25 Apr, 2022, 02:51 AM
Caso real... hoy lo sabemos.
La gasolina con plomo era segura. Su inventor estaba seguro de ello. Encarando a escépticos reporteros en una conferencia de prensa, Thomas Midgley sacó con mucho teatro un contenedor de tetraetilo de plomo -el aditivo en cuestión- y procedió a lavarse las manos con él.
"No me estoy arriesgando a que me ocurra nada malo", declaró. "Ni me estaría arriesgando si lo hiciera a diario".
Midgley no estaba siendo muy sincero. Podría haber mencionado, por ejemplo, que recientemente había pasado varios meses en Florida, EE.UU., recuperándose de intoxicación por plomo.
Algunos de los que habían estado trabajando en el invento de Midgley no habían tenido tanta suerte, y por eso era que los reporteros estaban tan interesados.
Un jueves de octubre de 1924, en una planta de Standard Oil en Nueva Jersey, un empleado llamado Ernest Oelgerth había empezado a alucinar.
Con mejores métodos laborales podría haber sido más seguro producir el aditivo. Pero, ¿realmente era sensato añadírselo a la gasolina si los gases iban a ser liberados en las calles de las ciudades?
Cuando General Motors había propuesto por primera vez agregarle plomo al combustible, un par de años antes, los científicos se alarmaron.
Urgieron al gobierno a investigar las posibles implicaciones en la salud pública.
Thomas Midgley despreocupadamente le aseguró al cirujano general de Estados Unidos que "la calle promedio probablemente estará tan libre de plomo que será imposible detectarlo o su absorción", aunque concedió que "no se han tomado datos experimentales reales".
General Motors financió un buró del gobierno para que hiciera algo de investigación. Añadió una cláusula en la que decía que los resultados tenían ser aprobados por la petrolera.
El informe del buró fue publicado en medio de un frenesí mediático por la intoxicación de los colegas del difunto Ernest Oelgert.
Aunque el estudio le dio el visto bueno al tetraetilo de plomo, no acalló las dudas.
Bajo la presión del público, el gobierno organizó una conferencia en Washington DC en mayo de 1925.
Los romanos sabían que los mineros de plomo a menudo se volvían locos o morían intoxicados, pero para eso tenían esclavos. No obstante, algunos intuyeron correctamente que la exposición a niveles bajos a largo plazo tampoco era muy sabia.
"El agua conducida por tuberías de barro es más saludable que la que corre por tuberías de plomo", escribió el ingeniero civil Vitruvius, hace 2.000 años. "Eso se puede verificar observando a los que trabajan con plomo, que son pálidos".
Estados Unidos sólo empezó a ponerle impuestos a la gasolina con plomo en los años 70. Finalmente prohibió su uso, como parte de una legislación de aire puro.
Dos décadas más tarde, en los años 90, los índices de crímenes violentos empezaron a bajar.
Hay muchas razones por las cuales esto pudo haber pasado pero la economista Jessica Reyes hizo una intrigante reflexión: si los cerebros de los niños eran especialmente susceptibles a la intoxicación crónica por plomo, ¿sería posible que los niños que no respiraron los gases de escape de la gasolina con plomo cometieran menos delitos violentos?
La hipótesis de Reyes se podía poner a prueba pues los estados de EE.UU. habían prohibido el uso de esa gasolina en distintos momentos.
Comparando las fechas de la entrada en vigor de legislación de aire puro con las cifras de delincuencia, concluyó que el 56% de la reducción en crímenes violentos se debía al cambio a gasolina sin plomo.
Otros investigadores encontraron vínculos similares entre el plomo en las tuberías de agua y los homicidios urbanos.
Por lo visto, Thomas Midgley era un hombre genial; hasta es posible que hubiera creído eso de que lavarse las manos diariamente con tetraetilo de plomo era seguro.
Pero como inventor, parecía que le hubieran echado una maldición.
Su segunda mayor contribución a la civilización fue el clorofluorocarbono o CFC, que mejoró la refrigeración y destruyó la capa de ozono.
Luego, aquejado por el polio, Midgley inventó una máquina para levantar su debilitado cuerpo de la cama. Se inventó un ingenioso sistema de poleas y cuerdas. Desafortunadamente, se le enredaron alrededor del cuello y lo mataron.
More Info: https://www.bbc.com/mundo/noticias-40582316
La gasolina con plomo era segura. Su inventor estaba seguro de ello. Encarando a escépticos reporteros en una conferencia de prensa, Thomas Midgley sacó con mucho teatro un contenedor de tetraetilo de plomo -el aditivo en cuestión- y procedió a lavarse las manos con él.
"No me estoy arriesgando a que me ocurra nada malo", declaró. "Ni me estaría arriesgando si lo hiciera a diario".
Midgley no estaba siendo muy sincero. Podría haber mencionado, por ejemplo, que recientemente había pasado varios meses en Florida, EE.UU., recuperándose de intoxicación por plomo.
Algunos de los que habían estado trabajando en el invento de Midgley no habían tenido tanta suerte, y por eso era que los reporteros estaban tan interesados.
Un jueves de octubre de 1924, en una planta de Standard Oil en Nueva Jersey, un empleado llamado Ernest Oelgerth había empezado a alucinar.
Con mejores métodos laborales podría haber sido más seguro producir el aditivo. Pero, ¿realmente era sensato añadírselo a la gasolina si los gases iban a ser liberados en las calles de las ciudades?
Cuando General Motors había propuesto por primera vez agregarle plomo al combustible, un par de años antes, los científicos se alarmaron.
Urgieron al gobierno a investigar las posibles implicaciones en la salud pública.
Thomas Midgley despreocupadamente le aseguró al cirujano general de Estados Unidos que "la calle promedio probablemente estará tan libre de plomo que será imposible detectarlo o su absorción", aunque concedió que "no se han tomado datos experimentales reales".
General Motors financió un buró del gobierno para que hiciera algo de investigación. Añadió una cláusula en la que decía que los resultados tenían ser aprobados por la petrolera.
El informe del buró fue publicado en medio de un frenesí mediático por la intoxicación de los colegas del difunto Ernest Oelgert.
Aunque el estudio le dio el visto bueno al tetraetilo de plomo, no acalló las dudas.
Bajo la presión del público, el gobierno organizó una conferencia en Washington DC en mayo de 1925.
Los romanos sabían que los mineros de plomo a menudo se volvían locos o morían intoxicados, pero para eso tenían esclavos. No obstante, algunos intuyeron correctamente que la exposición a niveles bajos a largo plazo tampoco era muy sabia.
"El agua conducida por tuberías de barro es más saludable que la que corre por tuberías de plomo", escribió el ingeniero civil Vitruvius, hace 2.000 años. "Eso se puede verificar observando a los que trabajan con plomo, que son pálidos".
Estados Unidos sólo empezó a ponerle impuestos a la gasolina con plomo en los años 70. Finalmente prohibió su uso, como parte de una legislación de aire puro.
Dos décadas más tarde, en los años 90, los índices de crímenes violentos empezaron a bajar.
Hay muchas razones por las cuales esto pudo haber pasado pero la economista Jessica Reyes hizo una intrigante reflexión: si los cerebros de los niños eran especialmente susceptibles a la intoxicación crónica por plomo, ¿sería posible que los niños que no respiraron los gases de escape de la gasolina con plomo cometieran menos delitos violentos?
La hipótesis de Reyes se podía poner a prueba pues los estados de EE.UU. habían prohibido el uso de esa gasolina en distintos momentos.
Comparando las fechas de la entrada en vigor de legislación de aire puro con las cifras de delincuencia, concluyó que el 56% de la reducción en crímenes violentos se debía al cambio a gasolina sin plomo.
Otros investigadores encontraron vínculos similares entre el plomo en las tuberías de agua y los homicidios urbanos.
Por lo visto, Thomas Midgley era un hombre genial; hasta es posible que hubiera creído eso de que lavarse las manos diariamente con tetraetilo de plomo era seguro.
Pero como inventor, parecía que le hubieran echado una maldición.
Su segunda mayor contribución a la civilización fue el clorofluorocarbono o CFC, que mejoró la refrigeración y destruyó la capa de ozono.
Luego, aquejado por el polio, Midgley inventó una máquina para levantar su debilitado cuerpo de la cama. Se inventó un ingenioso sistema de poleas y cuerdas. Desafortunadamente, se le enredaron alrededor del cuello y lo mataron.
More Info: https://www.bbc.com/mundo/noticias-40582316
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