04 Mar, 2025, 03:57 AM
Bueno, no sé si mi opinión particular servirá de algo, pero, ahí va. Mi respuesta a la cuestión planteada de si “Serviría a Jehová si no hubiera recompensa”, es un rotundo NO. Porque lo que niego es la mayor, es decir, con lo que sé en la actualidad, no serviría a Jehová, haya o no zanahoria al final del palo.
Jehová fue el Dios del antiguo Israel. Subrayo lo de fue, pasado. Su mano sobre “su” pueblo desapareció cuando cayó Jerusalén en mano de Babilonia. Nunca más se supo de El.
Hace 2.600 años que Jehová desaparecido de la escena mundial por mucho que los TJ quieren mantener vivo su recuerdo y sus efectos sobre las personas hoy en día. Y, si continuara vivo, sería el Dios de ese pueblo en particular, al que eligió personalmente y de ningún otro.
“Arrastrar” al Dios del Antiguo Testamento al Nuevo Testamento y hasta nuestros días, como un ser vivo y con efectos reales sobre las personas, no sólo sobre sus súbditos sino sobre toda la humanidad, no sólo es espurio sino manipulador. Es como pretender que la momia de Tutankamón o la de Lenin (a las que, por cierto, tuve oportunidad de ver), por poner dos ejemplos de momias, continúen ejerciendo poder sobre Egipto o Rusia hoy en día. Una mayúscula estupidez.
Por eso yo, que en el pasado fui un fiel defensor y adalid de Jehová, hoy, me posiciono en el lado opuesto: declino cualquier tipo de sumisión a un Dios inexistente y cuyos efectos son inexistentes por y para la Tierra y si los tuviera –los efectos- afectarían, en exclusiva, al pueblo que eligió: Israel. Me niego a ser tachado de chalado por tener, a mi edad, un “amigo invisible” con el que hablo todos los días. Sería para hacérmelo mirar.
Quinto Mucio Escévola
Jehová fue el Dios del antiguo Israel. Subrayo lo de fue, pasado. Su mano sobre “su” pueblo desapareció cuando cayó Jerusalén en mano de Babilonia. Nunca más se supo de El.
Hace 2.600 años que Jehová desaparecido de la escena mundial por mucho que los TJ quieren mantener vivo su recuerdo y sus efectos sobre las personas hoy en día. Y, si continuara vivo, sería el Dios de ese pueblo en particular, al que eligió personalmente y de ningún otro.
“Arrastrar” al Dios del Antiguo Testamento al Nuevo Testamento y hasta nuestros días, como un ser vivo y con efectos reales sobre las personas, no sólo sobre sus súbditos sino sobre toda la humanidad, no sólo es espurio sino manipulador. Es como pretender que la momia de Tutankamón o la de Lenin (a las que, por cierto, tuve oportunidad de ver), por poner dos ejemplos de momias, continúen ejerciendo poder sobre Egipto o Rusia hoy en día. Una mayúscula estupidez.
Por eso yo, que en el pasado fui un fiel defensor y adalid de Jehová, hoy, me posiciono en el lado opuesto: declino cualquier tipo de sumisión a un Dios inexistente y cuyos efectos son inexistentes por y para la Tierra y si los tuviera –los efectos- afectarían, en exclusiva, al pueblo que eligió: Israel. Me niego a ser tachado de chalado por tener, a mi edad, un “amigo invisible” con el que hablo todos los días. Sería para hacérmelo mirar.
Quinto Mucio Escévola
"Explicaciones extraordinarias requieren evidencias extraordinarias y lo que puede ser afirmado sin pruebas, puede ser rechazado sin pruebas" (Christopher Eric Hitchens)