27 Mar, 2025, 10:25 PM
¿Debería mantener la confidencialidad al relatar mi historia por si alguien que me conoce la lee y me detecta? Después de todo, se supone que no debería estar aquí.
¿Pero saben qué? Al diablo con eso. Voy a contarles algunas cosillas que me han pasado que me hicieron perderle la fe a la gente y a esta organización cada vez más podrida por dentro.
Antes de empezar, quiero aclarar que siempre he sido un pesimista de primera. Por algunas circunstancias de mi niñez y adolescencia me acostumbré a pensar mal de todo el mundo, y lamento haber dejado de hacerlo cuando me asocié con los testigos. Lo mismo y si hubiese mantenido esa actitud no tuviera hoy las heridas y los traumas que tengo.
Ahora sí. Me sorprendió bastante de buenas a primeras el cómo estas personas conocían las escrituras y eran capaces de responder mis preguntas (que hoy reconozco como básicas a pesar de en ese momento verlas como profundas) utilizando textos bíblicos para cada una de ellas. Eso, acompañado de los comentarios y discursos santurrones, me hizo pensar que estas personas de verdad creían lo que enseñaban. Grave error #1.
Al poco tiempo, a eso de un par de meses de estar estudiando apenas, por alguna razón una muchacha de la congregación se fijó en mí, y lo peor del caso es que sus padres la incitaron a estar conmigo. Ese episodio fue raro y molesto cuanto menos, porque yo de hecho tenía novia, y ni siquiera sospechaba que estas "buenas personas" tuvieran la intención de emparentar a su hija con un "recién convertido" (aunque no era ni eso en esa época). Pero bueno, una red flag que decidí ignorar.
Nunca supe más de esta muchacha ni de su familia porque me mudé, pero eso no hizo que tuviera menos problemas. Con el tiempo pude ver de primera mano que aunque algunas personas sean capaces de dejar de lado sus prejuicios hacia otras culturas gracias a la Biblia, ese no es ni de cerca el caso de la mayoría de testigos. A pesar de que era un precursor celoso, no hacían más que denigrarme y maltratarme aprovechando mi vulnerabilidad. En gran medida les debo a esos energúmenos mi "despertar", porque vaya cómo me hicieron odiar a la congregación.
Terminé "enfriándome espiritualmente" y distanciándome de todos y cada uno de esos hipócritas. "No podía llamar hermanos a quienes no hacían la voluntad de mi Padre" me repetía a mí mismo una y otra vez. Poco a poco dejé los pocos privilegios que tenía, pero si quería un cambio real, debía largarme de ahí. Volví a mudarme.
Donde estoy ahora me encuentro en una posición... neutral. Me he encontrado con uno que otro idiota que aún intenta pisotearme, pero estuve tantos años confundiendo insultos con caricias que ya no me tiembla el pulso para ponerlos en su lugar y de paso recalcarles su hipocresía. Cuando amerita, obvio. De resto, prefiero evitar los enfrentamientos y lanzar puyas más sutiles. Nadie puede acusarte de injuriador si en el fondo dudan de si realmente lo que dijiste fue insultante o no. Pero fuera de eso, es una posición bastante neutral. Son personas agradables algunos en donde vivo ahora, perosimplemente no puedo confiar en ellos.
Hoy llevo literalmente una doble vida. En la congregación me pongo la máscara de testiguito (aunque he de reconocer que ya ni me animo a participar en las reuniones, se me hacen demasiado simples y banales los temas de las mismas), y en mi casa con mi esposa soy otro que no le teme en lo más mínimo a despotricar contra quien sea. Aunque esto no debería durar mucho, a lo mejor un par de años entre que me desprendo por completo de las personas de esta religión. Todavía las necesito un poco más, pero no será demasiado tiempo. Con mi esposa no sé qué haré, porque ella detesta algunas cosas de los tj pero ama otras tantas, entonces supongo que trataré este asunto de separarnos de la organización ya luego luego. O lo mismo y sigo como estoy ahora, cediendo en lo que ella quiere a fin de mantener la paz en el hogar, igual estoy bastante contento con mi matrimonio.
Y vaya, si haz llegado hasta aquí, gracias y perdón, porque creo que he dicho mucho y a la vez no he dicho nada.
¿Pero saben qué? Al diablo con eso. Voy a contarles algunas cosillas que me han pasado que me hicieron perderle la fe a la gente y a esta organización cada vez más podrida por dentro.
Antes de empezar, quiero aclarar que siempre he sido un pesimista de primera. Por algunas circunstancias de mi niñez y adolescencia me acostumbré a pensar mal de todo el mundo, y lamento haber dejado de hacerlo cuando me asocié con los testigos. Lo mismo y si hubiese mantenido esa actitud no tuviera hoy las heridas y los traumas que tengo.
Ahora sí. Me sorprendió bastante de buenas a primeras el cómo estas personas conocían las escrituras y eran capaces de responder mis preguntas (que hoy reconozco como básicas a pesar de en ese momento verlas como profundas) utilizando textos bíblicos para cada una de ellas. Eso, acompañado de los comentarios y discursos santurrones, me hizo pensar que estas personas de verdad creían lo que enseñaban. Grave error #1.
Al poco tiempo, a eso de un par de meses de estar estudiando apenas, por alguna razón una muchacha de la congregación se fijó en mí, y lo peor del caso es que sus padres la incitaron a estar conmigo. Ese episodio fue raro y molesto cuanto menos, porque yo de hecho tenía novia, y ni siquiera sospechaba que estas "buenas personas" tuvieran la intención de emparentar a su hija con un "recién convertido" (aunque no era ni eso en esa época). Pero bueno, una red flag que decidí ignorar.
Nunca supe más de esta muchacha ni de su familia porque me mudé, pero eso no hizo que tuviera menos problemas. Con el tiempo pude ver de primera mano que aunque algunas personas sean capaces de dejar de lado sus prejuicios hacia otras culturas gracias a la Biblia, ese no es ni de cerca el caso de la mayoría de testigos. A pesar de que era un precursor celoso, no hacían más que denigrarme y maltratarme aprovechando mi vulnerabilidad. En gran medida les debo a esos energúmenos mi "despertar", porque vaya cómo me hicieron odiar a la congregación.
Terminé "enfriándome espiritualmente" y distanciándome de todos y cada uno de esos hipócritas. "No podía llamar hermanos a quienes no hacían la voluntad de mi Padre" me repetía a mí mismo una y otra vez. Poco a poco dejé los pocos privilegios que tenía, pero si quería un cambio real, debía largarme de ahí. Volví a mudarme.
Donde estoy ahora me encuentro en una posición... neutral. Me he encontrado con uno que otro idiota que aún intenta pisotearme, pero estuve tantos años confundiendo insultos con caricias que ya no me tiembla el pulso para ponerlos en su lugar y de paso recalcarles su hipocresía. Cuando amerita, obvio. De resto, prefiero evitar los enfrentamientos y lanzar puyas más sutiles. Nadie puede acusarte de injuriador si en el fondo dudan de si realmente lo que dijiste fue insultante o no. Pero fuera de eso, es una posición bastante neutral. Son personas agradables algunos en donde vivo ahora, perosimplemente no puedo confiar en ellos.
Hoy llevo literalmente una doble vida. En la congregación me pongo la máscara de testiguito (aunque he de reconocer que ya ni me animo a participar en las reuniones, se me hacen demasiado simples y banales los temas de las mismas), y en mi casa con mi esposa soy otro que no le teme en lo más mínimo a despotricar contra quien sea. Aunque esto no debería durar mucho, a lo mejor un par de años entre que me desprendo por completo de las personas de esta religión. Todavía las necesito un poco más, pero no será demasiado tiempo. Con mi esposa no sé qué haré, porque ella detesta algunas cosas de los tj pero ama otras tantas, entonces supongo que trataré este asunto de separarnos de la organización ya luego luego. O lo mismo y sigo como estoy ahora, cediendo en lo que ella quiere a fin de mantener la paz en el hogar, igual estoy bastante contento con mi matrimonio.
Y vaya, si haz llegado hasta aquí, gracias y perdón, porque creo que he dicho mucho y a la vez no he dicho nada.