[C.R. Rodríguez C.]

De hecho, ahondando en el comentario de OvejaNegra42, eso sentí yo: Un sentimiento de culpa inmenso, no necesariamente por haber pecado, o haberle fallado al Dios de la biblia, sino por haber puesto en la incómoda posición de no poder hablarme y haber cortado el vínculo "espiritual", con mi hermano, "amigos de la congregación" y con todas aquellas personas que me conocían dentro del ambiente testiguil.

Aunque ese sentimiento ya es cosa del pasado, en su momento sí me afectó anímicamente, es algo que no se le desea ni a tu peor enemigo. Ese inmenso vacío que se siente y la soledad que se vislumbra en el horizonte nadie debe de experimentarlo nunca.

Gracias,"amorosa medida de la expulsión". A otro perro con ese hueso. El daño emocional y mental que provoca no tiene nada de amoroso y sí mucho de inhumano.