Melpómene
En la mitología griega, Melpómene (en griego Μελπομένη "La melodiosa") es una de las dos musas del teatro.
Inspira la tragedia, se la representa ricamente vestida, grave el continente y severa la mirada, generalmente lleva en la mano una máscara trágica como su principal atributo, en otras ocasiones empuña un cetro o una corona de pámpanos, o bien un puñal ensangrentado. Va coronada con una diadema y está calzada de coturnos. También se la representa apoyada sobre una maza para indicar que la tragedia es un arte muy difícil que exige un genio privilegiado y una imaginación vigorosa.
En una de sus manos sostiene un cetro y una corona, en la otra, un puñal. Se halla rodeada de fortalezas, armas y laureles y a su arrogancia se une la tristeza de la soledad.
Un mito cuenta que Melpómene tenía todas las riquezas que podía tener una mujer, la belleza, el dinero, los hombres, solo que teniéndolo todo no podía ser feliz, es lo que lleva al verdadero drama de la vida, tener todo no es suficiente para ser feliz.
Ejemplo:
Creonte, Antígona y la soberbia del déspota
El diálogo entre Creonte y Antígona es una magnífica pieza de humanidad de Sófocles.
Dos hermanos de Antígona, Eteocles y Polinices luchan por el control de Tebas. En en transcurso de la guerra, mueren los dos debido a lo cual asume la corona de la ciudad el tío de ambos, Creonte. Este decreta que el hermano que defendía la ciudad — Eteocles — sea enterrado con todos los honores, mientras que el atacante — Polinices — sea dejado donde está para ser pasto de las alimañas.
En la cultura griega, el tío estaba condenando al sobrino, su adversario político, a vagar eternamente por la tierra. Antígona decide desobedecer las órdenes de su tío y cubre el cuerpo de su hermano con una capa de tierra. Creonte ordena apresarla. Antígona dice a su tío que ella sabía que el había prohibido esa sepultura.
"No era Zeus quien me la había decretado, ni Dike, compañera de los dioses subterráneos, perfiló nunca entre los hombres leyes de este tipo. Y no creía yo que tus decretos tuvieran tanta fuerza como para permitir que solo un hombre pueda saltar por encima de las leyes no escritas, inmutables, de los dioses: su vigencia no es de hoy ni de ayer, sino de siempre, y nadie sabe cuándo fue que aparecieron. No iba yo a atraerme el castigo de los dioses por temor a lo que pudiera pensar alguien".
Antígona enfrenta al déspota... "¿cómo podía alcanzar más gloriosa gloria que enterrando a mi hermano? Todos éstos, te dirían que mi acción les agrada, si el miedo no les tuviera cerrada la boca; pero la tiranía tiene, entre otras muchas ventajas, la de poder hacer y decir lo que le venga en gana".
"De entre todos los cadmeos, este punto de vista es solo tuyo", dice Creonte.
"Que no, que es el de todos: pero ante ti cierran la boca", responde la sobrina, que enfrenta a la muerte.
"... un enemigo.. ni muerto, será jamás mi amigo", grita Creonte.
"No nací para compartir el odio sino el amor", responde Antígona.
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