28 Oct, 2019, 12:45 AM
Después de un vergonzoso comité judicial en el que participe, hubo relativamente cierta "paz" en la congregación, estaba bien, aumentaba la asistencia, nuevos publicadores, nuevos bautizados, así que se veía la bendición de Dios en el trabajo de todos.
Sin embargo había cierto recelo de parte de los ancianos hacia mi persona, porque según ellos no los apoyaba, no estaba trabajando con ellos. Así que en futuros comités, ya no me llamaban, lo que significo un enorme alivio para mi; me concentre en mi asignación como superintendente de servicio y consejero auxiliar.
Durante el tiempo que estuve en esta faceta de servicio, hicimos lo mejor que se pudo, me mantenía cerca de los publicadores y aumentaba el cariño y respeto de ellos hacia mi.
El coordinador también logro ganarse el cariño de la congregación. Y así como el tenia sus puntos fuertes, yo tenia los míos. Y de nuevo surgió algo que pensé se había superado, los celos,las envidias, me volví el blanco de comentarios negativos de parte del coordinador, y sin proponermelo. o tal vez sí, entramos en una lucha de poder, lo que origino que la congregación se fracturara, los que seguían al coordinador y los que simpatizaban conmigo, (o como dicen las escrituras, unos dicen yo pertenezco a Pablo, y otros Yo a Apolos); los demás ancianos solo eran espectadores, no tenían ningún liderazgo ni carisma para ganarse a los hermanos.
En esa etapa me convencí que los publicadores se convierte en seguidores de hombres, no ven mas allá de sus narices, ellos hacen lo que uno les dice. Toman partido e invitan a otros a hacerlo, incluso a ancianos, a ponerse de parte de alguno, según sus intereses.
El coordinador tiene la facultad de asignar partes del programa de enseñanza, asi que dejo de tomarme en cuenta, pero lejos de debilitarme me hacía mas fuerte, ya que los publicadores hacian objeto de conversación esta situación, misma que llego a sus oidos, y para evitar que la situacion se saliera de control o que yo abordara esto en la visita, no tuvo mas remedio que volverme a tomar en cuenta en la enseñanza.
Llego un momento en el que me gane la confianza de los otros ancianos, asi que si el coordinador no me apoyaba, yo no lo apoyaba, y si el me apoyaba yo le daba mi respaldo, y sin decirnos una sola palabra, comprendimos que lo mejor era caminar a la par, nos dimos nuestro lugar, y respetamos el trabajo de cada uno. Dejamos de convivir, se rompio nuestra amistad, el poder era lo mas importante para ambos, y se acercaba el mes para calificar a los oradores para las asambleas.
Sin embargo había cierto recelo de parte de los ancianos hacia mi persona, porque según ellos no los apoyaba, no estaba trabajando con ellos. Así que en futuros comités, ya no me llamaban, lo que significo un enorme alivio para mi; me concentre en mi asignación como superintendente de servicio y consejero auxiliar.
Durante el tiempo que estuve en esta faceta de servicio, hicimos lo mejor que se pudo, me mantenía cerca de los publicadores y aumentaba el cariño y respeto de ellos hacia mi.
El coordinador también logro ganarse el cariño de la congregación. Y así como el tenia sus puntos fuertes, yo tenia los míos. Y de nuevo surgió algo que pensé se había superado, los celos,las envidias, me volví el blanco de comentarios negativos de parte del coordinador, y sin proponermelo. o tal vez sí, entramos en una lucha de poder, lo que origino que la congregación se fracturara, los que seguían al coordinador y los que simpatizaban conmigo, (o como dicen las escrituras, unos dicen yo pertenezco a Pablo, y otros Yo a Apolos); los demás ancianos solo eran espectadores, no tenían ningún liderazgo ni carisma para ganarse a los hermanos.
En esa etapa me convencí que los publicadores se convierte en seguidores de hombres, no ven mas allá de sus narices, ellos hacen lo que uno les dice. Toman partido e invitan a otros a hacerlo, incluso a ancianos, a ponerse de parte de alguno, según sus intereses.
El coordinador tiene la facultad de asignar partes del programa de enseñanza, asi que dejo de tomarme en cuenta, pero lejos de debilitarme me hacía mas fuerte, ya que los publicadores hacian objeto de conversación esta situación, misma que llego a sus oidos, y para evitar que la situacion se saliera de control o que yo abordara esto en la visita, no tuvo mas remedio que volverme a tomar en cuenta en la enseñanza.
Llego un momento en el que me gane la confianza de los otros ancianos, asi que si el coordinador no me apoyaba, yo no lo apoyaba, y si el me apoyaba yo le daba mi respaldo, y sin decirnos una sola palabra, comprendimos que lo mejor era caminar a la par, nos dimos nuestro lugar, y respetamos el trabajo de cada uno. Dejamos de convivir, se rompio nuestra amistad, el poder era lo mas importante para ambos, y se acercaba el mes para calificar a los oradores para las asambleas.
Todo hombre aspira al poder: cada uno desearía ser un dictador; casi todos sacrificarían el bienestar del prójimo por alcanzar sus metas personales
Los protocolos de los sabios de Sión