26 May, 2019, 12:08 PM
CONSPIRACIONES RELIGIOSAS
Como atestigua el documental de la cadena británica Canal 4, ¿Quién escribió la Biblia?, presentado por el teólogo Robert Beckford el día de Navidad de 2004, son muy pocos los estudiosos de los textos sagrados que hoy creen que la Biblia incluyendo el Nuevo Testamento-- debe ser tomada de forma literal, o que los autores de sus libros se correspondan exactamente con los nombres que se les han atribuido. En general se acepta, por ejemplo, que el libro de Moisés tiene cuatro autores diferentes, todos ellos con estilos muy diferentes y objetivos distintos. Del mismo modo, los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan no sólo los relacionan con diferentes aspectos de la historia de Jesús, sino que también podrían elegir enfatizar su judaísmo (Mateo) o su divinidad (Juan).
Las teorías de la conspiración religiosa contienen entre ellas todos los ingredientes necesarios para una excelente historia: poder, política, fe, avaricia, dinero, control, pasión, secretos, misterio y algunos oscuros personajes que quieren ocultar información.
No debe extrañamos, por lo tanto, que El Código da Víncí, la obra de Dan Brown, fuese un notable éxito de ventas incluyendo, como lo hace, todos los elementos citados tramados en una historia que implica a la Orden del Priorato de Sión, la secta católica del Opus Dei, la Iglesia católica, la suposición de que el Santo Grial es el linaje de Jesús, y a una heroína que busca la verdad y que desciende del propio Jesús. Un misterio tras otro es revelado en una obra de ficción que se ocupa de la religión y de las teorías de la conspiración, basadas, según afirma audazmente Brown, en hechos.
Elementos comunes
Las conspiraciones citadas a continuación poseen otros elementos en común. La historia de Roberto Calvi, quien tenía tratos con el Banco del Vaticano y fue encontrado colgado del cuello debajo del puente Blackfriars en Londres, en 1982, y tal vez el escándalo del oro nazi y el Vaticano, son dos historias que ocuparon las primeras planas de los periódicos. Se trata de dos historias que ocurrieron realmente y que, además, con el transcurso del tiempo, se han vuelto más complejas y confusas. Aparte de éstas, existen aquí tres tipos de teoría, a menudo superpuestas y todas ellas relacionadas con el control. La primera es la teoría de que «fuerzas demasiado místicas y poderosas que escapan a nuestra comprensión lo tienen todo bajo control». La segunda es la teoría de que «una organización oscura y siniestra está manipulando el mundo». Finalmente tenemos la teoría revisionista:
«la historia que nos enseñaron es errónea y esto es lo que "ellos" tienen que ganar con eso».
A ojos de los escépticos, la primera de ellas -Cienciología, Nostradamus, el código de la Biblia- tiene como presas a los vulnerables. En su obra El ser y la nada, Jean Paul Sartre dice: «El hombre está condenado a ser libre; porque una vez arrojado al mundo, es responsable de todo lo que hace». Cuando el mundo es percibido como algo enorme, amenazador e inexplicable, algunos sienten la necesidad de recurrir a una fuerza igualmente enorme e inexplicable, o al menos a una fuerza que parezca que controla las cosas. De ahí entonces las enormes ventas de libros que contienen los escritos de Nostradamus después del 11-S. Aquellas personas que están de acuerdo con la Cienciología, las predicciones de Nostradamus o el código de la Biblia, se están entregando a otra fuerza más poderosa. Podría decirse que cualquiera que se adhiere a una religión está haciendo exacta mente lo mismo. Un freudiano diría que esa gente necesita un padre. La propia fe religiosa también puede volver vulnerables a los individuos, y de ahí también la cantidad de mentes lúcidas que suscribe el código de la Biblia.
La «organización oscura» en el contexto de las teorías de la conspiración religiosa es habitualmente la Iglesia católica. Las teorías de la conspiración vinculadas a la Iglesia católica incluyen a Avro Manhattan, el Opus Dei, los Caballeros de Malta, los Caballeros templarios, el Priorato de Sión, discutiblemente a Roberto Calvi, mientras que los jesuitas no quedan excluidos; ver la entrada referida al papa
«negro». Debe decirse que tienden a exhibir un aire posracionalista, en el sentido de que los teóricos de la conspiración han decidido que la Iglesia católica está metida en asuntos turbios y por eso ellos procuran conseguir apoyo para su punto de vista en todo lo que ven. Las
«pruebas» no son siempre infalibles. «Parece un individuo muy malo», dice el autor Eric Jon Phelps del Superior General de los Jesuitas, quien estaría controlando también al actual papa «blanco». A me nudo ocurre que el mismo grupo, cualquiera que sea, es el acusado, de modo que, depende a quién se le pregunte, los responsables de la segunda guerra mundial fueron los católicos o los jesuitas.
Cuando uno piensa en las teorías de la conspiración, sin embargo, piensa en la teoría revisionista, que a menudo presenta a esta organización oscura acechando entre bambalinas. Los temas de esta teoría incluyen desde aquellos que son debatidos acaloradamente por estudiosos serios de todo el mundo (los manuscritos del mar Muerto, el sudario de Turín, el oro nazi del Vaticano), hasta los vagamente verosímiles (los Caballeros templarios, el Priorato de Sión, Moisés era egipcio) y la absurda teoría sostenida por una única fuen te (Ron Wyatt, «el arqueólogo de Dios»; Erich von Daniken y su teoría de que una antigua tecnología fue aplicada con ayuda de fuerzas extraterrestres).
En el interior de la mente del teórico de la conspiración
¿Cuán fiable es el teórico de la conspiración medio, como fuente?
¿Existe siquiera algo a lo que podamos llamar el «teórico de la conspiración medio»? Por una serie de razones las respuestas son generalmente: «probablemente no mucho» y «no». Uno de los aspectos más interesantes de las conspiraciones en general es la vida interna de aquellos que las crean o las defienden. Cuando las teorías están relacionadas con algo que, por su propia naturaleza, es tan irracional y profundamente sentido como la religión, se vuelven aún más complejas, ya que la fe hace que los individuos crean de un modo más in cuestionable y vuelve más plausible que la gente afirme cosas más extraordinarias.
Cuando no existe ninguna prueba sólida que sustente una teoría, ya sea que uno crea o no en ella, no podemos evitar especular sobre si los individuos interesados son unos cínicos o actúan sinceramente.
¿Qué tipo de relación tienen con la verdad? A menudo también son escritores, de modo que hay un aspecto relacionado con la venta de libros. ¿Cuáles son los individuos plausibles y carismáticos que viven una fantasía, cuáles los pioneros solitarios y cuáles son los farsantes? Resulta difícil decir si Erich von Daniken realmente creía que las estatuas mayas representan astronautas, y más difícil aun cuando leemos los juegos de manos y los errores objetivos que hay en su libro y uno se entera de que fue condenado por fraude. Pero la afirmación de Ron Wyatt en su lecho de muerte sugiere que él creía real mente que era el arqueólogo de Dios. Martin Frankel, sin embargo, era sin duda un farsante.
¿Y qué hay de aquellas personas que se sienten atraídas por las teorías de la conspiración? ¿Existe acaso un tipo definido? ¿Deberían ser compadecidos y rechazados por su credulidad, o respetados por su espíritu pionero y su receptividad? Nuevamente, como sucede con las propias teorías de la conspiración, las respuestas son esquivas. Y donde no hay una prueba sólida resulta difícil llegar a la conclusión de que hay mentes superiores en juego. El test de personalidad de la Cienciología parece anticipar un grado de vulnerabilidad emocional, cuando no mental, en aquellas personas que lo que hacen excede al del individuo corriente. Pero algunos de los que creen que la Iglesia católica se encuentra detrás de una conspiración tendente a ocultar in formación descubierta en los manuscritos del mar Muerto son académicos que afirman que sólo exigen un mayor rigor intelectual.
En ocasiones, sin embargo, parece como si los partidarios de las teorías de la conspiración estuviesen comprometidos simplemente en una especie de juego que consiste en hacer que el mundo coincida con su forma de ver las cosas. A veces uno se pregunta si es casi una diversión, un medio entretenido de interpretar los hechos que va en sentido contrario a la verdad real y mundana de los mismos. Se trata de una conclusión realmente tentadora en la que los conspiradores intentan reunir todas las principales teorías en una sola.
La gran teoría unificadora
Las teorías de la conspiración relacionadas con la religión presentan otro aspecto desconcertante: la forma en que aquellos que las crean y las defienden a veces hacen que se enlacen entre ellas. No es extraño que muchas de las teorías atañan a la religión católica, ni que algunos elementos de las teorías sean similares, pero se vuelven más con fusas cuando cierta clase de teórico de la conspiración las une sin es fuerzo aparente en una especie de teoría de la meta conspiración. Por ejemplo: los Caballeros templarios -que estaban estrechamente aliados con los Caballeros de Malta y el Priorato de Sión buscaban información que sugería que Cristo no murió en la cruz o, al menos, que su linaje consiguió sobrevivir; Ron Wyatt encontró algunos lugares que contenían esta clase de información; los manuscritos del mar Muerto también contienen este tipo de documentos que sugieren que Jesús era un esenio; los esenios utilizaban telas como el sudario de Turín en sus entierros...;y así continúa la historia.
Bueno, posiblemente. Es como si existiese toda una historia secreta que sólo se refiere a sí misma, sin utilizar información de fuentes externas u ortodoxas. No hay duda de que se trata de un enfoque tan estrecho como recibir sin cuestionar en absoluto la versión que recibimos de la historia. Los estudiosos que han dedicado sus vidas a investigar períodos históricos son ignorados en favor de teóricos de la conspiración que presentan teorías que, en cierto sentido, resultan más atractivas: se habla mucho del linaje de Jesús, tesoros, protección por parte de antiguas órdenes místicas, María Magdalena. Pero estos teóricos de la conspiración ofrecen mucho menos en términos de pruebas sólidas que respalden su argumentación. Lo que sí existe es cierto tipo de mente que piensa que es posible meter todo aquello que es misterioso dentro de una caja y alejarla mentalmente. Tal vez estas mentes no sean tan subversivas como creen; tal vez su preocupación está relacionada con sentirse libres y «en la cima» del largo y ancho mundo. Las grandes teorías unificadas son sospechosas y contra intuitivas para muchos que han experimentado la vida normal en toda su caótica y azarosa gloria.
Pero antes de desechar las teorías de la conspiración y a aquellas personas que disfrutan de ellas, agitando la mano con un gesto escéptico, merece la pena tener en cuenta que esas teorías no existen en el vacío o solamente entre los dementes. Las teorías de la conspiración son a la vez una extensión de lo que los seres humanos hacen todos los días y una continuación de aquello que han hecho a lo largo de la historia. En cierta medida, incluso el más insigne de los escépticos reordena el mundo para que encaje en su sistema de creencias o forma de ver las cosas. Esta clase de reordenamiento es tan natural como difícil es localizarlo en uno mismo. Las personas que se adhieren a las teorías de la conspiración están comprometidas en todo lo que hacen los seres humanos, sólo que en mayor medida. Es posible que hayan perdido el rumbo; pueden estar locos; pueden ser incapaces de asumir la responsabilidad de sus propias vidas; pueden tener demasiado tiempo en sus manos; o, también, pueden incluso estar en lo cierto.
Las teorías de la conspiración constituyen asimismo una continuación de una tradición narrativa que están vieja como la propia civilización. En particular, están más próximas a la tradición oral a través de la cual el narrador se siente libre de colocar el énfasis en cualquier aspecto de la historia que él decida y, de este modo, la historia es moldeada nuevamente a lo largo de los siglos. Desde los tiempos anteriores a la antigua Grecia, con sus numerosos dioses exhibiendo diversos rasgos humanos y entregándose a conductas extravagantes pero estremecedoras, la gente se ha relatado historias que incorporan el bien y el mal. Fábulas de poderosas fuerzas malignas más allá del control de los seres humanos sirven para entretener a su audiencia y asegurarles que el universo se está revelando ante ellos.
Lecciones para el estudio de la historia
Aunque a uno le susciten escasa fiabilidad las fuentes de al menos algunas teorías de la conspiración, de ellas se pueden aprender lecciones importantes para el estudio de la historia. Es evidente que una adhesión demasiado servil a la unificación y simplificación de las teorías muestra una falta de rigor o capacidad intelectuales, pero también lo es una adhesión incondicional a las doctrinas tradicionales, ya sean cristianas, judías o jesuíticas. En cierto sentido, el esquema mental del teórico de la conspiración está cerrado, ya que a menudo no abrigará la enseñanza ortodoxa. Aun así, la investigación de las teorías de la conspiración muy pronto nos descubre la noción de no creer en todo aquello que leemos, ya sea que se trate de un autor estudiante universitario con su propio sitio web o de un eminente catedrático. Cualquier cosa que anime a la mente a hacer preguntas e investigar tiene que ser un ejercicio positivo.
Actualmente existe un notable interés por la forma en que se cuenta la historia. Las teorías de la conspiración religiosa nos recuerdan en cada recodo del camino que cualquier relato histórico no es más que una versión de los hechos. Alejado de cualquier agenda religiosa o real que un autor pudiera tener, los seres humanos cometen errores constantemente, tanto en los hechos como en sus juicios. En El Código da Vinci, Dan Brown se muestra proclive a declarar que la historia está escrita siempre por los ganadores, pero, por supuesto, la vida es realmente mucho más arbitraria que eso. Es verdad, ahora estamos descubriendo que la Edad Media no fue simplemente un vacío seguido del catolicismo, que los victorianos querían que el mundo creyera que todo se detiene cuando un imperio se derrumba; la naturaleza nos ha enseñado que cuando una especie se extingue, otra ocupa invariablemente su lugar. Y es verdad, los individuos y las organizaciones inventan o toman prestada su historia a fin de concederse credibilidad a sí mismos: es posible que los masones se encuentren entre ellos; sin duda, el sitio web de la historia norteamericana de los vaqueros del Oeste que omite mencionar a los inmigrantes españoles es una de ellas.
Como atestigua el documental de la cadena británica Canal 4, ¿Quién escribió la Biblia?, presentado por el teólogo Robert Beckford el día de Navidad de 2004, son muy pocos los estudiosos de los textos sagrados que hoy creen que la Biblia incluyendo el Nuevo Testamento-- debe ser tomada de forma literal, o que los autores de sus libros se correspondan exactamente con los nombres que se les han atribuido. En general se acepta, por ejemplo, que el libro de Moisés tiene cuatro autores diferentes, todos ellos con estilos muy diferentes y objetivos distintos. Del mismo modo, los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan no sólo los relacionan con diferentes aspectos de la historia de Jesús, sino que también podrían elegir enfatizar su judaísmo (Mateo) o su divinidad (Juan).
Las sección dedicada a las conspiraciones de la Iglesia católica ilustra muy bien cómo nacen, se escriben y reescriben la historia y las conspiraciones según las agendas de sus respectivos autores. Pero resulta evidente que la investigación no debería ser simplemente el dominio de los escépticos o de aquellas personas que buscan acabar con las religiones poderosas. El enfoque de Robert Beckford fue mucho más enérgico porque él buscaba conocer la verdad acerca de su propia fe, y constituye un ejemplo tanto para teóricos de la conspiración, como para cristianos y eruditos.
De modo que, ¿podría el detalle contenido en las teorías de la conspiración como que Jesús no murió en la cruz, el Priorato de Sión y los Caballeros templarios estar explicándonos una versión de la historia de Jesús nueva y más precisa? Es posible, por supuesto, pero qué conocimiento serio tiende a evitar y qué conspiradores incluir es una especie de intento malvado detrás de sus teorías que la convierte en algo más que simplemente otra versión de la historia. Es más fácil confiar en un comentarista cuya prioridad es la objetividad, en lugar de producir un cuento prodigioso o probar que «ellos» están ahi fuera y vienen por nosotros. La clase de gente que dedica su vida a la teología no llega a la conclusión de que los católicos, los judíos o los jesuitas se encuentran detrás de todos los acontecimientos importantes que se producen en el mundo.
Pero si el estudio de la historia se había vuelto demasiado polarizado, con libros de historia que incluyen la visión recibida y las teorías más extravagantes sólo son accesibles a través de internet o de la ficción popular, existen signos de cambio. Los documentales que ofrecen una visión alternativa de la historia ya no son tildados despectivamente de «revisionistas» por los historiadores o, si lo son, nadie presta atención.
Ya sea que se deba a los teóricos de la conspiración, a historiadores responsables o al paso del tiempo, es muy importante tener en cuenta que la historia se tergiversa. Estudiosos serios como Beckford
El sudario de Turín en la catedral de esa ciudad italiana ha sido venerado por muchos como la mortaja de Jesús.
nos muestran que, incluso en la Biblia, los autores son responsables a veces de desviar una narración. También se cometen errores. A lo largo de dos o tres mil años, se perdieron y fueron reescritos textos muy importantes. Las lenguas se extinguieron y todo lo que sobrevive son malas traducciones. Los vacíos en el conocimiento son rellenados y algunas conjeturas eruditas resultan ser erróneas, permitiendo que los estudiosos corrijan su propio trabajo y el de otros. Siempre debemos tomar precauciones contra la pereza intelectual. Debemos continuar mostrándonos en desacuerdo entre nosotros de un modo que los teóricos de la conspiración parecen detestar. Cuando observamos y buscamos entender el mundo debemos ser muy cuidadosos, ya que los hombres del saco pueden no ser los que piensan los teóricos de la conspiración.