Ayer, 04:20 PM
Holaa 
Bueno, para que no nos extrañen
, subiré algunos cuentos que hice y que BETFAGUE narra como solo ella sabe hacerlo.
Los invito a escucharlos en el canal de iVoox del foro, cuyo enlace dejaré al final del relato.
Serie de cuentos Patricia,por Aimée Padilla
Patricia se sentía vacía y desconcertada, cuando el hombrecito verde apareció montado sobre el colibrí, la pluma solía danzar en las páginas como el diminuto pajarillo, pero desde que el duende se esfumó en un destello de luz, su inspiración se marchitó como flores sin agua. Día tras día, su escritura se estancaba, y la duda se arraigaba en su corazón: ¿había sido real o solo un sueño fugaz?
Una tarde, mientras Patricia arreglaba las flores en su jardín, algo inusual captó su atención. Una pequeña oruga, con un abrigo de hojas y una sombrilla floreada, avanzaba con determinación. Patricia se frotó los ojos, pensando que su imaginación la engañaba nuevamente. Pero la oruga la saludó alegremente.
– “¡No temas, querida tejedora de palabras!”, -exclamó la oruga.- “Soy portadora de noticias del hombrecito verde. Él me envía para agradecerte. Ahora es libre, y todo gracias a ti”.
Patricia se tambaleó.
– “¿Libre? ¿Cómo?”
La oruga se acomodó en una hoja y comenzó su relato.
-“Hace siglos, yo también era humana. Vivía en las montañas, donde los vientos susurraban secretos y las estrellas tejían historias. Pero vi cosas que no debía ver: una ciudad masacrada, almas atrapadas en el tiempo. Los agresores me descubrieron y, con un conjuro, me transformaron en esta oruga”.
Patricia escuchaba con asombro.
– “¿Por qué me eligió el hombrecito verde?”
-“Porque tú, Patricia, eres la tejedora de palabras. Tu escritura tiene el poder de liberar almas atrapadas. El hombrecito verde fue uno de ellos. Ahora, es mi turno. Necesito que escribas mi historia, la historia de la Oruga que sabía demasiado”.
Así comenzó la aventura. Patricia escribió sobre la oruga y sus recuerdos. Juntas, exploraron los rincones olvidados del mundo. La oruga recordaba la risa de niños en la ciudad masacrada, los suspiros de amantes bajo la luna y los secretos de las estrellas.
Pero había un enigma: un antiguo libro encantado que contenía la clave para liberar a la oruga. Patricia y la oruga se adentraron en bosques oscuros, cruzaron ríos de tinta y enfrentaron criaturas de papel. Cada palabra escrita era un paso hacia la libertad.
Finalmente, llegaron al corazón de las montañas, donde el libro aguardaba. Patricia leyó en voz alta, y la oruga comenzó a brillar. Sus patas se alargaron, sus alas se desplegaron y, con un último suspiro, se transformó en una mariposa.
-“Gracias, Patricia”, dijo la mariposa. “Ahora soy libre. Pero recuerda: las palabras son puertas a otros mundos. Escribe con cuidado”.
Y así, Patricia continuó su escritura. La mariposa la visitaba en sueños, llevándola a lugares inimaginables. Y en cada cuento, las memorias perdidas cobraban vida.
La leyenda de la Oruga que sabía demasiado se extendió por los vientos, y los escritores aprendieron que las palabras podían liberar incluso a las criaturas más pequeñas. Patricia sonrió, sabiendo que su pluma tenía el poder de tejer destinos y desatar misterios.
Y en su jardín, las flores florecieron con colores más intensos, como si guardaran secretos ancestrales. La mariposa revoloteaba entre los pétalos, recordándole que la imaginación era la llave hacia la libertad.
Es así como inicia una serie de aventuras, en donde Patricia irá desvelando los secretos que le fueron encomendados divulgar; ayudando a las almas abatidas de un pasado lejano para que puedan volar en libertad.
Mientras haya tinta en este mundo, la tejedora de palabras seguirá tejiendo con amor y dedicación los maravillosos tesoros que le fueron encomendados.
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Serie de cuentos Patricia,por Aimée Padilla
Patricia se sentía vacía y desconcertada, cuando el hombrecito verde apareció montado sobre el colibrí, la pluma solía danzar en las páginas como el diminuto pajarillo, pero desde que el duende se esfumó en un destello de luz, su inspiración se marchitó como flores sin agua. Día tras día, su escritura se estancaba, y la duda se arraigaba en su corazón: ¿había sido real o solo un sueño fugaz?
Una tarde, mientras Patricia arreglaba las flores en su jardín, algo inusual captó su atención. Una pequeña oruga, con un abrigo de hojas y una sombrilla floreada, avanzaba con determinación. Patricia se frotó los ojos, pensando que su imaginación la engañaba nuevamente. Pero la oruga la saludó alegremente.
– “¡No temas, querida tejedora de palabras!”, -exclamó la oruga.- “Soy portadora de noticias del hombrecito verde. Él me envía para agradecerte. Ahora es libre, y todo gracias a ti”.
Patricia se tambaleó.
– “¿Libre? ¿Cómo?”
La oruga se acomodó en una hoja y comenzó su relato.
-“Hace siglos, yo también era humana. Vivía en las montañas, donde los vientos susurraban secretos y las estrellas tejían historias. Pero vi cosas que no debía ver: una ciudad masacrada, almas atrapadas en el tiempo. Los agresores me descubrieron y, con un conjuro, me transformaron en esta oruga”.
Patricia escuchaba con asombro.
– “¿Por qué me eligió el hombrecito verde?”
-“Porque tú, Patricia, eres la tejedora de palabras. Tu escritura tiene el poder de liberar almas atrapadas. El hombrecito verde fue uno de ellos. Ahora, es mi turno. Necesito que escribas mi historia, la historia de la Oruga que sabía demasiado”.
Así comenzó la aventura. Patricia escribió sobre la oruga y sus recuerdos. Juntas, exploraron los rincones olvidados del mundo. La oruga recordaba la risa de niños en la ciudad masacrada, los suspiros de amantes bajo la luna y los secretos de las estrellas.
Pero había un enigma: un antiguo libro encantado que contenía la clave para liberar a la oruga. Patricia y la oruga se adentraron en bosques oscuros, cruzaron ríos de tinta y enfrentaron criaturas de papel. Cada palabra escrita era un paso hacia la libertad.
Finalmente, llegaron al corazón de las montañas, donde el libro aguardaba. Patricia leyó en voz alta, y la oruga comenzó a brillar. Sus patas se alargaron, sus alas se desplegaron y, con un último suspiro, se transformó en una mariposa.
-“Gracias, Patricia”, dijo la mariposa. “Ahora soy libre. Pero recuerda: las palabras son puertas a otros mundos. Escribe con cuidado”.
Y así, Patricia continuó su escritura. La mariposa la visitaba en sueños, llevándola a lugares inimaginables. Y en cada cuento, las memorias perdidas cobraban vida.
La leyenda de la Oruga que sabía demasiado se extendió por los vientos, y los escritores aprendieron que las palabras podían liberar incluso a las criaturas más pequeñas. Patricia sonrió, sabiendo que su pluma tenía el poder de tejer destinos y desatar misterios.
Y en su jardín, las flores florecieron con colores más intensos, como si guardaran secretos ancestrales. La mariposa revoloteaba entre los pétalos, recordándole que la imaginación era la llave hacia la libertad.
Es así como inicia una serie de aventuras, en donde Patricia irá desvelando los secretos que le fueron encomendados divulgar; ayudando a las almas abatidas de un pasado lejano para que puedan volar en libertad.
Mientras haya tinta en este mundo, la tejedora de palabras seguirá tejiendo con amor y dedicación los maravillosos tesoros que le fueron encomendados.
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And one day the girl with the books, became the woman writing them [Kristen Costello]
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