25 Oct, 2021, 10:28 AM
Recuerdo hace años cuando un siervo ministerial fue ascendido a anciano, este siervo ministerial era muy popular en la congregación, en un cuerpo de ancianos donde todos eran familia, que un miembro ajeno a esa familia hubiera ascendido a obispo watchtoweril era toda una proeza, era aire fresco en una congregación viciada.
Además, tenía ciertas cualidades atractivas para los hermanos, algo accesible y amable, cuando fue nombrado anciano, varios hermanos le dijeron “esperamos que con usted en el cuerpo de ancianos cambien para bien muchas cosas en la congregación”. ¿Cambió algo este nuevo ancianete? La respuesta es nada, ni el color de las cortinas, pronto se dio cuenta que hace falta más que sinceridad y espíritu servicial para ser escuchado por los demás ancianos, este nuevo anciano se terminó frustrando, y se fue de la congregación, al principio siempre tuvo la ilusión de escalar hasta llegar a ser coordinador, creo que con el tiempo entendió que su papel siempre sería el de ser segundón, y parece que ahora en su nueva congre se mantiene cómodo en ese rol, se dio cuenta que no tiene el carácter para ser coordinador.
Hace ya varios años que hubo un cambio de denominación, el superintendente presidente de la congregación pasó a llamarse coordinador, y se les dejó claro que su papel es de coordinador del cuerpo de ancianos, no coordinador de la congregación, ¿cambió realmente algo con esta variación de nombres? La realidad es que no, pues desde tiempos inmemorables en las congregaciones el arreglo de los cuerpos de ancianos es: el líder y otros más. No importa qué nombre le pongan, puede ser director de servicio, siervo de compañía, presidente, coordinador, peter pan o siervo de los siervos de Dios (como el Papa), las cosas no cambiarán porque el sistema está hecho para garantizar sujeción al “orden teocrático”.
¿Qué se necesita para ser coordinador?
1. El nombramiento lo hace el superintendente de circuito: por esta sola razón podemos darnos cuenta que el cuento de que el coordinador es un miembro más es solo eso, ninguna otra responsabilidad (llamese secretario, SS, conductor de la atalaya, etc) es nombrada directamente por el superintendente de circuito; que las cosas sean así garantiza darle un extra de superioridad que los demás ancianos deben respetar. Aunque se supone que el superintendente debe tomar en cuenta la recomendación del cuerpo entero, la realidad es que tiene manga ancha para quitar y poner coordinador a su antojo. Incluso si la visita del supermantenido no está cerca y se debe nombrar un nuevo coordinador, a este se le considera solo provisional, y se debe informar a la sucursal, ya en la visita regular el súper hará un nombramiento oficial.
2. Debe tener menos de 80 años de edad: la organización no quiere gente improductiva, que no pueda ver ni por sus propias necesidades, además, la gente a esa edad es más fácil de dejarse dominar, la sociedad no quiere eso, no dudo que incluso con el tiempo baje más el límite de edad para esta función.
3. Debe ser conocido por su lealtad a Jehová y a la organización, debe en lo posible llevar varios años como anciano: esto garantiza que el sistema siga funcionando, el ancianete en cuestión debe haber mostrado por un buen tiempo que, pese a los cambios constantes de doctrina, y pese a todos los abusos que ha visto en la secta, es lo suficientemente leal para continuar el modus operandi sin intentar introducir cambios o formar la resistencia.
4. Aparte de estos requisitos mencionados en el libro Pastoreen deberían indicar también que se necesita un carácter fuerte, y fuerza de voluntad para imponer su autoridad, de tal manera que los demás ancianos no se salgan del redil.
Las reuniones de ancianos generalmente consisten en que el coordinador habla de un tema, propone una solución y los demás votan a favor, rara vez hay voces de discordia, aunque hay cuerpos de ancianos en donde hay problemas constantes de personalidad, pero de eso hablaremos después.
Los nombramientos de nuevos ancianos deben seguir la misma línea de apoyo al sistema, por eso es que en una congregación rara vez puede surgir un nuevo alfa dominante, pues para ascender debe haber mostrado primero su sumisión al cuerpo, y en especial al coordinador, una vez ascendido si quiere imponerse como el nuevo alfa tendría primero que convencer de una rebelión al resto del cuerpo, lo cual es difícil pues ellos mismos también se sienten opacados por el anciano dominante. Por esta cuestión fracasó el anciano que les comenté, y por eso toda expectativa de cambio que pueda tener alguna congregación al nombrarse un nuevo ancianete de los ministeriales disponibles es sencillamente una ilusión.
Pero, a veces llega a darse la casualidad que llegan a coincidir dos coordinadores en una congregación, y no me refiero a que los dos tengan el nombramiento oficial, sabemos que solo puede existir un coordinador. Me refiero a que dos ancianos alfa chocan, y se produce un encontronazo.
Esto puede suceder, por ejemplo, cuando alguien que ya ha sido coordinador llega a una nueva congregación, sea por mudanza, porque hubo un reacomodo de congregaciones, o porque es graduado de alguna escuela teocrática y la sucursal lo asigna a un territorio. También puede darse el caso de que un ex anciano coordinador vuelve a ser recomendado como ancianete y se reintegra al cuerpo pero ya hay un nuevo alfa en su lugar y quiere recuperar el trono.
En la mayoría de estos casos, en los primeros concilios eclesiásticos (reuniones de ancianos), el segunda alfa mantiene un bajo perfil, oculta sus intenciones, se hace pasar como uno más. Pero a la primera oportunidad posible, comienza a dar opiniones contrarias a lo que el coordinador propone, utiliza sus antiguas dotes como coordinador para intentar poner de su parte al resto del cuerpo, evidentemente no pondrá a todos de su parte a la primera, pero con que valla ganando la admiración y lealtad de uno o dos del cuerpo habrá ganado apoyo.
Conforme siguen pasando las reuniones de ancianos, sigue cuestionando la idoneidad de las ideas del coordinador en turno, el segundo alfa intenta dar golpes de autoridad apelando a su experiencia previa, y para este punto es probable que el cuerpo de ancianetes esté más fragmentado; el alfa dominante no está dispuesto a permitir esta intromisión, y no estando acostumbrado a que los demás cuestionen sus ideas, se producen los primeros encontronazos, de dos personas que se creen líderes.
¿En qué termina todo esto? Lo dejamos a su imaginación, en cada caso puede ser distinto el resultado; les cuento qué sucedió una vez por aquí.
• Un matrimonio graduado de la escuela de evangelizadores llegó a la congregación, para aquellos tiempos yo era ministerial y estaba adoctrinado, pero el nuevo alfa me contaba todo, todo lo que pasaba en las reuniones de ancianos, una vez se jactó diciéndome que no le importaba cómo, pero que en todas las congregaciones en las que estuvo siempre había terminado siendo de una u otra manera el coordinador, y aquí no fue la excepción. Se ganó primero el apoyo de un anciano, luego puso a todos los ministeriales de su parte, entre ellos a uno que estaba pronto a ser anciano y que previendo el futuro, supo a quién tenía que apoyar para asegurar su futuro. Luego, le habló mal del coordinador en turno al superintendente de circuito, aquel superintendente que tanto yo como Joselito conocemos bien, y vualá, a 6 meses de haber llegado a la congre, nuevo coordinador. El anterior coordinador hizo berrinche, en las reuniones de ancianos se expresaba en contra de cualquier decisión, fuera la que fuera, si todos opinaban por blanco entonces él opinaba por negro, si todos opinaban por negro, él opinaba que era mejor blanco. El anterior alfa terminó yéndose de la congregación, al territorio en donde en realidad vivía, y donde con el tiempo recuperó su ansiado puesto.
¿Han vivido casos similares?
Además, tenía ciertas cualidades atractivas para los hermanos, algo accesible y amable, cuando fue nombrado anciano, varios hermanos le dijeron “esperamos que con usted en el cuerpo de ancianos cambien para bien muchas cosas en la congregación”. ¿Cambió algo este nuevo ancianete? La respuesta es nada, ni el color de las cortinas, pronto se dio cuenta que hace falta más que sinceridad y espíritu servicial para ser escuchado por los demás ancianos, este nuevo anciano se terminó frustrando, y se fue de la congregación, al principio siempre tuvo la ilusión de escalar hasta llegar a ser coordinador, creo que con el tiempo entendió que su papel siempre sería el de ser segundón, y parece que ahora en su nueva congre se mantiene cómodo en ese rol, se dio cuenta que no tiene el carácter para ser coordinador.
Hace ya varios años que hubo un cambio de denominación, el superintendente presidente de la congregación pasó a llamarse coordinador, y se les dejó claro que su papel es de coordinador del cuerpo de ancianos, no coordinador de la congregación, ¿cambió realmente algo con esta variación de nombres? La realidad es que no, pues desde tiempos inmemorables en las congregaciones el arreglo de los cuerpos de ancianos es: el líder y otros más. No importa qué nombre le pongan, puede ser director de servicio, siervo de compañía, presidente, coordinador, peter pan o siervo de los siervos de Dios (como el Papa), las cosas no cambiarán porque el sistema está hecho para garantizar sujeción al “orden teocrático”.
¿Qué se necesita para ser coordinador?
1. El nombramiento lo hace el superintendente de circuito: por esta sola razón podemos darnos cuenta que el cuento de que el coordinador es un miembro más es solo eso, ninguna otra responsabilidad (llamese secretario, SS, conductor de la atalaya, etc) es nombrada directamente por el superintendente de circuito; que las cosas sean así garantiza darle un extra de superioridad que los demás ancianos deben respetar. Aunque se supone que el superintendente debe tomar en cuenta la recomendación del cuerpo entero, la realidad es que tiene manga ancha para quitar y poner coordinador a su antojo. Incluso si la visita del supermantenido no está cerca y se debe nombrar un nuevo coordinador, a este se le considera solo provisional, y se debe informar a la sucursal, ya en la visita regular el súper hará un nombramiento oficial.
2. Debe tener menos de 80 años de edad: la organización no quiere gente improductiva, que no pueda ver ni por sus propias necesidades, además, la gente a esa edad es más fácil de dejarse dominar, la sociedad no quiere eso, no dudo que incluso con el tiempo baje más el límite de edad para esta función.
3. Debe ser conocido por su lealtad a Jehová y a la organización, debe en lo posible llevar varios años como anciano: esto garantiza que el sistema siga funcionando, el ancianete en cuestión debe haber mostrado por un buen tiempo que, pese a los cambios constantes de doctrina, y pese a todos los abusos que ha visto en la secta, es lo suficientemente leal para continuar el modus operandi sin intentar introducir cambios o formar la resistencia.
4. Aparte de estos requisitos mencionados en el libro Pastoreen deberían indicar también que se necesita un carácter fuerte, y fuerza de voluntad para imponer su autoridad, de tal manera que los demás ancianos no se salgan del redil.
Las reuniones de ancianos generalmente consisten en que el coordinador habla de un tema, propone una solución y los demás votan a favor, rara vez hay voces de discordia, aunque hay cuerpos de ancianos en donde hay problemas constantes de personalidad, pero de eso hablaremos después.
Los nombramientos de nuevos ancianos deben seguir la misma línea de apoyo al sistema, por eso es que en una congregación rara vez puede surgir un nuevo alfa dominante, pues para ascender debe haber mostrado primero su sumisión al cuerpo, y en especial al coordinador, una vez ascendido si quiere imponerse como el nuevo alfa tendría primero que convencer de una rebelión al resto del cuerpo, lo cual es difícil pues ellos mismos también se sienten opacados por el anciano dominante. Por esta cuestión fracasó el anciano que les comenté, y por eso toda expectativa de cambio que pueda tener alguna congregación al nombrarse un nuevo ancianete de los ministeriales disponibles es sencillamente una ilusión.
Pero, a veces llega a darse la casualidad que llegan a coincidir dos coordinadores en una congregación, y no me refiero a que los dos tengan el nombramiento oficial, sabemos que solo puede existir un coordinador. Me refiero a que dos ancianos alfa chocan, y se produce un encontronazo.
Esto puede suceder, por ejemplo, cuando alguien que ya ha sido coordinador llega a una nueva congregación, sea por mudanza, porque hubo un reacomodo de congregaciones, o porque es graduado de alguna escuela teocrática y la sucursal lo asigna a un territorio. También puede darse el caso de que un ex anciano coordinador vuelve a ser recomendado como ancianete y se reintegra al cuerpo pero ya hay un nuevo alfa en su lugar y quiere recuperar el trono.
En la mayoría de estos casos, en los primeros concilios eclesiásticos (reuniones de ancianos), el segunda alfa mantiene un bajo perfil, oculta sus intenciones, se hace pasar como uno más. Pero a la primera oportunidad posible, comienza a dar opiniones contrarias a lo que el coordinador propone, utiliza sus antiguas dotes como coordinador para intentar poner de su parte al resto del cuerpo, evidentemente no pondrá a todos de su parte a la primera, pero con que valla ganando la admiración y lealtad de uno o dos del cuerpo habrá ganado apoyo.
Conforme siguen pasando las reuniones de ancianos, sigue cuestionando la idoneidad de las ideas del coordinador en turno, el segundo alfa intenta dar golpes de autoridad apelando a su experiencia previa, y para este punto es probable que el cuerpo de ancianetes esté más fragmentado; el alfa dominante no está dispuesto a permitir esta intromisión, y no estando acostumbrado a que los demás cuestionen sus ideas, se producen los primeros encontronazos, de dos personas que se creen líderes.
¿En qué termina todo esto? Lo dejamos a su imaginación, en cada caso puede ser distinto el resultado; les cuento qué sucedió una vez por aquí.
• Un matrimonio graduado de la escuela de evangelizadores llegó a la congregación, para aquellos tiempos yo era ministerial y estaba adoctrinado, pero el nuevo alfa me contaba todo, todo lo que pasaba en las reuniones de ancianos, una vez se jactó diciéndome que no le importaba cómo, pero que en todas las congregaciones en las que estuvo siempre había terminado siendo de una u otra manera el coordinador, y aquí no fue la excepción. Se ganó primero el apoyo de un anciano, luego puso a todos los ministeriales de su parte, entre ellos a uno que estaba pronto a ser anciano y que previendo el futuro, supo a quién tenía que apoyar para asegurar su futuro. Luego, le habló mal del coordinador en turno al superintendente de circuito, aquel superintendente que tanto yo como Joselito conocemos bien, y vualá, a 6 meses de haber llegado a la congre, nuevo coordinador. El anterior coordinador hizo berrinche, en las reuniones de ancianos se expresaba en contra de cualquier decisión, fuera la que fuera, si todos opinaban por blanco entonces él opinaba por negro, si todos opinaban por negro, él opinaba que era mejor blanco. El anterior alfa terminó yéndose de la congregación, al territorio en donde en realidad vivía, y donde con el tiempo recuperó su ansiado puesto.
¿Han vivido casos similares?