17 Aug, 2022, 03:06 PM
El 13 de enero de 2019, me enteré por medio de mi madre que mi hermano menor, al que yo le
había enseñado a estudiar la Biblia hace cerca de 19 años, fue nombrado anciano en la congregación a la que asiste.
Mi primer pensamiento tras la noticia fue: ¡Bien por él! Finalmente logró lo que había estado
buscando por años: Tener más privilegios dentro de la congregación y ser de más utilidad para los
hermanos dentro de la misma.
Mi segundo pensamiento fue: Ahora si va a ver desde adentro lo que yo veía desde afuera y espero se dé cuenta pronto de lo conveniente que es tener la capacidad de cuestionar a la autoridad establecida y deje de lado su resentimiento y decepción hacia mí, por haber yo abandonado la senda que recorrimos juntos por bastantes años.
De todos modos, cuando ya estaba a punto de irse de la casa de nuestra madre, lo felicité por su nombramiento, pero de una manera muy escueta, ya que no me habla desde que fui expulsado de la congregación.
El hecho de estar escribiendo acerca de esto, me hizo preguntarme si siento que debería haber
sido yo el que tuviera ese nombramiento, pero de inmediato pienso que no lo obtuve porque jamás
sentí que estaba por encima de los demás. Y los TJ son algo hipócritas en ese aspecto, porque te hacen creer que, aunque todos somos iguales ante Dios, si consigues privilegios y nombramientos en la congregación, estás por encima de los demás, pero te lavan el cerebro diciendo que ya eres un ejemplo para los demás y debes estar a la “altura” de ese privilegio o nombramiento porque “Dios” te escogió para tal posición.
Recuerdo la ocasión que me nombraron siervo ministerial (o diácono como se le conoce en otras religiones): Antes de que comenzara la reunión, el anciano que presidía la congregación, un excelente amigo mío muy querido( es uno de los que fui a visitar recientemente y que ya les había comentado en otro hilo), me llamó aparte y me dijo que había llegado carta de la Sociedad Watch Tower diciendo que se había aprobado la recomendación para mi nombramiento como siervo ministerial y que iban a anunciarlo esa tarde para toda la congregación.
- ¿Cómo la ve mi hermano? ¿Podemos anunciarlo? - me preguntó mi amigo. El mero hecho de que me hiciera esa pregunta en lugar de felicitarme primero, me hizo sentir como que me faltaba bastante para merecer el nombramiento, y haciendo un gesto de extrañeza y sintiéndome algo incómodo por la situación, le contesté: -Pues si usted quiere por mí está bien- Mi amigo viendo que yo estaba algo desconcertado, intentó aclarar las cosas diciendo: -Se lo pregunto porque usted puede decir que no al nombramiento y entonces no habría porqué anunciarlo. Usted decide. Es su decisión- Si con esas palabras quiso hacerme sentir bien, logró todo lo contrario mi amigo. Me sentí indigno, como que me estaban haciendo un favor ya que no me lo merecía. En verdad me estaba sintiendo mal por esa situación y lo que debía ser un momento de alegría y de gozo, se convirtió en una situación trivial, sin importancia ni significado. –Pues dé el anuncio mi hermano, por mí no hay ningún problema- terminé diciendo para concluir la charla. Sonriendo me felicitó, le di las gracias y me metí al Salón como si no pasara nada. Al final de la reunión, las felicitaciones de los hermanos y hermanas, me parecieron inmerecidas y volví a sentir la misma incomodidad que sentí antes de comenzar la reunión.
había enseñado a estudiar la Biblia hace cerca de 19 años, fue nombrado anciano en la congregación a la que asiste.
Mi primer pensamiento tras la noticia fue: ¡Bien por él! Finalmente logró lo que había estado
buscando por años: Tener más privilegios dentro de la congregación y ser de más utilidad para los
hermanos dentro de la misma.
Mi segundo pensamiento fue: Ahora si va a ver desde adentro lo que yo veía desde afuera y espero se dé cuenta pronto de lo conveniente que es tener la capacidad de cuestionar a la autoridad establecida y deje de lado su resentimiento y decepción hacia mí, por haber yo abandonado la senda que recorrimos juntos por bastantes años.
De todos modos, cuando ya estaba a punto de irse de la casa de nuestra madre, lo felicité por su nombramiento, pero de una manera muy escueta, ya que no me habla desde que fui expulsado de la congregación.
El hecho de estar escribiendo acerca de esto, me hizo preguntarme si siento que debería haber
sido yo el que tuviera ese nombramiento, pero de inmediato pienso que no lo obtuve porque jamás
sentí que estaba por encima de los demás. Y los TJ son algo hipócritas en ese aspecto, porque te hacen creer que, aunque todos somos iguales ante Dios, si consigues privilegios y nombramientos en la congregación, estás por encima de los demás, pero te lavan el cerebro diciendo que ya eres un ejemplo para los demás y debes estar a la “altura” de ese privilegio o nombramiento porque “Dios” te escogió para tal posición.
Recuerdo la ocasión que me nombraron siervo ministerial (o diácono como se le conoce en otras religiones): Antes de que comenzara la reunión, el anciano que presidía la congregación, un excelente amigo mío muy querido( es uno de los que fui a visitar recientemente y que ya les había comentado en otro hilo), me llamó aparte y me dijo que había llegado carta de la Sociedad Watch Tower diciendo que se había aprobado la recomendación para mi nombramiento como siervo ministerial y que iban a anunciarlo esa tarde para toda la congregación.
- ¿Cómo la ve mi hermano? ¿Podemos anunciarlo? - me preguntó mi amigo. El mero hecho de que me hiciera esa pregunta en lugar de felicitarme primero, me hizo sentir como que me faltaba bastante para merecer el nombramiento, y haciendo un gesto de extrañeza y sintiéndome algo incómodo por la situación, le contesté: -Pues si usted quiere por mí está bien- Mi amigo viendo que yo estaba algo desconcertado, intentó aclarar las cosas diciendo: -Se lo pregunto porque usted puede decir que no al nombramiento y entonces no habría porqué anunciarlo. Usted decide. Es su decisión- Si con esas palabras quiso hacerme sentir bien, logró todo lo contrario mi amigo. Me sentí indigno, como que me estaban haciendo un favor ya que no me lo merecía. En verdad me estaba sintiendo mal por esa situación y lo que debía ser un momento de alegría y de gozo, se convirtió en una situación trivial, sin importancia ni significado. –Pues dé el anuncio mi hermano, por mí no hay ningún problema- terminé diciendo para concluir la charla. Sonriendo me felicitó, le di las gracias y me metí al Salón como si no pasara nada. Al final de la reunión, las felicitaciones de los hermanos y hermanas, me parecieron inmerecidas y volví a sentir la misma incomodidad que sentí antes de comenzar la reunión.
Some of them want to use you,
some of them want to get used by you,
some of them want to abuse you,
some of them want to be abused.
EURYTHMICS (SWEET DREAMS)