24 Feb, 2020, 11:55 PM
Después de este trago amargo y ya con la mente despejada, seguí el consejo de los ancianos, buscar a mis pariente cercanos, familia a quien había abandonado por ser TJ, de quienes mucha veces rechace invitaciones para ir a comer o pasar una tarde de esparcimiento, por cruzarse estas invitaciones con "mis actividades espirituales".
Me arme de valor y les pedí su ayuda, misma que me brindaron sin cuestionar nada, y desde entonces siempre tengo tiempo para ellos.
Y como el trabajador es digno de su salario, por el grupo de predicación que tenia en whatsapp les comenté mi situación y no dudaron en darme su apoyo, lógicamente mi situación se conoció en toda la congregación, misma que respondió en su mayoría favorablemente.
Solo mis compañeros ancianos me dieron la espalda.
Y nuevamente enfrente a un cuerpo de ancianos, que como perros de caza tras su presa, se avalanzaron sobre mi, intentaron removerme de anciano aprovechado mi debilidad emocional y espiritual, sin embargo no lo lograron.Solo deje de conducir la atalaya.
Mi esposa , mis hijos, mi persona, eramos vigilados con lupa cual delincuentes, para encontrarnos un error y atacarnos, incluso desde la plataforma. Nos trataban como expulsados. Ni una llamada ni una visita.
Vi como los publicadores se adaptan fácilmente sin cuestionar a los cambios dentro de una congregación. Y comprobé nuevamente que los problemas no los generan los publicadores, sino los ancianos por su deseo vehemente de poder. Su hora de fama.
Me arme de valor y les pedí su ayuda, misma que me brindaron sin cuestionar nada, y desde entonces siempre tengo tiempo para ellos.
Y como el trabajador es digno de su salario, por el grupo de predicación que tenia en whatsapp les comenté mi situación y no dudaron en darme su apoyo, lógicamente mi situación se conoció en toda la congregación, misma que respondió en su mayoría favorablemente.
Solo mis compañeros ancianos me dieron la espalda.
Y nuevamente enfrente a un cuerpo de ancianos, que como perros de caza tras su presa, se avalanzaron sobre mi, intentaron removerme de anciano aprovechado mi debilidad emocional y espiritual, sin embargo no lo lograron.Solo deje de conducir la atalaya.
Mi esposa , mis hijos, mi persona, eramos vigilados con lupa cual delincuentes, para encontrarnos un error y atacarnos, incluso desde la plataforma. Nos trataban como expulsados. Ni una llamada ni una visita.
Vi como los publicadores se adaptan fácilmente sin cuestionar a los cambios dentro de una congregación. Y comprobé nuevamente que los problemas no los generan los publicadores, sino los ancianos por su deseo vehemente de poder. Su hora de fama.
Todo hombre aspira al poder: cada uno desearía ser un dictador; casi todos sacrificarían el bienestar del prójimo por alcanzar sus metas personales
Los protocolos de los sabios de Sión