Juzgar los tiempos pasados con los parámetros de el pensamiento actual, suele llevar a esto.
hoy se afirma: si fue un pedofilo. pero en sus tiempos, no había tal circunstancia.
lo que si fue juzgado, fue por tener relaciones con la sirvienta(y también con su secretaria!), mientras estaba casado.
sin embargo según la transcripción del juicio de divorcio, Taze Russell afirmo que fue porque Mary deseaba mas participación en la editorial, en tanto que ella alegaba encontrar en repetidas ocasiones a su esposo con la secretaria y con su sirvienta. la sirvienta tenia
14 años de edad. si según Mary afirma, tenían ya dos años de situaciones comprometedoras (nunca fue atrapado en el acto sexual), entonces ya tendría relaciones con la sirvienta desde los
12 años. esto, por cuanto a tu pregunta sobre pedofilia.
tras el divorcio, Mary se queda con la mayoría de las acciones de la imprenta (propiedad fáctica) pero sin derecho de los artículos, es decir, solo el dinero. se le asigna una pensión vitalicia, Charles y sus socios fundan otra imprenta en la que le impiden a Charles (que no aportó en ambas ni un centavo) tener la mitad o mas de las acciones, para evitar otro asunto como ese.
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en descarga, que no hay mucha, a los 14 años las muchachas ya estaban casadas y con hijos (nótese el plural, hijoS), de hecho, una mujer que llegaba a los 15 soltera, era considerada una quedada, que nadie pensaba en casarse con ella. por ello digo, era asunto de los tiempos. hoy, efectivamente, seria consignado a las autoridades por pedofilia. en esos tiempos no.
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http://wtarchive.svhelden.info/archive/e...ewyork.pdf
“P: Pastor Russell, ¿permitiría una pregunta delicada, planteada solo por los informes calumniosos que hacen circular sus enemigos, principalmente ministros religiosos? No tiene que ver con su ministerio público sino con su vida privada hace años. Se plantea la acusación de que su esposa consiguió el divorcio bajo el cargo de crueldad y que en su testimonio ante el tribunal le acusó de conducta impropia con dos mujeres jóvenes que estaban bajo su tutela. ¿Le gustaría decir al público si hay algo de verdad en tales acusaciones?
R: Mi esposa no obtuvo el divorcio, sino meramente la separación.
El único caso de crueldad del que se me acusó y que fue admitido fue que en cierta ocasión, al salir de casa me negé a darle un beso. A un jurado comprensivo aquello le pareció muy extraño y extremadamente cruel. Mi esposa sí trató de injuriarme mediante insinuaciones pero, durante las repreguntas y bajo juramento, reconoció que no me acusaba ni creía que yo haya sido nunca culpable de ninguna intimidad impropia con estas mujeres ni con ninguna otra. En mi casa no vivía mucha gente por entonces y, como tengo algunos conocimientos de medicina, era habitual que todos los miembros de la familia me llamaran cuando se sentían mal. Las dos ocasiones de las que se han hecho deducciones contra mí fueron visitas a enfermas y absolutamente libres de cualquier impropiedad, como mi esposa bien sabía. De hecho, bajo juramento, en su declaración mi esposa afirmó que ella y yo nunca habíamos cohabitado. Decía la verdad. De hecho, la verdad es aún más amplia, pues yo en ningún momento he cometido adulterio ni fornicación ni ningún tipo de acto inmoral. No lo digo de manera jactanciosa, sino en mi propia defensa, y para que el evangelio que predico no sea difamado. He vivido la vida de un eunuco, como hizo el Gran Maestro (Mateo 19:12). Y nunca he violado sus elevadas normas en este aspecto, según se expresan en Mateo 5:28. Cuántos de mis calumniadores dicen estas cosas lo ignoro. Pero, por cierto, yo no defraudé matrimonialmente a mi esposa (1 Corintios 7:5), como parece sugerir su declaración. Vivimos una vida célibe por mutuo acuerdo.
Mariah Russell
No deseo decir ni una palabra contra mi mujer. Su derrotero es inexplicable. Durante trece años fue la más noble y devota esposa. Cayó bajo la influencia de lo que comúnmente se conoce como ‘los derechos de la mujer’ y, como no podía hacer las cosas a su manera y escribir lo que quisiera para las columnas de mi revista, La Atalaya, se esforzó por coaccionarme y dio un paso tras otro, al parecer decidida, si no podía coaccionarme, a aplastar y destruir mi vida y mi influencia.” (Bible Students Monthly, vol. 3, núm. 11 [octubre 1912])
“Tengo poco que añadir a la entrevista publicada en octubre pasado. En ella expliqué los asuntos de forma bastante completa. Tengo muchos amigos cristianos que me conocen personalmente y a través de mis libros sobre estudios bíblicos y a través de mis sermones, que llegan a 10 millones de lectores cada semana.
Recordaré brevemente los hechos: la más excelente y noble esposa llegó a envenenar su mente con los “derechos de la mujer” y, al negarme a permitir tales ideas en mi revista, La Atalaya, ella se convirtió en mi más implacable enemigo. Primero trató de coaccionarme; al no lograrlo, desde entonces trata de destruir mi influencia. Sin embargo, nunca fue una esposa mejor tratada. Nuestra propiedad, por mutuo consentimiento, se dedicó por entero a la causa del Señor mientras estábamos en total acuerdo; se hizo provisión tan solo para las necesidades de la vida de ambos. Cuando ella cambió, exigió el dinero que habíamos dedicado a la causa de Dios. Le pagué 40 dólares mensuales y ella apeló a los tribunales para conseguir más; sin embargo, todo eso está ya zanjado, pues en 1909, durante mi ausencia para predicar en Europa, cinco de mis amigos, todos varones, reunieron un fondo de 10.000 dólares, se los pagaron a la Sra. Russell y saldaron los recibos de cinco años de la pensión ordenada por el tribunal, que sabían que yo no tenía medios de pagar.
P: ¿Qué hay del hecho de que Rose Ball se fuese a Australia?
R: Bueno, por supuesto, ella no siguió siendo una niña con vestidos cortos todo el tiempo. Se casó y se fue a Australia con su esposo. Recordemos que son historias muy antiguas, estas que el Eagle considera noticia. Hace 20 años, Rose nos daba un beso a mi esposa y a mí todas las noches al irse a acostar, y lo hacía por sugerencia de mi esposa. Fue en ese tiempo cuando vino a mí llorando y se sentó sobre mis rodillas para contarme sus problemas, como a un padre.
Nadie sabe mejor que mi esposa que no hubo absolutamente nada impuro en ninguno de mis tratos con esta hija acogida. No tuve oportunidad de proporcionar mi testimonio ante el tribunal, pues el juez del caso discernió que en la declaración de mi esposa no se presentó ningún cargo de inmoralidad y ordenó que todo lo que fuese de ese estilo se eliminara de los registros del tribunal.
P: ¿Con qué declaración obtuvo ella el divorcio?
R: Ella no obtuvo ningún divorcio en absoluto; el tribunal tan solo hizo un decreto de separación. Un jurado comprensivo concluyó que los dos seríamos más felices separados legalmente. La acusación de mi mujer no contenía ninguna insinuación de inmoralidad. Me acusó de “crueldad”. Las evidencias presentadas a sus abogados les parecieron pruebas de crueldad demasiado débiles, y dos grupos de abogados abandonaron el caso. El tercer grupo de abogados “prepararon” algunas así llamadas evidencias como la historia de Rose Ball, por entonces casada y residente en Australia y quien hace años fue nuestra hija en acogida. Emily Matthews, la criada de hace 20 años, también se había casado. Al enterarse del caso, acudió al tribunal voluntariamente para testificar a mi favor; pero antes de poder ponerla en el estrado de los testigos el tribunal había considerado que tal porción del testimonio de mi esposa estaba “fuera de lugar” y debía ser eliminado del registro del tribunal.
Mi esposa lo sabía todo y nunca, ni por un minuto, dudó de mi fidelidad como esposo. Ella tan solo buscaba venganza, porque yo no acepté sus nociones respecto a los “derechos de la mujer”.
Lejos de alegar inmoralidad por mi parte, la demanda de mi esposa me acusó de no haber cohabitado nunca con ella en los 18 años de nuestra vida matrimonial. Y su abogado me hostigaba con esto. Ellos no mencionaron toda la verdad; que el arreglo se hizo con el total consentimiento de mi esposa y se podía cancelar si lo solicitaba cualquiera de los dos. Ella sabía bien que yo nunca había tenido relaciones sexuales con ninguna persona; y hasta el momento he llevado una vida totalmente célibe.”
(Bible Students Monthly vol. 3, núm 13 [diciembre 1912])