[MarcosTroncoso]

Tenía que coserlo. Si lo dejaba así, el agujero a la altura del talón enfriaría mi pie las dos horas de reunión. Quedaba poco tiempo para marchar. Para variar, íbamos atrasados. ¡La reunión iba a comenzar! 
Papá apuraba.
Abrí la lata. Los hilos conservaban el inconfundible olor a galletas de mantequilla. Sin mucha ceremonia, cosí el calcetín. Guardé los bártulos y luego tapé la lata. Me distraje, como siempre, mirando el rococó diseño de la tapa: fondo azul, letras doradas bellamente caligrafiadas, una bella bailarina de ballet y por supuesto el diseño de las majestuosas galletas. Imaginaba cómo sería saborear una de ellas. Desde que yo recordaba, la lata siempre había estado en casa, su tapa bellamente adornada, su eterno aroma a galletas. La lata de galletas, vacía de galletas, pero llena de hilos, cordeles, agujas y alfileres. Las galletas, recuerdo de una prosperidad pasada de cuando papá trabajaba, según él, en la mina de cobre más grande del mundo, en el norte del país. La ensoñación me transportó de pronto a esa anterior vida próspera. Yo era pequeño, muy pequeño, lo recuerdo, ..., vivíamos bien. Nos alcanzaba para comprar esas caras galletas en lata. Recuerdo haberlas visto enlatadas. No recuerdo haberla probado jamás. Luego llegó el 82'. Papá decidió dejar su favorable trabajo en el norte para trasladarnos a todos a "servir" a la zona central del país, total, para "el fin" no quedaba nada. Al poco tiempo se percató de que un "error de cálculo" le informaba que "la vuelta de la esquina" no era tan inmediata, que pese a que lastimosamente el mundo había sobrevivido al 75', parece que también sobreviviría al 82', al 83', al 84', al 85', al 86'...
Los 80's. Mala época para sobrevivir. Época obscura. Crisis económica y dictadura militar. Papá tuvo que aprender a buscarse la vida. Pobre papá. O la falta de trabajo o el magro sueldo le dio solo eso: una lata de galletas vacía de galletas, llena de sueños, recuerdos y esperanzas, ..., llena de nada.

En tiempos de crisis se tasa el valor de nuestra madera. En tiempos de guerra, hambre o pobreza extiende la mano quien de verdad puedo llamar "hermano". En tiempos de crisis asoman las certezas.


Post Scriptum: 
Hoy, con 45 años, compro galletas compulsivamente. ¿Compenso con la dulce mantequilla lo amargo del recuerdo?

" Bet tráeme la caja de los hilos" me mandaba mi mamá . Éramos familia numerosa y al igual que en el interior de "  la caja de los hilos" un guruño de hilos  y botones de diferentes tamaños y colores convivíamos en un espacio reducido...
Un bulto de coloridos hilos liados y que  agujas sueltas aprovechaban como camuflaje para pinchar el dedo de un alma cándida que desesperada busca ALGO que necesita con urgencia...
Objetos...si, son objetos inertes que ignoran que les estamos dando y confiando los recuerdos más íntimos y hermosos , esos objetos que como la caja de galletas de mantequilla que consumido su interior y habiendo experimentado el vacío que pudiera llevarla a la inutilidad...de pronto alguien la ve útil y le da continuidad "será mi caja de hilos"  ¿Si? ¿No crees que es algo más? SIIIIII  ¡ES MUCHO MÁS!
ES MUCHO MÁS... " Son objetos inertes que ignoran que les estamos dando y confiando los recuerdos más íntimos y hermosos " pues aunque me recuerda los hilos o cremalleras de diversos tamaños y los  botones que jamas serán usados, en realidad los recuerdos que me trae es mi mama contándome sus anécdotas o escuchando como me sabía la lección de memoria para el examen del colegio....mis hermanos mayores trayéndole la caja no sin fijarse en la bonita bailarina mientras balbucean " ¡MAMA, coseme el bajo del pantalón que hoy tengo cita con María!"
MarcosTroncoso tu forma de redactar me inspira 

Qué bien, Betfagué, que la escritura te inspire a escribir. Agradezco tu inspiración porque así yo tambien me inspiro a seguir escribiendo. Y lo que me ha ocurrido en este caso particular es que tu misma escritura me he inspirado a escribir un par de reflexiones teóricas que paso a compartir a continuación: 
 
Un artefacto, esto es, un objeto de manufactura humana elaborado para cumplir una determinada función, cuando es puesto en circulación deja de ser sólo un artefacto. Quiero decir que cuando un artefacto se impregna de humanidad trasciende su mera función utilitaria y pasa por una serie de transformaciones, desde un cambio de función original a un proceso de reelaboración semiótica (i.e. ser objeto de nuevos significados). 
Los recuerdos que hemos descrito evidencian lo anterior. Puntualmente:
a)  La descripción del cambio de uso de la lata de galletas, de contenedor de galletas a contenedor de artículos de costura, evidencia el cambio de función utilitaria original a un nuevo uso funcional secundario o derivado. El cambio de función utilitaria sirve además para retratar la época histórica concreta en que se produjo la situación descrita, la que en este caso puntual presenta ciertos rasgos desfavorables (i.e. dictadura militar, crisis económica, prosperidad pasada, época oscura, familia numerosa, etc.), aun cuando es recordada con cierta nostalgia o melancolía (locura familiar antes de la reunión, distracción infantil, anécdotas de mamá, diálogo de hermanos, etc.). 
b) La utilización de la lata de galletas como un contenedor de recuerdos es evidencia de la nueva carga semiótica que va adquiriendo un artefacto con el paso del tiempo (i.e. pasa de ser solamente un artefacto funcional [contenedor de galletas o costurero] a ser un signo activador de recuerdos, o un contenedor de recuerdos).
Al final, parece que va a ser cierto que con el paso del tiempo sólo nos irán quedando los recuerdos y las cosas para activar esos recuerdos, o, mejor dicho, los nombres de las cosas que activan esos recuerdos, los signos...

"Stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus" 
("De la prístina rosa, sólo nos quedará su nombre", frase dicha al final del relato por Adso de Melk, narrador de la novela "El nombre de la rosa" de Umberto Eco, novela que, dicho sea de paso, reúne en sí misma los dos rasgos principales que la hacen ser un regalo ideal para el día de hoy, domingo 23 de abril, día de San Jordi).