26 Oct, 2021, 09:25 PM
“Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros”, esta frase del libro Rebelión en la Granja, de George Orwell ilustra cómo hasta entre la supuesta igualdad, siempre se buscará la diferencia de clases, siempre se buscará la superioridad de unos sobre otros.
En el caso de los testigos de Jehová, se les hace pensar que ya por el hecho de bautizarse pasan a ser parte del “pueblo de Dios”, viviendo en un paraíso espiritual donde no hay diferencias, donde hay amor eterno y todos son iguales, nadie es superior a otro en teoría.
Pero conforme uno va adentrándose dentro de la secta, nos damos cuenta que se categoriza a los miembros del grupo, a algunos se les considera “ejemplares” y a otro “no ejemplares” o “poco espirituales”. ¿Qué es una persona ejemplar?
El libro Pastoreen reconoce que no todos los hermanos son iguales, pues su definición de ejemplar es “Alguien cuya conducta y forma de adorar a Jehová son dignas de imitación. Su asistencia a las reuniones, su participación en el ministerio, su vida familiar, el tipo de entretenimiento que elige, su manera de vestir y arreglarse, etc., sirven de ejemplo. Una persona tiene que ser ejemplar para orar en representación de la congregación, ser precursor auxiliar o regular, o tener otros privilegios especiales”.
En pocas palabras, ser ejemplar significa cumplir con todas las expectativas de la secta, representa ser una persona aprobada de acuerdo a los estándares de la organización. ¿Cuál es la motivación necesaria para incentivar a alguien a alcanzar el nivel de testigo ejemplar? La respuesta es: Los privilegios, los privilegios son algo que se debe poner a la altura adecuada, de manera que no sea ni tan fácil de alcanzar, pero tampoco parezcan inalcanzables.
Al hacerlos no tan fáciles de alcanzar, le dan la sensación al testigo común de que debe esforzarse por tenerlos, pero para que no se desaliente en el proceso, le hacen creer que con tan solo esmerarse un poco más los puede alcanzar. Hay privilegios de todos los niveles; de la misma manera que Tom Sawyer le hizo creer a un amigo que pintar una barda era algo divertido, la secta hace creer que tareas mecánicas y operativas como barrer, limpiar, hacer trabajos de electricidad o plomería gratis son privilegios; conforme la persona se va convenciendo de que esta es la religión verdadera se le anima a alcanzar privilegios, y si es hombre, se le anima a trabajar para integrarse al clero como siervo ministerial y después anciano, si es mujer lo único que queda es ofrecerle el precursorado regular.
En todos estos casos, se necesita ser ejemplar, pero como vemos, ser ejemplar no solo significa que uno llene las expectativas de la secta, la familia juega un papel fundamental en esto. Así que generalmente el varón que tiene potencial para ser ministerial o ancianete, será observado junto con su familia, se espera que su esposa e hijos también estén a la altura del “privilegio del varón”.
Esto crea una fuerte presión, en primer lugar, sobre los hombres, pues en muchas ocasiones prácticamente deben “arrear” a su familia para poder estar al nivel solicitado. Varias ocasiones he visto cómo un hombre, que aparentemente es espiritual, ha sido descartado para siervo ministerial por tonterías estilo: su esposa casi no comenta en las reuniones, su hijo mayor no llega junto con su familia a la reunión, alguno de sus hijos ya tienes más de 15 años y no se ha bautizado, la familia no llega junta al salón del reino, etc. Cuando esto sucede, se hablará con el varón, y primero le dirán que está trabajando muy bien y que puede ser útil en la congregación (de esta manera se le abren las expectativas de progreso) y luego le dicen que tiene que trabajar en tal y cual cosa.
El varón, intenta asegurar su progreso y empieza a presionar a su familia, así que la familia es quien sufre esta presión, se ven obligados a hacer lo máximo, no porque les nazca del corazón, sino para apoyar al cabeza de la familia. Evidentemente todo esfuerzo sin la motivación correcta tarde o temprano causa efectos adversos, por ese motivo somos considerados la religión con menor tasa de retención en jóvenes. Los jóvenes testigos en cuanto logran independizarse generalmente demuestran aversión a cualquier religión, pues están cansados de la insistente presión a la que eran sometidos desde niños, cuando eran obligados a asistir a las reuniones, obligados a ir al servicio, obligados a predicar a sus maestros y compañeros de clase cargando atalayas en la mochila, obligados a limitar su amistad con los demás niños del vecindario, la prohibición en vez de causar un efecto positivo alimenta las ganas de probar el mundo exterior.
Pero la presión no acaba cuando el varón por fin obtiene el ansiado privilegio, o cuando la mujer logra el precursorado, en adelante, tendrán que seguir sometidos a constante presión para conservar el status quo. Saben que cualquier cosa puede hacerles perder el privilegio, por ejemplo una disminución en sus horas del servicio, no conducir estudios bíblicos, o dejar que los hijos estudien en la universidad. Mientras permanezcan en la secta y tengan el privilegio, se auto presionarán por estar al nivel de lo que se espera de ellos. Y el único beneficiado de todo esto es el sistema sectario, que obtiene lo mejor de personas que dedican su tiempo, recursos y energías en hacer felices a ocho vejetes, en lugar de trabajar por su patrimonio o pasar tiempo en familia.
Creo que, por este tema de la presión, ex ancianos PIMOS y algunos aún programados se han dado cuenta que no vale la pena sacrificar a toda la familia solamente por conservar el estatus. Es increíble la cantidad de ex ancianos que me dicen que han perdido las ganas de volver a alcanzar el “privilegio” y que prefieren pasar el tiempo en familia.
¿Qué puedo contar de mi familia y la presión que vivimos? Creo que la mayor fue la predicación, teníamos prohibido enfermarnos en fin de semana, fuera como fuera teníamos que ir a predicar, y ya de bautizado, hacer el precursorado auxiliar en vacaciones, todo esto afectó a la familia.
Que mi madre sufriera de depresión y por no entenderlo, mi padre la obligara a ir a las reuniones empeoró el problema. Y en cuanto a mí, hoy, aunque desprogramado, el no poder dejar de momento esta maldita función me hace recordar que el tiempo que paso llenando estúpidos registros y formularios podría pasarlo haciendo más dinero o simplemente estando en familia.
Cuéntame ¿Cómo viviste la presión por ser ejemplar o tener una familia ejemplar? ¿Cómo afectaste a tu familia o cómo resultaste afectado?
En el caso de los testigos de Jehová, se les hace pensar que ya por el hecho de bautizarse pasan a ser parte del “pueblo de Dios”, viviendo en un paraíso espiritual donde no hay diferencias, donde hay amor eterno y todos son iguales, nadie es superior a otro en teoría.
Pero conforme uno va adentrándose dentro de la secta, nos damos cuenta que se categoriza a los miembros del grupo, a algunos se les considera “ejemplares” y a otro “no ejemplares” o “poco espirituales”. ¿Qué es una persona ejemplar?
El libro Pastoreen reconoce que no todos los hermanos son iguales, pues su definición de ejemplar es “Alguien cuya conducta y forma de adorar a Jehová son dignas de imitación. Su asistencia a las reuniones, su participación en el ministerio, su vida familiar, el tipo de entretenimiento que elige, su manera de vestir y arreglarse, etc., sirven de ejemplo. Una persona tiene que ser ejemplar para orar en representación de la congregación, ser precursor auxiliar o regular, o tener otros privilegios especiales”.
En pocas palabras, ser ejemplar significa cumplir con todas las expectativas de la secta, representa ser una persona aprobada de acuerdo a los estándares de la organización. ¿Cuál es la motivación necesaria para incentivar a alguien a alcanzar el nivel de testigo ejemplar? La respuesta es: Los privilegios, los privilegios son algo que se debe poner a la altura adecuada, de manera que no sea ni tan fácil de alcanzar, pero tampoco parezcan inalcanzables.
Al hacerlos no tan fáciles de alcanzar, le dan la sensación al testigo común de que debe esforzarse por tenerlos, pero para que no se desaliente en el proceso, le hacen creer que con tan solo esmerarse un poco más los puede alcanzar. Hay privilegios de todos los niveles; de la misma manera que Tom Sawyer le hizo creer a un amigo que pintar una barda era algo divertido, la secta hace creer que tareas mecánicas y operativas como barrer, limpiar, hacer trabajos de electricidad o plomería gratis son privilegios; conforme la persona se va convenciendo de que esta es la religión verdadera se le anima a alcanzar privilegios, y si es hombre, se le anima a trabajar para integrarse al clero como siervo ministerial y después anciano, si es mujer lo único que queda es ofrecerle el precursorado regular.
En todos estos casos, se necesita ser ejemplar, pero como vemos, ser ejemplar no solo significa que uno llene las expectativas de la secta, la familia juega un papel fundamental en esto. Así que generalmente el varón que tiene potencial para ser ministerial o ancianete, será observado junto con su familia, se espera que su esposa e hijos también estén a la altura del “privilegio del varón”.
Esto crea una fuerte presión, en primer lugar, sobre los hombres, pues en muchas ocasiones prácticamente deben “arrear” a su familia para poder estar al nivel solicitado. Varias ocasiones he visto cómo un hombre, que aparentemente es espiritual, ha sido descartado para siervo ministerial por tonterías estilo: su esposa casi no comenta en las reuniones, su hijo mayor no llega junto con su familia a la reunión, alguno de sus hijos ya tienes más de 15 años y no se ha bautizado, la familia no llega junta al salón del reino, etc. Cuando esto sucede, se hablará con el varón, y primero le dirán que está trabajando muy bien y que puede ser útil en la congregación (de esta manera se le abren las expectativas de progreso) y luego le dicen que tiene que trabajar en tal y cual cosa.
El varón, intenta asegurar su progreso y empieza a presionar a su familia, así que la familia es quien sufre esta presión, se ven obligados a hacer lo máximo, no porque les nazca del corazón, sino para apoyar al cabeza de la familia. Evidentemente todo esfuerzo sin la motivación correcta tarde o temprano causa efectos adversos, por ese motivo somos considerados la religión con menor tasa de retención en jóvenes. Los jóvenes testigos en cuanto logran independizarse generalmente demuestran aversión a cualquier religión, pues están cansados de la insistente presión a la que eran sometidos desde niños, cuando eran obligados a asistir a las reuniones, obligados a ir al servicio, obligados a predicar a sus maestros y compañeros de clase cargando atalayas en la mochila, obligados a limitar su amistad con los demás niños del vecindario, la prohibición en vez de causar un efecto positivo alimenta las ganas de probar el mundo exterior.
Pero la presión no acaba cuando el varón por fin obtiene el ansiado privilegio, o cuando la mujer logra el precursorado, en adelante, tendrán que seguir sometidos a constante presión para conservar el status quo. Saben que cualquier cosa puede hacerles perder el privilegio, por ejemplo una disminución en sus horas del servicio, no conducir estudios bíblicos, o dejar que los hijos estudien en la universidad. Mientras permanezcan en la secta y tengan el privilegio, se auto presionarán por estar al nivel de lo que se espera de ellos. Y el único beneficiado de todo esto es el sistema sectario, que obtiene lo mejor de personas que dedican su tiempo, recursos y energías en hacer felices a ocho vejetes, en lugar de trabajar por su patrimonio o pasar tiempo en familia.
Creo que, por este tema de la presión, ex ancianos PIMOS y algunos aún programados se han dado cuenta que no vale la pena sacrificar a toda la familia solamente por conservar el estatus. Es increíble la cantidad de ex ancianos que me dicen que han perdido las ganas de volver a alcanzar el “privilegio” y que prefieren pasar el tiempo en familia.
¿Qué puedo contar de mi familia y la presión que vivimos? Creo que la mayor fue la predicación, teníamos prohibido enfermarnos en fin de semana, fuera como fuera teníamos que ir a predicar, y ya de bautizado, hacer el precursorado auxiliar en vacaciones, todo esto afectó a la familia.
Que mi madre sufriera de depresión y por no entenderlo, mi padre la obligara a ir a las reuniones empeoró el problema. Y en cuanto a mí, hoy, aunque desprogramado, el no poder dejar de momento esta maldita función me hace recordar que el tiempo que paso llenando estúpidos registros y formularios podría pasarlo haciendo más dinero o simplemente estando en familia.
Cuéntame ¿Cómo viviste la presión por ser ejemplar o tener una familia ejemplar? ¿Cómo afectaste a tu familia o cómo resultaste afectado?