[Quinto Mucio Escévola]

Si todavia estas ahi... pues eres muy honesto al describir al grupo al que perteneces. Cual es tu plan?

Gracias Ciberjesús por tus palabras, ¿Mi plan? No hay plan. No tengo nada delineado de manera fría y calculada. Creo que, poco a poco, cual vela de cera, me iré apagado hasta que, en pocos años, desaparezca del seno de esta Organización.

Y todo comenzó con Sócrates. Con su método. El método socrático o la mayéutica. Lo uno me lleva a lo otro, lo otro me lleva a lo uno y tras varias idas y venidas, llego a una conclusión. Mis abundantes dudas sobre asuntos doctrinales y de organización me llevaron a profundizar en muchas de las doctrinas de la Organización. Mi mente racional chocó y sigue chocando frontalmente con dogmas doctrinales presentados por el CG-EFP como axiomáticos. Sin ningún apoyo bíblico que los sustenten. No puedo con ello.

Ese choque doctrinal tectónico me llevó a profundizar en la Biblia, esta vez, no en su contenido, sino en su forma. ¿Qué es la Biblia? ¿De dónde salió el antiguo testamento? ¿Cómo se creó el nuevo testamento? ¿En el siglo IV al antojo de un césar romano? ¿Qué son los cánones? ¿Quién los creó y con qué criterio? ¿Es válido ese criterio? Y una larga lista de preguntas. Tener en consideración no sólo los documentos canónicos sino los extracanónicos, los manuscritos gnósticos descubiertos en Nag Hammadi, las ideas de los cristianos gnósticos del siglo I y II, tan repudiadas por la WT... y un largo etcétera, llevó a que se me cayeran las escamas de mis ojos respecto a cómo ver la Biblia, hasta ese momento libro sagrado y palabra inspirada de Dios. La Biblia ha dejado de ser para mí un libro sagrado, el libro de Dios y su palabra inspirada.

El siguiente escalón en el método mayéutico me llevó a escudriñar a Dios, su identidad, su naturaleza. A Jehová. Fue duro descubrir cómo en el siglo IV, para conseguir la unificación de las iglesias cristianas en una única (Universal o Católica) al tal césar romano de turno no se le ocurrió otra mejor idea que trasladar al nuevo testamento el dios del antiguo testamento, dándole así continuidad al tal Jehová como Dios único de toda la Biblia y de la nueva iglesia que acababa de debutar. Así se unificó los cristianos de origen judío, los cristianos de las escuelas paulinas, de las escuelas de Pedro y los cristianos gnósticos, entre otros, cuyo espíritu de estos últimos debió calar en el último apóstol dado que su evangelio está preñado de ideas de dicho grupo, véase como ejemplo palmario Juan 17:3. Todo eso me llevó a la convicción de que el tal Jehová no es el Padre de Jesús de Nazaret, que Jehová era el Dios del antiguo pueblo de Isrel, que Jehová, en el plano celestial, es un Dios inferior, un dios deforme, un dios que mal creó a las criaturas terrestres, entre las que se encuentra el hombre, un Dios de naturaleza inferior a Jesús, el Hijo de Dios e infinitamente inferior al Padre Eterno, al Padre de Jesús, que es Vida, Amor y sobre todo Luz. Juan José Benítez arroja luz sobre la naturaleza del Padre y del Hijo en su libro, de recomendada lectura, El Diario de Eliseo.

Así, al día de hoy, que los testigos de Jehová, la confesión a la que en la actualidad estoy asociado, lleve en su título el nombre del Dios que mal creó al hombre, del dios del antigüo pueblo de Israel, que se atribuye de manera espúrea la personalidad del Padre Supremo, sinceramente, me produce rechazo. No me siento identificado con ese Jehová, ese Dios cruel, asesino y un largo etcétera de adjetivos calificativos negativos.

Esto que he escrito está muy, muy resumido, luego no pretendáis meter el lápiz en alguna de mis frases o afirmaciones dado que son simples detalles de una tenue capa de permafrost.

Así que ¿cuál es mi plan estando dentro de una confesión de la que ni creo ya en casi ninguna de sus doctrinas, ni creo en sus dirigente como iluminados, ni creo que la Biblia sea inspirada por Dios ni que sea su Palabra, ni creo que el Dios cruel llamado Jehová sea el Dios de Jesús de Nazaret ni de los cristianos de la actualidad…? Simplemente dejar que, poco a poco, mi llama dentro de la confesión vaya apagándose… hasta que un día, no muy lejano, zás, desparezca de escena.

Saludos,

Quinto Mucio Escévola