me invade la fiaca, y en vez de darte lecciones de historia, patriologia y apologetica, te pego un texto de Piñero:
1 Cor 15,35-44a:
35 Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vuelven a la vida? 36 ¡Necio! Lo que tú siembras no revive si no muere. 37 Y lo que tú siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple grano, de trigo por ejemplo o de alguna otra planta. 38 Y Dios le da un cuerpo a su voluntad: a cada semilla un cuerpo peculiar. 39 No toda carne es igual, sino que una es la carne de los hombres, otra la de los animales, otra la de las aves, otra la de los peces. 40 Hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero uno es el resplandor de los cuerpos celestes y otro el de los cuerpos terrestres. 41 Uno es el resplandor del sol, otro el de la luna, otro el de las estrellas. Y una estrella difiere de otra en resplandor. 42 Así también en la resurrección de los muertos: se siembra corrupción, resucita incorrupción; 43 se siembra vileza, resucita gloria; se siembra debilidad, resucita fortaleza; 44a se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual.
Explicación:
El concepto de resurrección era relativamente reciente entre los judíos en la época en la que vivía Jesús; quizás no tuviera una existencia firme de más de doscientos años. Por ello es natural que se hubieran ido formando diversas nociones en torno cómo era esa resurrección del cuerpo y que no existiera una unidad de pensamiento. La mayoría pensaba que el cuerpo resucitado seguiría gozando de placeres corporales en el mundo del más allá…, lo que es posible que molestara bastante a algunos de los cristianos de Corinto, los “espirituales” o “fuertes”, que sostenían que la materia era indigna de estar en el cielo. Esa idea les llevaba a negar que existiera resurrección de los cuerpos. Tal negativa se expresa en las dos preguntas del v. 35:
a) ¿Cómo resucitan los muertos?
b) ¿Con qué cuerpo vuelven a la vida? Esta segunda pregunta hace más concreta la primera.
Pablo responde directamente: a) y b) = v v. 36-49/50-57: la existencia mortal del cuerpo “se transforma”; el cuerpo terreno se convierte en “espiritual”.
Dios moldea el cuerpo según las circunstancias. Cuando el salvado esté en el cielo, su cuerpo será muy diferente del que tenía en la tierra; pero seguirá siendo cuerpo, aunque mutado. Será un cuerpo glorioso. A pesar de esta transformación será el mismo cuerpo. Por tanto, se garantiza la unidad de la persona.
Señalan los comentaristas que el Apóstol utiliza aquí el género literario de la “diatriba”, es decir, la discusión con un adversario no presente en realidad pero como si estuviera delante. Por eso llama “¡Necio!” al presunto lector –no presente físicamente mientras escribe- que no esté de acuerdo con su argumentación.
El ejemplo que Pablo pone es fácil de entender y es popular: así como las obras de la naturaleza, bien consideradas nos llevan a pensar la existencia de Dios, del mismo modo el caso específico de las siembra y las mutaciones que sufre la semilla, bien observadas, nos sirven para descubrir el plan divino para la resurrección del cuerpo. La semilla sufre con su muerte aparente al ser sembrada una profunda mutación. El grano de trigo se convierte en hermosa espiga, que aparentemente nada tiene que ver con lo que se sembró. Así ocurre con el cuerpo humano: se siembra (= esta vida) un cuerpo corruptible; se recolecta (= en la otra vida) un cuerpo incorruptible.
Dios tiene poder –continúa argumentando Pablo- para hacer cuerpos diferentes, cada uno apropiado para la finalidad a la que está destinado. Así, Dios genera un cuerpo distinto para los humanos, para las aves, para los peces…, etc. Todos son cuerpos, pero su sustancia es muy diferente y diversa. Del mismo modo ocurre con los astros: según Pablo el diferente resplandor de la luna y el sol arguye que Dios les ha concedido a cada un “cuerpo” diferente…, pero a pesar de la diversidad están catalogados bajo el epígrafe de “cuerpo”.
Algunos intérpretes piensan que estas ideas (v v. 39-41) -que explican detenidamente las naturalezas diferentes de la “carne” (todas son “materia”, pero cada una es peculiar)- son quizá una glosa de un escriba posterior, ya que hacen pesado el argumento e interrumpen la unión de las ideas de los v v. 38-41. Es posible; pero también lo es que la glosa provenga de Pablo en un repaso o segunda lectura de lo ya escrito.
Lo mismo ocurre con el cuerpo del creyente que muere y luego resucita: seguirá teniendo cuerpo, pero adaptado, modificado, transmutado por Dios -sin dejar de ser cuerpo- a las nuevas circunstancias de la vida en otro medio, el celeste.
1 Cor 15, 44a-49:
44bPues si hay un cuerpo natural, hay también un cuerpo espiritual. 45 En efecto, así es como dice la Escritura: Fue hecho el primer hombre, Adán, alma viviente; el último Adán, espíritu que da vida. 46 Mas no es lo espiritual lo que primero aparece, sino lo natural; luego, lo espiritual. 47 El primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo, viene del cielo. 48 Como el hombre terreno, así son los hombres terrenos; como el celeste, así serán los celestes. 49 Y del mismo modo que hemos llevado la imagen del hombre terreno, llevaremos también la imagen del celeste.
Explicación:
Para explicar más precisamente cómo será ese nuevo cuerpo Pablo recurre a aplicar lo dicho anteriormente sobre el primer y segundo Adán (véase nota 3-10-38, comentario a 1 Cor 15,5-28). Establece así Pablo cuatro rasgos antitéticos –que son repetitivos: son variaciones sobre el mismo tema-, que aclaran la naturaleza de los dos cuerpos diferentes.
1. Así el cuerpo antes de resucitar es psíquico (psique = alma en griego): tiene sólo “hálito vital” y se mueve por el alma. Podría entenderse también como la existencia terrena carnal.
El cuerpo después de espíritu de resucitar posee también de algún modo “espíritu” (= mente; intelecto; aquello que nos hace semejante a Dios y que en la vida mortal se halla sólo en la mente, que es independiente del cuerpo). Este cuerpo espiritual puede entenderse, pues, como la existencia inmortal del ser humano, que es eminentemente espiritual y en la que la materia corpórea no desempeña papel alguno.
2. Así el cuerpo antes de resucitar es igual al cuerpo del primer Adán. Tras la resurrección el cuerpo humano será igual al cuerpo del Segundo Adán, Cristo.
3. El primero es natural; el segundo viene directamente del cielo; es una nueva creación de Dios: es supranatural;
4. El primero es formado del polvo de la tierra terreno, corruptible; el segundo es celestial e incorruptible, transido por el espíritu.
Como se ve y dijimos, son variaciones sobre la misma idea. Lo importante para Pablo es indicar que el primer cuerpo que tiene aquí abajo el fiel seguidor de Cristo sigue las normas de la “carne”, el segundo, el que tendrá en el futuro, seguirá las normas del espíritu, porque de algún modo pertenece a ese ámbito. El modelo del cuerpo espiritual humano que va a resucitar es el cuerpo de Cristo ya resucitado.
Todo este lenguaje no es probablemente un invento de Pablo, sino terminología usual del judaísmo helenista. La base de este pensamiento paulino es la creencia de que el ser humano en la tierra está compuesto de tres partes: cuerpo – alma o hálito vital –nous o mente, que e3s la sede de la inteligencia o espíritu
Y lo que debe consolar a los cristianos que esperan la otra vida es que llegará pronto el momento de participar de la vida de Jesús resucitado. Ahora se participa de esa gloria de una manera imperfecta, como la luz se refleja en un espejo. En le futuro de gozará de la luz directamente. Un pasaje de 2 Corintios lo expresa bellamente:
“Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos: así es como actúa el Señor, que es Espíritu” (2 Cor 3,18).
Seguiremos en la próxima nota.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com