15 Apr, 2022, 06:00 PM
"Nadie tiene amor más grande que quien da su vida por sus amigos" (Juan 15:13).
Pero también dijo...
”Y si ustedes aman a los que los aman, ¿de qué mérito les es? Porque hasta los pecadores aman a los que los aman. Y si hacen bien a los que les hacen bien, ¿de qué mérito, realmente, les es a ustedes? Hasta los pecadores hacen lo mismo. También, si prestan [sin interés] a aquellos de quienes esperan recibir, ¿de qué mérito les es? Hasta los pecadores prestan [sin interés] a los pecadores para que se les devuelva otro tanto. Al contrario, continúen amando a sus enemigos y haciendo bien y prestando [sin interés], sin esperar que se les devuelva nada; y su galardón será grande, y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso para con los ingratos e inicuos." (Lucas 6:32-35)
Se me ocurrió este tema a raíz de un comentario de Amatheos en el hilo No iré a la Conmemoración este año... Ni ningún otro!
Me vinieron a la mente dos ejemplos de seres humanos reales, religiosos ambos por cierto, de quienes sus muertes me parecen más nobles que la atribuible a Jesús.
Citemos el ejemplo de Dola Jigmé Kalsang, un sabio tibetano del siglo XIX. Un día, mientras se dirigía en peregrinación a China, llegó a la plaza pública de un pueblo donde se hallaba congregada una multitud. Al acercarse, vio que un ladrón estaba a punto de ser ejecutado de un modo especialmente cruel: iban a hacerle montar a lomos de un caballo de hierro al rojo vivo. Dola Jigmé se abrió paso entre la multitud y declaró: «He sido yo quien ha cometido el robo». Se hizo un profundo silencio y el mandarín que presidía la ejecución se volvió, impasible, hacia el recién llegado y le preguntó: «¿Estás dispuesto a aceptar las consecuencias de lo que acabas de decir?». Dola Jigmé asintió. Murió sobre el caballo y el ladrón se salvó. En un caso tan impresionante, incluso extremo, ¿cuál podía ser la motivación de Dola Jigmé sino una compasión infinita por el condenado? Siendo extranjero, habría podido seguir su camino sin que nadie le prestara la menor atención. Actuó por altruismo pata salvarle la vida a un desconocido.
En una época mucho más cercana, tenemos a Maximilien Kolbe, el franciscano que se ofreció en Auschwitz a reemplazar a un padre de familia cuando, como represalia por la evasión de un prisionero, fueron designados diez hombres para morir de hambre y de sed.
Tomado de Matthieu Ricard - En defensa de la felicidad.
Pero también dijo...
”Y si ustedes aman a los que los aman, ¿de qué mérito les es? Porque hasta los pecadores aman a los que los aman. Y si hacen bien a los que les hacen bien, ¿de qué mérito, realmente, les es a ustedes? Hasta los pecadores hacen lo mismo. También, si prestan [sin interés] a aquellos de quienes esperan recibir, ¿de qué mérito les es? Hasta los pecadores prestan [sin interés] a los pecadores para que se les devuelva otro tanto. Al contrario, continúen amando a sus enemigos y haciendo bien y prestando [sin interés], sin esperar que se les devuelva nada; y su galardón será grande, y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso para con los ingratos e inicuos." (Lucas 6:32-35)
Se me ocurrió este tema a raíz de un comentario de Amatheos en el hilo No iré a la Conmemoración este año... Ni ningún otro!
(14 Apr, 2022, 04:06 AM)Amatheos escribió: Pienso que hay personas que han sufrido más torturas y por más tiempo que Jesús como mitología pienso en Prometeo y su hígado, también amaba a la humanidad como Jesús.
Me vinieron a la mente dos ejemplos de seres humanos reales, religiosos ambos por cierto, de quienes sus muertes me parecen más nobles que la atribuible a Jesús.
Citemos el ejemplo de Dola Jigmé Kalsang, un sabio tibetano del siglo XIX. Un día, mientras se dirigía en peregrinación a China, llegó a la plaza pública de un pueblo donde se hallaba congregada una multitud. Al acercarse, vio que un ladrón estaba a punto de ser ejecutado de un modo especialmente cruel: iban a hacerle montar a lomos de un caballo de hierro al rojo vivo. Dola Jigmé se abrió paso entre la multitud y declaró: «He sido yo quien ha cometido el robo». Se hizo un profundo silencio y el mandarín que presidía la ejecución se volvió, impasible, hacia el recién llegado y le preguntó: «¿Estás dispuesto a aceptar las consecuencias de lo que acabas de decir?». Dola Jigmé asintió. Murió sobre el caballo y el ladrón se salvó. En un caso tan impresionante, incluso extremo, ¿cuál podía ser la motivación de Dola Jigmé sino una compasión infinita por el condenado? Siendo extranjero, habría podido seguir su camino sin que nadie le prestara la menor atención. Actuó por altruismo pata salvarle la vida a un desconocido.
En una época mucho más cercana, tenemos a Maximilien Kolbe, el franciscano que se ofreció en Auschwitz a reemplazar a un padre de familia cuando, como represalia por la evasión de un prisionero, fueron designados diez hombres para morir de hambre y de sed.
Tomado de Matthieu Ricard - En defensa de la felicidad.
Ubi dubium ibi libertas (Donde hay dudas hay libertad)
"La verdad nunca teme ser examinada, la mentira sí."