18 Aug, 2020, 04:17 AM
Este artículo está dedicado a describir cómo reaccionó la sociedad libanesa ante la tragedia de la explosión en el puerto de la ciudad de Beirut, y demostrar porque esta vez la secta SWT no tiene derecho a jactarse por haber ayudado a sus damnificados.
Primero, permítanme describirles el impacto de esta explosión del 04 de agosto de 2020. Somos un pueblo con el ego muy alto, quien conoce los libaneses sabe de qué estoy hablando, nos reímos a carcajadas cuando escuchamos que un gringo o europeo necesita atención psicológica por escuchar unos balazos. Durante la guerra civil (1975-1990) nos convertimos en expertos militares, bastaba que escuchamos el estallido de las bombas para saber si están saliendo o cayendo, sin son morteros o Howitzer, si los balazos son al aire o parte de una batalla, si son Ak45 o M16, bastaba escuchar el ruido de los aviones militares para saber si son Fantom (gringos-israelitas) y esconder o Mig o Sukhoi (rusos- sirios) y sentir protegidos. Dentro de este marco de “experiencia” militar escuchamos la gigantesca explosión del 4 de agosto de 2020, a las 06:00 de la tarde, que marcó nuestras vidas para siempre, y ya sabemos para qué sirve el tratamiento psicológico.
Enseguida después de la explosión se dirigieron a la zona motociclos de unos barrios populares cercanos a la zona de tragedia, y empezaron los motorizados a llevar quien pueden a los hospitales, hasta que llegaron los grupos de la cruz roja, defensa civil nacional y defensa civil de las alcaldías y federaciones de municipalidades vecinas.
Un problema muy urgente se presentó en aquel mismo momento: 300 miles de personas quedaron sin hogares, entonces las personas empezaron a abrir sus casas para recibir los que quedaron sin hogares, condicionaron rápidamente hoteles, conventos (católicos por cierto), apartamentos no habitados y otros, el resultado que aquella noche nadie, nadie durmió en la calle; al día siguiente continuaron esta labor buscando más estabilidad a los que perdieron sus hogares y empezaron a declarar en todo el país su voluntad para recibir cualquier familia sin hogar, hasta el mensajero de mi oficina lo llamaron personas de mi pueblo ofreciéndole hogar a él y su familia, y a quien él conoce que necesita.
A mí personalmente no sufrí mayores daños, sin embargo de mi pueblo me llamaron diciéndome que tomaron una iniciativa: las personas pudientes en sentido económico, junto con los emigrantes, recogieron dinero y se pusieron a la orden para colocar cualquier cantidad de vidrio partido, así que reparar el vidrio en mi oficina no me costó nada, no los demás del pueblo que viven en Beirut.
Desde el día siguiente de la explosión miles de jóvenes de todo el país se dirigían a la zona de la explosión a limpiar los hogares y negocios, claro bajo la supervisión de arquitectos y personas especializadas, incluyendo mis hijos quienes siguen yendo hasta el día de hoy a trabajar como voluntarios en la reparación. Mi estimado Stargate me preguntó que ha hecho la secta al respecto, pues parece nada porque mis hijos están ayudando con sus universidades y el club cultural de mi pueblo (ellos son TJ, 2 inactivos y 1 activo), quien tiene armada en la ciudad de Beirut una cocina de campo que reparte diariamente 1200 almuerzos calientes a los necesitados, y cada día viajan muchachos y muchachas de todo el país hacia Beirut para ayudar como voluntarios en las reparaciones, OJO, desde el segundo día de la explosión, y lo que hicieron mi gente es un ejemplo del ambiente del país entero.
No sé si algún día la Atalaya va contar lo que hizo en Beirut para remediar las secuelas de la explosión, pero lo más cierto es que no tendrán derecho a jactarse de que ellos llegaron primero o repartieron literatura mientras que la gente necesitaban hogares y alimentos.
Salu2
Bassam E. Abboud
Primero, permítanme describirles el impacto de esta explosión del 04 de agosto de 2020. Somos un pueblo con el ego muy alto, quien conoce los libaneses sabe de qué estoy hablando, nos reímos a carcajadas cuando escuchamos que un gringo o europeo necesita atención psicológica por escuchar unos balazos. Durante la guerra civil (1975-1990) nos convertimos en expertos militares, bastaba que escuchamos el estallido de las bombas para saber si están saliendo o cayendo, sin son morteros o Howitzer, si los balazos son al aire o parte de una batalla, si son Ak45 o M16, bastaba escuchar el ruido de los aviones militares para saber si son Fantom (gringos-israelitas) y esconder o Mig o Sukhoi (rusos- sirios) y sentir protegidos. Dentro de este marco de “experiencia” militar escuchamos la gigantesca explosión del 4 de agosto de 2020, a las 06:00 de la tarde, que marcó nuestras vidas para siempre, y ya sabemos para qué sirve el tratamiento psicológico.
Enseguida después de la explosión se dirigieron a la zona motociclos de unos barrios populares cercanos a la zona de tragedia, y empezaron los motorizados a llevar quien pueden a los hospitales, hasta que llegaron los grupos de la cruz roja, defensa civil nacional y defensa civil de las alcaldías y federaciones de municipalidades vecinas.
Un problema muy urgente se presentó en aquel mismo momento: 300 miles de personas quedaron sin hogares, entonces las personas empezaron a abrir sus casas para recibir los que quedaron sin hogares, condicionaron rápidamente hoteles, conventos (católicos por cierto), apartamentos no habitados y otros, el resultado que aquella noche nadie, nadie durmió en la calle; al día siguiente continuaron esta labor buscando más estabilidad a los que perdieron sus hogares y empezaron a declarar en todo el país su voluntad para recibir cualquier familia sin hogar, hasta el mensajero de mi oficina lo llamaron personas de mi pueblo ofreciéndole hogar a él y su familia, y a quien él conoce que necesita.
A mí personalmente no sufrí mayores daños, sin embargo de mi pueblo me llamaron diciéndome que tomaron una iniciativa: las personas pudientes en sentido económico, junto con los emigrantes, recogieron dinero y se pusieron a la orden para colocar cualquier cantidad de vidrio partido, así que reparar el vidrio en mi oficina no me costó nada, no los demás del pueblo que viven en Beirut.
Desde el día siguiente de la explosión miles de jóvenes de todo el país se dirigían a la zona de la explosión a limpiar los hogares y negocios, claro bajo la supervisión de arquitectos y personas especializadas, incluyendo mis hijos quienes siguen yendo hasta el día de hoy a trabajar como voluntarios en la reparación. Mi estimado Stargate me preguntó que ha hecho la secta al respecto, pues parece nada porque mis hijos están ayudando con sus universidades y el club cultural de mi pueblo (ellos son TJ, 2 inactivos y 1 activo), quien tiene armada en la ciudad de Beirut una cocina de campo que reparte diariamente 1200 almuerzos calientes a los necesitados, y cada día viajan muchachos y muchachas de todo el país hacia Beirut para ayudar como voluntarios en las reparaciones, OJO, desde el segundo día de la explosión, y lo que hicieron mi gente es un ejemplo del ambiente del país entero.
No sé si algún día la Atalaya va contar lo que hizo en Beirut para remediar las secuelas de la explosión, pero lo más cierto es que no tendrán derecho a jactarse de que ellos llegaron primero o repartieron literatura mientras que la gente necesitaban hogares y alimentos.
Salu2
Bassam E. Abboud