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LA WATCHTOWER/JW. ORG OFENDIDA POR SU SUCIA VERDAD
#1

Luis Santamaría del Río, experto en sectas y mediante conferencias públicas de entrada libre y gratuita en universidades, en auditoriums, en programas de radio y televisión, en general en todo medio de comunicación, gran divulgador sin descanso de los métodos dañinos manipuladores de las sectas peligrosas y de alto control mental.
Altruistamente Luis Santamaría está a disposición de quien necesite voz para manifestar el daño irreparable que las sectas peligrosas llegan a causar a todo tipo de personas y por ello es también un blanco para una comunidad religiosa que aunque legal u oficialmente no está declarada como secta peligrosa, ya somos cientos de miles e incluso me atrevo a decir que millones los que sabemos por haberlo expirementado en nuestras carnes que realmente lo es, hablamos de la WATCHTOWER/JW. ORG más conocida como Los testigos de Jehová.
Luis Santamaría nos pide que divulguemos está información (os comparto el link) y que si podéis y queréis comentéis en la página o enlace, podéis hacerlo de forma anónima si lo preferís, os lo agradece de antemano.

https://www.infocatolica.com/blog/infori...a-de-las-s


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EL DERECHO A REPLICA DE LAS SECTAS

Ha vuelto a pasar. Por enésima vez, un medio de comunicación ha publicado –¿o debería decir “se ha visto obligado a publicar”?– el escrito que le ha remitido una agrupación que se ha ofendido ante lo publicado en sus páginas unos días antes, donde aparecía como “secta”.

En este caso ha sido el diario Faro de Vigo el interpelado, y los remitentes no son otros que los testigos de Jehová. El objeto de la polémica, una entrevista que fue publicada el pasado 22 de enero, enmarcada en un amplio reportaje sobre la actualidad del fenómeno sectario, todo ello firmado por el periodista Rafa López, tras un trabajo riguroso que es de agradecer.

En la entrevista –que puede leerse aquí, divulgada por la Asociación Española de Víctimas de los Testigos de Jehová (AEVTJ)–, lo relativo al grupo ofendido es lo siguiente:

–¿Se pueden considerar los testigos de Jehová una secta?

–Sí. A pesar de su larga historia y de haber crecido hasta ser más de 8 millones en el mundo, la institucionalización y el paso del tiempo no han disminuido sus características sectarias. Los testigos de Jehová siguen siendo una secta, mantienen una praxis sectaria clara. Están legalizados como confesión religiosa en España, fueron uno de los primeros grupos legalizados, ya en el tardofranquismo, cuando hubo libertad religiosa.

Son una secta con contenido religioso, pero sus prácticas de segregación social, de aislamiento del resto de las realidades mundanas, como dicen ellos, y estas cuestiones que están saliendo a la luz en el juicio [en Torrejón de Ardoz, tras la denuncia de los Testigos de Jehová contra la Asociación Española de Víctimas de los Testigos de Jehová], el ostracismo al que someten a las personas que abandonan el grupo o son expulsadas, llegando a romper familias… dan una idea del carácter fanático del adoctrinamiento al que someten a sus miembros. Hablamos de más de 100.000 víctimas directas en España. Cuando vemos a un testigo de Jehová que se acerca a nosotros por la calle y nos ofrece un material publicado con toda su generosidad y buena voluntad, estamos tratando con una víctima de un sistema férreo dirigido desde Estados Unidos por una corporación empresarial.


–¿Hay un lucro claro?
–Sí, hay un lucro claro, porque los adeptos entregan millones de horas cada semana dedicadas al proselitismo callejero, y dando todo el dinero que pueden a una corporación empresarial, la Watch Tower Society, con sede en EE.UU. Los salones del reino, sus lugares de reunión, los construyen ellos con sus propias manos, de forma voluntaria. En pocos días son capaces de construir un inmueble que les sirve para celebrar sus reuniones semanales y que automáticamente pasa a ser propiedad de la Watch Tower Society. Es un gran imperio editorial, que es lo que la gente conoce, pero también inmobiliario.

Parece que lo que dije no les ha gustado a los dirigentes de la sucursal española de la secta. Y por eso, en su escrito de réplica, afirman que “las acusaciones infundadas del señor Santamaría… son idénticas a las formuladas por el gobierno ruso”. Buen intento. Lo siguiente será vincularme a Vladímir Putin y a todos los que persiguen o han perseguido a los testigos de Jehová. Adolf Hitler incluido.

En esa entrevista también dije lo que vengo repitiendo desde hace muchos años: mis afirmaciones, todo lo que digo y escribo sobre el fenómeno sectario, no se basa en opiniones ni obsesiones personales, sino en la investigación. Un trabajo exhaustivo que bebe de dos fuentes principales: la documentación (de ahí la importancia de contar con la biblioteca de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas) y los testimonios directos de las víctimas.

Las sectas quieren que sólo se oiga su voz, y por eso utilizan todos los recursos a su alcance para acallar o deslegitimar a quienes cuentan la parte de la historia –real, totalmente real– que no les interesa. En unos casos, llevando a los tribunales a sus propias víctimas, como está ocurriendo ahora en España con los testigos de Jehová. En otros, presionando de una u otra manera a los medios de comunicación que se atreven a contar lo que pasa.

Entiendo el miedo que les puede entrar a los responsables de estos medios, asesorados por unos servicios jurídicos que les aconsejan ser precavidos y evitar posibles demandas por vulneración del derecho al honor y todas esas cosas.

Pero también entiendo el miedo, cada vez mayor, de muchos exadeptos o familias afectadas a dar su testimonio a los periodistas, a dejarse entrevistar, viendo que, a pesar de la profesionalidad y el compromiso de esos informadores, unos y otros –supervivientes y periodistas– se van a ver “con el culo al aire” cuando la secta o su despacho de abogados levante el teléfono.

Por retomar el ejemplo ruso que tanto les gusta a los testigos de Jehová… ¿se imaginan la publicación repetida de comunicados del señor Putin alegando que lo publicado sobre sus bombardeos es falso? Echen su imaginación a volar y piensen en políticos corruptos o manadas de violadores reclamando su derecho al honor frente a las difamaciones respectivas…

No es posible una equidistancia periodística cuando hablamos de hechos reales, cuando hablamos de víctimas y verdugos, cuando está en juego que lo publicado pueda ayudar a las personas a pensar por sí mismas y decidir en libertad tras recibir una información correcta… o, al contrario, pueda aportar de forma cómplice a una estrategia de captación basada en el engaño.

Luis Santamaría del Río


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