29 May, 2019, 06:46 PM
Pseudociencia y pseudohistoria
Los ovnis y las abducciones extraterrestres: una cosa rara en la que cree gente muy lista
Leer este libro
Quienes creen en los ovnis, las abducciones extraterrestres, la percepción extrasensorial y los fenómenos parapsicológicos incurren en un error cognitivo de tipo 1: creen en algo que es falso. Los creacionistas y los negacionistas incurren en un error cognitivo de tipo 2: rechazan algo que es verdadero. No es que esas personas sean ignorantes o estén desinformadas, son inteligentes, pero manejan informaciones erróneas. Su pensamiento falla. Los errores de tipo 1 y de tipo 2 están escamoteando los aciertos de tipo 1 y de tipo 2. Por fortuna, hay pruebas de sobra de que el motor de creencias es maleable. El pensamiento crítico se puede enseñar. A tener una actitud escéptica se puede aprender. Los errores de tipo 1 y de tipo 2 son tratables.
detractores y los medios de comunicación llevan años haciéndonos a los escépticos la siguiente pregunta: «¿Qué hay de malo en creer en los ovnis, la percepción extrasensorial, la astrología y las pseudociencias en general? ¿Por qué os empeñáis los escépticos en privarnos de diversión?». La brutal respuesta llegó en forma de ejemplo cuando, el 27 de marzo de 1997, la secta de culto a los extraterrestres Puerta del Cielo protagonizó un suicidio en masa que llenó las primeras páginas de todos los periódicos que llegan a la Skeptics Society.
Este libró trata de personas que comparten creencias y esperanzas similares pero las persiguen por otros métodos; trata de la distinción entre ciencia y pseudociencia, entre historia y pseudohistoria, y de lo que ello supone. Aunque todos los capítulos se pueden leer de forma independiente, en conjunto demuestran el atractivo del mundo de los videntes y de las percepciones extrasensoriales, de los ovnis y de las abducciones extraterrestres, de los fantasmas y de las casas encantadas. Pero, además, se ocupa de temas polémicos que no necesariamente se encuentran en los márgenes de la sociedad y que pueden tener consecuencias muy perniciosas para la sociedad: una ciencia creacionista y una interpretación literal de la Biblia, la negación del Holocausto y de la libertad de expresión, la relación de raza y cociente intelectual, el extremismo político y la derecha radical, las cazas de brujas modernas impulsadas por el pánico moral y la histeria de masas, como en el caso del movimiento de recuperación de recuerdos de abusos sexuales en la infancia, de los ritos satánicos y de los intermediarios en la comunicación con los autistas. En estos casos, la distinción entre credulidad y pensamiento crítico es de suma relevancia.
Los seres humanos desarrollaron la capacidad para buscar y encontrar relaciones entre cosas y acontecimientos en el entorno (hay que evitar a las serpientes que suenan como un cascabel) y los que establecieron las mejores relaciones fueron los que dejaron más descendencia. Y nosotros somos esa descendencia. El problema es que el pensamiento causal no es infalible. Establecemos relaciones allí donde las hay y allí donde no. Las relaciones de este último tipo pueden dividirse en dos: las falsas negativas acaban con tu vida (las serpientes de cascabel son buenas); las falsas positivas sólo suponen una pérdida de tiempo y de energía (la danza de la lluvia pondrá fin a la sequía). Hemos heredado un gran legado de relaciones falsas positivas: las alucinaciones hipnopómpicas se convierten en fantasmas o alienígenas; ruidos de golpes en una casa vacía son indicios de que hay duendes y espíritus; las sombras y las luces de un árbol se convierten en la virgen María; las sombras azarosas que cubren las montañas de Marte son un rostro tallado por extraterrestres.
Quienes creen en las abducciones extraterrestres nos han dicho que no hay forma de comprobar lo que dicen porque la experiencia es, en cierto sentido, un hecho histórico y los demás no estábamos en el lugar donde ocurrió. Asimismo, la propia experiencia de la abducción es un recuerdo reconstruido por medio de la «hipnosis regresiva», lo cual hace que la validación externa sea todavía más difícil.
En mi opinión, el fenómeno de las abducciones extraterrestres es producto de un estado alterado de conciencia extraordinario que se interpreta a la luz de un contexto cultural conformado por películas, programas de televisión y literatura de ciencia ficción dedicada a alienígenas y ovnis. A esto se suma el hecho de que en las últimas cuatro décadas el hombre ha explorado el sistema solar y buscado indicios de inteligencia extraterrestre, con lo cual no es de extrañar que la gente vea ovnis y tenga encuentros con extraterrestres. Apoyado por los medios de comunicación que jalean este tipo de historias, el fenómeno de la abducción extraterrestre ha experimentado un enorme crecimiento. Muchas personas que han tenido esas experiencias mentales tan extraordinarias ven y leen sobre otras que han interpretado lo mismo que les ha ocurrido a ellos como abducciones extraterrestres. A finales de 1975, el fenómeno cobró un gran impulso después de que millones de personas vieran
The UFO Incident, la película de la NBC sobre los sueños de abducción de Betty y Barney Hill. El alienígena estereotípico de gran cabeza calva y grandes ojos alargados del que tantos abducidos han dado noticia desde 1975 fue creado por los artistas de la NBC para aquel programa. El intercambio de información aumentó en progresión geométrica a medida que los noticiarios iban informando de nuevas abducciones de alienígenas y de éstas se hablaba también en libros, periódicos, tabloides y publicaciones especializadas dedicadas en exclusiva a los ovnis y las abducciones
Quienes andan sobre ascuas, los videntes, los especialistas en ovnis, las personas que han sido abducidas por extraterrestres, quienes creen en la criogenia, quienes creen en la inmortalidad, los creacionistas, los negacionistas, los afrocentristas tajantes, los teóricos de la raza y los cosmólogos que creen que la ciencia demuestra la existencia de Dios… a lo largo de este libro hemos conocido a mucha gente que cree en cosas raras. Y tras dos décadas estudiando a esa gente y sus creencias, puedo asegurar al lector que no hemos hecho más que rascar un poco. ¿Qué podemos hacer con cosas como las siguientes?
De acuerdo entonces: los fantasmas son una patraña, y también la mayoría de las afirmaciones que figuran bajo el epígrafe «pseudociencia», con el cual me refiero a afirmaciones que por su apariencia se asemejan a las científicas aunque carezcan de pruebas plausibles que las respalden. La búsqueda de vida extraterrestre no es pseudociencia porque la existencia de vida fuera de la Tierra es plausible, aunque no haya pruebas de ello (el SETI, Search for Extraterrestrial Intelligence, busca señales de radio extraterrestres). La afirmación de que hay abducciones extraterrestres, en cambio, es pseudociencia, porque no sólo faltan pruebas físicas, sino que es muy improbable que los alienígenas se estén llevando a miles de personas en naves espaciales que sobrevuelan la Tierra sin que nadie las haya detectado ni haya informado con pruebas de los desaparecidos.
Científicos, astrónomos, biólogos y autores de ciencia-ficción han estudiado la cuestión exhaustivamente. Algunos, como el astrónomo Carl Sagan (1973, 1980), creen que hay muchas probabilidades de que el universo esté lleno de vida. Teniendo en cuenta que nuestra galaxia cuenta con billones de estrellas y que hay billones de galaxias, ¿cuántas probabilidades hay de que la nuestra sea la única en la que ha evolucionado la vida inteligente? Otros, como el cosmólogo Frank Tipler (1981), están convencidos de que los extraterrestres no existen porque si existieran ya habrían venido a la Tierra. Puesto que el ritmo de la evolución humana no tiene nada de especial, es bastante probable que, si en otros lugares del universo han evolucionado otros seres inteligentes, al menos la mitad de ellos estén por delante de nosotros en lo que a su evolución biológica respecta, lo cual los situaría por delante, muy por delante de nosotros desde un punto de vista científico y tecnológico; lo lógico, pues, es pensar que, si existieran, ya habrían encontrado la Tierra.
Los ovnis y las abducciones extraterrestres cumplen con mis requisitos de cosa rara porque la afirmación de que esos avistamientos y experiencias suponen encuentros con seres inteligentes extraterrestres (1) la aceptan la mayoría de las personas que se dedican a la astronomía, la exobiología y la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (a pesar del deseo casi universal de quienes la practican de encontrar cualquier forma de vida en algún lugar distinto de la Tierra), (2) es extraordinariamente improbable (aunque no lógicamente imposible) y (3) se basa sobre todo en testimonios anecdóticos y no corroborados. ¿Creen las personas listas en los ovnis y en las abducciones extraterrestres? Aunque la comunidad de creyentes solía estar compuesta en su mayoría por chiflados de los márgenes de la sociedad, éstos han conseguido migrar con éxito a la cultura dominante. En las décadas de 1950 y 1960, quienes contaban historias de encuentros con alienígenas recibían, en el mejor de los casos, risitas detrás de las puertas (y, a veces, carcajadas cuando las puertas se abrían de par en par), y, en el peor, el consejo de ir al psiquiatra para someterse a un examen mental. Y, entre los científicos, siempre eran motivo de mofa. Pero en las décadas de 1970 y 1980, las credenciales de los creyentes experimentaron un cambio gradual hasta que, en la de 1990, recibieron el espaldarazo del mundo académico, lo cual ha contribuido a que el grueso de la sociedad haya incorporado estas creencias.
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Quienes creen en los ovnis, las abducciones extraterrestres, la percepción extrasensorial y los fenómenos parapsicológicos incurren en un error cognitivo de tipo 1: creen en algo que es falso. Los creacionistas y los negacionistas incurren en un error cognitivo de tipo 2: rechazan algo que es verdadero. No es que esas personas sean ignorantes o estén desinformadas, son inteligentes, pero manejan informaciones erróneas. Su pensamiento falla. Los errores de tipo 1 y de tipo 2 están escamoteando los aciertos de tipo 1 y de tipo 2. Por fortuna, hay pruebas de sobra de que el motor de creencias es maleable. El pensamiento crítico se puede enseñar. A tener una actitud escéptica se puede aprender. Los errores de tipo 1 y de tipo 2 son tratables.
detractores y los medios de comunicación llevan años haciéndonos a los escépticos la siguiente pregunta: «¿Qué hay de malo en creer en los ovnis, la percepción extrasensorial, la astrología y las pseudociencias en general? ¿Por qué os empeñáis los escépticos en privarnos de diversión?». La brutal respuesta llegó en forma de ejemplo cuando, el 27 de marzo de 1997, la secta de culto a los extraterrestres Puerta del Cielo protagonizó un suicidio en masa que llenó las primeras páginas de todos los periódicos que llegan a la Skeptics Society.
Este libró trata de personas que comparten creencias y esperanzas similares pero las persiguen por otros métodos; trata de la distinción entre ciencia y pseudociencia, entre historia y pseudohistoria, y de lo que ello supone. Aunque todos los capítulos se pueden leer de forma independiente, en conjunto demuestran el atractivo del mundo de los videntes y de las percepciones extrasensoriales, de los ovnis y de las abducciones extraterrestres, de los fantasmas y de las casas encantadas. Pero, además, se ocupa de temas polémicos que no necesariamente se encuentran en los márgenes de la sociedad y que pueden tener consecuencias muy perniciosas para la sociedad: una ciencia creacionista y una interpretación literal de la Biblia, la negación del Holocausto y de la libertad de expresión, la relación de raza y cociente intelectual, el extremismo político y la derecha radical, las cazas de brujas modernas impulsadas por el pánico moral y la histeria de masas, como en el caso del movimiento de recuperación de recuerdos de abusos sexuales en la infancia, de los ritos satánicos y de los intermediarios en la comunicación con los autistas. En estos casos, la distinción entre credulidad y pensamiento crítico es de suma relevancia.
Los seres humanos desarrollaron la capacidad para buscar y encontrar relaciones entre cosas y acontecimientos en el entorno (hay que evitar a las serpientes que suenan como un cascabel) y los que establecieron las mejores relaciones fueron los que dejaron más descendencia. Y nosotros somos esa descendencia. El problema es que el pensamiento causal no es infalible. Establecemos relaciones allí donde las hay y allí donde no. Las relaciones de este último tipo pueden dividirse en dos: las falsas negativas acaban con tu vida (las serpientes de cascabel son buenas); las falsas positivas sólo suponen una pérdida de tiempo y de energía (la danza de la lluvia pondrá fin a la sequía). Hemos heredado un gran legado de relaciones falsas positivas: las alucinaciones hipnopómpicas se convierten en fantasmas o alienígenas; ruidos de golpes en una casa vacía son indicios de que hay duendes y espíritus; las sombras y las luces de un árbol se convierten en la virgen María; las sombras azarosas que cubren las montañas de Marte son un rostro tallado por extraterrestres.
Quienes creen en las abducciones extraterrestres nos han dicho que no hay forma de comprobar lo que dicen porque la experiencia es, en cierto sentido, un hecho histórico y los demás no estábamos en el lugar donde ocurrió. Asimismo, la propia experiencia de la abducción es un recuerdo reconstruido por medio de la «hipnosis regresiva», lo cual hace que la validación externa sea todavía más difícil.
En mi opinión, el fenómeno de las abducciones extraterrestres es producto de un estado alterado de conciencia extraordinario que se interpreta a la luz de un contexto cultural conformado por películas, programas de televisión y literatura de ciencia ficción dedicada a alienígenas y ovnis. A esto se suma el hecho de que en las últimas cuatro décadas el hombre ha explorado el sistema solar y buscado indicios de inteligencia extraterrestre, con lo cual no es de extrañar que la gente vea ovnis y tenga encuentros con extraterrestres. Apoyado por los medios de comunicación que jalean este tipo de historias, el fenómeno de la abducción extraterrestre ha experimentado un enorme crecimiento. Muchas personas que han tenido esas experiencias mentales tan extraordinarias ven y leen sobre otras que han interpretado lo mismo que les ha ocurrido a ellos como abducciones extraterrestres. A finales de 1975, el fenómeno cobró un gran impulso después de que millones de personas vieran
The UFO Incident, la película de la NBC sobre los sueños de abducción de Betty y Barney Hill. El alienígena estereotípico de gran cabeza calva y grandes ojos alargados del que tantos abducidos han dado noticia desde 1975 fue creado por los artistas de la NBC para aquel programa. El intercambio de información aumentó en progresión geométrica a medida que los noticiarios iban informando de nuevas abducciones de alienígenas y de éstas se hablaba también en libros, periódicos, tabloides y publicaciones especializadas dedicadas en exclusiva a los ovnis y las abducciones
Quienes andan sobre ascuas, los videntes, los especialistas en ovnis, las personas que han sido abducidas por extraterrestres, quienes creen en la criogenia, quienes creen en la inmortalidad, los creacionistas, los negacionistas, los afrocentristas tajantes, los teóricos de la raza y los cosmólogos que creen que la ciencia demuestra la existencia de Dios… a lo largo de este libro hemos conocido a mucha gente que cree en cosas raras. Y tras dos décadas estudiando a esa gente y sus creencias, puedo asegurar al lector que no hemos hecho más que rascar un poco. ¿Qué podemos hacer con cosas como las siguientes?