22 Apr, 2023, 03:29 AM
Tenía que coserlo. Si lo dejaba así, el agujero a la altura del talón enfriaría mi pie las dos horas de reunión. Quedaba poco tiempo para marchar. Para variar, íbamos atrasados. ¡La reunión iba a comenzar!
Papá apuraba.
Abrí la lata. Los hilos conservaban el inconfundible olor a galletas de mantequilla. Sin mucha ceremonia, cosí el calcetín. Guardé los bártulos y luego tapé la lata. Me distraje, como siempre, mirando el rococó diseño de la tapa: fondo azul, letras doradas bellamente caligrafiadas, una bella bailarina de ballet y por supuesto el diseño de las majestuosas galletas. Imaginaba cómo sería saborear una de ellas. Desde que yo recordaba, la lata siempre había estado en casa, su tapa bellamente adornada, su eterno aroma a galletas. La lata de galletas, vacía de galletas, pero llena de hilos, cordeles, agujas y alfileres. Las galletas, recuerdo de una prosperidad pasada de cuando papá trabajaba, según él, en la mina de cobre más grande del mundo, en el norte del país. La ensoñación me transportó de pronto a esa anterior vida próspera. Yo era pequeño, muy pequeño, lo recuerdo, ..., vivíamos bien. Nos alcanzaba para comprar esas caras galletas en lata. Recuerdo haberlas visto enlatadas. No recuerdo haberla probado jamás. Luego llegó el 82'. Papá decidió dejar su favorable trabajo en el norte para trasladarnos a todos a "servir" a la zona central del país, total, para "el fin" no quedaba nada. Al poco tiempo se percató de que un "error de cálculo" le informaba que "la vuelta de la esquina" no era tan inmediata, que pese a que lastimosamente el mundo había sobrevivido al 75', parece que también sobreviviría al 82', al 83', al 84', al 85', al 86'...
Los 80's. Mala época para sobrevivir. Época obscura. Crisis económica y dictadura militar. Papá tuvo que aprender a buscarse la vida. Pobre papá. O la falta de trabajo o el magro sueldo le dio solo eso: una lata de galletas vacía de galletas, llena de sueños, recuerdos y esperanzas, ..., llena de nada.
En tiempos de crisis se tasa el valor de nuestra madera. En tiempos de guerra, hambre o pobreza extiende la mano quien de verdad puedo llamar "hermano". En tiempos de crisis asoman las certezas.
Post Scriptum:
Hoy, con 45 años, compro galletas compulsivamente. ¿Compenso con la dulce mantequilla lo amargo del recuerdo?
Papá apuraba.
Abrí la lata. Los hilos conservaban el inconfundible olor a galletas de mantequilla. Sin mucha ceremonia, cosí el calcetín. Guardé los bártulos y luego tapé la lata. Me distraje, como siempre, mirando el rococó diseño de la tapa: fondo azul, letras doradas bellamente caligrafiadas, una bella bailarina de ballet y por supuesto el diseño de las majestuosas galletas. Imaginaba cómo sería saborear una de ellas. Desde que yo recordaba, la lata siempre había estado en casa, su tapa bellamente adornada, su eterno aroma a galletas. La lata de galletas, vacía de galletas, pero llena de hilos, cordeles, agujas y alfileres. Las galletas, recuerdo de una prosperidad pasada de cuando papá trabajaba, según él, en la mina de cobre más grande del mundo, en el norte del país. La ensoñación me transportó de pronto a esa anterior vida próspera. Yo era pequeño, muy pequeño, lo recuerdo, ..., vivíamos bien. Nos alcanzaba para comprar esas caras galletas en lata. Recuerdo haberlas visto enlatadas. No recuerdo haberla probado jamás. Luego llegó el 82'. Papá decidió dejar su favorable trabajo en el norte para trasladarnos a todos a "servir" a la zona central del país, total, para "el fin" no quedaba nada. Al poco tiempo se percató de que un "error de cálculo" le informaba que "la vuelta de la esquina" no era tan inmediata, que pese a que lastimosamente el mundo había sobrevivido al 75', parece que también sobreviviría al 82', al 83', al 84', al 85', al 86'...
Los 80's. Mala época para sobrevivir. Época obscura. Crisis económica y dictadura militar. Papá tuvo que aprender a buscarse la vida. Pobre papá. O la falta de trabajo o el magro sueldo le dio solo eso: una lata de galletas vacía de galletas, llena de sueños, recuerdos y esperanzas, ..., llena de nada.
En tiempos de crisis se tasa el valor de nuestra madera. En tiempos de guerra, hambre o pobreza extiende la mano quien de verdad puedo llamar "hermano". En tiempos de crisis asoman las certezas.
Post Scriptum:
Hoy, con 45 años, compro galletas compulsivamente. ¿Compenso con la dulce mantequilla lo amargo del recuerdo?
Logica est ipsius actus rationis. Per quam scilicet homo in ipso actus rationis ordinate et faciliter et sine errore procedat.