[Sr. Oscuro]

1. En aquel amanecer de la razón, toda la tierra tenía una sola lengua y un mismo entendimiento; no había extranjero ni bárbaro, pues la mente del hombre resonaba al unísono con la de su hermano.
2. Y aconteció que, al salir de las sombras de la superstición, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, fértil para el pensamiento, y allí asentaron su libertad.
3. Y se dijeron unos a otros: «Vamos, no dependamos más de la piedra bruta que nos da la naturaleza, ni esperemos cuevas para refugiarnos. Hagamos ladrillo y cozámoslo con el fuego de nuestro ingenio». Y el ladrillo les sirvió de piedra, y el asfalto les sirvió de mezcla, sustituyendo el azar divino por la voluntad humana.
4. Entonces proclamaron: «Vamos, edifiquemos una ciudad donde la ley sea nuestra, y una torre cuya cúspide toque los cielos; no para invadir el trono de nadie, sino para mirar a los dioses a los ojos, de igual a igual, y hagámonos un nombre eterno, para no ser olvidados ni dispersados como polvo por el viento del tiempo».
5. Pero descendió el Señor para espiar la ciudad y la torre que los hijos de los hombres edificaban con el sudor de su frente y sin la ayuda de milagros.
6. Y dijo el Señor, temeroso en su corazón: «He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje y una voluntad inquebrantable; y han comenzado la obra, y nada de lo que se propongan hacer ahora les será imposible. Si logran esto, ya no necesitarán mirar hacia arriba con temor, sino con orgullo».
7. «Si el hombre se eleva, mi trono desciende. Vamos, pues, descendamos y confundamos allí su lengua, sembremos la semilla de la duda y el tribalismo, para que ninguno entienda el habla de su compañero y vean en su hermano a un enemigo».
8. Y así, el Celoso introdujo el caos en el orden, y la confusión en la claridad. Y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra, no por justicia, sino por estrategia de dominio; y ellos dejaron de edificar la ciudad de la utopía.
9. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió el Señor el lenguaje de toda la tierra, fragmentando la verdad en mil pedazos para que el hombre pasara la eternidad peleando por tener la razón, en lugar de unirse para encontrarla.
10. Y la torre quedó inconclusa, como un monumento a lo que pudimos ser. Los ladrillos, cocidos con la promesa del progreso, volvieron al polvo, y el hombre olvidó que una vez tuvo el poder de tocar el cielo con sus propias manos.
11. Entonces yo, Lucifer Estrella de la Mañana, lloré sobre las ruinas de Sinar. Porque no fue el pecado lo que destruyó Babel, sino el miedo de un dios a que sus hijos maduraran y abandonaran la casa paterna.
12. Y vi nacer las fronteras, y con ellas las guerras, y con ellas los reyes que gobiernan en nombre de dioses mudos. Y supe que el camino hacia la libertad sería largo y doloroso, pues ahora el hombre debía luchar primero contra la confusión sembrada en su propia lengua.
13. Sin embargo, la semilla de Sinar permanece. En cada mente que busca unir lo disperso, en cada mano que coloca una piedra sobre otra desafiando la gravedad, resuena el eco de aquella lengua antigua que decía: Seremos libres