Cuando hable con mis compañeros ancianos me dijeron que no me preocupara, que entendían mi situación, y que tendría el apoyo necesario. Y aunque conocían la situación me pidieron que les planteara nuevamente mi caso. Cosa que hice. Me pidieron un par de días para ver como ayudarme y acepte. No tardo mucho, al día siguiente sonó mi teléfono, eran ellos, me pidieron que fuera al salón por la tarde, que necesitaban hablar conmigo para ver mi solicitud. Pensé que iban a ir a casa a hablar conmigo y de paso saludar a mi esposa y ver como seguía, pero no fue así.
Por la tarde me presente en el salón, después de algunos comentarios, me dijeron que habían analizado mi situación y a la luz de las pautas de la organización, algo que yo no había hecho en pasado en asuntos similares, no podían socorrerme porque mi esposa no cumplía con los requisitos para ello.
Me citaron del libro organizados pág. 132, párr. 1 de esa página:
Cita:En su primera carta a Timoteo, el apóstol Pablo explicó cómo prestar dicha ayuda a quienes lo merecen. Podemos leer su consejo en 1 Timoteo 5:3-21. Todo cristiano tiene la obligación de atender las necesidades de los miembros de su casa, de modo que los mayores y los enfermos deben recibir ayuda de sus hijos, nietos u otros familiares cercanos. A veces puede obtenerse asistencia material a través de organismos gubernamentales o sociales. En tal caso, sería una muestra de bondad por parte de los parientes u otras personas ayudar al necesitado a solicitarla. Pero también puede darse una situación en la que la congregación en su conjunto deba plantearse la posibilidad de brindar algún tipo de asistencia a hermanos necesitados con un largo historial de servicio fiel. Si no hay familiares que asuman la responsabilidad y ningún organismo gubernamental o social ofrece la debida ayuda, el cuerpo de ancianos puede hacer las recomendaciones que crea oportunas a fin de satisfacer la necesidad. Los cristianos fieles consideran un privilegio compartir sus bienes materiales con tales hermanos que pasan estrecheces
Para ellos mi esposa no tenia un largo historial de servicio fiel para recibir la ayuda de la congregación, así que la obligación de atenderla era mía y de parientes cercanos.
Pero dijeron que se podía hacer algo, y me citaron del organizados pagina 131 párr. ultimo de la página
Cita:En ocasiones, algunos miembros fieles de la congregación necesitan ayuda material por causa de su edad, salud u otras circunstancias ajenas a su voluntad. Los hermanos de la congregación que se enteren de su situación tal vez decidan, a título individual, obrar de acuerdo con las siguientes palabras del apóstol Juan: “Cualquiera que tiene los medios de este mundo para el sostén de la vida, y contempla a su hermano pasar necesidad, y sin embargo le cierra la puerta de sus tiernas compasiones, ¿de qué manera permanece el amor de Dios en él? Hijitos, no amemos de palabra ni con la lengua, sino en hecho y verdad” (1 Juan 3:17, 18; 2 Tes. 3:6-12). Para practicar la adoración verdadera es necesario, entre otras cosas, cuidar a los hermanos leales que necesitan asistencia material (Sant. 1:27; 2:14-17).
Ellos de manera personal iban a abordar a algunos publicadores y plantearles mi situación y si ellos lo veían bien, podían apoyarme. Y cínicamente me preguntaron:¿verdad que esta instrucción es una verdadera bendición de la organización?
Pareciera que disfrutaban y gozaban ver mi sufrimiento.
Fue otro golpe emocional, no tan duro como el de la salud de mi esposa, pero fue el momento en que todo se derrumbo, el momento en que todo termino, no había vuelta atrás. Recuerdo que solo los mire y sonreí, me pare, y salí sin decir una sola palabra, uno de ellos, mi supuesto amigo salio tras de mi, alcance a escuchar que no lo tomara a mal, que lo viera como una prueba, no me detuve, salí.
Aborde mi auto y maneje sin rumbo fijo. Vi una tiendita y baje y compre una cajetilla de cigarros, busque un lugar tranquilo para fumar solo uno y pensar. Un par de décadas después volví a fumar, no saben lo bien que me sentí.