carácter editorial e inmobiliaria a la que solo le interesan los negocios.

Los invito a que lean Jeremías 1:5 y se den cuenta que TODOS los verdaderos elegidos son seleccionados desde antes de nacer.

Dudo muchos que un verdadero discípulo y siervo de HWHY asistiera a reuniones donde por seguir el error de su imaginación adoraran a Baal y/o Moloc, por  curioso que parezca pero en Amos capítulo 5 es la profecía contra Betel lugar donde se ha cometido abominación y piden que venga el día de Jehová.

Amos 5:4-5: "Buscadme a mí y viviréis; más no busquéis a Betel (Watchtower)".

¡Excelente comentario! Mejor no pudo ser.
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#27

(14 Mar, 2020, 10:21 PM)CATALAN escribió:  Primero que nada gracias a él amigo El Espectador por avisar de este vídeo. Lo pongo en esta entrada para que todos demos nuestro respectivo análisis de esta explicación de Morris! Será una nueva luz a la vista? Descubramoslo...


Como sabe alguien que es ungido

[Imagen: xQzoMoi.jpg]

Sindrome de Geschwind

Tienen este Mínimo.


https://extj.co/foro/showthread.php?tid=4489
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#28

El famoso antropólogo británico Bronislaw Brown descubrió una tribu que jamás había tenido contacto con el hombre blanco: los inké. No eran más de cien individuos que vivían como cazadores-recolectores en lo más profundo de la región del Mato Grosso, en algún lugar entre la frontera de Bolivia y Brasil. A Brown le costó muchísimo establecer contacto. Si los inké habían sobrevivido hasta ahora era, precisamente, porque habían evitado el contacto con el hombre blanco, y sobre todo, con sus microorganismos. Una gripe o un simple resfriado común podrían acabar con toda la tribu en unos días. Sin embargo, Brown era obstinado y, después de casi cinco años merodeando sus territorios e intentando comunicarse con ellos de las más diversas formas, lo consiguió. Y como a todo buen antropólogo no le bastó con observarlos desde fuera, sino que tenía que hacerlo desde dentro, es decir, debía practicar lo que los etnógrafos llaman observación participante: había que convertirse en un inké más. Y también lo consiguió: Bronislaw Brown estuvo veinticinco años conviviendo con ellos. Después presentó sus descubrimientos ante la Royal Anthropological Institute of Great Britain and Ireland. Incluimos aquí algunos fragmentos de su discurso del 23 de mayo de 2021:

El aspecto de la aldea inké era completamente diferente a todo lo que yo haya visto jamás en mi dilatada carrera como antropólogo. Las típicas chozas de paja y adobe estaban todas repletas de pintadas de símbolos y grafías de la más diversa índole. Entre ellas reconocí muchas letras latinas propias del guaraní, pero eran pocas en comparación con la gran variedad de símbolos totalmente desconocidos. El suelo estaba lleno, por doquier, de las más diversas configuraciones de piedras, igualmente pintadas de distintos colores y símbolos idénticamente ininteligibles para mí. En un claro en el centro de la aldea había dispuestos más de diez columnas hechas de palos de junco, que, luego descubrí, representaban algunas de las más de cuarenta deidades que tenía el panteón inké.

La vida inké era extraña pero, aparentemente, sencilla. Se pasaban gran parte del tiempo rezando, meditando y hablando sentados en corros. También se pasaban largos ratos escribiendo en cualquier lugar mediante una tinta negra que obtenían del fruto del wituk. A diferencia de todo cuánto yo había estudiado en otras culturas, los inké trataban por igual a mujeres y hombres. Ambos sexos participaban por igual en todos los debates y rituales religiosos. También es llamativa la escasez de relaciones sexuales que mantenían. Mientras que en los pueblos colindantes la sexualidad se llevaba con mucha naturalidad, no existiendo, prácticamente, más tabús que el incesto y el adulterio, los inké sólo mantenían relaciones en fechas muy concretas de su calendario y siempre rodeaban el acto de una gran parafernalia ritual. Y es que, en general, ni el sexo ni el disfrute de los placeres de la vida eran motivaciones para ellos.

[…] de entre todas estas perplejidades, la que me pareció más notoria y, en un primer momento, incomprensible, era el número de ataques epilépticos que sufrían los inké. En los individuos jóvenes lo habitual era tener dos o tres ataques diarios, mientras que el número subía con la vejez. Como todo, estos ataques se interpretaban de forma religiosa, pensándose que eran formas mediante las que los dioses se comunican con los mortales. Consecuentemente, los individuos que no sufrían ataques eran minusvalorados y considerados inkés de segunda. Consultando a colegas psiquiatras y neurólogos del King’s College de Londres, me indicaron que, aunque jamás se había observado en un conjunto tan grande de individuos, los inké podrían sufrir un raro tipo de epilepsia del lóbulo temporal denominado síndrome de Gastaut-Geschwind, cuyos síntomas en la conducta coincidían con mucha exactitud con las costumbres inké. En breve lo explicaremos mejor.

[…] El idioma inké derivaba de una antigua versión del tupi, del Ñe’engatú, e incorporaba formas clásicas del guaraní. Sin embargo, tenía una cantidad tal de vocabulario, excepciones, nuevas estructuras y formas gramaticales, que bien podría decirse que estamos ante un idioma nuevo, y diferenciado del resto, de pleno derecho. Es muy reseñable el gran número de palabras abstractas que hacían referencia a aspectos religiosos y espirituales, muchísimas más que cualquier otra lengua de pueblos vecinos.

Su sistema de numeración era mucho más amplio que el típico guaraní, que no suele tener más que palabras para contar hasta cuatro, a partir del cual se utiliza la expresión “heta” para referirse toscamente a “muchos”. El inké disponía de un sistema decimal completo que, sorprendentemente, incluía el cero y, ya contra todo pronóstico posible, incluía seis expresiones diferentes para hablar del infinito. En mis estudios solo llegué a comprender con precisión el significado de tres de ellas: “borai” significa infinito potencial, “borume” hace referencia a la inmensidad del universo y “acai” a la infinitud de Dios; la expresión “omoti” parece tener alguna relación con la infinitud del tiempo aunque no sabría precisar en qué sentido. Las otras dos expresiones son completamente incomprensibles para mí. En conversaciones con ellos descubrí que conocían la existencia de infinitos más grandes que otros o de infinitos que avanzaban a más velocidad que otros, lo cual, dicho sea de paso, no entendí muy bien.

Los inké poseen ciertas matemáticas, siendo un enigma de dónde las han sacado, ya que los demás pueblos indígenas de la región no poseen nada más que las operaciones aritméticas básicas. Un inké llamado Embael, me habló de ciertas reglas de transformación de formas espaciales mientras dibujaba en el suelo con un palo distintos cuerpos geométricos. Por lo que pude inferir, no utilizaban las matemáticas para nada práctico, ya que llevando un estilo de vida primitivo en la selva amazónica no hay demasiadas cosas que contar, sino de una forma muy parecida a la de los pitagóricos griegos. El concepto de número no se entendía como una abstracción sino que tenía un significado ontológico, como si de un constituyente de la propia realidad se tratara. Embael se maravillaba ante el hecho de que la realidad pudiese obedecer reglas matemáticas y eso, para él, era una prueba de que la realidad “emanaba del número”.

[…] disponían de las cuatro formas tradicionales de pronombres interrogativos pero, y esto es de suma importancia, tenían una quinta: “Mba’rain”. No he acertado a entender qué puede significar a pesar de que los inké la utilizan muchísimo, tanto en sus conversaciones habituales, como en sus largas disertaciones y en sus frecuentes rituales. Pero es que tener un nuevo pronombre interrogativo te permite preguntarte, y por lo tanto descubrir, una nueva sección de la realidad. Los inké tenían acceso a una realidad que el resto de lo humanos no tenemos.

[…] parecía paradójico el hecho de que mientras mostraban un desarrollo religioso y filosófico a años luz de los pueblos vecinos, no ocurría lo mismo con su desarrollo tecnológico. Es más, estaban incluso más atrasados. Únicamente utilizaban arcos y flechas para cazar, actividad que realizaban con muchísima menos asiduidad que la mayoría de los otros pueblos . Su pericia en la caza también era inferior. Los inké son malos cazadores. Su alimentación estaba mucho más basada en la recolección, lo que hacía que el hambre fuera algo bastante común entre ellos, no obstante que no parecía importarles demasiado. El ayuno como ritual religioso estaba a la orden del día. Así, la mayoría de los inké estaba flacucho y famélico. Tampoco disponían de muchos útiles de cocina ni de herramientas de ningún tipo. Parecía como si el hecho de dedicar tanto tiempo y esfuerzo al mundo espiritual les hubiera hecho descuidar el mundo práctico. Parecía que vivían más en otro mundo que en éste.

[…] y es que los síntomas del síndrome de Gastaut-Geschwind encajaban perfectamente con todo lo que estamos contando: hiperreligiosidad, hipergrafía, preocupaciones filosóficas excesivas, e hiposexualidad. Lo extraño es que este síndrome es muy raro y nunca se ha documentado un caso en el que muchos individuos lo posean a la vez. La única explicación posible es la genética. Siento no poderles ofrecer datos genéticos en estos momentos porque el análisis del genoma de los inké está todavía realizándose en laboratorios de la Universidad de Reading.

[…] Costó más de cuatro meses trasladar la enorme máquina de tomografía por emisión de positrones a lo más profundo de la selva amazónica. De hecho, esto triplicó el presupuesto que la universidad me concedió para mi investigación, pero creo que mereció la pena, porque, señoras y señores, gracias a la observación del cerebro de los inké, creo estar ante uno de los acontecimientos científicos más importantes en lo que va de siglo: el descubrimiento de una nueva especie dentro del género homo. Los inké tienen un cerebro tan diferente al nuestro que creo que es lícito hablar de una nueva especie. En primer lugar, la corteza ventromedial postorbital es morfológicamente diferente y más grande que la nuestra. Del mismo modo, el área de Brodmann 25 es prácticamente inexistente, lo que quizá podría explicar el hecho de que los inké siempre se encontraran en un estado de ánimo muy sosegado, prácticamente estoico. Y, lo más importante, tienen una estructura completamente nueva: en el lóbulo frontal del hemisferio izquierdo, pegada a la cisura longitudinal, justo encima de las fibras comisurales del cuerpo calloso, existía una protuberancia de casi dos centímetros de tamaño. Cuando observábamos a los inké mediante la tomografía por emisión de positrones veíamos que esa zona se activaba muchísimo cuando hacían reflexiones metafísicas. Es más, cuanto más incomprensibles eran para mí esas reflexiones, más actividad mostraba esa zona. También se activaba mucho cuando los inké tenían ataques epilépticos, y es que esa zona estaba muy conectada con diversas zonas del lóbulo temporal que eran las que, precisamente, se volvían locas durante los ataques. El mismo cambio genético que había producido el síndrome de Gastaut-Geschwind estaba detrás de la aparición de una nueva región cerebral.

[…] Mi hipótesis, y sé que es muy arriesgada, es que esa nueva zona, a la que he llamado corpus philosophorum, dota a los inké de nuevas habilidades intelectuales. Precisamente, ese quinto pronombre interrogativo “Mba’rain” y toda la teoría que los inké hacían girar en torno a él y que, lógicamente, yo fui incapaz de entender, procede de la activación de ese corpus. El desarrollo de una nueva área cerebral ha permitido a los inké llevar su actividad metafísica a otro nivel diferente al de nuestra especie que, desgraciadamente, estará siempre vetado para nosotros. Por ilustrarlo con un ejemplo: la metafísica de los inké es para nosotros como la resolución de ecuaciones de segundo grado para los chimpancés. Por muchos esfuerzos que hicieras para explicarle a un chimpancé a resolver ecuaciones, jamás lo conseguiría, porque biológicamente no está capacitado para ello.

Los inké habían desarrollado teorías metafísicas y teológicas de la realidad, cuya única explicación es el desarrollo de nuevas áreas cerebrales. Piensen, damas y caballeros, ¿cómo es posible que una minúscula tribu perdida en el Amazonas pueda desarrollar esas teorías en la soledad de la selva, sin influencias culturales del exterior? ¿Cómo es posible que hayan desarrollado ideas que, en Occidente, costaron milenios de progreso cultural? Los inké debatían sobre la posibilidad del libre albedrío en un universo determinista, sobre si era lógicamente posible la omnipotencia divina, o sobre la anterioridad o posterioridad de la causa sobre el efecto. Una noche, un anciano levantó una piedra y nos dijo que la observáramos. Después dijo solemnemente que esa roca era el centro exacto del universo, y nos invitó a que le diéramos todas las razones que se nos ocurrieran en contra de esa idea ¿Cómo es posible si quiera que un indígena amazónico pudiera ubicar la totalidad del universo en un espacio? ¿Cómo es posible que luego pensara en que ese espacio debería tener un centro y se preguntara sobre él? ¿De dónde sacó las herramientas cognitivas para hacerlo?

Y, permítanme unas reflexiones a este respecto porque quizá de tanto tiempo con ellos se me pegó cierta querencia filosófica. Los inké han desarrollado su cerebro y han podido hacerse preguntas que nosotros no podemos imaginar. La cuestión que surge naturalmente después es: ¿Cuántas regiones del cerebro nos quedarían más para comprender la auténtica realidad? ¿Nuestro cerebro está ya cerca de ser lo suficientemente evolucionado para conseguirlo? ¿O estamos tan lejos como podría estar una hormiga de comprender la teoría de supercuerdas? O, ¿sencillamente, la realidad es inagotable y, por mucho que se modificara nuestro cerebro jamás llegaríamos a entenderla? O, y esta es mi reflexión más inquietante: ¿y si tanto las preguntas como las respuestas son solo productos de mi cerebro que, realmente, no tienen ningún sentido? Piensen, por ejemplo, en una cultura completamente opuesta a los inké que, en vez de desarrollar su mente metafísica hubiesen desarrollado su mente práctica pero, a su vez, hubiesen perdido las partes del cerebro propias del pensamiento especulativo. Serían unan cultura de grandísimos ingenieros que habrían construido máquinas de todo tipo, pero serían completamente incapaces de entender la pregunta por el sentido de la existencia. Para ellos no tendría sentido preguntarse por si la vida de cada uno es absurda o no. Pero, profundicemos: ¿Y si tuviesen razón? ¿y si, realmente, es absurdo preguntárselo porque esa pregunta solo viene dada por el capricho evolutivo de un área de nuestro cerebro?

Desgraciadamente, cuatro años después de las conferencias de Brown en Londrés, los inké desaparecieron de una forma, como no podía ser de otra manera, sorprendente. En el verano de 2025 estallaron una serie de guerras tribales en el Mato Grosso. Los inké no tenían demasiados aliados por su habitual conducta solitaria y hostil, además de que su pericia guerrera iba a la par de su escasa habilidad cazadora. Así, sus posibilidades eran a priori pocas, pero es que ni siquiera lo intentaron. Cuando un grupo armado de awás entró en la aldea se produjo la masacre. Los inké ni huyeron ni, prácticamente, ofrecieron resistencia. Se dejaron matar, seguramente, como ofrenda a sus dioses en alguna incomprensible especie de suicidio ritual.

El profesor Brown, ya octogenario, murió siete meses después de la desaparición de los inké. Sin sujetos experimentales, sus valientes hipótesis no pudieron reproducirse, y en unos años, el supuesto descubrimiento de una nueva especie humana quedó olvidado. A día de hoy todo ha quedado como una anécdota, meras fantasías de un excéntrico antropólogo, cuando no mera charlatanería.
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#29

Un tipo de epilepsia del lóbulo temporal denominada síndrome de Gastaut-Geschwind provoca entre sus diversos síntomas hiperreligiosidad, conversiones religiosas súbitas, preocupaciones filosóficas excesivas o hipergrafía. Desde luego este síndrome describe a la perfección a cualquier pensador medieval (y no tan medieval), más si descubrimos que otros síntomas que suelen acompañar a los anteriores son hiposexualidad, irritabilidad y viscosidad (adherencia emocional). No me digáis que no os imagináis así a Agustín de Hipona o a Pablo de Tarso. Personas con el síndrome de Gastaut-Geschwind “ganan” habilidades filosóficas, son mejores filósofos que otros cuyo cerebro está sano. Siguiendo a Freud, ¿no será la filosofía o la religión una enfermedad mental, un transtorno tratable con medicación? Algo tan difuso y poco tangible como Dios bien podría ser una especie de alucinación fruto de un desequilibrio, de un desajuste en la complejísima maquinaria cerebral (todos sabemos que cuanto más complejo es algo, más probabilidades tiene de fallar). El pensamiento, entendido en su sentido profundo, alejado de su utilidad pragmática, sería tan solo una enfermedad (conclusión maravillosa para nuestros ministros de educación). Yo, que soy filósofo, creo que no tengo el síndrome de Gastaut-Gerschwind, pero sí que creo que debo tener ciertas características cerebrales que me hacen más propenso hacia la reflexión, la escritura, el razonamiento, etc. No diría que mi cerebro está enfermo, pero aquí estaríamos ante los problemas de definir qué es realmente la salud mental y qué realmente no lo es. ¿Estoy yo más cerca de la enfermedad que alguien que jamás se ha preocupado por las grandes cuestiones de la existencia humana, alguien muy centrado en solucionar exclusivamente los problemas de su vida cotidiana? Pensemos en grandes genios como Aristóteles, Galileo o Newton. Fueron personas que dedicaron gran parte de su vida a problemas muy alejados de la mera adaptación a su medio, personas con características muy cercanas a este síndrome (y a muchos otros); pero gracias a ellas la civilización avanzó. ¿Es entonces la enfermedad algo positivo o incluso necesario para el progreso de la sociedad?

La corteza ventromedial, es una región del cerebro que está muy relacionada con el sentido de la existencia; es la que, entre otras cosas, da significado de unidad y coherencia a la realidad. Los individuos que la tienen hiperactiva suelen desarrollar manías y creerse omnipotentes, mientras que los que la tienen hipoactiva suelen pensar que nada tiene sentido.

Encontrar estructuras cerebrales que tienen que ver con las creencias ha dado pie a la polémica. Mientras que los científicos piensan que esta tendencia mental hacia la espiritualidad o la metafísica debe ser algo fruto de la selección natural y, por lo tanto, suponer algún tipo de ventaja evolutiva, los religiosos piensan que Dios nos puso una especie de antena Wifi mística para comunicarnos con él. Sea cual sea la respuesta a nosotros nos interesan más otras cuestiones. La primera es pensar en que si las creencias están determinadas por una estructura física, si modificamos esa estructura, podemos modificar la creencia. De hecho tenemos la estimulación cerebral profunda (Deep Brain Stimulation, DBS), que permite excitar eléctricamente nuestro cerebro. No se sabe muy bien el porqué pero ha sido un éxito a la hora de tratar ciertos tipos de depresión severa. Hay una notable mejoría en estos pacientes cuando se les estimula el área de Brodmann 25, región cuya hiperactividad tiene relación con este trastorno. ¿Qué pasaría si estimuláramos la corteza ventromedial de una persona muy religiosa? ¿Podríamos cambiar su creencia? ¿Podríamos convertir a una persona que cree que la vida está plena de sentido en un atormentado nihilista? Las investigaciones todavía no son concluyentes, pero parece que sea cuestión de tiempo que cosas así puedan lograrse.

Y otra cuestión, más profunda si cabe: ¿y si el ser humano no hubiese tenido corteza ventromedial? La evolución podría haber seguido un camino diferente y configurar el cerebro sapiens de otra forma. Entonces, ¿existiría la pregunta por el sentido de la existencia? ¿Existiría el sentimiento de vacío existencial? Y aún más: si el cerebro humano hubiera desarrollado áreas diferentes, ¿existirían otras preguntas filosóficas distintas que ahora no podríamos formular? Esto se hace muy comprensible si pensamos en el cerebro de un chimpancé, absolutamente incapaz de cualquier reflexión que se salga de su quehacer más mundano. ¿Y si nosotros somos como los chimpancés para comprender ciertos aspectos de la realidad? La noticia sería terrible: habría cosas que jamás podríamos ni siquiera imaginar porque nuestros cerebros no están diseñados para ello.
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#30

(24 Apr, 2020, 01:36 PM)DumsterDiver escribió:  El famoso antropólogo británico Bronislaw Brown descubrió una tribu que jamás había tenido contacto con el hombre blanco: los inké. No eran más de cien individuos que vivían como cazadores-recolectores en lo más profundo de la región del Mato Grosso, en algún lugar entre la frontera de Bolivia y Brasil. A Brown le costó muchísimo establecer contacto. Si los inké habían sobrevivido hasta ahora era, precisamente, porque habían evitado el contacto con el hombre blanco, y sobre todo, con sus microorganismos. Una gripe o un simple resfriado común podrían acabar con toda la tribu en unos días. Sin embargo, Brown era obstinado y, después de casi cinco años merodeando sus territorios e intentando comunicarse con ellos de las más diversas formas, lo consiguió. Y como a todo buen antropólogo no le bastó con observarlos desde fuera, sino que tenía que hacerlo desde dentro, es decir, debía practicar lo que los etnógrafos llaman observación participante: había que convertirse en un inké más.  Y también lo consiguió: Bronislaw Brown estuvo veinticinco años conviviendo con ellos. Después presentó sus descubrimientos ante la Royal Anthropological Institute of Great Britain and Ireland. Incluimos aquí algunos fragmentos de su discurso del 23 de mayo de 2021:

El aspecto de la aldea inké era completamente diferente a todo lo que yo haya visto jamás en mi dilatada carrera como antropólogo. Las típicas chozas de paja y adobe estaban todas repletas de pintadas de símbolos y grafías de la más diversa índole. Entre ellas reconocí muchas letras latinas propias del guaraní, pero eran pocas en comparación con la gran variedad de símbolos totalmente desconocidos. El suelo estaba lleno, por doquier, de las más diversas configuraciones de piedras, igualmente pintadas de distintos colores y símbolos idénticamente ininteligibles para mí. En un claro en el centro de la aldea había dispuestos más de diez columnas hechas de palos de junco, que, luego descubrí, representaban algunas de las más de cuarenta deidades que tenía el panteón inké.

La vida inké era extraña pero, aparentemente, sencilla. Se pasaban gran parte del tiempo rezando, meditando y hablando sentados en corros. También se pasaban largos ratos escribiendo en cualquier lugar mediante una tinta negra que obtenían del fruto del wituk. A diferencia de todo cuánto yo había estudiado en otras culturas, los inké trataban por igual a mujeres y hombres. Ambos sexos participaban por igual en todos los debates y rituales religiosos. También es llamativa la escasez de relaciones sexuales que mantenían. Mientras que en los pueblos colindantes la sexualidad se llevaba con mucha naturalidad, no existiendo, prácticamente, más tabús que el incesto y el adulterio, los inké sólo mantenían relaciones en fechas muy concretas de su calendario y siempre rodeaban el acto de una gran parafernalia ritual.  Y es que, en general, ni el sexo ni el disfrute de los placeres de la vida eran motivaciones para ellos.

[…] de entre todas estas perplejidades, la que me pareció más notoria y, en un primer momento, incomprensible, era el número de ataques epilépticos que sufrían los inké. En los individuos jóvenes lo habitual era tener dos o tres ataques diarios, mientras que el número subía con la vejez. Como todo, estos ataques se interpretaban de forma religiosa, pensándose que eran formas mediante las que los dioses se comunican con los mortales. Consecuentemente, los individuos que no sufrían ataques eran minusvalorados y considerados inkés de segunda.  Consultando a colegas psiquiatras y neurólogos del King’s College de Londres, me indicaron que, aunque jamás se había observado en un conjunto tan grande de individuos, los inké podrían sufrir un raro tipo de epilepsia del lóbulo temporal denominado síndrome de Gastaut-Geschwind, cuyos síntomas en la conducta coincidían con mucha exactitud con las costumbres inké. En breve lo explicaremos mejor.

[…] El idioma inké derivaba de una antigua versión del tupi, del Ñe’engatú, e incorporaba formas clásicas del guaraní. Sin embargo, tenía una cantidad tal de vocabulario, excepciones, nuevas estructuras y formas gramaticales, que bien podría decirse que estamos ante un idioma nuevo, y diferenciado del resto, de pleno derecho. Es muy reseñable el gran número de palabras abstractas que hacían referencia a aspectos religiosos y espirituales, muchísimas más que cualquier otra lengua de pueblos vecinos.

Su sistema de numeración era mucho más amplio que el típico guaraní, que no suele tener más que palabras para contar hasta cuatro, a partir del cual se utiliza la expresión “heta” para referirse toscamente a “muchos”. El inké disponía de un sistema decimal completo que, sorprendentemente, incluía el cero y, ya contra todo pronóstico posible, incluía seis expresiones diferentes para hablar del infinito. En mis estudios solo llegué a comprender con precisión el significado de tres de ellas: “borai” significa infinito potencial, “borume” hace referencia a la inmensidad del universo y “acai” a la infinitud de Dios; la expresión “omoti” parece tener alguna relación con la infinitud del tiempo aunque no sabría precisar en qué sentido. Las otras dos expresiones son completamente incomprensibles para mí. En conversaciones con ellos descubrí que conocían la existencia de infinitos más grandes que otros o de infinitos que avanzaban a más velocidad que otros, lo cual, dicho sea de paso, no entendí muy bien.

Los inké poseen ciertas matemáticas, siendo un enigma de dónde las han sacado, ya que los demás pueblos indígenas de la región no poseen nada más que las operaciones aritméticas básicas.  Un inké llamado Embael, me habló de ciertas reglas de transformación de formas espaciales mientras dibujaba en el suelo con un palo distintos cuerpos geométricos. Por lo que pude inferir, no utilizaban las matemáticas para nada práctico, ya que llevando un estilo de vida primitivo en la selva amazónica no hay demasiadas cosas que contar, sino de una forma muy parecida a la de los pitagóricos griegos. El concepto de número no se entendía como una abstracción sino que tenía un significado ontológico, como si de un constituyente de la propia realidad se tratara. Embael se maravillaba ante el hecho de que la realidad pudiese obedecer reglas matemáticas y eso, para él, era una prueba de que la realidad “emanaba del número”.

[…] disponían de las cuatro formas tradicionales de pronombres interrogativos pero, y esto es de suma importancia, tenían una quinta: “Mba’rain”. No he acertado a entender qué puede significar a pesar de que los inké la utilizan muchísimo, tanto en sus conversaciones habituales, como en sus largas disertaciones y en sus frecuentes rituales. Pero es que tener un nuevo pronombre interrogativo te permite preguntarte, y por lo tanto descubrir, una nueva sección de la realidad. Los inké tenían acceso a una realidad que el resto de lo humanos no tenemos.

[…] parecía paradójico el hecho de que mientras mostraban un desarrollo religioso y filosófico a años luz de los pueblos vecinos, no ocurría lo mismo con su desarrollo tecnológico. Es más, estaban incluso más atrasados. Únicamente utilizaban arcos y flechas para cazar, actividad que realizaban con muchísima menos asiduidad que la mayoría de los otros pueblos . Su pericia en la caza también era inferior. Los inké son malos cazadores. Su alimentación estaba mucho más basada en la recolección, lo que hacía que el hambre fuera algo bastante común entre ellos, no obstante que no parecía importarles demasiado. El ayuno como ritual religioso estaba a la orden del día. Así, la mayoría de los inké estaba flacucho y famélico. Tampoco disponían de muchos útiles de cocina ni de herramientas de ningún tipo. Parecía como si el hecho de dedicar tanto tiempo y esfuerzo al mundo espiritual les hubiera hecho descuidar el mundo práctico. Parecía que vivían más en otro mundo que en éste.

[…] y es que los síntomas del síndrome de Gastaut-Geschwind encajaban perfectamente con todo lo que estamos contando: hiperreligiosidad, hipergrafía, preocupaciones filosóficas excesivas, e hiposexualidad. Lo extraño es que este síndrome es muy raro y nunca se ha documentado un caso en el que muchos individuos lo posean a la vez. La única explicación posible es la genética. Siento no poderles ofrecer datos genéticos en estos momentos porque el análisis del genoma de los inké está todavía realizándose en laboratorios de la Universidad de Reading.

[…] Costó más de cuatro meses trasladar la enorme máquina de tomografía por emisión de positrones a lo más profundo de la selva amazónica. De hecho, esto triplicó el presupuesto que la universidad me concedió para mi investigación, pero creo que mereció la pena, porque, señoras y señores, gracias a la observación del cerebro de los inké, creo estar ante uno de los acontecimientos científicos más importantes en lo que va de siglo: el descubrimiento de una nueva especie dentro del género homo. Los inké tienen un cerebro tan diferente al nuestro que creo que es lícito hablar de una nueva especie. En primer lugar, la corteza ventromedial postorbital es morfológicamente diferente y más grande que la nuestra. Del mismo modo, el área de Brodmann 25 es prácticamente inexistente, lo que quizá podría explicar el hecho de que los inké siempre se encontraran en un estado de ánimo muy sosegado, prácticamente estoico. Y, lo más importante, tienen una estructura completamente nueva: en el lóbulo frontal del hemisferio izquierdo, pegada a la cisura longitudinal, justo encima de las fibras comisurales del cuerpo calloso, existía una protuberancia de casi dos centímetros de tamaño. Cuando observábamos a los inké mediante la tomografía por emisión de positrones veíamos que esa zona se activaba muchísimo cuando hacían reflexiones metafísicas. Es más, cuanto más incomprensibles eran para mí esas reflexiones, más actividad mostraba esa zona. También se activaba mucho cuando los inké tenían ataques epilépticos, y es que esa zona estaba muy conectada con diversas zonas del lóbulo temporal que eran las que, precisamente, se volvían locas durante los ataques. El mismo cambio genético que había producido el síndrome de Gastaut-Geschwind estaba detrás de la aparición de una nueva región cerebral.

[…] Mi hipótesis, y sé que es muy arriesgada, es que esa nueva zona, a la que he llamado corpus philosophorum, dota a los inké de nuevas habilidades intelectuales. Precisamente, ese quinto pronombre interrogativo “Mba’rain” y toda la teoría que los inké hacían girar en torno a él y que, lógicamente, yo fui incapaz de entender, procede de la activación de ese corpus. El desarrollo de una nueva área cerebral ha permitido a los inké llevar su actividad metafísica a otro nivel diferente al de nuestra especie que, desgraciadamente, estará siempre vetado para nosotros. Por ilustrarlo con un ejemplo: la metafísica de los inké es para nosotros como la resolución de ecuaciones de segundo grado para los chimpancés. Por muchos esfuerzos que hicieras para explicarle a un chimpancé a resolver ecuaciones, jamás lo conseguiría, porque biológicamente no está capacitado para ello.

Los inké habían desarrollado teorías metafísicas y teológicas de la realidad, cuya única explicación es el desarrollo de nuevas áreas cerebrales. Piensen, damas y caballeros, ¿cómo es posible que una minúscula tribu perdida en el Amazonas pueda desarrollar esas teorías en la soledad de la selva, sin influencias culturales del exterior? ¿Cómo es posible que hayan desarrollado ideas que, en Occidente, costaron milenios de progreso cultural? Los inké debatían sobre la posibilidad del libre albedrío en un universo determinista, sobre si era lógicamente posible la omnipotencia divina, o sobre la anterioridad o posterioridad de la causa sobre el efecto. Una noche, un anciano levantó una piedra y nos dijo que la observáramos. Después dijo solemnemente que esa roca era el centro exacto del universo, y nos invitó a que le diéramos todas las razones que se nos ocurrieran en contra de esa idea ¿Cómo es posible si quiera que un indígena amazónico pudiera ubicar la totalidad del universo en un espacio? ¿Cómo es posible que luego pensara en que ese espacio debería tener un centro y se preguntara sobre él? ¿De dónde sacó las herramientas cognitivas para hacerlo?

Y, permítanme unas reflexiones a este respecto porque quizá de tanto tiempo con ellos se me pegó cierta querencia filosófica. Los inké han desarrollado su cerebro y han podido hacerse preguntas que nosotros no podemos imaginar. La cuestión que surge naturalmente después es: ¿Cuántas regiones del cerebro nos quedarían más para comprender la auténtica realidad? ¿Nuestro cerebro está ya cerca de ser lo suficientemente evolucionado para conseguirlo? ¿O estamos tan lejos como podría estar una hormiga de comprender la teoría de supercuerdas? O, ¿sencillamente, la realidad es inagotable y, por mucho que se modificara nuestro cerebro jamás llegaríamos a entenderla? O, y esta es mi reflexión más inquietante: ¿y si tanto las preguntas como las respuestas son solo productos de mi cerebro que, realmente, no tienen ningún sentido? Piensen, por ejemplo, en una cultura completamente opuesta a los inké que, en vez de desarrollar su mente metafísica hubiesen desarrollado su mente práctica pero, a su vez, hubiesen perdido las partes del cerebro propias del pensamiento especulativo. Serían unan cultura de grandísimos ingenieros que habrían construido máquinas de todo tipo, pero serían completamente incapaces de entender la pregunta por el sentido de la existencia. Para ellos no tendría sentido preguntarse por si la vida de cada uno es absurda o no. Pero, profundicemos: ¿Y si tuviesen razón? ¿y si, realmente, es absurdo preguntárselo porque esa pregunta solo viene dada por el capricho evolutivo de un área de nuestro cerebro?

Desgraciadamente, cuatro años después de las conferencias de Brown en Londrés, los inké desaparecieron de una forma, como no podía ser de otra manera, sorprendente. En el verano de 2025 estallaron una serie de guerras tribales en el Mato Grosso. Los inké no tenían demasiados aliados por su habitual conducta solitaria y hostil, además de que su pericia guerrera iba a la par de su escasa habilidad cazadora. Así, sus posibilidades eran a priori pocas, pero es que ni siquiera lo intentaron. Cuando un grupo armado de awás entró en la aldea se produjo la masacre. Los inké ni huyeron ni, prácticamente, ofrecieron resistencia. Se dejaron matar, seguramente, como ofrenda a sus dioses en alguna incomprensible especie de suicidio ritual.

El profesor Brown, ya octogenario, murió siete meses después de la desaparición de los inké. Sin sujetos experimentales, sus valientes hipótesis no pudieron reproducirse, y en unos años, el supuesto descubrimiento de una nueva especie humana quedó olvidado. A día de hoy todo ha quedado como una anécdota, meras fantasías de un excéntrico antropólogo, cuando no mera charlatanería.

El mundo de los inké | La Máquina de Von Neumann
https://vonneumannmachine.wordpress.com/...-los-inke/

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