Esta comunidad utiliza cookies
Esta comunidad utiliza cookies para almacenar información de ingreso si eres forista, y tu última visita si no lo eres. Las cookies son pequeños textos almacenados en su computadora; dichas cookies son puestas por este sitio y no posan como riesgo de seguridad. Las cookies rastrean tópicos específicos que usted haya leído. Por favor confirme si acepta o rechaza que estas cookies sean almacenadas.

Una cookie se almacenará en su navegador para prevenir que este aviso salga nuevamente. Usted podrá cambiar este ajuste utilizando el enlace a pie de página.

Copyright authors please see our disclaimer. (March 19, 2021)

Calificación:
  • 0 voto(s) - 0 Media
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5

En el infierno de los Testigos de Jehová,Dany Bouchard
#1

En el infierno de los Testigos de Jehová
[b]Dany Bouchard[/b]
   

https://yadi.sk/i/1aWc2FZ_JutH7Q

¡Libertad!

[b] [/b]

Hoy, de repente, nací... Tengo treinta y siete años y, sin embargo, de repente, las cosas y las personas a mi alrededor parecen diferentes, como si fueran arrastradas por la viscosidad que las ha envuelto hasta ahora. Me encuentro en un salón de actos de los testigos de Jehová, como lo he hecho a menudo desde que tenía tres años, pero de repente las palabras que vienen del atril ya no me tocan, como si hubiera perdido el hábito de escucharlas y me llegaran por primera vez. Me avergüenzo de estos discursos que un amigo de mi hija mayor que vino con ella a mi lado los escucha. Porque el orador está explicando a una audiencia atenta que es inútil dedicar la juventud al estudio, ya que siempre es mejor dedicar el tiempo y la energía al único Dios verdadero cuyo nombre es Jehová. Durante las últimas dos horas, un discurso tras otro ha estado censurando todos los placeres de la vida ordinaria. Durante las últimas dos horas me he avergonzado de lo que este joven oye, y así es como cobré vida en este día de mayo. Por fin salgo de esta prisión sin rejas, impuesta por mis padres desde mi más tierna infancia... De repente, veo esta prisión, la veo, la siento, me oprime, me asfixia... Me levanto, recojo las cosas esparcidas a mi alrededor por mis cuatro hijos, y me lanzo a mi marido un poco aturdida:


"Vamos, vamos...

- Si quieres, él dice. "

Y ese fue mi último día de detención mental, de tonta ceguera. Nunca más pondré un pie, especialmente no con mi cabeza, en un Salón del Reino de los Testigos de Jehová. Había sido prisionera voluntaria durante treinta y siete años, soportando la represión y la humillación, arrastrando a esta locura a mi marido, que lo hizo por amor, y a mis hijos porque estaban indefensos, como yo lo había estado.

Si nací ese día, si este milagro se produjo, siempre estaré agradecido a este amigo de mi hija, perdido hoy, este extraño en vaqueros y camiseta que, sin quererlo, provocó en mí este electroshock salvador. Desde hacía mucho tiempo reprimía cada vez más a menudo una revuelta sana, pero no me atrevía a alterar el orden de mi vida, el vía crucis que me había impuesto, estrechamente ligado a los sentimientos que tercamente quería que mis padres tuvieran hacia mí.


Para mi desgracia, mis padres se convirtieron en Testigos de Jehová cuando yo tenía sólo tres años. Aplicando al pie de la letra las instrucciones de su nueva religión, nos encerraron a mí y a mi hermano en su prisión. Castigaban hasta la más mínima tontería infantil con brutalidad bíblica y consideraban cualquier signo de afecto como una debilidad. Sobreviví, la mayoría de las veces en una pesadilla adornada con las virtudes de la normalidad bíblica, entre el acoso y el maltrato, sin perder la esperanza, tratando siempre de demostrarles a ellos, mis padres, que era digno del afecto que no me dieron, que sería capaz de llenar los huecos si me daban la oportunidad. Quería ser alguien de quien pudieran estar orgullosos, y por eso había aceptado tantas cosas.

Pero ese día de mayo, a la edad de treinta y siete años, de repente me di cuenta de que ya había esperado lo suficiente, soportado lo suficiente: mis padres nunca me darían el amor incondicional que todavía esperaba; todas mis acciones serían, como siempre, ridiculizadas por ellos... Lo que estaba claramente ante mí era la elección de la vida y la libertad para mí, ciertamente, pero esencialmente para mis hijos. Había terminado con la esclavitud mental, la búsqueda de un reconocimiento inaccesible.



Salí al sol de aquella tarde de primavera sin mirar atrás; caminaba hacia la libertad... pero tenía miedo. Me preguntaba si iba a encontrar un lugar en este mundo que sólo me habían enseñado a rechazar como la obra del Diablo. Pero había una fuerza en mí que me decía que encontraría los recursos para superar este miedo, para domesticarlo. Lo sabía. Tenía que hacerlo. Tuve que analizar esta existencia que había sido mía hasta que me dolió, para pasar la página del bien y acercarme a la vida, la real, aquella en la que cuenta cada momento de placer y felicidad... No, nunca más una vida de sacrificios en busca de un hipotético paraíso milenario, que, ahora sé, sólo sería una larga y aburrida dictadura: la dictadura del Bien Absoluto. Así que iba a hacerlo de nuevo, este viaje hacia atrás, este viaje al infierno... para librarme mejor de él... para siempre.



Responder
#2

Espectacular!! Creo que añadir algo a tu relato sería estropearlo, bienvenida al mundo real,has dejado Matrix y ahora te abrazamos en la distancia y enhorabuena, tu felicidad comenzó ese día de mayo
Responder
#3

¡Gracias por el aporte @"DumsterDiver" !

Saludos Smile

[Imagen: cropped-arbol.jpg]
https://aimeepadilla.com.mx/
And one day the girl with the books, became the woman writing them [Kristen Costello]
Responder
#4

A devorarse el libro se ha dicho. Gracias @"DumsterDiver" por compartirlo.
Responder


Posibles hilos similares…
Hilo / Autor Respuestas Vistas Último mensaje

Salto de foro:


Usuarios navegando en este hilo: 3 invitado(s)