22 Aug, 2019, 12:33 PM
DISEÑO NADA INTELIGENTE
Este patrón de errores de diseño importantes, compensados por arreglos posteriores, es exactamente lo que no deberíamos esperar si realmente hubiera un diseñador trabajando. Esperaríamos errores desafortunados, como la aberración esférica del espejo del Hubble, pero no una estupidez obvia, como que la retina esté instalada al revés. Los errores garrafales de este tipo no provienen de un diseño pobre, sino de la historia.
Hermann von Helmholtz, el gran científico alemán del siglo XIX (podríamos decir que era un físico, pero sus contribuciones a la biología y a la psicología fueron incluso mayores), dijo del ojo: «Si un óptico quisiera venderme un instrumento que tuviera todos estos defectos, me creería con toda la razón para acusarle de negligencia y devolvérselo». Una razón por la que el ojo parece mejor de lo que habría juzgado Helmholtz, el físico, es que el cerebro hace un trabajo impresionante para limpiar después las imágenes, como si fuera algún tipo de Photoshop ultrasofisticado. En lo que se refiere a la óptica, el ojo humano consigue calidad Zeiss o Nikon solo en la fóvea, la parte central de la retina que utilizamos para leer. Cuando capturamos una escena, movemos la fóvea sobre diferentes partes, mirando a cada una de ellas con el máximo detalle y precisión, y las herramientas del Photoshop del cerebro nos engañan para hacernos pensar que estamos viendo toda la escena con la misma precisión. Una lente de gran calidad Zeiss o Nikon realmente muestra toda la escena con una claridad casi igual
Por tanto, lo que le falta al ojo en la parte óptica, el cerebro lo fabrica con un sofisticado software de simulación de imágenes. Pero todavía no he mencionado el ejemplo más deslumbrante de imperfección en la parte óptica: la retina está situada al revés.
Imagínese a un Helmholtz en sus últimos años, al que un ingeniero le muestra una cámara digital con su pantalla de minúsculas fotocélulas, preparada para capturar imágenes y proyectarlas directamente sobre la superficie de esa pantalla. Esto tiene sentido, y obviamente cada fotocélula tiene un cable que la conecta a un dispositivo computacional de algún tipo, donde se integran las imágenes. También tiene sentido. Helmholtz no la habría devuelto.
Pero ahora suponga que le digo que las «fotocélulas» de los ojos están mirando hacia atrás, apuntando hacia el lado contrario al de la escena. Los «cables» que conectan las fotocélulas al cerebro pasan por la superficie de la retina, por lo que los rayos de luz tienen que pasar a través de un denso entramado de cables antes de alcanzar las fotocélulas. Esto no tiene sentido —y de hecho aún se complica más—. Una consecuencia de que las fotocélulas estén mirando hacia atrás es que los cables que transportan los datos tienen que pasar de alguna forma a través de la retina y volver al cerebro. Lo que ocurre en el ojo de los vertebrados es que todos esos nervios convergen en un agujero en la retina a través del cual pasan al otro lado. El agujero repleto de nervios se llama «punto ciego», porque es ciego, pero «punto» es un nombre demasiado halagador, ya que es bastante grande, más parecido a un parche ciego que, de nuevo, no nos molesta gracias al software «Photoshop automático» que tiene el cerebro. Una vez más, debemos rechazarlo. No solo es un mal diseño, es el diseño de un completo idiota.
O no lo es? Si lo fuera, el ojo sería fatal para ver, y no es así. De hecho es muy bueno. Es bueno porque la selección natural, trabajando como una limpiadora de innumerables pequeños detalles, consiguió arreglar el gran error original de instalar la retina hacia atrás y logró recuperar el instrumento de precisión de alta calidad. Esto me recuerda la historia del telescopio espacial Hubble. Seguro que recordará que, cuando fue puesto en órbita en 1990, se descubrió que el Hubble tenía una gran fallo. Debido a un error de calibración que no fue detectado en el aparato cuando estaba siendo pulido, el espejo principal quedó ligera pero seriamente deformado. El telescopio fue puesto en órbita y luego se descubrió que era defectuoso. Favorecida por la existencia de gran cantidad de recursos, se adoptó la resolución de enviar astronautas al telescopio y lograron colocarle lo que resultaron ser unas gafas. A partir de entonces el telescopio funcionó muy bien, y se realizaron nuevas mejoras tres veces más en misiones tripuladas. Lo que estoy sugiriendo es que cabe la posibilidad de que un fallo importante de diseño —incluso uno garrafal— sea corregido mediante arreglos posteriores, cuya ingeniosidad y complejidad pueden, en las circunstancias apropiadas, compensar perfectamente el error inicial. Generalmente, las grandes mutaciones en la evolución, incluso si causan mejoras en la dirección apropiada, requieren muchos ajustes posteriores, una operación de limpieza realizada por muchas mutaciones pequeñas que llegan después y son favorecidas por la selección, porque suavizan los ásperos bordes dejados por la gran mutación inicial. Esta es la razón por la que los humanos y los halcones vemos tan bien, a pesar del error garrafal en el diseño inicial. De nuevo citando a Helmholtz:
El ojo tiene todos los posibles defectos que se pueden encontrar en un instrumento óptico, e incluso algunos propios que solo él tiene. Pero todos están tan bien compensados que la inexactitud de la imagen que resulta de su presencia excede muy poco, bajo las condiciones ordinarias de iluminación, los límites fijados para la exquisitez de la sensación por las dimensiones de los conos retinales. Pero tan pronto como hacemos nuestras observaciones bajo condiciones diferentes, nos damos cuenta de la aberración cromática, el astigmatismo, los puntos ciegos, las sombras de las venas, la transparencia imperfecta del medio y todos los otros defectos de los que he hablado
Richard Dawkins (evolución)
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¿EL OJO ESTÁ CABLEADO AL REVÉS?
«No habría punto ciego si el ojo de los vertebrados estuviese diseñado con inteligencia. En realidad, está diseñado de forma estúpida». Sin embargo, los vasos sanguíneos y los nervios no se ubican detrás de los fotorreceptores, donde los habría puesto cualquier ingeniero sensato, sino delante de ellos, donde rapan parte de la luz incidente. El diseñador de una cámara que cometiese un error tan garrafal sería despedido de inmediato. En cambio, los ojos del humilde calamar, con los nervios ladinamente ocultos tras los fotorreceptores, son un ejemplo de perfección en el diseño. Si el Creador de verdad hubiese prodigado su mejor diseño a la criatura que formó a su propia imagen, los creacionistas tendrían que concluir, sin duda, que «Dios es en realidad un calamar». El ojo humano tiene un «punto ciego». [… ] Está causado por la disposición funcionalmente insensata de los axones de las células retinianas que se proyectan hacia el interior del ojo. Los vertebrados sufren la maldición de poseer una retina vuelta del revés en el interior del ojo. [… ] ¿Dio Dios la vuelta a la retina de los vertebrados en el momento de la «caída» […]? Cualquier ingeniero asumiría que las fotocélulas apuntan hacia la luz, con sus cables dirigidos hacia atrás, hacia el cerebro. Se reiría de cualquier sugerencia que apuntase en sentido contrario, con los cables partiendo del lado más cercano a la luz. [… ] Cada fotocélula está, en efecto, enfocada hacia atrás, con su cable asomando por el lado más cercano a la luz. La anterior plétora de diatribas, obra de científicos respetados, incluidos algunos evolucionistas de primera fila, se refiere a otro debate sobre el ojo. Para algunos, la retina está tan mal colocada que no podría representar ningún tipo de planificación meditada. Está vuelta del revés, y ningún Dios competente haría una cosa así, de lo que se deduce que, en realidad, no existe un Dios inteligente.
La orientación de todos los diagramas es tal que la luz penetra en el ojo desde la derecha y viaja hacia la izquierda. Los evolucionistas sugieren tres problemas. En primer lugar, como se ha mencionado antes, los bastones y los conos se hunden profundamente en la retina, estando situados sus extremos fotosensibles en dirección opuesta a la luz, apuntando hacia el oscuro epitelio pigmentado. Es comparable a girar una cámara de vigilancia hacia una pared en vez de hacerlo hacia una zona abierta. En segundo lugar, la complicada capa celular nerviosa de la retina está situada entre la luz incidente y los bastones y los conos fotosensibles. ¿Por qué no poner las partes fotosensibles de los bastones y los conos apuntando hacia la luz, para que la luz incidente procedente del cristalino dé en ellas primero, sin tener que pasar por todas esas células nerviosas? La presencia de las células nerviosas en la capa de bastones y conos que da hacia el interior del ojo es también la causa del tercer problema. La información del proceso de las células nerviosas tiene que salir del ojo, y esto ocurre por medio del nervio óptico. El punto en el que ese nervio sale de la retina carece de bastones y de conos, y crea un punto ciego por el que no podemos ver. Algunos evolucionistas razonan que si el ojo hubiese sido diseñado debidamente, la disposición de las capas de la retina habría sido la inversa de la situación actual. Así, la capa de células nerviosas y el nervio habrían estado detrás de los bastones y los conos, y el ojo no tendría un punto ciego.
Algunas criaturas, como el calamar, el pulpo y muchos animales más simples, carecen de retina invertida. Sus ojos emplean tipos diferentes de células fotosensoras que apuntan con su porción sensible hacia la luz. En todos los vertebrados (peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos), incluidos nosotros, las retinas están, según lo consideran muchos evolucionistas, invertidas o vueltas del revés.
Sin embargo, cuando se sabe algo más de la fisiología y de los detalles de cómo funciona el ojo avanzado de los vertebrados, se hace evidente que la retina invertida es en realidad un buen diseño, y varios evolucionistas apoyan tal conclusión. Cuando examinamos la zona más importante del ojo, en la que efectuamos la mayor parte de nuestra visión, la objeción de que las células nerviosas están delante de los bastones y los conos pierde gran parte de su fuerza. Esa zona, llamada fóvea, alberga unos treinta mil conos que hacen posible el tipo de imagen nítida que tiene el lector al leer estas palabras. Ahí las células nerviosas y sus fibras son especialmente pequeñas, y las fibras se aparran de forma radial de esa región, dejando los conos de la fóvea más directamente expuestos a la luz procedente del cristalino. Otras fibras nerviosas e infrecuentes vasos sanguíneos en la región de la fóvea la circunvalan, evitando así cualquier bloqueo de la luz incidente. El ojo está construido para dar una imagen nítida precisamente donde se necesita. Además, las células nerviosas y las fibras no son una obstrucción tan importante para la luz incidente. Si se elimina el epitelio pigmentado de la parte posterior de la retina, lo que queda, que incluye los bastones, los conos y la capa de células nerviosas, es «casi perfectamente transparente». Además, los científicos han descubierto algunas células alargadas que parecen transferir luz directamente desde la superficie interna del ojo directamente a los bastones y los conos. El punto ciego del ojo no parece ser el gran impedimento que se alega. Es difícil de encontrar, y la mayoría ni siquiera somos conscientes de su existencia, puesto que está colocado en un lateral, y un ojo compensa el punto ciego del otro.
Además, parece haber una razón excelente para que la retina esté invertida. Se trata de los especiales requisitos nutricionales de los bastones y los conos. Al contarse entre las células más activas de nuestro cuerpo, sustituyen constantemente sus discos, probablemente para mantener un aporte continuo de moléculas proteínicas fotodetectoras. Un solo bastón puede tener cerca de mil discos. Los estudios efectuados en macacos Rhesus indican que cada bastón produce de ochenta a noventa discos cada día, y es probable que la producción sea igual para los seres humanos. (¡Dicho sea de paso, esta velocidad es muy lenta comparada con los dos millones de glóbulos rojos formados en nuestro organismo cada segundo!). Los discos se desarrollan en la zona del bastón o del cono próximo al núcleo y se eliminan en el extremo más íntimamente asociado con el epitelio pigmentado. Ese epitelio absorbe los discos viejos y recicla algunas de sus partes y se las devuelve a los bastones. Por distintas razones, la separación de la retina de su epitelio pigmentado da por resultado la ceguera, de aquí que la conexión sea esencial. Inmediatamente en el exterior del epitelio pigmentado está la coroides, membrana surcada por numerosos vasos sanguíneos, que aporta al epitelio pigmentado algunos de los nutrientes necesarios para que los activos bastones y conos fabriquen más discos.
Si diéramos la vuelta a la retina, como algunos evolucionistas sugieren que Dios debería haber hecho, parece que tendríamos un desastre visual. Los discos de los bastones y los conos apuntarían directamente a la luz, pero ¿qué realizaría la función esencial del epitelio pigmentado de absorber los discos viejos? Los bastones y los conos no se van de vacaciones, y generan unos diez mil millones de discos al día en cada ojo. Se acumularían en el humor vítreo del ojo, y no pasaría mucho tiempo antes de que su enorme número afectase nuestra capacidad de visión. Además, los bastones y los conos carecerían del necesario epitelio pigmentado y del riego sanguíneo de las coroides, necesarias para hacer los discos, de modo que el sistema de sustitución de discos no funcionaría en absoluto. Entonces, si quisiéramos proporcionar el
epitelio pigmentado y la capa de riego sanguíneo coroidal a los extremos portadores de discos en los bastones y los conos orientados hacia la luz, las capas tendrían que estar en el interior de la capa de bastones y conos. En otras palabras, estarían más próximas al centro del ojo que el resto de la retina. En consecuencia, la luz que penetrase en el ojo tendría que atravesar en primer lugar la coroides antes de llegar a los discos fotosensibles. Una hemorragia en la retina es sumamente debilitante e ilustra lo perjudicial que puede ser la sangre para el proceso visual. Un componente fundamental del epitelio pigmentado que absorbe la luz, el pigmento, también se interpondría y contribuiría más aún a la completa ceguera. Como aquel que puso a asar la manteca; a fe que no es una buena idea.
La presente estructura de la retina parece ser un diseño excelente que aporta a los activos bastones y conos de los organismos avanzados el riego sanguíneo y los nutrientes que precisan. Además, es difícil discutir con el éxito: ¡el ojo funciona muy bien! Si, como sugieren algunos evolucionistas, el ojo está tan mal diseñado y si, como otros defienden, el ojo puede evolucionar en un parpadeo, ¿por qué no produjo la selección natural un ojo mejor hace mucho tiempo
Ariel A. Roth
La ciencia descubre a Dios
Este patrón de errores de diseño importantes, compensados por arreglos posteriores, es exactamente lo que no deberíamos esperar si realmente hubiera un diseñador trabajando. Esperaríamos errores desafortunados, como la aberración esférica del espejo del Hubble, pero no una estupidez obvia, como que la retina esté instalada al revés. Los errores garrafales de este tipo no provienen de un diseño pobre, sino de la historia.
Hermann von Helmholtz, el gran científico alemán del siglo XIX (podríamos decir que era un físico, pero sus contribuciones a la biología y a la psicología fueron incluso mayores), dijo del ojo: «Si un óptico quisiera venderme un instrumento que tuviera todos estos defectos, me creería con toda la razón para acusarle de negligencia y devolvérselo». Una razón por la que el ojo parece mejor de lo que habría juzgado Helmholtz, el físico, es que el cerebro hace un trabajo impresionante para limpiar después las imágenes, como si fuera algún tipo de Photoshop ultrasofisticado. En lo que se refiere a la óptica, el ojo humano consigue calidad Zeiss o Nikon solo en la fóvea, la parte central de la retina que utilizamos para leer. Cuando capturamos una escena, movemos la fóvea sobre diferentes partes, mirando a cada una de ellas con el máximo detalle y precisión, y las herramientas del Photoshop del cerebro nos engañan para hacernos pensar que estamos viendo toda la escena con la misma precisión. Una lente de gran calidad Zeiss o Nikon realmente muestra toda la escena con una claridad casi igual
Por tanto, lo que le falta al ojo en la parte óptica, el cerebro lo fabrica con un sofisticado software de simulación de imágenes. Pero todavía no he mencionado el ejemplo más deslumbrante de imperfección en la parte óptica: la retina está situada al revés.
Imagínese a un Helmholtz en sus últimos años, al que un ingeniero le muestra una cámara digital con su pantalla de minúsculas fotocélulas, preparada para capturar imágenes y proyectarlas directamente sobre la superficie de esa pantalla. Esto tiene sentido, y obviamente cada fotocélula tiene un cable que la conecta a un dispositivo computacional de algún tipo, donde se integran las imágenes. También tiene sentido. Helmholtz no la habría devuelto.
Pero ahora suponga que le digo que las «fotocélulas» de los ojos están mirando hacia atrás, apuntando hacia el lado contrario al de la escena. Los «cables» que conectan las fotocélulas al cerebro pasan por la superficie de la retina, por lo que los rayos de luz tienen que pasar a través de un denso entramado de cables antes de alcanzar las fotocélulas. Esto no tiene sentido —y de hecho aún se complica más—. Una consecuencia de que las fotocélulas estén mirando hacia atrás es que los cables que transportan los datos tienen que pasar de alguna forma a través de la retina y volver al cerebro. Lo que ocurre en el ojo de los vertebrados es que todos esos nervios convergen en un agujero en la retina a través del cual pasan al otro lado. El agujero repleto de nervios se llama «punto ciego», porque es ciego, pero «punto» es un nombre demasiado halagador, ya que es bastante grande, más parecido a un parche ciego que, de nuevo, no nos molesta gracias al software «Photoshop automático» que tiene el cerebro. Una vez más, debemos rechazarlo. No solo es un mal diseño, es el diseño de un completo idiota.
O no lo es? Si lo fuera, el ojo sería fatal para ver, y no es así. De hecho es muy bueno. Es bueno porque la selección natural, trabajando como una limpiadora de innumerables pequeños detalles, consiguió arreglar el gran error original de instalar la retina hacia atrás y logró recuperar el instrumento de precisión de alta calidad. Esto me recuerda la historia del telescopio espacial Hubble. Seguro que recordará que, cuando fue puesto en órbita en 1990, se descubrió que el Hubble tenía una gran fallo. Debido a un error de calibración que no fue detectado en el aparato cuando estaba siendo pulido, el espejo principal quedó ligera pero seriamente deformado. El telescopio fue puesto en órbita y luego se descubrió que era defectuoso. Favorecida por la existencia de gran cantidad de recursos, se adoptó la resolución de enviar astronautas al telescopio y lograron colocarle lo que resultaron ser unas gafas. A partir de entonces el telescopio funcionó muy bien, y se realizaron nuevas mejoras tres veces más en misiones tripuladas. Lo que estoy sugiriendo es que cabe la posibilidad de que un fallo importante de diseño —incluso uno garrafal— sea corregido mediante arreglos posteriores, cuya ingeniosidad y complejidad pueden, en las circunstancias apropiadas, compensar perfectamente el error inicial. Generalmente, las grandes mutaciones en la evolución, incluso si causan mejoras en la dirección apropiada, requieren muchos ajustes posteriores, una operación de limpieza realizada por muchas mutaciones pequeñas que llegan después y son favorecidas por la selección, porque suavizan los ásperos bordes dejados por la gran mutación inicial. Esta es la razón por la que los humanos y los halcones vemos tan bien, a pesar del error garrafal en el diseño inicial. De nuevo citando a Helmholtz:
El ojo tiene todos los posibles defectos que se pueden encontrar en un instrumento óptico, e incluso algunos propios que solo él tiene. Pero todos están tan bien compensados que la inexactitud de la imagen que resulta de su presencia excede muy poco, bajo las condiciones ordinarias de iluminación, los límites fijados para la exquisitez de la sensación por las dimensiones de los conos retinales. Pero tan pronto como hacemos nuestras observaciones bajo condiciones diferentes, nos damos cuenta de la aberración cromática, el astigmatismo, los puntos ciegos, las sombras de las venas, la transparencia imperfecta del medio y todos los otros defectos de los que he hablado
Richard Dawkins (evolución)
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¿EL OJO ESTÁ CABLEADO AL REVÉS?
«No habría punto ciego si el ojo de los vertebrados estuviese diseñado con inteligencia. En realidad, está diseñado de forma estúpida». Sin embargo, los vasos sanguíneos y los nervios no se ubican detrás de los fotorreceptores, donde los habría puesto cualquier ingeniero sensato, sino delante de ellos, donde rapan parte de la luz incidente. El diseñador de una cámara que cometiese un error tan garrafal sería despedido de inmediato. En cambio, los ojos del humilde calamar, con los nervios ladinamente ocultos tras los fotorreceptores, son un ejemplo de perfección en el diseño. Si el Creador de verdad hubiese prodigado su mejor diseño a la criatura que formó a su propia imagen, los creacionistas tendrían que concluir, sin duda, que «Dios es en realidad un calamar». El ojo humano tiene un «punto ciego». [… ] Está causado por la disposición funcionalmente insensata de los axones de las células retinianas que se proyectan hacia el interior del ojo. Los vertebrados sufren la maldición de poseer una retina vuelta del revés en el interior del ojo. [… ] ¿Dio Dios la vuelta a la retina de los vertebrados en el momento de la «caída» […]? Cualquier ingeniero asumiría que las fotocélulas apuntan hacia la luz, con sus cables dirigidos hacia atrás, hacia el cerebro. Se reiría de cualquier sugerencia que apuntase en sentido contrario, con los cables partiendo del lado más cercano a la luz. [… ] Cada fotocélula está, en efecto, enfocada hacia atrás, con su cable asomando por el lado más cercano a la luz. La anterior plétora de diatribas, obra de científicos respetados, incluidos algunos evolucionistas de primera fila, se refiere a otro debate sobre el ojo. Para algunos, la retina está tan mal colocada que no podría representar ningún tipo de planificación meditada. Está vuelta del revés, y ningún Dios competente haría una cosa así, de lo que se deduce que, en realidad, no existe un Dios inteligente.
La orientación de todos los diagramas es tal que la luz penetra en el ojo desde la derecha y viaja hacia la izquierda. Los evolucionistas sugieren tres problemas. En primer lugar, como se ha mencionado antes, los bastones y los conos se hunden profundamente en la retina, estando situados sus extremos fotosensibles en dirección opuesta a la luz, apuntando hacia el oscuro epitelio pigmentado. Es comparable a girar una cámara de vigilancia hacia una pared en vez de hacerlo hacia una zona abierta. En segundo lugar, la complicada capa celular nerviosa de la retina está situada entre la luz incidente y los bastones y los conos fotosensibles. ¿Por qué no poner las partes fotosensibles de los bastones y los conos apuntando hacia la luz, para que la luz incidente procedente del cristalino dé en ellas primero, sin tener que pasar por todas esas células nerviosas? La presencia de las células nerviosas en la capa de bastones y conos que da hacia el interior del ojo es también la causa del tercer problema. La información del proceso de las células nerviosas tiene que salir del ojo, y esto ocurre por medio del nervio óptico. El punto en el que ese nervio sale de la retina carece de bastones y de conos, y crea un punto ciego por el que no podemos ver. Algunos evolucionistas razonan que si el ojo hubiese sido diseñado debidamente, la disposición de las capas de la retina habría sido la inversa de la situación actual. Así, la capa de células nerviosas y el nervio habrían estado detrás de los bastones y los conos, y el ojo no tendría un punto ciego.
Algunas criaturas, como el calamar, el pulpo y muchos animales más simples, carecen de retina invertida. Sus ojos emplean tipos diferentes de células fotosensoras que apuntan con su porción sensible hacia la luz. En todos los vertebrados (peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos), incluidos nosotros, las retinas están, según lo consideran muchos evolucionistas, invertidas o vueltas del revés.
Sin embargo, cuando se sabe algo más de la fisiología y de los detalles de cómo funciona el ojo avanzado de los vertebrados, se hace evidente que la retina invertida es en realidad un buen diseño, y varios evolucionistas apoyan tal conclusión. Cuando examinamos la zona más importante del ojo, en la que efectuamos la mayor parte de nuestra visión, la objeción de que las células nerviosas están delante de los bastones y los conos pierde gran parte de su fuerza. Esa zona, llamada fóvea, alberga unos treinta mil conos que hacen posible el tipo de imagen nítida que tiene el lector al leer estas palabras. Ahí las células nerviosas y sus fibras son especialmente pequeñas, y las fibras se aparran de forma radial de esa región, dejando los conos de la fóvea más directamente expuestos a la luz procedente del cristalino. Otras fibras nerviosas e infrecuentes vasos sanguíneos en la región de la fóvea la circunvalan, evitando así cualquier bloqueo de la luz incidente. El ojo está construido para dar una imagen nítida precisamente donde se necesita. Además, las células nerviosas y las fibras no son una obstrucción tan importante para la luz incidente. Si se elimina el epitelio pigmentado de la parte posterior de la retina, lo que queda, que incluye los bastones, los conos y la capa de células nerviosas, es «casi perfectamente transparente». Además, los científicos han descubierto algunas células alargadas que parecen transferir luz directamente desde la superficie interna del ojo directamente a los bastones y los conos. El punto ciego del ojo no parece ser el gran impedimento que se alega. Es difícil de encontrar, y la mayoría ni siquiera somos conscientes de su existencia, puesto que está colocado en un lateral, y un ojo compensa el punto ciego del otro.
Además, parece haber una razón excelente para que la retina esté invertida. Se trata de los especiales requisitos nutricionales de los bastones y los conos. Al contarse entre las células más activas de nuestro cuerpo, sustituyen constantemente sus discos, probablemente para mantener un aporte continuo de moléculas proteínicas fotodetectoras. Un solo bastón puede tener cerca de mil discos. Los estudios efectuados en macacos Rhesus indican que cada bastón produce de ochenta a noventa discos cada día, y es probable que la producción sea igual para los seres humanos. (¡Dicho sea de paso, esta velocidad es muy lenta comparada con los dos millones de glóbulos rojos formados en nuestro organismo cada segundo!). Los discos se desarrollan en la zona del bastón o del cono próximo al núcleo y se eliminan en el extremo más íntimamente asociado con el epitelio pigmentado. Ese epitelio absorbe los discos viejos y recicla algunas de sus partes y se las devuelve a los bastones. Por distintas razones, la separación de la retina de su epitelio pigmentado da por resultado la ceguera, de aquí que la conexión sea esencial. Inmediatamente en el exterior del epitelio pigmentado está la coroides, membrana surcada por numerosos vasos sanguíneos, que aporta al epitelio pigmentado algunos de los nutrientes necesarios para que los activos bastones y conos fabriquen más discos.
Si diéramos la vuelta a la retina, como algunos evolucionistas sugieren que Dios debería haber hecho, parece que tendríamos un desastre visual. Los discos de los bastones y los conos apuntarían directamente a la luz, pero ¿qué realizaría la función esencial del epitelio pigmentado de absorber los discos viejos? Los bastones y los conos no se van de vacaciones, y generan unos diez mil millones de discos al día en cada ojo. Se acumularían en el humor vítreo del ojo, y no pasaría mucho tiempo antes de que su enorme número afectase nuestra capacidad de visión. Además, los bastones y los conos carecerían del necesario epitelio pigmentado y del riego sanguíneo de las coroides, necesarias para hacer los discos, de modo que el sistema de sustitución de discos no funcionaría en absoluto. Entonces, si quisiéramos proporcionar el
epitelio pigmentado y la capa de riego sanguíneo coroidal a los extremos portadores de discos en los bastones y los conos orientados hacia la luz, las capas tendrían que estar en el interior de la capa de bastones y conos. En otras palabras, estarían más próximas al centro del ojo que el resto de la retina. En consecuencia, la luz que penetrase en el ojo tendría que atravesar en primer lugar la coroides antes de llegar a los discos fotosensibles. Una hemorragia en la retina es sumamente debilitante e ilustra lo perjudicial que puede ser la sangre para el proceso visual. Un componente fundamental del epitelio pigmentado que absorbe la luz, el pigmento, también se interpondría y contribuiría más aún a la completa ceguera. Como aquel que puso a asar la manteca; a fe que no es una buena idea.
La presente estructura de la retina parece ser un diseño excelente que aporta a los activos bastones y conos de los organismos avanzados el riego sanguíneo y los nutrientes que precisan. Además, es difícil discutir con el éxito: ¡el ojo funciona muy bien! Si, como sugieren algunos evolucionistas, el ojo está tan mal diseñado y si, como otros defienden, el ojo puede evolucionar en un parpadeo, ¿por qué no produjo la selección natural un ojo mejor hace mucho tiempo
Ariel A. Roth
La ciencia descubre a Dios