27 Feb, 2019, 10:14 AM
Qué buen tema Aimée!
Mis mejores dos amigos en la escuela eran zurdos. Con el de primaria compartíamos mesa y no nos estorbábamos al escribir. El de secundaria llegó a ser publicador, estuve junto a él cuando llegó a ser papá, y luego me robó dinero ...
Era de buen humor y se reía de su condición de zurdo. Él fue el que me enseñó que había una expresión grosera y despectiva para referirse a los zurdos, no entendí su origen hasta que por casualidad lo encontré entre uno de los Libros de Carl Sagan, Los dragones del Edén:
Casi todas las lenguas muestran una polaridad, una marcada preferencia por todo lo relacionado con el costado derecho. El término «derecho» se equipara a la legalidad, conducta correcta, elevados principios morales, energía y masculinidad, mientras que la palabra «izquierda» es sinónimo de cobardía, debilidad, objetivos turbios, malevolencia y feminidad. En inglés, por ejemplo, abundan los términos relacionados con right, como rectitude (rectitud, corrección, prioridad), rectify (rectificar, enderezar, enmendar), righteous (recto, probo, virtuoso, honrado, justo), right-hand man (ser el brazo derecho de alguien), dexterity (destreza, maña, habilidad), adroit (diestro, hábil, listo; voz derivada del francés à droite), rights (derechos, como en «derechos del hombre») y la expresión to be in his right mind (estar en sus cabales o en su sano juicio). Incluso el vocablo ambidextrous, significa, apurando el sentido, dos manos derechas.
En el otro lado, y en sentido literal, tenemos el término sinister (casi la misma palabra latina que traduce «izquierda», aunque con significado primordial de siniestro, funesto, aciago), gauche (torpe, desmañado, que en francés significa exactamente «izquierda»), gawky (desgarbado, desmañado, torpe), gawk (palurdo, bobo) y left-handed compliment (falso halago). En ruso, la palabra «izquierda» se traduce por nalevo, que además significa «furtivo», «subrepticio» o «clandestino»; en italiano, mancino, uno de los vocablos que significa izquierda, significa también «engañoso», «falso», «falaz». Tampoco hablamos de una «Declaración de izquierdos» en el sentido con que aludimos a una «Declaración de derechos».
Según una versión etimológica, left derivaría de lygt, término anglosajón que significa «débil», «endeble», «enclenque», «enfermizo», y también «sin valor», «inútil», «inservible». Right en sentido legal, como un acto concorde con las normas sociales (legítimo, justo) y right en un sentido lógico, como contrapuesto a erróneo (exacto, acertado, correcto), son también dos acepciones harto comunes en muchas lenguas. El empleo que en política se hace de los términos «derechas» e «izquierdas» parece remontarse al momento histórico en que surge una fuerza política popular como contrapeso al estamento nobiliario. Los nobles se situaban a la derecha del rey y los advenedizos del otro extremo —los capitalistas— a su izquierda. Los nobles se situaban a la derecha del monarca porque éste, a su vez, era el noble más encumbrado y porque su lado derecho era la posición de privilegio. En la teología ocurre lo que en política, como evidencia la frase: «A la derecha de Dios Padre».
Podría aducirse multitud de ejemplos que demuestran la existencia de un nexo entre right y straight (derecho, recto, seguido[25]). En el español hablado en México no se dice «todo seguido» (straight ahead) sino «todo derecho» o «siempre recto» (right right). Los negros norteamericanos usan del right on (adelante) para significar aprobación, a menudo en conexión con sentimientos de exaltación o apasionamiento por una idea. En la actualidad, dentro del inglés coloquial, el término straight se emplea con el significado de «convencional», «correcto» o «apropiado». En ruso, right (derecho, recto, correcto, etc.) se traduce por pravo, palabra emparentada con pravda que significa «auténtico», «verdadero» (true). En muchos idiomas la palabra true tiene una segunda acepción como «certero», «preciso». Así, se dice en inglés: his aim was true (tenía buena puntería).
El test Standford-Binet, que mide el coeficiente intelectual de un individuo, trata hasta cierto punto de calibrar la función tanto del hemisferio derecho como del izquierdo. Para determinar el valor de las funciones del hemisferio derecho en algunos tests se pide al sujeto que adivine la figura que resulta de desplegar una hoja de papel que ha sido doblada varias veces y recortada con unas tijeras, o bien se le pide que calcule a ojo el número de unidades que integran un montón de piezas de madera, algunas de las cuales están ocultas a la vista. Aunque los creadores del test Stanford-Binet consideran que estas cuestiones de concepción espacial son muy útiles para determinar la «inteligencia» de los niños, parece que su valor disminuye progresivamente cuando se trata de fijar el coeficiente intelectual de adolescentes y adultos. Desde luego, en estas evaluaciones es escaso el margen que se reserva al calibrado de los elementos intuitivos. Tampoco nos sorprende que los tests de inteligencia se polaricen marcadamente hacia el hemisferio izquierdo.
La intensidad de los prejuicios en favor del hemisferio izquierdo y de la mano derecha se me antoja una especie de guerra en la que el bando que ha vencido por estrecho margen rebautiza las partes contendientes y los temas más candentes de la vida nacional de forma que las generaciones futuras no vacilen un sólo instante a la hora de decidir dónde radica la lealtad bien entendida. Cuando el partido de Lenin no era más que un grupúsculo en el panorama político de su país, él lo llamó apartido bolchevique», que en ruso significa «partido de la mayoría». La oposición, dócilmente y dando pruebas de soberana estupidez, aceptó para sí la denominación de mencheviques o apartido de la minoría», y en el lapso de un decenio llegó a ser, efectivamente, minoritario. Asimismo, en las asociaciones que por doquier suscitan los términos «derecha» e «izquierda» apunta un rencoroso antagonismo que tuvo su origen en los albores de la historia de la humanidad[26].
En el combate con armas de filo, es decir, capaces de cercenar un miembro o de traspasar un órgano —y también en deportes tales como el boxeo, el béisbol y el tenis—, un contendiente acostumbrado al uso de la mano derecha se encontrará en desventaja si se enfrenta inopinadamente con un adversario zurdo. Asimismo, un esgrimista malintencionado que maneja el florete con la izquierda puede tocar con facilidad a su oponente porque mantiene la mano derecha levantada en un gesto en apariencia amigable y conciliador. Sin embargo, no creemos que esta serie de circunstancias justifiquen ni expliquen el profundo rechazo de que es objeto la mano izquierda, ni tampoco la amplitud del chovinismo derechista entre muchas mujeres, tradicionales enemigas de la violencia.
Quizás un atisbo de explicación, aunque remoto, tenga que ver con la carencia de papel higiénico en las sociedades preindustriales. Durante buena parte de nuestra historia pasada, y también hoy, en muchas partes del mundo después de excretar se utiliza la mano izquierda para la higiene personal, un hecho perfectamente normal y generalizado en las culturas pretecnológicas. De ello no se desprende que los que siguen esta costumbre se complazcan en ella. No sólo resulta vulgar desde un punto de vista estético, sino que se corre el riesgo de contraer graves infecciones y de contagiar también a los demás. La precaución más elemental es la de saludar y comer con la otra mano. En las sociedades pretecnológicas la mano izquierda se utilizaba casi sin excepción para los susodichos menesteres higiénicos, y la derecha para el saludo y la ingestión de alimentos. El quebrantamiento ocasional de esta convención social se miraba —cosa comprensible— con verdadero horror y, así, los niños que contravenían la norma acuñada respecto al recto uso de las manos eran severamente castigados. En los países occidentales son muchas las personas de edad que todavía recuerdan las rígidas prohibiciones que limitaban el uso de la mano izquierda, aunque sólo fuera para tomar un objeto. Pienso que esta explicación puede servir para aclarar el porqué de la virulencia contra todo lo que guarde relación con la «izquierda» así como la autocomplaciente ampulosidad de que se dota, a modo de mecanismo defensivo, a todo lo vinculado con la «derecha», actitud generalizada en una sociedad donde la mayoría de sus componentes se valen de la mano diestra. Con todo, la explicación no aclara por qué inicialmente se prefirió la mano derecha a la izquierda para el desempeño de estas funciones concretas. Cabría argüir que, estadísticamente, hay una probabilidad sobre dos de que las funciones higiénicas sean relegadas a la mano izquierda. Pero en tal caso parece obligado inferir que una sociedad de cada dos debería mostrar una actitud ponderada hacia todo lo que guarde relación con la izquierda, y, sin embargo, este tipo de sociedades parecen ser, de hecho, inexistentes. En una sociedad donde la mayoría de la gente utiliza la mano derecha, las tareas que exigen cierta precisión, como la ingestión de alimentos o el manejo de un arma en combate, se encomendarían a la mano favorita, y, por exclusión, las funciones de tipo higiénico se abandonarían a la mano zurda. Sin embargo, ello tampoco explica por qué la sociedad se decanta por el uso de la mano derecha. En su más estricto sentido, hay que buscar la explicación en otra parte.
No existe una relación directa entre la mano que uno prefiere utilizar para la mayoría de las tareas y el hemisferio cerebral que regula el habla, lo que no impide que buen número de los que utilizan la mano izquierda puedan tener los centros de expresión oral en el hemisferio izquierdo, extremo éste muy controvertido. Sin embargo, se estima que la predisposición al uso de una mano determinada tiene que ver con la lateralización cerebral. Existen indicios de que los zurdos experimentan más dificultades que los que utilizan la derecha en ciertas funciones privativas del hemisferio izquierdo, tales como la lectura, la escritura, el habla y la realización de operaciones aritméticas. Por el contrario, suelen mostrar mayor aptitud en lo que concierne a determinadas funciones del hemisferio derecho, como la imaginación, el reconocimiento de configuraciones y la creatividad en sentido genérico [27. Según parece, los únicos presidentes zurdos que ha tenido Estados Unidos han sido Harry Truman y Gerald Ford. No estoy seguro de si ello se corresponde o no con la (débil) correlación que se ha querido ver entre la predisposición al uso de una determinada mano y la función hemisférica. Tal vez sea Leonardo da Vinci el ejemplo más preclaro de genio creativo entre los zurdos]. Algunos indicios sugieren que tal vez se da en el ser humano una polarización de índole genética que predispone al uso de la mano derecha. Así, el número de cordoncillos que se observan en las huellas digitales de los fetos durante el tercero y cuarto mes del embarazo es mayor en la mano derecha que en la izquierda, y esta preponderancia persiste a lo largo de la vida intrauterina y en la fase postnatal.
Mis mejores dos amigos en la escuela eran zurdos. Con el de primaria compartíamos mesa y no nos estorbábamos al escribir. El de secundaria llegó a ser publicador, estuve junto a él cuando llegó a ser papá, y luego me robó dinero ...
Era de buen humor y se reía de su condición de zurdo. Él fue el que me enseñó que había una expresión grosera y despectiva para referirse a los zurdos, no entendí su origen hasta que por casualidad lo encontré entre uno de los Libros de Carl Sagan, Los dragones del Edén:
Casi todas las lenguas muestran una polaridad, una marcada preferencia por todo lo relacionado con el costado derecho. El término «derecho» se equipara a la legalidad, conducta correcta, elevados principios morales, energía y masculinidad, mientras que la palabra «izquierda» es sinónimo de cobardía, debilidad, objetivos turbios, malevolencia y feminidad. En inglés, por ejemplo, abundan los términos relacionados con right, como rectitude (rectitud, corrección, prioridad), rectify (rectificar, enderezar, enmendar), righteous (recto, probo, virtuoso, honrado, justo), right-hand man (ser el brazo derecho de alguien), dexterity (destreza, maña, habilidad), adroit (diestro, hábil, listo; voz derivada del francés à droite), rights (derechos, como en «derechos del hombre») y la expresión to be in his right mind (estar en sus cabales o en su sano juicio). Incluso el vocablo ambidextrous, significa, apurando el sentido, dos manos derechas.
En el otro lado, y en sentido literal, tenemos el término sinister (casi la misma palabra latina que traduce «izquierda», aunque con significado primordial de siniestro, funesto, aciago), gauche (torpe, desmañado, que en francés significa exactamente «izquierda»), gawky (desgarbado, desmañado, torpe), gawk (palurdo, bobo) y left-handed compliment (falso halago). En ruso, la palabra «izquierda» se traduce por nalevo, que además significa «furtivo», «subrepticio» o «clandestino»; en italiano, mancino, uno de los vocablos que significa izquierda, significa también «engañoso», «falso», «falaz». Tampoco hablamos de una «Declaración de izquierdos» en el sentido con que aludimos a una «Declaración de derechos».
Según una versión etimológica, left derivaría de lygt, término anglosajón que significa «débil», «endeble», «enclenque», «enfermizo», y también «sin valor», «inútil», «inservible». Right en sentido legal, como un acto concorde con las normas sociales (legítimo, justo) y right en un sentido lógico, como contrapuesto a erróneo (exacto, acertado, correcto), son también dos acepciones harto comunes en muchas lenguas. El empleo que en política se hace de los términos «derechas» e «izquierdas» parece remontarse al momento histórico en que surge una fuerza política popular como contrapeso al estamento nobiliario. Los nobles se situaban a la derecha del rey y los advenedizos del otro extremo —los capitalistas— a su izquierda. Los nobles se situaban a la derecha del monarca porque éste, a su vez, era el noble más encumbrado y porque su lado derecho era la posición de privilegio. En la teología ocurre lo que en política, como evidencia la frase: «A la derecha de Dios Padre».
Podría aducirse multitud de ejemplos que demuestran la existencia de un nexo entre right y straight (derecho, recto, seguido[25]). En el español hablado en México no se dice «todo seguido» (straight ahead) sino «todo derecho» o «siempre recto» (right right). Los negros norteamericanos usan del right on (adelante) para significar aprobación, a menudo en conexión con sentimientos de exaltación o apasionamiento por una idea. En la actualidad, dentro del inglés coloquial, el término straight se emplea con el significado de «convencional», «correcto» o «apropiado». En ruso, right (derecho, recto, correcto, etc.) se traduce por pravo, palabra emparentada con pravda que significa «auténtico», «verdadero» (true). En muchos idiomas la palabra true tiene una segunda acepción como «certero», «preciso». Así, se dice en inglés: his aim was true (tenía buena puntería).
El test Standford-Binet, que mide el coeficiente intelectual de un individuo, trata hasta cierto punto de calibrar la función tanto del hemisferio derecho como del izquierdo. Para determinar el valor de las funciones del hemisferio derecho en algunos tests se pide al sujeto que adivine la figura que resulta de desplegar una hoja de papel que ha sido doblada varias veces y recortada con unas tijeras, o bien se le pide que calcule a ojo el número de unidades que integran un montón de piezas de madera, algunas de las cuales están ocultas a la vista. Aunque los creadores del test Stanford-Binet consideran que estas cuestiones de concepción espacial son muy útiles para determinar la «inteligencia» de los niños, parece que su valor disminuye progresivamente cuando se trata de fijar el coeficiente intelectual de adolescentes y adultos. Desde luego, en estas evaluaciones es escaso el margen que se reserva al calibrado de los elementos intuitivos. Tampoco nos sorprende que los tests de inteligencia se polaricen marcadamente hacia el hemisferio izquierdo.
La intensidad de los prejuicios en favor del hemisferio izquierdo y de la mano derecha se me antoja una especie de guerra en la que el bando que ha vencido por estrecho margen rebautiza las partes contendientes y los temas más candentes de la vida nacional de forma que las generaciones futuras no vacilen un sólo instante a la hora de decidir dónde radica la lealtad bien entendida. Cuando el partido de Lenin no era más que un grupúsculo en el panorama político de su país, él lo llamó apartido bolchevique», que en ruso significa «partido de la mayoría». La oposición, dócilmente y dando pruebas de soberana estupidez, aceptó para sí la denominación de mencheviques o apartido de la minoría», y en el lapso de un decenio llegó a ser, efectivamente, minoritario. Asimismo, en las asociaciones que por doquier suscitan los términos «derecha» e «izquierda» apunta un rencoroso antagonismo que tuvo su origen en los albores de la historia de la humanidad[26].
En el combate con armas de filo, es decir, capaces de cercenar un miembro o de traspasar un órgano —y también en deportes tales como el boxeo, el béisbol y el tenis—, un contendiente acostumbrado al uso de la mano derecha se encontrará en desventaja si se enfrenta inopinadamente con un adversario zurdo. Asimismo, un esgrimista malintencionado que maneja el florete con la izquierda puede tocar con facilidad a su oponente porque mantiene la mano derecha levantada en un gesto en apariencia amigable y conciliador. Sin embargo, no creemos que esta serie de circunstancias justifiquen ni expliquen el profundo rechazo de que es objeto la mano izquierda, ni tampoco la amplitud del chovinismo derechista entre muchas mujeres, tradicionales enemigas de la violencia.
Quizás un atisbo de explicación, aunque remoto, tenga que ver con la carencia de papel higiénico en las sociedades preindustriales. Durante buena parte de nuestra historia pasada, y también hoy, en muchas partes del mundo después de excretar se utiliza la mano izquierda para la higiene personal, un hecho perfectamente normal y generalizado en las culturas pretecnológicas. De ello no se desprende que los que siguen esta costumbre se complazcan en ella. No sólo resulta vulgar desde un punto de vista estético, sino que se corre el riesgo de contraer graves infecciones y de contagiar también a los demás. La precaución más elemental es la de saludar y comer con la otra mano. En las sociedades pretecnológicas la mano izquierda se utilizaba casi sin excepción para los susodichos menesteres higiénicos, y la derecha para el saludo y la ingestión de alimentos. El quebrantamiento ocasional de esta convención social se miraba —cosa comprensible— con verdadero horror y, así, los niños que contravenían la norma acuñada respecto al recto uso de las manos eran severamente castigados. En los países occidentales son muchas las personas de edad que todavía recuerdan las rígidas prohibiciones que limitaban el uso de la mano izquierda, aunque sólo fuera para tomar un objeto. Pienso que esta explicación puede servir para aclarar el porqué de la virulencia contra todo lo que guarde relación con la «izquierda» así como la autocomplaciente ampulosidad de que se dota, a modo de mecanismo defensivo, a todo lo vinculado con la «derecha», actitud generalizada en una sociedad donde la mayoría de sus componentes se valen de la mano diestra. Con todo, la explicación no aclara por qué inicialmente se prefirió la mano derecha a la izquierda para el desempeño de estas funciones concretas. Cabría argüir que, estadísticamente, hay una probabilidad sobre dos de que las funciones higiénicas sean relegadas a la mano izquierda. Pero en tal caso parece obligado inferir que una sociedad de cada dos debería mostrar una actitud ponderada hacia todo lo que guarde relación con la izquierda, y, sin embargo, este tipo de sociedades parecen ser, de hecho, inexistentes. En una sociedad donde la mayoría de la gente utiliza la mano derecha, las tareas que exigen cierta precisión, como la ingestión de alimentos o el manejo de un arma en combate, se encomendarían a la mano favorita, y, por exclusión, las funciones de tipo higiénico se abandonarían a la mano zurda. Sin embargo, ello tampoco explica por qué la sociedad se decanta por el uso de la mano derecha. En su más estricto sentido, hay que buscar la explicación en otra parte.
No existe una relación directa entre la mano que uno prefiere utilizar para la mayoría de las tareas y el hemisferio cerebral que regula el habla, lo que no impide que buen número de los que utilizan la mano izquierda puedan tener los centros de expresión oral en el hemisferio izquierdo, extremo éste muy controvertido. Sin embargo, se estima que la predisposición al uso de una mano determinada tiene que ver con la lateralización cerebral. Existen indicios de que los zurdos experimentan más dificultades que los que utilizan la derecha en ciertas funciones privativas del hemisferio izquierdo, tales como la lectura, la escritura, el habla y la realización de operaciones aritméticas. Por el contrario, suelen mostrar mayor aptitud en lo que concierne a determinadas funciones del hemisferio derecho, como la imaginación, el reconocimiento de configuraciones y la creatividad en sentido genérico [27. Según parece, los únicos presidentes zurdos que ha tenido Estados Unidos han sido Harry Truman y Gerald Ford. No estoy seguro de si ello se corresponde o no con la (débil) correlación que se ha querido ver entre la predisposición al uso de una determinada mano y la función hemisférica. Tal vez sea Leonardo da Vinci el ejemplo más preclaro de genio creativo entre los zurdos]. Algunos indicios sugieren que tal vez se da en el ser humano una polarización de índole genética que predispone al uso de la mano derecha. Así, el número de cordoncillos que se observan en las huellas digitales de los fetos durante el tercero y cuarto mes del embarazo es mayor en la mano derecha que en la izquierda, y esta preponderancia persiste a lo largo de la vida intrauterina y en la fase postnatal.
Ubi dubium ibi libertas (Donde hay dudas hay libertad)
"La verdad nunca teme ser examinada, la mentira sí."