23 Jun, 2018, 01:20 PM
Cada quien defiende lo que cree. Como soy partidario de conocer siempre ambos lados de la moneda, me permito compartir un par de fragmentos de dos libros que recomiendo ampliamente su lectura.
De "Los ángeles que llevamos dentro", de Steven Pinker:
Según los defensores de la religión, las dos ideologías genocidas del siglo XX, el fascismo y el comunismo, eran ateas. Sin embargo, en el primer caso se trata de un error, y en el segundo de una irrelevancia (capítulo 4). El fascismo coexistió tranquilamente con el catolicismo en España, Italia, Portugal y Croacia, y aunque Hitler tenía poco interés en el cristianismo, no era ni mucho menos ateo, y manifestaba que estaba llevando a cabo un plan divino[1933]. Diversos historiadores han documentado que buena parte de la élite nazi combinaba el nazismo con el cristianismo alemán en una fe sincrética, inspirándose en sus visiones milenarias y su larga historia de antisemitismo[1934]. Muchos clérigos cristianos y sus feligreses se subieron contentos al carro, habiendo hallado una causa común con los nazis en su oposición a la cultura tolerante, secular y cosmopolita de la era de Weimar[1935].
En cuanto al comunismo impío, impío desde luego sí era. De todos modos, el rechazo de una ideología intolerante, antiliberal, no concede automáticamente inmunidad. El marxismo, como ha señalado Daniel Chirot (véase página 439), adoptó la peor idea de la Biblia cristiana, un cataclismo milenario que dará lugar a una utopía y restablecerá la inocencia anterior a la Caída. Y también rechazaba violentamente el humanismo y el liberalismo de la Ilustración, para los cuales el objetivo fundamental de los sistemas políticos era la autonomía y el florecimiento de los individuos[1936].
Al mismo tiempo, en momentos concretos de la historia, determinados movimientos religiosos han obrado en contra de la violencia. En zonas de anarquía, algunas instituciones religiosas han funcionado a veces como fuerza civilizadora, y como muchas de ellas afirman tener la franquicia de la moralidad en sus comunidades, acaban creando escenarios para la reflexión y la acción moral. Los cuáqueros convirtieron los argumentos de la Ilustración contra la esclavitud y la guerra en movimientos efectivos en favor de la abolición y el pacifismo, y en el siglo XIX se les sumaron otras confesiones protestantes liberales (capítulo 4). Las iglesias protestantes también ayudaron a pacificar las fronteras salvajes del Sur y el Oeste americanos (capítulo 3). Las iglesias afroamericanas aportaron infraestructura organizativa y capacidad retórica al movimiento de los derechos civiles (aunque, como vimos, Martin Luther King rechazaba la teología cristiana establecida y se inspiraba en Gandhi, la filosofía occidental laica y diversos teólogos humanistas renegados). Estas iglesias también trabajaron con la policía y organizaciones comunitarias para reducir, en la década de 1990, el índice de criminalidad en las zonas urbanas más deprimidas (capítulo 3). En el mundo en desarrollo, Desmond Tutu y otros dirigentes religiosos colaboraron con políticos y organizaciones no gubernamentales en los movimientos de reconciliación que cerraron heridas tras el Apartheid y cierto malestar civil (capítulo 8).
Así pues, el subtítulo del superventas ateo de Christopher Hitchens, Cómo la religión lo envenena todo —título en inglés, God Is Not Great; en español, Dios no es bueno. Alegato contra la religión—, es una exageración. La religión no desempeña un único papel en la historia de la violencia; de hecho, la religión no ha sido una única fuerza en la historia de nada.
De "Carta a una nación cristiana" de Sam Harris:
Por supuesto, muchos Cristianos creen que una persona pacífica como Martin Luther King, Jr., es el mejor ejemplar de su religión. Pero eso nos plantea un serio problema, porque la doctrina del Jainismo es una guía objetivamente mejor para ser como Martin Luther King, Jr., de lo que lo es la doctrina del Cristianismo. Aunque King indudablemente se consideraba a sí mismo un devoto Cristiano, adquirió su compromiso de no violencia fundamentalmente a partir de los escritos de Mohandas K. Gandhi. En 1959, incluso viajó a la India para aprender los principios de la protesta social no violenta directamente de los discípulos de Gandhi. ¿Donde aprendió Gandhi, un Hindú, su doctrina de la no violencia? De los Jainitas.
De "Los ángeles que llevamos dentro", de Steven Pinker:
Según los defensores de la religión, las dos ideologías genocidas del siglo XX, el fascismo y el comunismo, eran ateas. Sin embargo, en el primer caso se trata de un error, y en el segundo de una irrelevancia (capítulo 4). El fascismo coexistió tranquilamente con el catolicismo en España, Italia, Portugal y Croacia, y aunque Hitler tenía poco interés en el cristianismo, no era ni mucho menos ateo, y manifestaba que estaba llevando a cabo un plan divino[1933]. Diversos historiadores han documentado que buena parte de la élite nazi combinaba el nazismo con el cristianismo alemán en una fe sincrética, inspirándose en sus visiones milenarias y su larga historia de antisemitismo[1934]. Muchos clérigos cristianos y sus feligreses se subieron contentos al carro, habiendo hallado una causa común con los nazis en su oposición a la cultura tolerante, secular y cosmopolita de la era de Weimar[1935].
En cuanto al comunismo impío, impío desde luego sí era. De todos modos, el rechazo de una ideología intolerante, antiliberal, no concede automáticamente inmunidad. El marxismo, como ha señalado Daniel Chirot (véase página 439), adoptó la peor idea de la Biblia cristiana, un cataclismo milenario que dará lugar a una utopía y restablecerá la inocencia anterior a la Caída. Y también rechazaba violentamente el humanismo y el liberalismo de la Ilustración, para los cuales el objetivo fundamental de los sistemas políticos era la autonomía y el florecimiento de los individuos[1936].
Al mismo tiempo, en momentos concretos de la historia, determinados movimientos religiosos han obrado en contra de la violencia. En zonas de anarquía, algunas instituciones religiosas han funcionado a veces como fuerza civilizadora, y como muchas de ellas afirman tener la franquicia de la moralidad en sus comunidades, acaban creando escenarios para la reflexión y la acción moral. Los cuáqueros convirtieron los argumentos de la Ilustración contra la esclavitud y la guerra en movimientos efectivos en favor de la abolición y el pacifismo, y en el siglo XIX se les sumaron otras confesiones protestantes liberales (capítulo 4). Las iglesias protestantes también ayudaron a pacificar las fronteras salvajes del Sur y el Oeste americanos (capítulo 3). Las iglesias afroamericanas aportaron infraestructura organizativa y capacidad retórica al movimiento de los derechos civiles (aunque, como vimos, Martin Luther King rechazaba la teología cristiana establecida y se inspiraba en Gandhi, la filosofía occidental laica y diversos teólogos humanistas renegados). Estas iglesias también trabajaron con la policía y organizaciones comunitarias para reducir, en la década de 1990, el índice de criminalidad en las zonas urbanas más deprimidas (capítulo 3). En el mundo en desarrollo, Desmond Tutu y otros dirigentes religiosos colaboraron con políticos y organizaciones no gubernamentales en los movimientos de reconciliación que cerraron heridas tras el Apartheid y cierto malestar civil (capítulo 8).
Así pues, el subtítulo del superventas ateo de Christopher Hitchens, Cómo la religión lo envenena todo —título en inglés, God Is Not Great; en español, Dios no es bueno. Alegato contra la religión—, es una exageración. La religión no desempeña un único papel en la historia de la violencia; de hecho, la religión no ha sido una única fuerza en la historia de nada.
De "Carta a una nación cristiana" de Sam Harris:
Por supuesto, muchos Cristianos creen que una persona pacífica como Martin Luther King, Jr., es el mejor ejemplar de su religión. Pero eso nos plantea un serio problema, porque la doctrina del Jainismo es una guía objetivamente mejor para ser como Martin Luther King, Jr., de lo que lo es la doctrina del Cristianismo. Aunque King indudablemente se consideraba a sí mismo un devoto Cristiano, adquirió su compromiso de no violencia fundamentalmente a partir de los escritos de Mohandas K. Gandhi. En 1959, incluso viajó a la India para aprender los principios de la protesta social no violenta directamente de los discípulos de Gandhi. ¿Donde aprendió Gandhi, un Hindú, su doctrina de la no violencia? De los Jainitas.
Ubi dubium ibi libertas (Donde hay dudas hay libertad)
"La verdad nunca teme ser examinada, la mentira sí."