24 May, 2021, 10:43 PM
(24 May, 2021, 08:37 PM)maximus escribió: Hace muchos años en una asamblea de distrito con visita de un miembro del puerco, no puedo recordar ahora mismo el nombre, pero hasta foto tenía, "sirviendo" en el departamento de alojamiento para la asamblea internacional, todos tenían la expectativa de quien alojaría al citado miembro, mientras que se consiguieron cientos y cientos de alojamientos para los testigos de a pie, el señor y su acompañantes cercanos pidieron hospedarse en uno de los mejores hoteles de la ciudad, claro, con cargo a la contabilidad de la asamblea.
La leyenda surgió cuando después de la asamblea escuché en muchas ocasiones un relato que alguien popularizó de que el citado había pedido expresamente alojarse en uno de los hospedajes mas humildes que se le pudieran conseguir, y que había estado con una hermana viuda que le había invitado humildes alimentos durante esos días, fue tan buena la leyenda que 2 veces la escuché en discursos públicos, lógicamente mi cara era de entre sorpresa y disgusto ya que lo que había sucedido era todo lo contrario, transporte en los vehículos mas cómodos y lujosos posibles, alimentos en los restaurantes mas caros y a elección especifica de el y sus acompañantes cercanos, adquisición de artículos de viaje, con listas especificas de tipo, precio y marca de productos, todo financiado por la asamblea.
Deplorable
Esa leyenda pudo haber surgido de escritos como este: Despertad! Marzo del 2010 Páginas 12 a 15
La disciplina militar se basa en el respeto al rango, concepto que había llegado a estar profundamente arraigado en mí. Por ejemplo, recuerdo haber preguntado si unos testigos de Jehová son más importantes que otros dependiendo del puesto de responsabilidad que ocupen o las tareas que desempeñen. Era obvio que mi criterio sobre el rango y el puesto seguía arraigado en mí, pero pronto cambiaría por completo.
Corría entonces el año 1989. Un día oí que un miembro del Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová vendría de Nueva York a Bolivia y pronunciaría una conferencia en el coliseo. Tenía mucha curiosidad por ver cómo se trataría a un miembro de la “élite” de la organización. Yo creía que a alguien en un puesto así se le recibiría con cierta pompa.
Pues bien, cuando empezó aquella reunión especial, no había ningún indicio de que hubiera llegado alguien importante, y me extrañó. Sentados a nuestro lado había un matrimonio mayor. Como Manuela se dio cuenta de que la esposa llevaba un cancionero en inglés, durante el intermedio empezó a conversar con ella. Pero luego la pareja se marchó.
¡Qué sorpresa la nuestra cuando vimos que el esposo de la señora subía a la plataforma para presentar el discurso principal! En aquel instante, todo lo que yo había aprendido en el ejército sobre el rango, el respeto, el poder y el puesto adquirió una nueva perspectiva. “¿Te diste cuenta? —le dije a mi esposa—. El hermano que estaba sentado a nuestro lado en estos incómodos asientos era nada menos que un miembro del Cuerpo Gobernante.”
Ahora sonrío cuando pienso en las muchas veces que Ian trató de ayudarme a entender las palabras de Jesús recogidas en Mateo 23:8: “Todos ustedes son hermanos”.