Ayer, 01:36 PM
Estaba pensando en abrir un nuevo hilo sobre el tema, y ahora me apareció éste, precisamente.
Antes de la pandemia recibí un diagnóstico por ansiedad y depresión, por lo que estuve medicado. Confiando en Jehová, me negué a aceptar el tratamiento, fortalecer mi fe y dejar de lado mis "ideas apóstatas", así que me entregué más de lleno a la congregación cuando se decretó la cuarentena en mi país. El resultado fue desesperante: los videos de activistas en YouTube y el sincerarme con mi esposa fue alentador, pero el daño mental se agudizaba, sobretodo porque mi cerebro ya no estaba produciendo ciertas sustancias que antes sí, y yo me negaba a tomar los medicamentos. Al final decidí retomar el tratamiento.
Aunque ha pasado mucho tiempo, todavía voy a mis citas de control, estoy medicado para asuntos como el sueño, la ansiedad y la depresión, pero me siento mucho más tranquilo que en aquella época. Y aunque el último artículo en jw dice que fortalecer la fe y confianza en Jehová es la solución verdadera, cada vez que puedo motivo a quienes me preguntan qué hacer para que inicien su tratamiento psicológico (e ir al psiquiatra si son remitidos). Hasta me he puesto a la tarea de ofrecerles transporte para el día que les toca la cita médica, pues algunos publicadores tienen ese tema como tabú.
El único paso que me falta para ser totalmente libre es conversar el tema con mi madre, y tratar de que ella sufra lo menos posible con mi decisión de desasociarme, pues al ser ella una mujer mayor está frágil y uno piensa mucho en eso.
Antes de la pandemia recibí un diagnóstico por ansiedad y depresión, por lo que estuve medicado. Confiando en Jehová, me negué a aceptar el tratamiento, fortalecer mi fe y dejar de lado mis "ideas apóstatas", así que me entregué más de lleno a la congregación cuando se decretó la cuarentena en mi país. El resultado fue desesperante: los videos de activistas en YouTube y el sincerarme con mi esposa fue alentador, pero el daño mental se agudizaba, sobretodo porque mi cerebro ya no estaba produciendo ciertas sustancias que antes sí, y yo me negaba a tomar los medicamentos. Al final decidí retomar el tratamiento.
Aunque ha pasado mucho tiempo, todavía voy a mis citas de control, estoy medicado para asuntos como el sueño, la ansiedad y la depresión, pero me siento mucho más tranquilo que en aquella época. Y aunque el último artículo en jw dice que fortalecer la fe y confianza en Jehová es la solución verdadera, cada vez que puedo motivo a quienes me preguntan qué hacer para que inicien su tratamiento psicológico (e ir al psiquiatra si son remitidos). Hasta me he puesto a la tarea de ofrecerles transporte para el día que les toca la cita médica, pues algunos publicadores tienen ese tema como tabú.
El único paso que me falta para ser totalmente libre es conversar el tema con mi madre, y tratar de que ella sufra lo menos posible con mi decisión de desasociarme, pues al ser ella una mujer mayor está frágil y uno piensa mucho en eso.
«El Cuerpo Gobernante no recibe revelaciones divinas ni es infalible. Por lo tanto, puede equivocarse en temas doctrinales y cuestiones de organización».
— La Atalaya, febrero de 2017, pág. 26, § 12.