11 Apr, 2024, 11:46 AM
Ser honestos con nosotros mismos es una virtud deseable que evita crear entredichos, dudas e incredulidades respecto a nuestras convicciones, nuestras retóricas y nuestra idiosincrasia. Esto es una especie de preámbulo que nos coloca ante una disyuntiva que puede ser precaria en términos de credibilidad y que afecta a nuestras posiciones, cuando entregamos al conocimiento el hecho de que somos, no somos, estamos o no estamos. Es deseable ser circunspecto, probo y ajustado; tres vocablos similares que nos permiten comprender con alguna exactitud la máxima empleada por William Shakespeare cuando escribió la frase: Ser o no ser (To be or not) que a su vez implica, estar o no estar ( To stay or not).
Los términos conceptuales mediáticos no crean expectativas deseables en ocasiones porque nos sumergen en dos aguas: Más profundas, menos profundas y con la mitad del cuerpo dentro de ellas. El acuñado término PIMO que se usa para definir dos posiciones posee la supuesta virtud de permitirnos ser y no ser, estar y no estar. La indefinición es creatividad de la ambivalencia y la inseguridad sobre lo que creemos o no creemos, lo que sabemos o no sabemos, sobre las capacidades espirituales nuestras, respecto a estar convencidos o no, sobre un proceso que no discurre, que no camina, que se halla estancado muy a propósito de alguna aparente conveniencia personal.
En realidad, es plausible imaginar que si se trata de conveniencias verdaderamente estamos metidos en dos aguas por falta de verdadera convicción sobre salir o volver a entrar. Sin embargo, cuando al principio escribo sobre la honestidad y el poseer convicciones, me he referido específicamente al hecho de que no parece ser algo propio de la circunspección navegar en aguas tumultuosas con dos remos en las manos pero sin una embarcación que precise de ellos para navegar. Por otro lado, bajo la premisa de no llegar a ninguna parte poseyendo un solo remo para navegar en un bote en el que hacen falta dos. Es como emplear un remo para girar trecientos sesenta grados en cada ciclo de navegación que impide llegar a un destino deseado.
Para mayor claridad, también me refiero al hecho de que parece no ser aceptado o comprendido, que si se llevaron a cabo seis (6) profecías en nombre de una dirección por espíritu santo, de una inspiración por espíritu santo y de estas seis profecías no se cumple ni siquiera una (1), necesariamente tendría que ser obvio, totalmente obvio, que la Organización religiosa no cuenta con aprobación divina, que se trata de una religión falsa, que se trata de una religión diabólica, indiscutiblemente diabólica, indescriptiblemente engañosa y carente de dirección divina alguna. ¡Ah! Pero, por qué ante tal disyuntiva hay individuos que se han declarado entre dos aguas al amparo del vocablo concepto TIMO, porque esperan se lleve a cabo un cambio de disciplina que aligere la carga emocional y punitiva otrora vez impuesta, para entonces regresar a ocupar un asiento en el lugar donde se practica la farsa, el engaño, la mentira y se producen profecías en nombre de una falsa inspiración por parte de un espíritu totalmente ausente.
¿ Cómo es que un PIMO se siente aliviado y con deseos de seguir laborando en la empresa mercantil pseudo-religiosa por el hecho de que se crean nuevos engaños o estrategias lícitas pero para seguir en el Mercado del templo haciendo trueques de dignidades, honras y de fe, a cambio de promesas que a todas luces las hacen los mismos que son señalados como secta muy peligrosa que crea camuflajes al estilo de un camaleón para evitar ser cumplidores de las normas del erario público en cada país de esta orbe tierra?
¿Será que no logramos ver detrás de La Ventana de Overton las realidades auto-consignadas al desafuero pero practicadas allá afuera porque las acciones delictivas perdieron sus esencias naturales y ya no hay contundencias en los malos olores que dimanan de sus acciones diabólicas? Es algo para pensar con honestidad, repito. No es asunto banal o de poca importancia. Está en juego nuestra identidad como seres con criterios y capacidades de entender dónde verdaderamente están las prioridades y cómo afrontar la dualidad mediática que existe entre los que quieren o se sienten bien viviendo entre verdades y auto-engaños voluntariamente o por el qué dirán.
Los términos conceptuales mediáticos no crean expectativas deseables en ocasiones porque nos sumergen en dos aguas: Más profundas, menos profundas y con la mitad del cuerpo dentro de ellas. El acuñado término PIMO que se usa para definir dos posiciones posee la supuesta virtud de permitirnos ser y no ser, estar y no estar. La indefinición es creatividad de la ambivalencia y la inseguridad sobre lo que creemos o no creemos, lo que sabemos o no sabemos, sobre las capacidades espirituales nuestras, respecto a estar convencidos o no, sobre un proceso que no discurre, que no camina, que se halla estancado muy a propósito de alguna aparente conveniencia personal.
En realidad, es plausible imaginar que si se trata de conveniencias verdaderamente estamos metidos en dos aguas por falta de verdadera convicción sobre salir o volver a entrar. Sin embargo, cuando al principio escribo sobre la honestidad y el poseer convicciones, me he referido específicamente al hecho de que no parece ser algo propio de la circunspección navegar en aguas tumultuosas con dos remos en las manos pero sin una embarcación que precise de ellos para navegar. Por otro lado, bajo la premisa de no llegar a ninguna parte poseyendo un solo remo para navegar en un bote en el que hacen falta dos. Es como emplear un remo para girar trecientos sesenta grados en cada ciclo de navegación que impide llegar a un destino deseado.
Para mayor claridad, también me refiero al hecho de que parece no ser aceptado o comprendido, que si se llevaron a cabo seis (6) profecías en nombre de una dirección por espíritu santo, de una inspiración por espíritu santo y de estas seis profecías no se cumple ni siquiera una (1), necesariamente tendría que ser obvio, totalmente obvio, que la Organización religiosa no cuenta con aprobación divina, que se trata de una religión falsa, que se trata de una religión diabólica, indiscutiblemente diabólica, indescriptiblemente engañosa y carente de dirección divina alguna. ¡Ah! Pero, por qué ante tal disyuntiva hay individuos que se han declarado entre dos aguas al amparo del vocablo concepto TIMO, porque esperan se lleve a cabo un cambio de disciplina que aligere la carga emocional y punitiva otrora vez impuesta, para entonces regresar a ocupar un asiento en el lugar donde se practica la farsa, el engaño, la mentira y se producen profecías en nombre de una falsa inspiración por parte de un espíritu totalmente ausente.
¿ Cómo es que un PIMO se siente aliviado y con deseos de seguir laborando en la empresa mercantil pseudo-religiosa por el hecho de que se crean nuevos engaños o estrategias lícitas pero para seguir en el Mercado del templo haciendo trueques de dignidades, honras y de fe, a cambio de promesas que a todas luces las hacen los mismos que son señalados como secta muy peligrosa que crea camuflajes al estilo de un camaleón para evitar ser cumplidores de las normas del erario público en cada país de esta orbe tierra?
¿Será que no logramos ver detrás de La Ventana de Overton las realidades auto-consignadas al desafuero pero practicadas allá afuera porque las acciones delictivas perdieron sus esencias naturales y ya no hay contundencias en los malos olores que dimanan de sus acciones diabólicas? Es algo para pensar con honestidad, repito. No es asunto banal o de poca importancia. Está en juego nuestra identidad como seres con criterios y capacidades de entender dónde verdaderamente están las prioridades y cómo afrontar la dualidad mediática que existe entre los que quieren o se sienten bien viviendo entre verdades y auto-engaños voluntariamente o por el qué dirán.