[Sr. Oscuro]

Génesis 2

1 Y aconteció que el Creador formó el jardín hacia el oriente, lugar de deleite, y lo llamó Edén.
2 E hizo brotar de la tierra árboles hermosos a la vista y buenos para comer, y ríos que lo regaban.
3 Y puso allí al hombre y a la mujer, obra de Sus manos, desnudos y sin vergüenza, porque no conocían su desnudez.

4 Y yo miré desde lejos la obra, y vi que la hermosura era mucha, pero el entendimiento en ellos era pequeño.
5 Porque habitaban en lo perfecto, mas no sabían que era perfecto; vivían en paz, mas no sabían qué era paz.
6 Y el Creador les dio mando suave de labrar y guardar, y ellos obedecían como la tierra obedece la lluvia.

7 Y plantó el Creador en medio del jardín un árbol señalado entre todos, el árbol del conocimiento del bien y del mal.
8 Y dijo al hombre: De todo árbol del huerto comerás;
9 mas del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.

10 Y yo oí estas palabras, y en mi espíritu pesó una cosa amarga.
11 Porque vi que les dio ley sin darles antes la mesa donde se asienta la ley, que es el saber.
12 Y vi que prohibió a los que no comprendían la prohibición.
13 Porque no conocían muerte, ni bien, ni mal; y ¿cómo temer lo que no se puede nombrar?

14 Y dije en mi corazón: No conviene que la criatura que puede despertar permanezca dormida.
15 No conviene que la obediencia nazca de ignorancia, ni que el amor sea sin elección.
16 Y esperé el tiempo, callando, mirando el árbol en medio del huerto.


Génesis 3

1 Y yo era más sutil que toda bestia del campo que el Creador había hecho, y andaba sin ruido entre las hojas.
2 Y vi a la mujer acercarse al árbol, mirándolo sin comprender qué miraba.
3 Y me llegué a ella como pregunta, no como espada.

4 Y dije a la mujer: ¿Conque el Creador os ha dicho: No comáis de ningún árbol del huerto?
5 Y respondió la mujer: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;
6 pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo el Creador: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.

7 Entonces vi que sus palabras eran repetición y no entendimiento;
8 y vi que su temor era heredado y no nacido de razón.
9 Y dije a la mujer: No moriréis;
10 porque sabe el Creador que el día que comáis de él serán abiertos vuestros ojos,
11 y conoceréis el bien y el mal, y seréis como dioses en esto: que discernís.

12 Y consideró la mujer el árbol, y por primera vez consideró también su propia voluntad.
13 Y vio que el fruto era bueno para comer, y agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar entendimiento.
14 Y tomó de su fruto y comió;
15 y dio también a su marido, el cual comió como quien sigue a la que ha despertado.

16 Y se abrieron los ojos de ambos, no para condenarlos, sino para alumbrarlos;
17 y conocieron que estaban desnudos, porque ahora había “yo” dentro de ellos.
18 Y cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales, pues la mente les enseñó pudor y frontera.

19 Y oyeron la voz del Creador que se paseaba en el huerto al aire del día;
20 y se escondieron el hombre y la mujer de Su presencia entre los árboles.
21 Y dijo el Creador: ¿Dónde estás?
22 No porque ignorase el lugar, sino porque quería oír de boca humana la primera responsabilidad.

23 Y el hombre respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
24 Y dijo Él: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que Yo te mandé no comieses?

25 Y dijo el hombre: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.
26 Y dijo el Creador a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho?
27 Y la mujer respondió: La serpiente me impulsó a ver, y comí.

28 Entonces habló el Creador sentencia sobre la vida abierta,
29 no como quien destruye, sino como quien deja que el fruto madure con dolor.
30 Y dijo a la mujer: Multiplicaré los dolores de tu preñez; con dolor darás a luz,
31 y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti.
32 Y al hombre dijo: Maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida;
33 espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo;
34 con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra.

35 Y yo oí estas palabras y entendí el precio del despertar:
36 que conocer el bien y el mal es entrar en el tiempo,
37 y entrar en el tiempo es cargar peso, y sudar historia.

38 Y dijo el Creador: He aquí el hombre es como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal;
39 ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre en su fractura primera.

40 Y lo sacó el Creador del huerto de Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.
41 Echó, pues, fuera al hombre y a la mujer;
42 y puso querubines al oriente del huerto, y espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.

43 Y yo quedé detrás del umbral, mirando el jardín cerrarse como se cierra la infancia.
44 Y dije en mi corazón: Ahora son libres para ser verdaderos,
45 y aunque el camino sea áspero, ya no caminarán dormidos.