02 Oct, 2019, 08:34 PM
Se aproximan elecciones regionales aquí en Colombia, y como es costumbre en los políticos, lo prometen todo: menos impuestos, mejores salarios, menos horas laborales...
Recordé las promesas de las religiones, las promesas bíblicas de vida eterna y las promesas watchtowerianas representadas en sus ilustraciones bucólicas del paraíso.
Frecuentemente, cuando un apóstata le presenta las mentiras de su religión a un TJ, o cuando un ateo expone las incongruencias de la Biblia a un cristiano, obtenemos como réplica la pregunta que da título al hilo:
"Si lo que dices es verdad, ¿qué me pueden ofrecer a cambio de las promesas en las que confío?"
La respuesta, para mí, está en la comparación con las promesas populistas de los políticos en elecciones.
Uno te ofrece menos impuestos, otro mejores salarios, y aquel menos horas laborales.
Ahora llega un experto y te dice que ninguno te podrá cumplir esas promesas, y se apoya en estudios, cifras, estadísticas...
"Bueno, si eso que dices es cierto, ¿qué alternativa mejor me ofreces?"
¿Les parece lógica la pregunta?
¿Y si llega un candidato y te dice que no te puede ofrecer menos impuestos, ni menos horas de trabajo ni mayores salarios, sino que hará sus mejores esfuerzos para no aumentar los impuestos, que te garantiza que no aumentará las horas laborales y te dará un modesto aumento salarial?
¿Te quedas con las grandiosas promesas o las modestas garantías?
Cierro este post con un fragmento de un libro del que ya he compartido otras partes.
Si uno cree en una verdad absoluta revelada por un poder trascendente, no puede permitirse admitir ningún error, porque eso anularía todo su relato. Pero si uno cree en una búsqueda de la verdad por parte de humanos falibles, admitir meteduras de pata es parte inherente del juego.
Esta es también la razón por la que los movimientos seculares no dogmáticos suelen hacer promesas bastante modestas. Conscientes de su imperfección, esperan generar pequeños cambios progresivos, aumentando el salario mínimo unos pocos dólares o reduciendo la mortalidad infantil en unos pocos puntos porcentuales. La marca de las ideologías dogmáticas es que debido a su excesiva confianza en sí mismas prometen lo imposible de forma rutinaria. Sus líderes hablan con demasiada libertad de «eternidad», «pureza» y «redención», como si al promulgar una determinada ley, construir un templo concreto o conquistar algún pedazo de territorio pudieran salvar a todo el mundo en un gesto grandioso.
(Yuval Noah Harari, 21 lecciones para el siglo XXI)
Recordé las promesas de las religiones, las promesas bíblicas de vida eterna y las promesas watchtowerianas representadas en sus ilustraciones bucólicas del paraíso.
Frecuentemente, cuando un apóstata le presenta las mentiras de su religión a un TJ, o cuando un ateo expone las incongruencias de la Biblia a un cristiano, obtenemos como réplica la pregunta que da título al hilo:
"Si lo que dices es verdad, ¿qué me pueden ofrecer a cambio de las promesas en las que confío?"
La respuesta, para mí, está en la comparación con las promesas populistas de los políticos en elecciones.
Uno te ofrece menos impuestos, otro mejores salarios, y aquel menos horas laborales.
Ahora llega un experto y te dice que ninguno te podrá cumplir esas promesas, y se apoya en estudios, cifras, estadísticas...
"Bueno, si eso que dices es cierto, ¿qué alternativa mejor me ofreces?"
¿Les parece lógica la pregunta?
¿Y si llega un candidato y te dice que no te puede ofrecer menos impuestos, ni menos horas de trabajo ni mayores salarios, sino que hará sus mejores esfuerzos para no aumentar los impuestos, que te garantiza que no aumentará las horas laborales y te dará un modesto aumento salarial?
¿Te quedas con las grandiosas promesas o las modestas garantías?
Cierro este post con un fragmento de un libro del que ya he compartido otras partes.
Si uno cree en una verdad absoluta revelada por un poder trascendente, no puede permitirse admitir ningún error, porque eso anularía todo su relato. Pero si uno cree en una búsqueda de la verdad por parte de humanos falibles, admitir meteduras de pata es parte inherente del juego.
Esta es también la razón por la que los movimientos seculares no dogmáticos suelen hacer promesas bastante modestas. Conscientes de su imperfección, esperan generar pequeños cambios progresivos, aumentando el salario mínimo unos pocos dólares o reduciendo la mortalidad infantil en unos pocos puntos porcentuales. La marca de las ideologías dogmáticas es que debido a su excesiva confianza en sí mismas prometen lo imposible de forma rutinaria. Sus líderes hablan con demasiada libertad de «eternidad», «pureza» y «redención», como si al promulgar una determinada ley, construir un templo concreto o conquistar algún pedazo de territorio pudieran salvar a todo el mundo en un gesto grandioso.
(Yuval Noah Harari, 21 lecciones para el siglo XXI)
Ubi dubium ibi libertas (Donde hay dudas hay libertad)
"La verdad nunca teme ser examinada, la mentira sí."