30 Nov, 2019, 08:33 PM
No seré muy detallado. Soy testigo de Jehová bautizado pero realmente tengo mucho tiempo de que me he empezado a enfriar. A decir verdad mi espiritualidad está casi por los suelos. Mis ocupaciones en la universidad me han absorbido por completo. Los hermanos han tratado de ayudarme y, aunque por un tiempo salgo adelante yendo a las reuniones y al servicio al final algo sale mal y la universidad me ocupa todo mi tiempo.
El caso es que esta semana fue la visita del superintendente y, pues hace mucho que no asistia a la reunión. Hoy estaba muy ocupado estudiando para un examen final importante de la universidad pero decidí que iba a ir por ser una ocasión importante. cómo era de esperar fueron muchos hermanos e invitados a escuchar los discursos del hermano.
A la salida, esperaba que los hermanos, como anteriores veces, me saludaran y estuvieran felices de verme otra vez, pero no fue así. No percibí un ambiente hostil, aunque si de algo de indiferencia. Quizás era por la visita del hermano.
Pero eso no me molestó en absoluto. De hecho, nunca me ha gustado llamar la atención. Siempre estoy dispuesto a saludar feliz a los hermanos, porque realmente los aprecio. Pero la actitud del hermano superintendente me entristeció un poco. Sé que no debo dejarme tropezar por la actitud de otro hermano, pero el era el superintendente. Todos lo tienen en alta estima y su presencia es casi que impone.
A veces me pongo a pensar en que tanto son ensalzados los superintendentes, cuando son humanos imperfectos como todos.
Yo nunca había tratado con el hermano, sus discursos y su elocuencia me parecen muy buenos, pero hoy me hizo sentir algo mal lo que hizo.
Cuando quise saludarlo a la salida no me dió la mano. Supuse que estaría distraído saludando a alguien más, así que espere a saludarlo más tarde. Cuando quise volver a saludarlo, el estaba estrechando la mano a otros hermanos sentados y en ese momento estaba esperando para estrechar su mano también. pero no lo hizo. Me ignoro, casi a propósito, cuando estaba frente a él, como si fuera invisible, y paso a la siguiente fila para saludar a otros. Me dejó con la mano extendida y los hermanos lo vieron, pero no dijeron nada. El hermano me dió la espalda y decidí irme.
Ahora estoy en casa y no sé que pensar. Puede sonar como algo tonto pero esta tarde me sentí ignorado, invisible, algo triste. Cómo en otras veces, pero esta vez lo resenti algo más. Y cuando un hermano como el te deja con la mano extendida... No sé si debería dejarme llevar por esa primera impresión
En fin, gracias por leer esta pequeña experiencia.