13 Aug, 2020, 10:28 AM
Secretos ocultos por Michael Robotham
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https://b-ok.lat/book/5678801/f60d2c
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El señor Bowler tuvo sexo conmigo durante otro año, sin utilizar nunca un condón, retirándose siempre en el último segundo. Cuando terminaba, se abrochaba el cinturón y me decía que me limpiase antes de llevarme a casa.
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A los trece años me bautizaron como testigo de Jehová. Eso significaba que ya podía ir puerta a puerta y ayudar a otros a arrepentirse de sus pecados y vivir en paz en la Tierra. En los meses anteriores al bautismo asistí a clases sobre las Escrituras. Mi maestro, el señor Bowler, era un anciano de la iglesia con la cara redonda y el pelo cortado en forma de tazón que le hacía parecer muy capacitado. Hablaba mucho sobre el Reino de Dios y el Armagedón, que yo pensaba que debía de ser un apóstol porque en las Escrituras no dejaba de decir que «el Armagedón se acerca».
El señor Bowler tenía cuatro hijas y era el propietario de una tienda de ropa en Leeds. Su hija menor, Bernie, estaba en el curso siguiente al mío en la escuela, pero, en realidad, no éramos amigas.
Después de mi bautismo seguí asistiendo al salón del reino dos veces por semana; allí, el señor Bowler me ayudaba con mis deberes de mates y ciencias. También leía mis textos de inglés y me ayudaba a redactar trabajos.
Un día me preguntó si quería ir a hacer visitas puerta a puerta con él, distribuyendo La atalaya, la revista oficial. Yo quería ser tan buena testigo de Jehová como pudiera, así que recorríamos las calles y, de pie en los umbrales de las casas, les contábamos a las personas que podían vivir eternamente en el paraíso si despertaban a la verdad. A la mayor parte de la gente aquello les irritaba, pero yo no decía nada porque era muy joven.
Se hizo de noche y empezó a llover. Tuvimos que correr. Yo reía. El señor Bowler compró fish and chips. Nos lo comimos en el sótano del salón del reino, chupando la sal y el vinagre de los dedos.
Yo tuve un escalofrío.
—Tienes frío —dijo él—. Deberías quitarte esa ropa mojada.
Me intentó desabrochar la blusa. Le dije que no. Me hizo cosquillas, empujándome. Me besó en los labios. Dijo que me quería. Yo le dije que también le quería. Era verdad: le quería. Había sido más amable conmigo que nadie que hubiese conocido nunca. Quería que fuera mi padre, pero ya tenía hijas propias.!spoiler!!spoiler!!spoiler!!spoiler!!spoiler!!spoiler!
El señor Bowler tuvo sexo conmigo durante otro año, sin utilizar nunca un condón, retirándose siempre en el último segundo. Cuando terminaba, se abrochaba el cinturón y me decía que me limpiase antes de llevarme a casa.
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Nadie intentó discutir, ni siquiera el señor Bowler.
El comité se retiró a deliberar sobre su veredicto. Yo fui al baño y lavé y sequé mis bragas, sosteniéndolas bajo el chorro del secador de manos.
Pasó una hora. El comité regresó. Me dijeron que me pusiera de pie, pero no creí que las piernas me sostuviesen. Mi madre y mi padrastro se quedaron sentados.
El hermano Wendell tenía una Biblia en las manos. No me miró.
—Las Escrituras dicen, en Timoteo 5:19: «No admitas una acusación contra un anciano, salvo y únicamente por la evidencia de dos o tres testigos». En el caso que se nos presenta, la hermana Agatha es el único testigo contra el hermano Bowler. Esto no significa que esté mintiendo o que el hermano Bowler esté mintiendo, pero la política de La atalaya expone que son necesarios dos testigos o una confesión para demostrar alegaciones de esta naturaleza. Puesto que no se ha cumplido ninguna de estas reglas, el comité judicial no llevará a cabo acción adicional alguna y deja el asunto en las manos de Jehová.
El señor Bowler se puso de pie y anunció que no estaba satisfecho.!spoiler!!spoiler!!spoiler!!spoiler!!spoiler!!spoiler!
Me he olvidado de decírtelo, pero recientemente falleció el señor Bowler. Ya sé que tuvisteis vuestras diferencias, pero espero que tengas compasión y le perdones, igual que yo rezo para que me perdones a mí.
Ha incluido un trozo de un periódico, concretamente del Yorkshire Evening Post:
BOWLER, CHARLES STEWART
Falleció pacíficamente el 18 de octubre en el Hospital de St. Anne para enfermos terminales, a la edad de sesenta y ocho años. El señor Bowler sirvió gozosamente como testigo de Jehová junto con su mujer, Elizabeth, y sus hijos, Helen, Nancy, Margaret y Bernice.
Halló un gran gozo en la glorificación de la palabra de Jehová, nuestro creador, enseñando la «buena nueva» del ya consolidado reino de los cielos a «todos los que estaban ordenados para la vida eterna» (Hechos 13:48; Mateo 24:14), y aprendiendo acerca de todas las hermosas creaciones de Dios.
Se celebrará un servicio el lunes, 23 de octubre, a las 11.40 de la mañana, en el salón del reino de los testigos de Jehová, en el número 103 de Silvermere Road, Leeds.
Elizabeth solicita a todos los asistentes que se vistan con colores vivos. Flores únicamente de la familia. En su lugar, se pueden hacer donaciones al hospital de St. Anne.!spoiler!!spoiler!!spoiler!!spoiler!!spoiler!