21 Sep, 2020, 11:11 PM
Todavía no estamos en diciembre, pero al paso que vamos, prefiero adelantarme un poco.
El asunto es muy simple. Se nos inculcó desde siempre que decir "Feliz año nuevo" es malísimo y pone triste a Jehová. ¿Pero es así? ¿Qué dice la Biblia?
Los calendarios no son más que inventos humanos que nos sirven de ayuda para medir y registrar el paso del tiempo. Se fijan de acuerdo al movimiento de la Tierra alrededor del Sol y se asocian así mismo con otras medidas de tiempo, como las estaciones, los días, las semanas y los meses.
Los primeros calendarios tenían fines agrícolas, para poder determinar cuándo sembrar, cuándo cosechar, anticipar las temporadas de lluvias y así por el estilo. El calendario hebreo era un calendario agrícola, Etanim era su primer mes, que coincidía con el final de las cosechas, y era un mes dedicado casi en su totalidad a la celebración y las fiestas.
La fiesta de las cabañas también era conocida como la fiesta de la recolección, la Biblia la llama "la fiesta de Jehová". Perspicacia dice:
*** it-1 pág. 932 Fiesta de las cabañas ***
La fiesta de las cabañas celebraba la recolección de los frutos del suelo, el grano, el aceite y el vino: “el producto de la tierra”. (Le 23:39.) Se hace referencia a ella como “la fiesta de la recolección al término del año”. [...]
La fiesta de las cabañas señalaba para los israelitas el fin de la parte principal del año agrícola. Por lo tanto, era un tiempo de alegría y agradecimiento debido a la bendición de Jehová sobre el fruto de todas las cosechas. Asimismo, puesto que el Día de Expiación se habría observado tan solo cinco días antes, el pueblo tendría un sentimiento de estar en paz con Jehová. Aunque solo los varones estaban obligados a asistir a esta fiesta, había familias enteras que lo hacían. Durante los siete días de la fiesta, todos los asistentes tenían que morar en cabañas (heb. suk·kóhth). Por lo general, había una cabaña para cada familia. (Éx 34:23; Le 23:42.) Estas cabañas se levantaban en los patios de las casas, en los techos de las moradas, en los atrios del templo, en las plazas públicas y en los caminos, a una distancia de la ciudad que no excediera el camino de un sábado. Tenían que hacerlas del “fruto de árboles espléndidos”, frondas de palmeras, ramas mayores de árboles frondosos y álamos. (Le 23:40.) En los días de Esdras las cabañas se hicieron con hojas de olivo y de árboles oleíferos, hojas de mirto (muy aromáticas), hojas de palma y de árboles ramosos. El hecho de que todo el pueblo, ricos y pobres por igual, morasen en cabañas y hasta comiesen durante siete días en ellas, y el que todas estuviesen hechas de los mismos materiales, llevados de los valles y montañas del país, realzaba la absoluta igualdad que todos compartían en la fiesta. (Ne 8:14-16.)
El día anterior al comienzo de la fiesta, el 14 de Etanim, ya estaba en Jerusalén la mayor parte de los observantes, si no todos. En ese día comenzaba la preparación, a menos que se tratase de un sábado semanal, en cuyo caso se podía dar comienzo a los preparativos antes de esa fecha. Todos se hallaban plenamente ocupados en la construcción de las cabañas, la purificación, las ofrendas que cada uno había llevado con motivo de la fiesta y en disfrutar alegremente del compañerismo que la ocasión propiciaba. La ciudad de Jerusalén y sus aledaños ofrecían una singular y pintoresca apariencia, llena de cabañas por todos los rincones, así como en los caminos de acceso y hasta en los huertos de la periferia. El ambiente festivo se enriquecía con el bello colorido de los frutos, el frescor de los ramajes y la agradable fragancia del mirto. Todos estaban a la expectativa en aquella tarde del incipiente otoño, aguardando el toque de trompeta que desde un lugar elevado del templo anunciaría el advenimiento de la fiesta.
La cantidad de sacrificios que se ofrecía en esta ocasión era mayor que en cualquier otra fiesta. El sacrificio que hacía la nación —que comenzaba con trece toros en el primer día y disminuía uno cada día— ascendía a setenta toros, y ciento diecinueve corderos, carneros y machos cabríos, además de las ofrendas de grano y vino. Los asistentes también hacían miles de ofrendas individuales durante la semana. (Nú 29:12-34, 39.) En el octavo día, en el transcurso del cual no podía realizarse ningún trabajo laborioso, se presentaban como ofrenda quemada un toro, un carnero y siete corderos machos de un año, junto con ofrendas de grano, libaciones y un macho cabrío como ofrenda por el pecado. (Nú 29:35-38.)
Fiesta de las cabañas — BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
https://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/1200001505
¿No les recuerda todo esto el ambiente festivo que se manifiesta en diciembre? La gente feliz por "recoger" el fruto del trabajo de un largo año, las familias juntas, las merecidas vacaciones... ellos eran agricultores, la mayoría de nosotros no, pero tenemos los mismos sentimientos y ganas de celebrar el cierre de un ciclo alrededor del Sol. Nuestro meses tienen otros nombres, nuestro año comienza en una estación diferente, que ni siquiera es la misma por la diferencia entre los hemisferios, ¿pero acaso por eso hay que dejar de desear feliz año nuevo a nuestros amigos? ¿Qué tiene de diferente decir "feliz año" de decir "feliz día", "feliz semana"? ¿Deberíamos dejar de usar los nombres de los días y los meses por tener origen pagano como ya lo intentó hacer la WT?
"El calendario de Jehová Dios", otra locura de la WT
Como conclusión, la Biblia no solamente no prohíbe celebrar el fin del ciclo anual y el inicio de uno nuevo, sino que, de hecho, manda a hacerlo.
El asunto es muy simple. Se nos inculcó desde siempre que decir "Feliz año nuevo" es malísimo y pone triste a Jehová. ¿Pero es así? ¿Qué dice la Biblia?
Los calendarios no son más que inventos humanos que nos sirven de ayuda para medir y registrar el paso del tiempo. Se fijan de acuerdo al movimiento de la Tierra alrededor del Sol y se asocian así mismo con otras medidas de tiempo, como las estaciones, los días, las semanas y los meses.
Los primeros calendarios tenían fines agrícolas, para poder determinar cuándo sembrar, cuándo cosechar, anticipar las temporadas de lluvias y así por el estilo. El calendario hebreo era un calendario agrícola, Etanim era su primer mes, que coincidía con el final de las cosechas, y era un mes dedicado casi en su totalidad a la celebración y las fiestas.
La fiesta de las cabañas también era conocida como la fiesta de la recolección, la Biblia la llama "la fiesta de Jehová". Perspicacia dice:
*** it-1 pág. 932 Fiesta de las cabañas ***
La fiesta de las cabañas celebraba la recolección de los frutos del suelo, el grano, el aceite y el vino: “el producto de la tierra”. (Le 23:39.) Se hace referencia a ella como “la fiesta de la recolección al término del año”. [...]
La fiesta de las cabañas señalaba para los israelitas el fin de la parte principal del año agrícola. Por lo tanto, era un tiempo de alegría y agradecimiento debido a la bendición de Jehová sobre el fruto de todas las cosechas. Asimismo, puesto que el Día de Expiación se habría observado tan solo cinco días antes, el pueblo tendría un sentimiento de estar en paz con Jehová. Aunque solo los varones estaban obligados a asistir a esta fiesta, había familias enteras que lo hacían. Durante los siete días de la fiesta, todos los asistentes tenían que morar en cabañas (heb. suk·kóhth). Por lo general, había una cabaña para cada familia. (Éx 34:23; Le 23:42.) Estas cabañas se levantaban en los patios de las casas, en los techos de las moradas, en los atrios del templo, en las plazas públicas y en los caminos, a una distancia de la ciudad que no excediera el camino de un sábado. Tenían que hacerlas del “fruto de árboles espléndidos”, frondas de palmeras, ramas mayores de árboles frondosos y álamos. (Le 23:40.) En los días de Esdras las cabañas se hicieron con hojas de olivo y de árboles oleíferos, hojas de mirto (muy aromáticas), hojas de palma y de árboles ramosos. El hecho de que todo el pueblo, ricos y pobres por igual, morasen en cabañas y hasta comiesen durante siete días en ellas, y el que todas estuviesen hechas de los mismos materiales, llevados de los valles y montañas del país, realzaba la absoluta igualdad que todos compartían en la fiesta. (Ne 8:14-16.)
El día anterior al comienzo de la fiesta, el 14 de Etanim, ya estaba en Jerusalén la mayor parte de los observantes, si no todos. En ese día comenzaba la preparación, a menos que se tratase de un sábado semanal, en cuyo caso se podía dar comienzo a los preparativos antes de esa fecha. Todos se hallaban plenamente ocupados en la construcción de las cabañas, la purificación, las ofrendas que cada uno había llevado con motivo de la fiesta y en disfrutar alegremente del compañerismo que la ocasión propiciaba. La ciudad de Jerusalén y sus aledaños ofrecían una singular y pintoresca apariencia, llena de cabañas por todos los rincones, así como en los caminos de acceso y hasta en los huertos de la periferia. El ambiente festivo se enriquecía con el bello colorido de los frutos, el frescor de los ramajes y la agradable fragancia del mirto. Todos estaban a la expectativa en aquella tarde del incipiente otoño, aguardando el toque de trompeta que desde un lugar elevado del templo anunciaría el advenimiento de la fiesta.
La cantidad de sacrificios que se ofrecía en esta ocasión era mayor que en cualquier otra fiesta. El sacrificio que hacía la nación —que comenzaba con trece toros en el primer día y disminuía uno cada día— ascendía a setenta toros, y ciento diecinueve corderos, carneros y machos cabríos, además de las ofrendas de grano y vino. Los asistentes también hacían miles de ofrendas individuales durante la semana. (Nú 29:12-34, 39.) En el octavo día, en el transcurso del cual no podía realizarse ningún trabajo laborioso, se presentaban como ofrenda quemada un toro, un carnero y siete corderos machos de un año, junto con ofrendas de grano, libaciones y un macho cabrío como ofrenda por el pecado. (Nú 29:35-38.)
Fiesta de las cabañas — BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
https://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/1200001505
¿No les recuerda todo esto el ambiente festivo que se manifiesta en diciembre? La gente feliz por "recoger" el fruto del trabajo de un largo año, las familias juntas, las merecidas vacaciones... ellos eran agricultores, la mayoría de nosotros no, pero tenemos los mismos sentimientos y ganas de celebrar el cierre de un ciclo alrededor del Sol. Nuestro meses tienen otros nombres, nuestro año comienza en una estación diferente, que ni siquiera es la misma por la diferencia entre los hemisferios, ¿pero acaso por eso hay que dejar de desear feliz año nuevo a nuestros amigos? ¿Qué tiene de diferente decir "feliz año" de decir "feliz día", "feliz semana"? ¿Deberíamos dejar de usar los nombres de los días y los meses por tener origen pagano como ya lo intentó hacer la WT?
"El calendario de Jehová Dios", otra locura de la WT
Como conclusión, la Biblia no solamente no prohíbe celebrar el fin del ciclo anual y el inicio de uno nuevo, sino que, de hecho, manda a hacerlo.
Ubi dubium ibi libertas (Donde hay dudas hay libertad)
"La verdad nunca teme ser examinada, la mentira sí."