09 Nov, 2017, 05:20 PM
Como ya he dicho, yo nací en una familia de tj. Me tenía rodeada, padres, tíos, primos, abuelos. Y este hilo, de hecho me hizo recordar que hace poco estuve viendo un viejo álbum de fotos mías y el 90% de ellas eran en el ámbito de los testigos: en la plataforma dando la asignación N°3, en el salón de asambleas, en el estadio donde pasábamos 3 días interminables de asamblea bajo el sol (muchas veces lluvia) y sentados en el cemento escuchando "tremendos discursos" cuyo contenido (incomprensible para un niño y tantas otras veces para los mismos adultos) estará ya obsoleto, en la predicación, en otra y otra y otra asignación, etc.
Y debo admitir que me dio tristeza verlas. Porque todo eso lo hacía de corazón, creyendo que era la verdad. Tantas privaciones, nunca un cumpleaños, ni ningún tipo de celebración normal (y necesaria) para el desarrollo de los niños, tantas veces humillada y castigada frente a compañeros y profesores por no cantar el himno y saludar la bandera, tantas buenas personas rechazadas por no ser tj, tantas oportunidades perdidas para una mejor educación, y un largo etc.
Mi infancia y adolescencia las viví como se espera de una testigo de Jehová. Nunca cuestioné nada. Obedecía porque de corazón creía todo lo que me habían enseñado y lo defendía a capa y espada. A pesar de eso, sí me sentía muy mal muchas veces por no poder hacer muchas cosas y creo que ningún niño debería tener que pasar por esas cosas. Todo niño tiene derecho a desarrollar actividades de acuerdo a su edad y que le ayuden a desarrollar la propia personalidad y creatividad.
Muchas veces me castigaron de niña por no aguantar sentada y callada las aburridas e interminables reuniones donde los temas tratados no son en absoluto apropiados para los niños, pero uno tiene que quedarse quieto y atento y en aquellos tiempos ni permitían llevar libros para colorear o alguna actividad que fuera apropiada para un niño normal. Sin embargo, fuera de esa impaciencia por esas horas sentada, siempre me consideraron una "niña" ejemplar porque desde muy chica daba "bonitas asignaciones" y me aprendía de memoria historias del libro de historias bíblicas, repartía tratados en la predicación y al final, terminé aprendiendo que me convenía más quedarme quieta en mi asiento.
He decidido que el día que tenga mis hijos, éstos nunca tendrán que vivir lo que yo viví, quiero que sean niños que desarrollen plenamente su personalidad, no que sean programados como robots, que no tengan miedo de decir con respeto lo que piensan, quiero que tengan recuerdos bonitos celebrando sus cumpleaños y otras ocasiones con su familia y amigos, quiero que un día usen un disfraz apropiado para un niño y que aprovechen las buenas oportunidades que se les presenten.
Y debo admitir que me dio tristeza verlas. Porque todo eso lo hacía de corazón, creyendo que era la verdad. Tantas privaciones, nunca un cumpleaños, ni ningún tipo de celebración normal (y necesaria) para el desarrollo de los niños, tantas veces humillada y castigada frente a compañeros y profesores por no cantar el himno y saludar la bandera, tantas buenas personas rechazadas por no ser tj, tantas oportunidades perdidas para una mejor educación, y un largo etc.
Mi infancia y adolescencia las viví como se espera de una testigo de Jehová. Nunca cuestioné nada. Obedecía porque de corazón creía todo lo que me habían enseñado y lo defendía a capa y espada. A pesar de eso, sí me sentía muy mal muchas veces por no poder hacer muchas cosas y creo que ningún niño debería tener que pasar por esas cosas. Todo niño tiene derecho a desarrollar actividades de acuerdo a su edad y que le ayuden a desarrollar la propia personalidad y creatividad.
Muchas veces me castigaron de niña por no aguantar sentada y callada las aburridas e interminables reuniones donde los temas tratados no son en absoluto apropiados para los niños, pero uno tiene que quedarse quieto y atento y en aquellos tiempos ni permitían llevar libros para colorear o alguna actividad que fuera apropiada para un niño normal. Sin embargo, fuera de esa impaciencia por esas horas sentada, siempre me consideraron una "niña" ejemplar porque desde muy chica daba "bonitas asignaciones" y me aprendía de memoria historias del libro de historias bíblicas, repartía tratados en la predicación y al final, terminé aprendiendo que me convenía más quedarme quieta en mi asiento.
He decidido que el día que tenga mis hijos, éstos nunca tendrán que vivir lo que yo viví, quiero que sean niños que desarrollen plenamente su personalidad, no que sean programados como robots, que no tengan miedo de decir con respeto lo que piensan, quiero que tengan recuerdos bonitos celebrando sus cumpleaños y otras ocasiones con su familia y amigos, quiero que un día usen un disfraz apropiado para un niño y que aprovechen las buenas oportunidades que se les presenten.