29 Mar, 2023, 04:05 PM
(28 Mar, 2023, 08:35 PM)Stargate escribió: Hola MarcosTroncoso. Ha sido un gusto leer tus participaciones. Me ha gustado que no estás cargado de resentimiento, lo cual puede ocasionar algunas veces que algunos busquen nimiedades para criticar; con ejemplos como los pésimos protocolos de manejo del abuso de menores basta y sobra para darse cuenta de que esta no es más que una corporación con ínfulas de elegidos.
No sé si durante tu investigación hayas dado con este otro hilo que puede interesarte:
Abuso de menores - Instrucciones a los cuerpos de ancianos
Tus antecedentes y los míos se parecen un poco. Solamente que yo abrí los ojos diez años más tarde que tú, cuando ya había sacrificado los mejores años de mi juventud a esta secta.
Encantado de leerte. Leeré con interés lo que quieras compartir con nosotros. Siéntete bienvenido.
Hola, y muchas gracias Stargate, por tus palabras. Sí, concuerdo contigo en que no hay que ahondar tanto para dar con variados argumentos que derrumban la supuesta santidad de la WT. Pero es sabido por todos que las creencias son lo más difícil de cambiar. Y abrir los ojos cuesta, y mucho (tú y yo, y varios de los de aquí bien lo sabemos).
Gracias también por el hilo que compartiste. Estuve leyendo algunas de las cartas. Oro puro. Excelente fuente primaria. Quizás más adelante escriba algo al respecto.
Y, bueno, ya que me animáis a seguir compartiendo parte de mis vivencias (cosa que agradezco), tanto por ti, como por Amatheos, Betfagué, Neo, Aimée, y por cualquiera que se quiera sumar, humildemente sigo con mi historia:
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Tenía cinco años cuando di mi primer discurso.
Cinco minutos.
Una introducción.
Una lectura, que de tanto ensayarla la aprendí de memoria.
Y una conclusión.
A los catorce, dar discursos y leer las publicaciones ya no constituían un desafío. Sabía todo lo que un buen hijo de Testigo tenía que saber: que los siete tiempos, la generación que no pasará, que la "fe es la expectativa segura de las cosas que se esperan", que los 144.000 y las otras ovejas, que Gog de Magog, etc. Me jactaba (en secreto) de poder preparar un discurso diez minutos antes de subirme a la plataforma, y me sentía un chico preparado: si tenía que hablar de ciencia, ahí tenía la "Despertad", si de doctrina se trataba, ahí estaba "La Atalaya", ¿retórica?, "El ministerio del Reino". Me creía un buen lector. En realidad creía que leía y mucho. Llegué a un punto, eso sí, en que la demanda de mi curiosidad fue superior a la oferta de lecturas de que disponía. En mi casa tenía un diccionario enciclopédico ilustrado de tapas verdes que comencé devorar por horas encerrado en el baño. Me solazaba en sus ilustraciones y leía y releía sus definiciones (mi familia sufría mis encierros). Y ese era todo mi mundo lector: las publicaciones de la Watchtower y el bendito Diccionario Enciclopédico Salvat.
Cumplí los 15.
A mi clase llegó un compañero nuevo de un lejano país caribeño.
Un buen día me preguntó, "¿lees?".
"Claro", le respondí.
"¿Qué lees?", inquirió.
Comencé a mencionar los títulos de los clásicos que nos obligaban a leer en el plan lector del colegio, soberbiamente los dije todos (aunque no había leído ni la mitad) y rematé diciendo "y además leo la biblia".
"Tienes lectura de abuelo", sentenció.
Me ofendió su dura honestidad, aunque en el fondo sabía que tenía razón. La verdad es que leía, sí leía, pero leía poco y mal, leía restringido y de una sola fuente, y a duras penas leía las farragosas lecturas obligatorias del cole y bueno también leía la biblia. La biblia,..., leía la biblia,..., creía que la leía.
"Yo te voy a prestar un libro bueno", prometió. Y al otro día apareció con un libro de tapa azul/plata titulado "La edad de oro de la ciencia ficción I". Un compilado de cuentos de ciencia ficción realizado por Isaac Azimov, de sus lecturas de cuando era un mozuelo.
A-
lu-
ci-
né.
Lo devoré en una sola noche.
Logica est ipsius actus rationis. Per quam scilicet homo in ipso actus rationis ordinate et faciliter et sine errore procedat.