18 Apr, 2024, 09:44 PM
¡ Cierto! Que mientras más libertades...Mayores prevaricaciones y peores consideraciones por parte de los libertarios que no aprenden de las experiencias para ser mejores personas sino más perversos. Un dejo de amargura es lo que van dejando como estela sideral tras acopio de malas voluntades. Es algo parecido a lo que escribía sobre LA VENTANA DE OVERTON muy bien reconocida por un concienciado chileno, que fue el único dueño de esta verdad cuando planteada.
Ya lo escribió también el monje Baltasar Gracián y Morales: Los mismos que deberían remediar los males son los que los sustentan...¡Porque viven de ellos!. Que cauta, sino engañosa introdujo la naturaleza al hombre en el mundo, que lo trajo sin género alguno de conocimiento. A oscuras llega quien comienza a vivir sin saber que vive, y sin saber qué es vivir; que cuando cae en la cuenta de su engaño, hallase tan metido en el fango que no encuentra cómo salir de él. O por lo comentado más tarde por una amiga de la Universidad Complutense:
---El artículo propone una lectura de El Criticón de Baltasar Gracián en los términos de una ontología alegórica que tiene su centro en una antropogénesis inmanente. Partiendo de la ya clásica monografía de H. Jansen sobre los conceptos fundamentales de Gracián, consideramos que la teoría basada en la búsqueda de una gloria cabal, en el ejercicio honesto de la virtud y en la meditación motivada por la conciencia del desengaño, dibuja los límites del discurso ético que se construye en El Criticón.
La historia aparece en este autor como la confirmación de la pérdida del paradigma del orden que encarna la naturaleza, pero al mismo tiempo constituye la oportunidad para desarrollar la prudencia humana y para generar dispositivos comunitarios que no permanezcan prisioneros de la dialéctica de la apariencia.
Se trata de vencer a la tribulación en que el mundo instala al hombre desde su nacimiento mediante la conciencia, de estirpe estoica, de haberse impuesto a él. Y, para conseguirlo, sólo puede tomarse el rumbo de la virtud y del valor heroico, con el fin de obtener la estimación de los otros e inmortalizarse para una comunidad estética. Pero, es obvio que en la selva hay una fauna que no conoce de perlas. Obvio también que no existe beneficio entre malas asociaciones. No vale la pena salir de Guatemala para entrar en guate-peor. Ya conozco el medio y me concierne abandonarlo porque en modo alguno me voy a edificar. Mal parado quedaría si a mis setenta y siete años de edad no supiera aquilatar malos olores, olores nauseabundos dimanados de los estercoleros donde hay animales descompuestos. Los módicos son precios como diría Enrique Jardiel Poncela en su libro para el convaleciente. Hay más vulgo, donde más holgado escribió también Baltasar Gracián y Morales y el hecho de que algunos hayan salido de lugar nauseabundo pseudo-religioso no es garantía para imaginar que salieron a la luz. Creo por lo visto, que más bien volvieron a las oscuridades diabólicas. No hay mejores aquí que los peores de allá.
Ya lo escribió también el monje Baltasar Gracián y Morales: Los mismos que deberían remediar los males son los que los sustentan...¡Porque viven de ellos!. Que cauta, sino engañosa introdujo la naturaleza al hombre en el mundo, que lo trajo sin género alguno de conocimiento. A oscuras llega quien comienza a vivir sin saber que vive, y sin saber qué es vivir; que cuando cae en la cuenta de su engaño, hallase tan metido en el fango que no encuentra cómo salir de él. O por lo comentado más tarde por una amiga de la Universidad Complutense:
---El artículo propone una lectura de El Criticón de Baltasar Gracián en los términos de una ontología alegórica que tiene su centro en una antropogénesis inmanente. Partiendo de la ya clásica monografía de H. Jansen sobre los conceptos fundamentales de Gracián, consideramos que la teoría basada en la búsqueda de una gloria cabal, en el ejercicio honesto de la virtud y en la meditación motivada por la conciencia del desengaño, dibuja los límites del discurso ético que se construye en El Criticón.
La historia aparece en este autor como la confirmación de la pérdida del paradigma del orden que encarna la naturaleza, pero al mismo tiempo constituye la oportunidad para desarrollar la prudencia humana y para generar dispositivos comunitarios que no permanezcan prisioneros de la dialéctica de la apariencia.
Se trata de vencer a la tribulación en que el mundo instala al hombre desde su nacimiento mediante la conciencia, de estirpe estoica, de haberse impuesto a él. Y, para conseguirlo, sólo puede tomarse el rumbo de la virtud y del valor heroico, con el fin de obtener la estimación de los otros e inmortalizarse para una comunidad estética. Pero, es obvio que en la selva hay una fauna que no conoce de perlas. Obvio también que no existe beneficio entre malas asociaciones. No vale la pena salir de Guatemala para entrar en guate-peor. Ya conozco el medio y me concierne abandonarlo porque en modo alguno me voy a edificar. Mal parado quedaría si a mis setenta y siete años de edad no supiera aquilatar malos olores, olores nauseabundos dimanados de los estercoleros donde hay animales descompuestos. Los módicos son precios como diría Enrique Jardiel Poncela en su libro para el convaleciente. Hay más vulgo, donde más holgado escribió también Baltasar Gracián y Morales y el hecho de que algunos hayan salido de lugar nauseabundo pseudo-religioso no es garantía para imaginar que salieron a la luz. Creo por lo visto, que más bien volvieron a las oscuridades diabólicas. No hay mejores aquí que los peores de allá.