08 Aug, 2019, 08:01 PM
Autor: Sophie Tapia.
https://www.facebook.com/sophie.tapia.37...4225091777
Ayer he pasado por una experiencia muy desagradable en el zócalo de la Ciudad de México, que creo que es necesario contar (es largo y un poco fragmentario pues, pero denle chance).
Verán, yo tenía una reunión con la gente del Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior a las 6:45 de la tarde en un cafecito, para llevar a cabo unas entrevistas sobre su lucha. Por ello, me fui a comer con un amigo que trabaja en el centro y quedarme por allá para aprovechar el día. Después de hacer las cosas que tenía planeadas, aproximadamente a las 6:15, llegué al zócalo, donde había dos incursiones de Pokemon Go (las incursiones, para quien no conoce el término, son batallas comunitarias contra un pokemon muy fuerte. Si el grupo le gana, entonces todos tienen oportunidad de atraparlo), por lo que teniendo tiempo, decidí hacerlas. Primero hice el de catedral (que no pude capturar) y después el del asta bandera de Zócalo.
Cuando nos encontrábamos jugando, un grupo de "aleluyos" (los religiosos esos que siempre están ahí) comenzaron a hablar en sus bocinas sobre sus creencias. Al principio todo normal: "yo era alcoholico, golpeaba a mi mujer y mis hijos, no podía encontrar un trabajo, pero encontré a Cristo y ahora soy una persona buena". Ya saben, el discurso de siempre: "arrepiéntanse de sus pecados, encuentren a Jesús" y esas cosas. Honestamente, nadie del grupo (éramos aproximadamente unos 40) les estaba haciendo caso, a pesar de que el que hablaba cada vez lo hacía más fuerte, a gritos para intentar llamar nuestra atención. Cuando todos nos estábamos separando para irnos, el tipo vio a dos chavos que se fueron juntos y parecían ser pareja o bien, dos amigos gay con mucha cercanía (nunca hubo una manifiesta acción que mostrara que en realidad eran gays, pero las formas de moverse y actuar entre ellos se relacionaban con el imaginario que se tiene sobre las parejas de jóvenes que son gays en mi país). Mientras los veía, el tipo empezó a hablar de "los asquerosos sodomitas, esos que renuncian a su verdadera naturaleza de hombre y se rinden al demonio". Los chavos simplemente se miraron entre ellos, un poco molestos y se retiraron más rápido. Yo empecé a caminar hacia el lugar de reunión (eran para ese momento 6:25) mientras el tipo subía y subía sus ataques, gratuitos y terribles contra los homosexuales, las mujeres aborteras, los sucios drogadictos y demás cosas.
Honestamente, yo entendí la reacción de los chavos. Estoy totalmente seguro que ellos soportan este tipo de cosas todos los días y que no pueden estar peleando las batallas que se les presentan siempre, sobre todo porque si lo hicieran no tendrían vida para nada más. A medida que se alejaban, el tipo aumentaba tanto el volumen de su bocina como el odio de sus palabras. De las críticas pasó a las comparaciones, de las comparaciones a los insultos abiertos. Así que fui por la policía.
Aquí, quizá debido a que extraño dar clases, voy a dar una pequeña lección de derecho. Verán, el artículo 24 constitucional protege la libertad de creencia y de culto, es decir tu puedes creer lo que te venga en gana y puedes llevar a cabo ceremonias basadas en tus creencias sin ningún tipo de problema. Al mismo tiempo, el artículo 6 constitucional protege la libertad de expresión, prohibiendo explícitamente la censura previa (es decir, nadie te puede obligar a NO DECIR algo).
Estos dos derechos, como todo derecho jurídicamente existente, tiene limitantes y características. La primera y más importante, es que no puedes dañar a terceros. En ese sentido, la Corte ha dicho, en consonancia con muchos tribunales internacionales, que ciertos ritos están prohibidos, y que ciertos discursos no se encuentran protegidos por la libertad de expresión. Esto no significa que te puedan obligar a no decir algo (eso sería censura previa) pero si que te pueden castigar por haberlo dicho (en términos sencillos, es como cuando tu mamá te decía "si rompes eso te voy a dar". No te da el chanclazo ANTES de que lo rompieras, sino que si lo rompiste, había tabla).
Con esto quiero decir algo muy claro: los discursos de odio y la discriminación son delitos/faltas administrativas en la ciudad de México y NO pueden protegerse bajo la libertad de creencia, culto o expresión. La policía concordó totalmente conmigo y me acompañó a confrontar a este tipo, que seguía hablando sobre el tema: ahora él decía que había sido sodomita por las drogas y que se arrepentía ahora de haber pecado.
Cuando el tipo vio que llegó la policía, comencé a ver que varias personas que estaban en el público caminaban lentamente hacia los grupos de personas en situación de calle alrededor de la plaza, como trayéndolas hacia donde estábamos. Éramos un grupo de 4 policias y yo, frente a quizá 6 aleluyos que de forma cada vez más violenta, decían que ellos no se iban a callar de decir la verdad y que estaban dispuestos al martirio por su dios. De verdad, esos eran los términos que usaban. Que los podíamos llevar al MP y que estaban dispuestos a ir.
Uno de ellos, de traje, se acercó a mi y comenzó a intentar amedrentarme diciendo que era abogado y lo que hacía era "odio religioso" y podía procesarme. El tipo sabía de derecho lo que yo sé de biología molecular obviamente y cuando se dio cuenta de que yo soy abogado y que me especializo en asuntos de derechos humanos, entonces cambió su discurso. Los cuatro policías y yo estabamos para ese entonces rodeados de quizá unos 15 tipos, rezando en voz baja, varias personas en situación de calle que no entendían muy bien lo que pasaba y tres tipos amenazantes que gritaban y me confrontaban directamente.
En todo este momento, uno de los policías "medió" el asunto. Aceptó cada uno de mis argumentos y les dijo que tenían que respetar los derechos de las personas y las leyes. Los aleluyos le dieron que no reconocían ninguna ley que no fuera su biblia y comenzaron a leerla cada vez más alto. Un grupo de mujeres, aleluyas también, llegó corriendo para confrontarme de frente, diciendo que yo era sodomita y que por eso me sentía aludido.
En algún momento, una de las personas en situación de calle comenzó a manotearse con el "abogado" de los aleluyos (que estaba cada vez más violento) y parecía que estaban a punto de golpearse. Uno de los policías que me acompañaban los separó diciendo, de forma coloquial, que se dejaran de hacer [palabra obscena] porque eran del mismo grupo y lo que querían era causar confusión para acusarme de algo a mí. El "abogado" y el señor se sonrieron como niños atrapados en la travesura y de inmediato dejaron lo que estaban haciendo.
Uno de los aleluyos me increpó no sólo sobre mis preferencias sexuales, sino sobre "mi alma". me dijo que seguramente estaba podrida y que me iría al infierno. Las mujeres gritaban y creaban caos. El que me hablaba, me dijo que era mejor estar bien con dios porque nunca se sabe lo que te puede pasar.
Poco a poco los policías fueron así también, aumentando. En algun momento, me di cuenta que estábamos ya totalmente rodeados. Éramos 30 aleluyos, unas 10 personas en situación de calle, los cuatro polis y yo, rodeados totalmente por unos 15 o 20 policías más. Uno de ellos me preguntó si quería proceder con la denuncia.
Entonces sentí lo que siente todo el mundo: mis compromisos adquiridos previamente, mis obligaciones, me impedían continuar con esto. Alrededor de la policía algunos paseantes se detenían a ver de que iba, aunque ninguno con mucho interés. Finalmente, les dije que yo estaba seguro de que ninguna multa, ningún castigo o sanción los cambiaría en su forma de pensar, por lo que mi objetivo no era llevarlos ante el MP. Mi objetivo, cumplido, por cierto, era que se callaran. Que dirigieran su odio y su rencor a la vida contra alguien que podía soportarlo bien y no a gente que estaba todo el tiempo sufriéndolo. Que mi objetivo era, al final, que esos chavos supieran que habría alguien junto a ellos cuando su discurso de odio (pero no te odiamos, te amamos, tu te odias porque eres sucio y lo sabes, decían) pase de las palabras a los hechos. Porque eso pasa. Porque eso va a pasar. Y que ellos supieran que todavía había gente que les haría frente. Que no los consideraba locos indefensos o fanáticos sin sentido.
La policía desalojó a la gente. Le dijo al predicador que no podía continuar con su "discurso" (que intentaron continuar otros, pero que se reunieron todos alrededor mío al ver que no reculaba por "el abogado" y el intimidador) y todo mundo se fue. El policía me dijo que si deseaba, todavía podíamos seguir y básciamente me pidió que lo hiciera. Para ese entonces ya eran las 7 y me había llegado un mensaje de que mis entrevistadas ya estaban en el lugar de nuestra reunión.
Tres cosas importantes quiero sacar de esto:
1. No todo lo que se dice, está protegido por el derecho a la libertad de expresión. Quien piensa eso, es que no tiene la menor idea de lo que habla.
2. Los grupos de aleluyos están intentando ganar espacios ante la apatía de la gente, que los ve como poco amenazantes.
3. Las acciones individuales nunca van a romper esta dinámica, por muy bien intencionadas que sean. Si en lugar de ser yo, hubiéramos sido 5 personas, si nos hubiéramos organizado previamente, podríamos haber tenido un impacto mucho mayor.
Al final se callaron. Pero sólo fue por un día. Su voz se escuchará, igualmente, el resto. Y debe ser confrontada siempre.
https://www.facebook.com/sophie.tapia.37...4225091777
Ayer he pasado por una experiencia muy desagradable en el zócalo de la Ciudad de México, que creo que es necesario contar (es largo y un poco fragmentario pues, pero denle chance).
Verán, yo tenía una reunión con la gente del Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior a las 6:45 de la tarde en un cafecito, para llevar a cabo unas entrevistas sobre su lucha. Por ello, me fui a comer con un amigo que trabaja en el centro y quedarme por allá para aprovechar el día. Después de hacer las cosas que tenía planeadas, aproximadamente a las 6:15, llegué al zócalo, donde había dos incursiones de Pokemon Go (las incursiones, para quien no conoce el término, son batallas comunitarias contra un pokemon muy fuerte. Si el grupo le gana, entonces todos tienen oportunidad de atraparlo), por lo que teniendo tiempo, decidí hacerlas. Primero hice el de catedral (que no pude capturar) y después el del asta bandera de Zócalo.
Cuando nos encontrábamos jugando, un grupo de "aleluyos" (los religiosos esos que siempre están ahí) comenzaron a hablar en sus bocinas sobre sus creencias. Al principio todo normal: "yo era alcoholico, golpeaba a mi mujer y mis hijos, no podía encontrar un trabajo, pero encontré a Cristo y ahora soy una persona buena". Ya saben, el discurso de siempre: "arrepiéntanse de sus pecados, encuentren a Jesús" y esas cosas. Honestamente, nadie del grupo (éramos aproximadamente unos 40) les estaba haciendo caso, a pesar de que el que hablaba cada vez lo hacía más fuerte, a gritos para intentar llamar nuestra atención. Cuando todos nos estábamos separando para irnos, el tipo vio a dos chavos que se fueron juntos y parecían ser pareja o bien, dos amigos gay con mucha cercanía (nunca hubo una manifiesta acción que mostrara que en realidad eran gays, pero las formas de moverse y actuar entre ellos se relacionaban con el imaginario que se tiene sobre las parejas de jóvenes que son gays en mi país). Mientras los veía, el tipo empezó a hablar de "los asquerosos sodomitas, esos que renuncian a su verdadera naturaleza de hombre y se rinden al demonio". Los chavos simplemente se miraron entre ellos, un poco molestos y se retiraron más rápido. Yo empecé a caminar hacia el lugar de reunión (eran para ese momento 6:25) mientras el tipo subía y subía sus ataques, gratuitos y terribles contra los homosexuales, las mujeres aborteras, los sucios drogadictos y demás cosas.
Honestamente, yo entendí la reacción de los chavos. Estoy totalmente seguro que ellos soportan este tipo de cosas todos los días y que no pueden estar peleando las batallas que se les presentan siempre, sobre todo porque si lo hicieran no tendrían vida para nada más. A medida que se alejaban, el tipo aumentaba tanto el volumen de su bocina como el odio de sus palabras. De las críticas pasó a las comparaciones, de las comparaciones a los insultos abiertos. Así que fui por la policía.
Aquí, quizá debido a que extraño dar clases, voy a dar una pequeña lección de derecho. Verán, el artículo 24 constitucional protege la libertad de creencia y de culto, es decir tu puedes creer lo que te venga en gana y puedes llevar a cabo ceremonias basadas en tus creencias sin ningún tipo de problema. Al mismo tiempo, el artículo 6 constitucional protege la libertad de expresión, prohibiendo explícitamente la censura previa (es decir, nadie te puede obligar a NO DECIR algo).
Estos dos derechos, como todo derecho jurídicamente existente, tiene limitantes y características. La primera y más importante, es que no puedes dañar a terceros. En ese sentido, la Corte ha dicho, en consonancia con muchos tribunales internacionales, que ciertos ritos están prohibidos, y que ciertos discursos no se encuentran protegidos por la libertad de expresión. Esto no significa que te puedan obligar a no decir algo (eso sería censura previa) pero si que te pueden castigar por haberlo dicho (en términos sencillos, es como cuando tu mamá te decía "si rompes eso te voy a dar". No te da el chanclazo ANTES de que lo rompieras, sino que si lo rompiste, había tabla).
Con esto quiero decir algo muy claro: los discursos de odio y la discriminación son delitos/faltas administrativas en la ciudad de México y NO pueden protegerse bajo la libertad de creencia, culto o expresión. La policía concordó totalmente conmigo y me acompañó a confrontar a este tipo, que seguía hablando sobre el tema: ahora él decía que había sido sodomita por las drogas y que se arrepentía ahora de haber pecado.
Cuando el tipo vio que llegó la policía, comencé a ver que varias personas que estaban en el público caminaban lentamente hacia los grupos de personas en situación de calle alrededor de la plaza, como trayéndolas hacia donde estábamos. Éramos un grupo de 4 policias y yo, frente a quizá 6 aleluyos que de forma cada vez más violenta, decían que ellos no se iban a callar de decir la verdad y que estaban dispuestos al martirio por su dios. De verdad, esos eran los términos que usaban. Que los podíamos llevar al MP y que estaban dispuestos a ir.
Uno de ellos, de traje, se acercó a mi y comenzó a intentar amedrentarme diciendo que era abogado y lo que hacía era "odio religioso" y podía procesarme. El tipo sabía de derecho lo que yo sé de biología molecular obviamente y cuando se dio cuenta de que yo soy abogado y que me especializo en asuntos de derechos humanos, entonces cambió su discurso. Los cuatro policías y yo estabamos para ese entonces rodeados de quizá unos 15 tipos, rezando en voz baja, varias personas en situación de calle que no entendían muy bien lo que pasaba y tres tipos amenazantes que gritaban y me confrontaban directamente.
En todo este momento, uno de los policías "medió" el asunto. Aceptó cada uno de mis argumentos y les dijo que tenían que respetar los derechos de las personas y las leyes. Los aleluyos le dieron que no reconocían ninguna ley que no fuera su biblia y comenzaron a leerla cada vez más alto. Un grupo de mujeres, aleluyas también, llegó corriendo para confrontarme de frente, diciendo que yo era sodomita y que por eso me sentía aludido.
En algún momento, una de las personas en situación de calle comenzó a manotearse con el "abogado" de los aleluyos (que estaba cada vez más violento) y parecía que estaban a punto de golpearse. Uno de los policías que me acompañaban los separó diciendo, de forma coloquial, que se dejaran de hacer [palabra obscena] porque eran del mismo grupo y lo que querían era causar confusión para acusarme de algo a mí. El "abogado" y el señor se sonrieron como niños atrapados en la travesura y de inmediato dejaron lo que estaban haciendo.
Uno de los aleluyos me increpó no sólo sobre mis preferencias sexuales, sino sobre "mi alma". me dijo que seguramente estaba podrida y que me iría al infierno. Las mujeres gritaban y creaban caos. El que me hablaba, me dijo que era mejor estar bien con dios porque nunca se sabe lo que te puede pasar.
Poco a poco los policías fueron así también, aumentando. En algun momento, me di cuenta que estábamos ya totalmente rodeados. Éramos 30 aleluyos, unas 10 personas en situación de calle, los cuatro polis y yo, rodeados totalmente por unos 15 o 20 policías más. Uno de ellos me preguntó si quería proceder con la denuncia.
Entonces sentí lo que siente todo el mundo: mis compromisos adquiridos previamente, mis obligaciones, me impedían continuar con esto. Alrededor de la policía algunos paseantes se detenían a ver de que iba, aunque ninguno con mucho interés. Finalmente, les dije que yo estaba seguro de que ninguna multa, ningún castigo o sanción los cambiaría en su forma de pensar, por lo que mi objetivo no era llevarlos ante el MP. Mi objetivo, cumplido, por cierto, era que se callaran. Que dirigieran su odio y su rencor a la vida contra alguien que podía soportarlo bien y no a gente que estaba todo el tiempo sufriéndolo. Que mi objetivo era, al final, que esos chavos supieran que habría alguien junto a ellos cuando su discurso de odio (pero no te odiamos, te amamos, tu te odias porque eres sucio y lo sabes, decían) pase de las palabras a los hechos. Porque eso pasa. Porque eso va a pasar. Y que ellos supieran que todavía había gente que les haría frente. Que no los consideraba locos indefensos o fanáticos sin sentido.
La policía desalojó a la gente. Le dijo al predicador que no podía continuar con su "discurso" (que intentaron continuar otros, pero que se reunieron todos alrededor mío al ver que no reculaba por "el abogado" y el intimidador) y todo mundo se fue. El policía me dijo que si deseaba, todavía podíamos seguir y básciamente me pidió que lo hiciera. Para ese entonces ya eran las 7 y me había llegado un mensaje de que mis entrevistadas ya estaban en el lugar de nuestra reunión.
Tres cosas importantes quiero sacar de esto:
1. No todo lo que se dice, está protegido por el derecho a la libertad de expresión. Quien piensa eso, es que no tiene la menor idea de lo que habla.
2. Los grupos de aleluyos están intentando ganar espacios ante la apatía de la gente, que los ve como poco amenazantes.
3. Las acciones individuales nunca van a romper esta dinámica, por muy bien intencionadas que sean. Si en lugar de ser yo, hubiéramos sido 5 personas, si nos hubiéramos organizado previamente, podríamos haber tenido un impacto mucho mayor.
Al final se callaron. Pero sólo fue por un día. Su voz se escuchará, igualmente, el resto. Y debe ser confrontada siempre.
Si Lucifer fue capaz de incitar una rebelión en el cielo, eso significa celos, envidia y violencia en el cielo pese a prometerte un paraíso perfecto