(14 Feb, 2019, 01:01 PM)adan escribió: (13 Feb, 2019, 04:40 PM)JoseFidencioR escribió: llendonos a las fuentes mas lejanas, que no son los evangelios, sino la Didache, afirma que esta debe ser por un creyente, que bautice en "aguas vivas"(rios, fuentes, etc) con agua fria(no tratada, ni termal), y que se use la formula trinitaria (padre-hijo-ES)...
Hay que poner completa la nota, para que no existan confusiones.
Didache:
Segunda parte Capitulo VII
De la Liturgia y de la Disciplina
1 En cuanto al bautismo, he aquí como hay que administrarle:
Después de haber enseñado los anteriores preceptos, bautizad en
el agua viva, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo.
2 Si no pudiere ser en el agua viva, puedes utilizar otra; si no
pudieres hacerlo con agua fría, puedes servirte de agua caliente;
3 si no tuvieres a mano ni una ni otra, echa tres veces agua sobre la
cabeza, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
ok, quieres que cite... vale, mas completo sol y solo sobre el agua, decia Tomas Aquinense lo siguiente:
Objeciones por las que parece que el agua no es la materia propia del bautismo.
1. El bautismo, según Dionisio y San Juan Damasceno, tiene una fuerza iluminativa. Pero iluminar es propio sobre todo del fuego. Luego el bautismo debe hacerse más con fuego que con agua, teniendo en cuenta especialmente que Juan el Bautista, preanunciando el bautismo de Cristo en Mt 3,11, afirmó: El os bautizará con Espíritu y con fuego.
2. En el bautismo se quiere significar el lavado de los pecados. Pero hay muchas cosas que sirven para lavar, además del agua, como el vino, el aceite y otras semejantes. Luego también con estas cosas se puede bautizar. Luego el agua no es la materia propia del bautismo.
3. Los sacramentos de la Iglesia brotaron del costado de Cristo suspendido en la cruz, como se dijo más arriba (q.62 a.5 s.q.). Pero de allí brotó no solamente agua, sino también sangre. Luego parece que también pueda bautizarse con sangre. Lo cual sería congruente con el efecto del bautismo, porque se dice en Ap 1,5: Nos lavó de nuestros pecados con su sangre.
4. Dicen San Agustín y San Beda que Cristo con el contacto de su carne purísima confirió a las aguas fuerza regeneradora y purificadera. Pero no todas las aguas están en comunicación con el agua del Jordán, que es la que Cristo tocó con su cuerpo. Luego parece que no se puede bautizar con cualquier agua. En cuyo caso el agua, en cuanto tal, no es la materia propia del bautismo.
5. Si el agua en cuanto tal fuese la materia propia del bautismo, no se necesitaría hacer ninguna cosa más con ella para bautizar. Pero en la celebración del bautismo solemne se exorciza y se bendice el agua que se va a utilizar en el bautismo. Luego parece que el agua en cuanto tal no es la materia propia del bautismo.
Contra esto: el Señor dice en Jn 3,5: El que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.
Respondo: Por institución divina el agua es materia propia del bautismo. Y las conveniencias para ello son varias. En primer lugar, por la naturaleza misma del bautismo que es regeneración para la vida espiritual, función que está muy de acuerdo con el agua. De hecho, los gérmenes de todos los vivientes, tanto de plantas como de animales, son húmedos y compuestos de agua. Por lo que, basados en esto, algunos filósofos sostuvieron que el agua es el principio de todas las cosas.
En segundo lugar, por los efectos del bautismo, que son afines a las propiedades del agua. La cual, porque es húmeda, lava, lo cual es conveniente para significar y causar la ablución de los pecados. Por su frescura mitiga el exceso de calor, por lo que es apta para significar la mitigación del ardor y de la concupiscencia. Por su transparencia es permeable a la luz, y esto es muy armonizable con el bautismo, que es sacramento de la fe.
En tercer lugar, porque es apta para representar los misterios de Cristo por los que somos justificados. Porque, como dice San Juan Crisóstomo comentando las palabras de Jn 3,5: El que no nazca, etc., Sumergiéndonos la cabeza en el agua, como si fuese un sepulcro, el hombre viejo es sepultado y ocultado en el fondo, para emerger el hombre nuevo.
En cuarto lugar, porque siendo tan común y tan abundante es una materia apta para la necesidad de este sacramento, ya que puede encontrarse fácilmente en cualquier sitio.
A las objeciones:
1. Iluminar pertenece al poder activo del fuego. Ahora bien, quien se bautiza no se convierte en un agente de luz, sino que es iluminado por la fe, que nace de escuchar la palabra, como se dice en Rom 10,17. Y por eso es más apta el agua para el bautismo que el fuego.
En la frase El os bautizará con Espíritu Santo y con fuego, por fuego puede entenderse, como dice San Jerónimo, el Espíritu Santo, quien, según Act 2,3, apareció sobre los discípulos en forma de lenguas de fuego. Puede entenderse también por fuego, según San Juan Crisóstomo en Super Matth., la tribulación, porque la tribulación purifica de los pecados y disminuye la concupiscencia, o porque a los bautizados en el Espíritu Santo sólo les resta la consumación en el fuego del juicio, como dice San Hilario en Super Matth..
2. El vino y el aceite no se utilizan comúnmente para la ablución como el agua. Ni lavan con la misma perfección, porque después de lavar con ellos queda un mal olor que no queda con el agua. Además de que esos elementos no son tan comunes ni tan abundantes como el agua.
3. Del costado de Cristo brotó agua para lavar y sangre para redimir. Por eso, a la sangre le corresponde el sacramento de la Eucaristía, y al agua, el sacramento del bautismo. El bautismo, sin embargo, recibe su fuerza purificadora de la sangre de Cristo.
4. La virtud de Cristo ha sido comunicada a todas las aguas no porque éstas estén en contacto con las del Jordán, sino por la semejanza específica. De hecho, dice San Agustín en un Sermón De Epiphania: La bendición que fluyó del bautismo del Salvador invadió, como un río espiritual, el curso de todas las aguas y los manantiales de todas las fuentes.
5. La bendición que se hace del agua no es necesaria para el bautismo, sino que pertenece a una cierta solemnidad que mueve a la devoción de los fieles e impide que la astucia del demonio obstaculice el efecto del bautismo.