17 Jan, 2019, 04:11 PM
No busquemos fantasmas donde no los hay.
Me llamó la atención este post y pensé: "Vaya, ahora tocará decir en voz alta y bien audible un amén que revele si estamos de acuerdo con las tonterias que se dicen en las oraciones especialmente sobre la organización y el esclavo; será una forma de identificar a los disidentes ocultos"
Pero no. Preferí leer el artículo donde se repetía lo ya sabido notando además que no se trataba de uno de estudio semanal que aunque no lo parezca establece una clara diferencia de adoctrinamiento. Leo:
"Y si después de escuchar una oración pública nos sentimos impulsados a decir “amén”, sea en voz alta o en silencio, mostramos que estamos de acuerdo con los sentimientos expresados"
Pues nada nuevo.
Pero sigo leyendo y me entra la risa floja cuando llego al recuadro final:
"Decir “amén” no es algo que debamos tomar a la ligera. Ahora bien, ¿qué ocurre si alguien dice algo equivocado en una oración? ¿Debemos evitar decir “amén”? No necesariamente. A fin de cuentas, Jehová sabe que todos cometemos errores al hablar y los pasa por alto. Por eso, no seamos demasiado críticos con las palabras que dijo la persona. Si en vez de eso nos centramos en las ideas que quiso transmitir, quizás nos parezca que podemos decir “amén” al final de la oración."
Vaya con la ambigüedad del artículo, qué es orar por algo equivocado, eso da mucho juego.
Pero lo hilarante viene a continuación:
"Por otro lado, no diremos “amén” —ni en voz alta ni en nuestro interior— cuando alguien que no es Testigo haga una oración delante de nosotros. Por ejemplo, puede que asistamos a un acto no religioso y se le pida a alguien que haga una oración. O tal vez en nuestra familia no todos sean Testigos y el cabeza, que no cree en Jehová, decida orar en nombre de todos. ¿Cómo actuaremos en casos como estos?
Podemos quedarnos callados y mantener una actitud respetuosa. Decir “amén” o tomar de las manos a los demás durante la oración sería una forma de unirnos a ella, así que no lo haremos. Podríamos optar por hacer nuestra propia oración en silencio, pero no diríamos “amén” en voz alta para no dar la impresión de que estamos participando en la oración de los demás."
Vaya exclusivistas que somos los testigos. Ahora resulta que el único telefonillo que vale para comunicarnos con Dios es el nuestro. Que sus oraciones de nada valen, que no nos escuchen decir Amén no se vayan a pensar que nos rebajamos ante unos creyentes de tercera división.
DEMENCIAL
Me llamó la atención este post y pensé: "Vaya, ahora tocará decir en voz alta y bien audible un amén que revele si estamos de acuerdo con las tonterias que se dicen en las oraciones especialmente sobre la organización y el esclavo; será una forma de identificar a los disidentes ocultos"
Pero no. Preferí leer el artículo donde se repetía lo ya sabido notando además que no se trataba de uno de estudio semanal que aunque no lo parezca establece una clara diferencia de adoctrinamiento. Leo:
"Y si después de escuchar una oración pública nos sentimos impulsados a decir “amén”, sea en voz alta o en silencio, mostramos que estamos de acuerdo con los sentimientos expresados"
Pues nada nuevo.
Pero sigo leyendo y me entra la risa floja cuando llego al recuadro final:
"Decir “amén” no es algo que debamos tomar a la ligera. Ahora bien, ¿qué ocurre si alguien dice algo equivocado en una oración? ¿Debemos evitar decir “amén”? No necesariamente. A fin de cuentas, Jehová sabe que todos cometemos errores al hablar y los pasa por alto. Por eso, no seamos demasiado críticos con las palabras que dijo la persona. Si en vez de eso nos centramos en las ideas que quiso transmitir, quizás nos parezca que podemos decir “amén” al final de la oración."
Vaya con la ambigüedad del artículo, qué es orar por algo equivocado, eso da mucho juego.
Pero lo hilarante viene a continuación:
"Por otro lado, no diremos “amén” —ni en voz alta ni en nuestro interior— cuando alguien que no es Testigo haga una oración delante de nosotros. Por ejemplo, puede que asistamos a un acto no religioso y se le pida a alguien que haga una oración. O tal vez en nuestra familia no todos sean Testigos y el cabeza, que no cree en Jehová, decida orar en nombre de todos. ¿Cómo actuaremos en casos como estos?
Podemos quedarnos callados y mantener una actitud respetuosa. Decir “amén” o tomar de las manos a los demás durante la oración sería una forma de unirnos a ella, así que no lo haremos. Podríamos optar por hacer nuestra propia oración en silencio, pero no diríamos “amén” en voz alta para no dar la impresión de que estamos participando en la oración de los demás."
Vaya exclusivistas que somos los testigos. Ahora resulta que el único telefonillo que vale para comunicarnos con Dios es el nuestro. Que sus oraciones de nada valen, que no nos escuchen decir Amén no se vayan a pensar que nos rebajamos ante unos creyentes de tercera división.
DEMENCIAL