12 Apr, 2018, 10:03 AM
Cita:. Si no fueran ambiguas, hace mucho tempo que algún monarca las hubiera censurado, o destruido como les paso a parte del Avesta cuando llegaron los macedonios, o la infinidad de textos que quedaron fuera del canon cuando llegó Constantino.
Y aún así se les quedó por borrar la profecía de Ezequiel 29 y 30 sobre que Egipto sería destruida y desolada por cuarenta años, pregunto, a los interpretadores modernos de la Biblia, ¿Cuando se cumplió eso, cuando estuvo Egipto desolada cuarenta años?
Lleva razón @yavista cuando dice que las profecías ambiguas pueden encajarse fácilmente, pero cuando se trata de las específicas como esta, ¿Donde está el cumplimiento?
¡En ninguna parte!
Como escribió Hernán Toro en un artículo "Ezequiel 29 y 30 es uno de los mayores cúmulos de disparates de la "Sagrada" Escritura. Cualquier persona con los más mínimos conocimientos de la historia del bachillerato sabe que Egipto nunca fue arrasado. Su gente nunca fue dispersa entre las naciones. Nunca sufrió una desolación de 40 años. Nabucodonosor nunca arrasó a Egipto. Nunca lo asoló ni lo expolió. Sus ciudades nunca fueron destruidas. Egipto no sólo no se empobreció sino que posteriormente alcanzó el mayor poder y riqueza de su historia bajo el gobierno de los Tolomeos. En la tierra de Egipto siguió habiendo reyes durante siglos.
De hecho, Alejandría se convirtió en la más grandiosa ciudad comercial e intelectual del mundo Helenístico; era el centro comercial más importante del mundo grecorromano y su fabulosa biblioteca fue el faro intelectual de la humanidad durante siglos. Las monumentales estatuas egipcias no fueron destruidas sino que continúan aún intactas y son visitadas a diario por cientos de turistas que pueden apreciarlas en toda su magnificencia, gracias a la protección y continuas restauraciones que les brinda el actual gobierno egipcio a tan maravilloso legado cultural de la humanidad.
Hablando coloquialmente, los capítulos 29 y 30 de Ezequiel son una profecía más falsa que una moneda de tres pesos con veintisiete centavos. Esta profecía es tan brutal, tan crasamente errónea, que si no fuera tan patética, daría risa."
Moraleja: Dejemos de jugar a ser profetas.