22 Jun, 2024, 01:16 AM
Hola a todos.
Aviso de que voy a enrollarme muchíiisimo, pero supongo que a eso venimos todos aquí.
Soy Eray, pero no podía poner un nick de menos de 5 letras y he usado mi nombre completo, aunque me llaman Eray o Efra (sólo suelo usar mi nombre completo en ámbito profesional).
Me siento un poco perdido ahora mismo. Me ha abrumado tanto contenido y no entiendo muy bien cómo funcionan los foros (y eso que yo mismo administré uno, pero hace muchos años y no era tan grande), así que de momento limitaré mi partición a presentarme:
Quizá esto lo tendría que explicar en la consulta de un psicólogo, pero salvo que éste haya sido Testigo, difícilmente puede llegar a comprender la naturaleza de ciertos sentimientos.
Supongo que busco aquí lo que no he encontrado en ningún otro sitio; combatir una soledad intrínseca que me acompaña desde hace tantos años, conocer a personas afines, ojalá de mi ciudad, aunque veo que aquí incluso escribe gente de Latinoamérica, así que eso va a estar más complicado (dicho esto, soy de España, y estoy entre Cataluña y Alicante).
En cualquier caso, aunque sólo sea telemáticamente, poder compartir con otros usuarios comunes una parte tan grande y condicionante de nuestras vidas.
Aclaro que no busco ninguna guía espiritual alternativa, imagino que aquí hay personas en distintos procesos. Yo estoy completamente desligado de los Testigos (ahora entraré en eso) y ni siquiera pretendo retroalimentar veneno (por justificado que sea) sobre la organización, o no más allá del implícito, al hablar de nuestras experiencias.
Y así, aunque parece que me enrollo y no avanzo, creo que este punto tenía que ser el primero y era importante.
Ahora sí, "érase una vez"...
Yo nací en la "verdad". Padres Testigos, así que me crié como un Testigo y pude llegar a salir antes de bautizarme, lo que no impidió que en el momento de hacerlo me llegaran a tratar igualmente como a un expulsado (perdón por contar las cosas tan desordenadamente).
Dentro de la rareza que implica en "el Mundo" ser Testigo y explicarle a los niños del cole por qué no celebras los cumpleaños cuando ni tú mismo acabas de entenderlo, mis padres ya eran raros dentro de los Testigos.
Mi padre gozaba de cierta... ¿popularidad? en nuestra congregación, y de hecho durante muchos años intentaron hacerle anciano, pero mi madre era la que rompía el molde. Era muy recatada y procuraba no llamar la atención, por lo que tampoco se relacionaba excesivamente con el resto de la congregación, pero eso si a caso la señala más. Además de vivir su espiritualidad de forma muy personal y fantasiosa (más fantasiosa quiero decir, dentro de lo que de por sí es implícitamente una mentira), y se convirtió en el lastre espiritual de mi padre, porque a causa de los conocidos problemas maritales que tenían, él no podría ser el mejor ejemplo para ser anciano con esa vida conyugal; y aún así, con los años, llegaron a nombrarlo pese a que la situación con mi madre incluso fue a peor.
Aunque esto entra en terreno más personal, va muy ligado a la organización, ya que mis padres se separaron (no legalmente hablando) muchas veces. Mi madre cogía los bártulos, y yo como uno más de ellos adónde quiera que fuese, y nos mudábamos.
Al tiempo, algún anciano hablaba con ella o con mi padre para recordarles que esa situación era irregular y hacía "tropezar", y la presión hacía que acabaran arreglándose de aquella manera, y mi padre se viniera a vivir con nosotros al mismo lugar al que inicialmente habíamos "huido". Hasta que volvía a haber alguna bronca descomunal y salíamos huyendo otra vez.
Esto se repetía una y otra vez, y hasta mis once años he podido vivir tranquilamente en diez casas distintas.
Fue una de las primeras cosas que odié de los Testigos: Aparentar.
Mis padres se mataban, ¿pero eso qué importa? Estaban casados y tenían que estar juntos, y aparentar estar bien para que nadie se incomodara u ofendiera, o simplemente reprobara, pese a que todos conocían su situación.
Aprendí el significado de la hipocresía antes que la propia palabra, y llegué a creer que todas esas caras sonrientes que veía en los salones, luego en casa se daban de h0stias. Normalicé que todo el mundo debía ser así.
Finalmente llegaron a divorciarse legalmente, y siendo Testigos, sin ser expulsado ninguno de los dos. Así de singular llegó a ser su situación, y nunca entendí cómo lo consiguieron.
Aish... Esto parece un diario. Es muy raro soltar cosas tan personales a gente desconocida, pero si no lo hago aquí, ¿dónde? En fin, continúo mis memorias... Jajajaja...
La cuestión es que, si algo fue un calvario personal aún más que lo anterior, era mi sexualidad. Saber secretamente que no me sentía como los demás, que había algo raro dentro de mí, y que al parecer a nadie más le pasaba.
Quizá un poco más mayor, con 7 u 8 años, un día viendo la tele, aprendí de forma consciente (ya que vas acumulando información pasiva que viene de lejos) que existían los llamados "homosexuales", y en vez de sentirme uno de ellos, me asusté, los juzgué y los desprecié, porque eso era lo correcto tanto en la calle como dentro de la organización.
Y aunque notaba que lo que había dentro de mí seguía sin ir bien, pensé que cuando fuera un adulto, me volvería "normal" de repente, como de manera mágica.
Oraba mucho a Jehová, casi a diario, pidiéndole que normalizara lo que sentía. Sabía que no cambiaría de un día para otro, pero en mi inocencia infantil pensaba que si insistía mucho en ese deseo, Jehová me ayudaría.
Tan sólo una vez intenté contarle lo que sentía a mi madre, y me hizo entender que aquello que me pasaba era tan malo, y entristecía tanto a Jehová que no debía sentirlo. Y como dejar de sentirlo no podía, lo que hice fue no repetirlo más en voz alta.
Quizá fue precisamente eso lo que me salvó. Aunque crecí con miedo y era muy dócil y obediente, una pequeña parte de mí crecía en rebelión, haciéndose preguntas como "si Jehová nos ha creado a algunos de esta manera, ¿por qué luego nos castiga por serlo?". Tampoco me convencía el argumentario de que vivimos en el mundo de Satanás y ese tipo de cosas eran "pruebas", ya que veía que para algunos toda la prueba se limitaba a no tener sexo fuera del matrimonio, pero podrían tenerlo con la persona del sexo "correcto" una vez se casaran.
No entendía por qué alguien que no tenía que hacer tanto esfuerzo tenía el mismo derecho que yo al paraíso.
No entendía por qué para mí tenía que ser más difícil que para el resto.
Pensar que yo tendría que casarme con una mujer a la que no quería y aparentar toda una vida, me atormentaba intensamente, me generaba inseguridades y me hacía vulnerable, cuestionando mi hombría día a día, cuando aún ni siquiera hombre, pues era eso, un niño.
Ver que un ser que supuestamente te ama, permite esto, me hizo acabar entendiendo que, si existe un Dios, desde luego no era el de los Testigos.
Con el tiempo, el desengaño y la desilusión de la vida misma me ha hecho ser prácticamente ateo, aunque siempre mantendré que quién soy yo para saber qué otras "energías" puedan cohabitar con nosotros aunque no sean necesariamente un ser supremo y creador y mucho menos único.
Por fin, empecé a salir de los Testigos a los 15 años. Supongo que entendéis lo de "empecé", porque esto no se deja de un día para otro.
Ahora tengo 38 años, y visto en retrospectiva, parece que no fue tanto tiempo. Pero es la época más importante de una persona, de la "construcción" de una persona para ser exactos. Y por supuesto, aún a lo largo de los años y en el proceso de salir del armario, la culpa me perseguía, y deshacerse de todos los estigmas y tabús es algo que no sé si llega a completarse del todo, pero creo que he conseguido dejarlo todo bastante atrás, porque para bien o para mal, soy muy cabezón. El problema es que para lograrlo, me he quedado solo.
Deshacerme de toda mi vida, aunque sólo fuera la vida de alguien de 15 años, repercute de una forma directa en mi presente.
Mis dudas tuvieron un buen escenario al quedarme solo en una casa de la que mi padre se marchó para rehacer su vida en otra ciudad. Mi madre otro tanto de lo mismo.
Ambos volvieron a casarse, con Testigos lógicamente, y yo me quedé viviendo solo en esa última casa en la que a última hora vivía con mi padre cuando ya tuve la edad suficiente de decirle a mi madre que no quería más mudanzas. La casa pertenecía a mi abuelo, lo que me permitía vivir sin pagar alquiler.
Mi padre me mandaba dinero para las facturas y comida. Pero yo vivía preocupado porque los vecinos se dieran cuenta de que no era mayor de edad y me denunciaran a los servicios sociales, ya que sabía que si eso pasaba, acabaría en un reformatorio, ya que no me devolverían a ninguno de mis padres tras permitir que viviera solo.
Esto, me ha hecho alimentar un entendible distanciamiento hacia ellos a lo largo de los años. Comprender que su religión era la prioridad por encima de un hijo, es algo que me ha herido mucho, pero que al mismo tiempo ha ofendido mi ego lo suficiente como para facilitarme mi ruptura emocional con ellos en lugar de echarlos de menos, aunque claro, he pasado por todas las etapas.
Hoy día, intercambio algún Whatsapp con un señor ya desconocido que sé que un día fue mi padre, y al que en un momento dado incluso decidí dar boleto. Y con mi madre acabé definitivamente el trato hace apenas dos años, porque era una relación absolutamente tóxica donde siempre afloraban los temas espirituales de sus fantasías absurdas, consiguiendo sacarme de mis casillas y desestabilizarme profundamente.
No tengo hermanos, y como cabía esperar, no he podido conservar amigos Testigos demasiado tiempo.
Todos finalmente han ido quedando atrás, y a veces siento que camino y camino sin rumbo, ya que aquí fuera, en "el Mundo", todo sigue siendo muy desconcertante.
En muchos aspectos sigo sintiéndome un niño que se disfraza de adulto. He conocido mucha gente y he hecho muchos "amigos" en el camino (o conocidos en muchos casos), pero he aprendido que a cada "Hola" le sigue un "Adiós" a su debido tiempo, y que nadie te va a salvar ni va a durar para siempre.
La creciente superficialidad de esta sociedad tampoco ayuda, y hay épocas de tanto bajón, que llego a tener serios problemas incluso para salir a la calle. De hecho tengo un perro para obligarme a hacerlo al tener que sacarlo, porque si no podría llegar a morirme entre estas cuatro paredes.
Mis rarezas también se imponen una y otra vez ante la gente "normal". A veces cosas que parecen no tener nada que ver con la religión influyen, como tenerle una acusada aversión a la autoridad, a sentir que me doblegan a mí o a la sociedad de alguna manera con normas absurdas. Siento desprecio hacia los que siguen modas como borregos, incapaces de trabajar su pensamiento individual. Y todo esto me viene muy marcado de haber tenido que venir de un mundo en el que lo tuve que cuestionar absolutamente todo, empezando por mi propio ser. Y eso la gente, nunca acaba de entenderlo.
Ya paro aquí, que voy a aburrir a los grillos. Creo que no voy a releer nada porque lo acabaría borrando, y es algo que necesito y debo compartir, aunque no sepáis muy bien qué aportar al tema, me bastaría con sentirme comprendido.
Aquí hay muchas experiencias, así que no puedo leerlas todas. Pero me encantaría saber las de las personas que me responda y, como digo, poder conocernos de forma más cercana, sobre todo si estamos cerca geográficamente. Sería lo que necesito.
Un saludo a todos.
Aviso de que voy a enrollarme muchíiisimo, pero supongo que a eso venimos todos aquí.
Soy Eray, pero no podía poner un nick de menos de 5 letras y he usado mi nombre completo, aunque me llaman Eray o Efra (sólo suelo usar mi nombre completo en ámbito profesional).
Me siento un poco perdido ahora mismo. Me ha abrumado tanto contenido y no entiendo muy bien cómo funcionan los foros (y eso que yo mismo administré uno, pero hace muchos años y no era tan grande), así que de momento limitaré mi partición a presentarme:
Quizá esto lo tendría que explicar en la consulta de un psicólogo, pero salvo que éste haya sido Testigo, difícilmente puede llegar a comprender la naturaleza de ciertos sentimientos.
Supongo que busco aquí lo que no he encontrado en ningún otro sitio; combatir una soledad intrínseca que me acompaña desde hace tantos años, conocer a personas afines, ojalá de mi ciudad, aunque veo que aquí incluso escribe gente de Latinoamérica, así que eso va a estar más complicado (dicho esto, soy de España, y estoy entre Cataluña y Alicante).
En cualquier caso, aunque sólo sea telemáticamente, poder compartir con otros usuarios comunes una parte tan grande y condicionante de nuestras vidas.
Aclaro que no busco ninguna guía espiritual alternativa, imagino que aquí hay personas en distintos procesos. Yo estoy completamente desligado de los Testigos (ahora entraré en eso) y ni siquiera pretendo retroalimentar veneno (por justificado que sea) sobre la organización, o no más allá del implícito, al hablar de nuestras experiencias.
Y así, aunque parece que me enrollo y no avanzo, creo que este punto tenía que ser el primero y era importante.
Ahora sí, "érase una vez"...
Yo nací en la "verdad". Padres Testigos, así que me crié como un Testigo y pude llegar a salir antes de bautizarme, lo que no impidió que en el momento de hacerlo me llegaran a tratar igualmente como a un expulsado (perdón por contar las cosas tan desordenadamente).
Dentro de la rareza que implica en "el Mundo" ser Testigo y explicarle a los niños del cole por qué no celebras los cumpleaños cuando ni tú mismo acabas de entenderlo, mis padres ya eran raros dentro de los Testigos.
Mi padre gozaba de cierta... ¿popularidad? en nuestra congregación, y de hecho durante muchos años intentaron hacerle anciano, pero mi madre era la que rompía el molde. Era muy recatada y procuraba no llamar la atención, por lo que tampoco se relacionaba excesivamente con el resto de la congregación, pero eso si a caso la señala más. Además de vivir su espiritualidad de forma muy personal y fantasiosa (más fantasiosa quiero decir, dentro de lo que de por sí es implícitamente una mentira), y se convirtió en el lastre espiritual de mi padre, porque a causa de los conocidos problemas maritales que tenían, él no podría ser el mejor ejemplo para ser anciano con esa vida conyugal; y aún así, con los años, llegaron a nombrarlo pese a que la situación con mi madre incluso fue a peor.
Aunque esto entra en terreno más personal, va muy ligado a la organización, ya que mis padres se separaron (no legalmente hablando) muchas veces. Mi madre cogía los bártulos, y yo como uno más de ellos adónde quiera que fuese, y nos mudábamos.
Al tiempo, algún anciano hablaba con ella o con mi padre para recordarles que esa situación era irregular y hacía "tropezar", y la presión hacía que acabaran arreglándose de aquella manera, y mi padre se viniera a vivir con nosotros al mismo lugar al que inicialmente habíamos "huido". Hasta que volvía a haber alguna bronca descomunal y salíamos huyendo otra vez.
Esto se repetía una y otra vez, y hasta mis once años he podido vivir tranquilamente en diez casas distintas.
Fue una de las primeras cosas que odié de los Testigos: Aparentar.
Mis padres se mataban, ¿pero eso qué importa? Estaban casados y tenían que estar juntos, y aparentar estar bien para que nadie se incomodara u ofendiera, o simplemente reprobara, pese a que todos conocían su situación.
Aprendí el significado de la hipocresía antes que la propia palabra, y llegué a creer que todas esas caras sonrientes que veía en los salones, luego en casa se daban de h0stias. Normalicé que todo el mundo debía ser así.
Finalmente llegaron a divorciarse legalmente, y siendo Testigos, sin ser expulsado ninguno de los dos. Así de singular llegó a ser su situación, y nunca entendí cómo lo consiguieron.
Aish... Esto parece un diario. Es muy raro soltar cosas tan personales a gente desconocida, pero si no lo hago aquí, ¿dónde? En fin, continúo mis memorias... Jajajaja...
La cuestión es que, si algo fue un calvario personal aún más que lo anterior, era mi sexualidad. Saber secretamente que no me sentía como los demás, que había algo raro dentro de mí, y que al parecer a nadie más le pasaba.
Quizá un poco más mayor, con 7 u 8 años, un día viendo la tele, aprendí de forma consciente (ya que vas acumulando información pasiva que viene de lejos) que existían los llamados "homosexuales", y en vez de sentirme uno de ellos, me asusté, los juzgué y los desprecié, porque eso era lo correcto tanto en la calle como dentro de la organización.
Y aunque notaba que lo que había dentro de mí seguía sin ir bien, pensé que cuando fuera un adulto, me volvería "normal" de repente, como de manera mágica.
Oraba mucho a Jehová, casi a diario, pidiéndole que normalizara lo que sentía. Sabía que no cambiaría de un día para otro, pero en mi inocencia infantil pensaba que si insistía mucho en ese deseo, Jehová me ayudaría.
Tan sólo una vez intenté contarle lo que sentía a mi madre, y me hizo entender que aquello que me pasaba era tan malo, y entristecía tanto a Jehová que no debía sentirlo. Y como dejar de sentirlo no podía, lo que hice fue no repetirlo más en voz alta.
Quizá fue precisamente eso lo que me salvó. Aunque crecí con miedo y era muy dócil y obediente, una pequeña parte de mí crecía en rebelión, haciéndose preguntas como "si Jehová nos ha creado a algunos de esta manera, ¿por qué luego nos castiga por serlo?". Tampoco me convencía el argumentario de que vivimos en el mundo de Satanás y ese tipo de cosas eran "pruebas", ya que veía que para algunos toda la prueba se limitaba a no tener sexo fuera del matrimonio, pero podrían tenerlo con la persona del sexo "correcto" una vez se casaran.
No entendía por qué alguien que no tenía que hacer tanto esfuerzo tenía el mismo derecho que yo al paraíso.
No entendía por qué para mí tenía que ser más difícil que para el resto.
Pensar que yo tendría que casarme con una mujer a la que no quería y aparentar toda una vida, me atormentaba intensamente, me generaba inseguridades y me hacía vulnerable, cuestionando mi hombría día a día, cuando aún ni siquiera hombre, pues era eso, un niño.
Ver que un ser que supuestamente te ama, permite esto, me hizo acabar entendiendo que, si existe un Dios, desde luego no era el de los Testigos.
Con el tiempo, el desengaño y la desilusión de la vida misma me ha hecho ser prácticamente ateo, aunque siempre mantendré que quién soy yo para saber qué otras "energías" puedan cohabitar con nosotros aunque no sean necesariamente un ser supremo y creador y mucho menos único.
Por fin, empecé a salir de los Testigos a los 15 años. Supongo que entendéis lo de "empecé", porque esto no se deja de un día para otro.
Ahora tengo 38 años, y visto en retrospectiva, parece que no fue tanto tiempo. Pero es la época más importante de una persona, de la "construcción" de una persona para ser exactos. Y por supuesto, aún a lo largo de los años y en el proceso de salir del armario, la culpa me perseguía, y deshacerse de todos los estigmas y tabús es algo que no sé si llega a completarse del todo, pero creo que he conseguido dejarlo todo bastante atrás, porque para bien o para mal, soy muy cabezón. El problema es que para lograrlo, me he quedado solo.
Deshacerme de toda mi vida, aunque sólo fuera la vida de alguien de 15 años, repercute de una forma directa en mi presente.
Mis dudas tuvieron un buen escenario al quedarme solo en una casa de la que mi padre se marchó para rehacer su vida en otra ciudad. Mi madre otro tanto de lo mismo.
Ambos volvieron a casarse, con Testigos lógicamente, y yo me quedé viviendo solo en esa última casa en la que a última hora vivía con mi padre cuando ya tuve la edad suficiente de decirle a mi madre que no quería más mudanzas. La casa pertenecía a mi abuelo, lo que me permitía vivir sin pagar alquiler.
Mi padre me mandaba dinero para las facturas y comida. Pero yo vivía preocupado porque los vecinos se dieran cuenta de que no era mayor de edad y me denunciaran a los servicios sociales, ya que sabía que si eso pasaba, acabaría en un reformatorio, ya que no me devolverían a ninguno de mis padres tras permitir que viviera solo.
Esto, me ha hecho alimentar un entendible distanciamiento hacia ellos a lo largo de los años. Comprender que su religión era la prioridad por encima de un hijo, es algo que me ha herido mucho, pero que al mismo tiempo ha ofendido mi ego lo suficiente como para facilitarme mi ruptura emocional con ellos en lugar de echarlos de menos, aunque claro, he pasado por todas las etapas.
Hoy día, intercambio algún Whatsapp con un señor ya desconocido que sé que un día fue mi padre, y al que en un momento dado incluso decidí dar boleto. Y con mi madre acabé definitivamente el trato hace apenas dos años, porque era una relación absolutamente tóxica donde siempre afloraban los temas espirituales de sus fantasías absurdas, consiguiendo sacarme de mis casillas y desestabilizarme profundamente.
No tengo hermanos, y como cabía esperar, no he podido conservar amigos Testigos demasiado tiempo.
Todos finalmente han ido quedando atrás, y a veces siento que camino y camino sin rumbo, ya que aquí fuera, en "el Mundo", todo sigue siendo muy desconcertante.
En muchos aspectos sigo sintiéndome un niño que se disfraza de adulto. He conocido mucha gente y he hecho muchos "amigos" en el camino (o conocidos en muchos casos), pero he aprendido que a cada "Hola" le sigue un "Adiós" a su debido tiempo, y que nadie te va a salvar ni va a durar para siempre.
La creciente superficialidad de esta sociedad tampoco ayuda, y hay épocas de tanto bajón, que llego a tener serios problemas incluso para salir a la calle. De hecho tengo un perro para obligarme a hacerlo al tener que sacarlo, porque si no podría llegar a morirme entre estas cuatro paredes.
Mis rarezas también se imponen una y otra vez ante la gente "normal". A veces cosas que parecen no tener nada que ver con la religión influyen, como tenerle una acusada aversión a la autoridad, a sentir que me doblegan a mí o a la sociedad de alguna manera con normas absurdas. Siento desprecio hacia los que siguen modas como borregos, incapaces de trabajar su pensamiento individual. Y todo esto me viene muy marcado de haber tenido que venir de un mundo en el que lo tuve que cuestionar absolutamente todo, empezando por mi propio ser. Y eso la gente, nunca acaba de entenderlo.
Ya paro aquí, que voy a aburrir a los grillos. Creo que no voy a releer nada porque lo acabaría borrando, y es algo que necesito y debo compartir, aunque no sepáis muy bien qué aportar al tema, me bastaría con sentirme comprendido.
Aquí hay muchas experiencias, así que no puedo leerlas todas. Pero me encantaría saber las de las personas que me responda y, como digo, poder conocernos de forma más cercana, sobre todo si estamos cerca geográficamente. Sería lo que necesito.
Un saludo a todos.