VS
Degrass Tyson (quien odia que le llamen "ATEO"):
El concepto de que no se puede probar una negación se aplica a menudo a "no puedes probar que Dios no existe". Esta noción, mientras que del todo cierta en lógica y filosofía no es más que basura para los científicos en ejercicio. Es por eso que los lógicos y filósofos, en los tiempos modernos, son malos científicos. Probamos negativos todo el tiempo. Pero nuestro lenguaje es un poco diferente. Al contrario, podríamos decir: "La evidencia es abrumadora para la ausencia de "WXYZ", de tal manera que vamos a abandonar todos los experimentos sobre el tema y pasar a otros problemas". Por ejemplo, si dices que hay un oso en una cueva, y yo rodeo la cueva con polvo de huellas y observo durante un año que no hay huellas de un oso dejadas fuera de la cueva -
en cualquier momento, en la práctica he demostrado que no hay osos (vivos) en su interior. Por estas razones, nunca voy a decir:
"No se puede probar que Dios no existe".
ADEMAS (Clasico de Carl Sagan):
«En mi garaje vive un dragón que escupe fuego por la boca.» Supongamos que te hago una aseveración como esta. A lo mejor te gustaría comprobarlo, verlo por ti mismo. A lo largo de los siglos ha habido innumerables historias de dragones, pero ninguna prueba real. ¡Qué oportunidad!
—Enséñemelo —me dirías.
Te llevo a mi garaje. Miras y ves una escalera, latas de pintura vacías y un triciclo viejo, pero el dragón no está.
—¿Dónde está el dragón? —me preguntas.
—Oh, está aquí —contesto yo moviendo la mano vagamente—. Me olvidé decirte que es un dragón invisible.
Me propones que cubra de harina el suelo del garaje para que queden marcadas las huellas del dragón.
—Buena idea —replico—, pero este dragón flota en el aire.
Entonces propones usar un sensor infrarrojo para detectar el fuego invisible.
—Buena idea, pero el fuego invisible tampoco da calor.
Se puede pintar con spray el dragón para hacerlo visible.
—Buena idea, sólo que es un dragón incorpóreo y la pintura no se le pegaría.
Y así sucesivamente. Yo contrarresto cualquier prueba física que me propones con una explicación especial de por qué no funcionará. Ahora bien, ¿cuál es la diferencia entre un dragón invisible, incorpóreo y flotante que escupe un fuego que no quema y un dragón inexistente? Si no hay manera de refutar mi opinión, si no hay ningún experimento concebible válido contra ella, ¿qué significa decir que mi dragón existe? Tu incapacidad de invalidar mi hipótesis no equivale en absoluto a demostrar que es cierta. Las afirmaciones que no pueden probarse, las aseveraciones inmunes a la refutación son verdaderamente inútiles, por mucho valor que puedan tener para inspiramos o excitar nuestro sentido de maravilla. Lo que yo te he pedido que haga es acabar aceptando, en ausencia de pruebas, lo que yo digo.
Lo único que has aprendido de mi insistencia en que hay un dragón en mi garaje es que estoy mal de la cabeza. Te preguntaras, si no puede aplicarse ninguna prueba física, qué fue lo que me convenció. La posibilidad de que fuera un sueño o alucinación entraría ciertamente en tu pensamiento. Pero entonces ¿por qué hablo tan en serio? A lo mejor necesito ayuda. Como mínimo, puede ser que haya infravalorado la falibilidad humana.
Imaginemos que, a pesar de que ninguna de las pruebas ha tenido éxito, deseas mostrarte escrupulosamente abierto. En consecuencia, no rechazas de inmediato la idea de que haya un dragón que escupe fuego por la boca en mi garaje. Simplemente, la dejas en suspenso. La prueba actual está francamente en contra pero, si surge algún nuevo dato, estarás dispuesto a examinarlo para ver si te convence. Seguramente es poco razonable por mi parte ofenderme porque no me crees; o criticarte por ser un pesado poco imaginativo… simplemente porque pronunciaste el veredicto escocés de «no demostrado».
Imaginemos que las cosas hubieran ido de otro modo. El dragón es invisible, de acuerdo, pero aparecen huellas en la harina cuando las miras. Tu detector de infrarrojos registra algo. La pintura del spray revela una cresta dentada en el aire. Por muy escéptico que se pueda ser en cuanto a la existencia de dragones —por no hablar de seres invisibles— ahora debes reconocer que aquí hay algo y que, en principio, es coherente con la idea de un dragón invisible que escupe fuego por la boca.
Ahora otro guión: imaginemos que no se trata sólo de mí. Imaginemos que varias personas que conoces, incluyendo algunas que estas seguro de que no se conocen entre ellas, te dicen que tienen dragones en sus garajes… pero en todos los casos la prueba es enloquecedoramente elusiva. Todos admitimos que nos perturba ser presas de una convicción tan extraña y tan poco sustentada por una prueba física. Ninguno de nosotros es un lunático. Especulamos sobre lo que significaría que hubiera realmente dragones escondidos en los garajes de todo el mundo y que los humanos acabáramos de enterarnos. Yo preferiría que no fuera verdad, francamente. Pero quizá todos aquellos mitos europeos y chinos antiguos, sobre dragones no eran solamente mitos… Es gratificante que ahora se informe de algunas huellas de las medidas del dragón en la harina. Pero nunca aparecen cuando hay un escéptico presente. Se plantea una explicación alternativa: tras un examen atento, parece claro que las huellas podían ser falsificadas.
Otro entusiasta del dragón presenta una quemadura en el dedo y la atribuye a una extraña manifestación física del aliento de fuego del dragón. Pero también aquí hay otras posibilidades. Es evidente que hay otras maneras de quemarse los dedos además de recibir el aliento de dragones invisibles. Estas «pruebas», por muy importantes que las consideren los defensores del dragón, son muy poco convincentes. Una vez más, el único enfoque sensato es rechazar provisionalmente la hipótesis del dragón y permanecer abierto a otros datos físicos futuros, y preguntarse cuál puede ser la causa de que tantas personas aparentemente sanas y sobrias compartan la misma extraña ilusión.
Pero me inclino mas a lo dicho por Isaac Asimov:
Creo en la evidencia. Creo en la observación, medición y razonamiento, confirmado por observadores independientes. Creeré cualquier cosa, no importa cuán salvaje y ridícula sea, si hay evidencia de ella. Sin embargo, cuanto más salvaje y más ridícula sea, más firme y sólida será la evidencia.
Si Lucifer fue capaz de incitar una rebelión en el cielo, eso significa celos, envidia y violencia en el cielo pese a prometerte un paraíso perfecto