26 Apr, 2018, 04:40 AM
Yo pasé por eso de las envidias y no pocas zancadillas.
Sólo fuí siervo ministerial, pero era discursante público en la ronda de circuito, muy solicitado por cierto, conducía la segunda escuela, un estudio de libro, discursos de instrucción y partes en la reunión de servicio cada semana.Todo sin buscarlo ni pagar regalitos a los SC.
Y lugo había una camarilla de cuatro o cinco inútiles de esos que siempre se andaban quejando de porqué a ellos nos los nombraban ancianos o por qué contaban más conmigo que con ellos.
En una ocasión en la que pedí la baja voluntaria temporalmente como sm, vino un anciano a darme una parte en la reunión de servicio porque era algo especial y quería que se explicara bien, de forma entendible y sin divagaciones innecesarias, cosa que abundaba entre los que querían hacerse notar y exhibirse ante la concurrencia.
Así que hice mi parte sencillamente y punto.
Cuando acaba la reunión la camarilla de eternos aspirantes quejumbrosos se lanzan contra los dos ancianos y casi empujándolos los meten en la segunda sala para quejarse de que yo no era entonces sm y que esa parte se les debía de haber dado a uno de ellos y no a mí porque al no ser sm no tenía que subir a la plataforma a esos menesteres. Estas quejas eran constantes.
Sólo fuí siervo ministerial, pero era discursante público en la ronda de circuito, muy solicitado por cierto, conducía la segunda escuela, un estudio de libro, discursos de instrucción y partes en la reunión de servicio cada semana.Todo sin buscarlo ni pagar regalitos a los SC.
Y lugo había una camarilla de cuatro o cinco inútiles de esos que siempre se andaban quejando de porqué a ellos nos los nombraban ancianos o por qué contaban más conmigo que con ellos.
En una ocasión en la que pedí la baja voluntaria temporalmente como sm, vino un anciano a darme una parte en la reunión de servicio porque era algo especial y quería que se explicara bien, de forma entendible y sin divagaciones innecesarias, cosa que abundaba entre los que querían hacerse notar y exhibirse ante la concurrencia.
Así que hice mi parte sencillamente y punto.
Cuando acaba la reunión la camarilla de eternos aspirantes quejumbrosos se lanzan contra los dos ancianos y casi empujándolos los meten en la segunda sala para quejarse de que yo no era entonces sm y que esa parte se les debía de haber dado a uno de ellos y no a mí porque al no ser sm no tenía que subir a la plataforma a esos menesteres. Estas quejas eran constantes.