12 Mar, 2018, 06:17 PM
Hola a todos. Soy nuevo en el foro aunque la primera vez que me inscribí en un foro de ex-testigos fue a finales de 2016 en el foro en inglés.
Conocí la verdad de la verdad hace unos dos años. Tras años de precursor regular y siervo ministerial, ejemplo de joven perfecto dentro de la congregación y de mi ciudad, algo me inquietaba en mi interior. Me empecé a sentir vacío, algo no iba bien en mi vida. Incluso diría que deprimido. Al haber seguido las directrices de la organización, tenía un trabajo muy mal pagado ya que no había terminado mis estudios. Mi vida era cada vez más infeliz hasta que decidí echar un vistazo en internet.
La información que encontré me abrió los ojos. Comencé a devorar el foro en inglés. Literalmente pasaba horas leyendo. En unos meses, dejé de creer completamente en la organización. Me sentía por entonces bastante mal porque sentía que llevaba una doble vida. Había dejado de creer pero tenía que seguir manteniendo las apariencias por mi familia y amigos. Toda mi vida estaba dentro de la organización.
Comencé a dar pasos. En enero del año pasado abandoné el precursorado regular para completar mis estudios universitarios que había abandonado hacía unos años. En unos meses encontré un trabajo algo mejor y terminé mis estudios. Aún así, cerca de cumplir treinta años me sentía bastante perdido. Aún seguía de siervo ministerial, dando discursos y teniendo parte constantemente en las reuniones. Pero por entonces pensaba en quedarme en la organización, quizás fingiendo por temer a perder mi pequeño mundo.
Pero llegó la Conmemoración del año pasado y como en años recientes me tocó pasar los emblemas. Algo en mí cambió entonces. No merecía llevar una vida así, sacrificando mi conciencia y libertad de ese modo. No sabía aún cómo pero me prometí a mí mismo que el año siguiente no pasaría los emblemas y que no estaría presente en la Conmemoración.
Unos meses más tarde, decidí hacer la mayor locura de mi vida. Compre un billete de avión (solo ida) y me planté en un país a miles de kilómetros de mi ciudad de origen. Distinto idioma, clima distinto, sin conocer a nadie, sin trabajo... Los hermanos de mi anterior congregación enviaron mi tarjeta de publicador a la nueva congregación tras traducir una carta de presentación en la que me recomendaban como siervo ministerial.
Al llegar a mi nuevo país, fui a una reunión. En ella, confirmé que el secretario recibiría mi tarjeta de publicador. Todos me saludaron contentos de tener un nuevo publicador en el salón. Pero nunca jamás regresé. No saben mi dirección ni mi teléfono, los cuales evité dar en aquella reunión. Han pasado meses sin saber nada de ellos.
Durante este tiempo, encontré un lugar donde vivir y un trabajo. He pasado meses sin querer hablar sobre los TJ salvo cuando converso ocasionalmente con mi familia. Siento una libertad como nunca antes. Un alivio inmenso. Ahora puedo ser yo.
En fin, esta es mi historia. Espero leeros.
¡Un abrazo a todos!
Conocí la verdad de la verdad hace unos dos años. Tras años de precursor regular y siervo ministerial, ejemplo de joven perfecto dentro de la congregación y de mi ciudad, algo me inquietaba en mi interior. Me empecé a sentir vacío, algo no iba bien en mi vida. Incluso diría que deprimido. Al haber seguido las directrices de la organización, tenía un trabajo muy mal pagado ya que no había terminado mis estudios. Mi vida era cada vez más infeliz hasta que decidí echar un vistazo en internet.
La información que encontré me abrió los ojos. Comencé a devorar el foro en inglés. Literalmente pasaba horas leyendo. En unos meses, dejé de creer completamente en la organización. Me sentía por entonces bastante mal porque sentía que llevaba una doble vida. Había dejado de creer pero tenía que seguir manteniendo las apariencias por mi familia y amigos. Toda mi vida estaba dentro de la organización.
Comencé a dar pasos. En enero del año pasado abandoné el precursorado regular para completar mis estudios universitarios que había abandonado hacía unos años. En unos meses encontré un trabajo algo mejor y terminé mis estudios. Aún así, cerca de cumplir treinta años me sentía bastante perdido. Aún seguía de siervo ministerial, dando discursos y teniendo parte constantemente en las reuniones. Pero por entonces pensaba en quedarme en la organización, quizás fingiendo por temer a perder mi pequeño mundo.
Pero llegó la Conmemoración del año pasado y como en años recientes me tocó pasar los emblemas. Algo en mí cambió entonces. No merecía llevar una vida así, sacrificando mi conciencia y libertad de ese modo. No sabía aún cómo pero me prometí a mí mismo que el año siguiente no pasaría los emblemas y que no estaría presente en la Conmemoración.
Unos meses más tarde, decidí hacer la mayor locura de mi vida. Compre un billete de avión (solo ida) y me planté en un país a miles de kilómetros de mi ciudad de origen. Distinto idioma, clima distinto, sin conocer a nadie, sin trabajo... Los hermanos de mi anterior congregación enviaron mi tarjeta de publicador a la nueva congregación tras traducir una carta de presentación en la que me recomendaban como siervo ministerial.
Al llegar a mi nuevo país, fui a una reunión. En ella, confirmé que el secretario recibiría mi tarjeta de publicador. Todos me saludaron contentos de tener un nuevo publicador en el salón. Pero nunca jamás regresé. No saben mi dirección ni mi teléfono, los cuales evité dar en aquella reunión. Han pasado meses sin saber nada de ellos.
Durante este tiempo, encontré un lugar donde vivir y un trabajo. He pasado meses sin querer hablar sobre los TJ salvo cuando converso ocasionalmente con mi familia. Siento una libertad como nunca antes. Un alivio inmenso. Ahora puedo ser yo.
En fin, esta es mi historia. Espero leeros.
¡Un abrazo a todos!