27 Nov, 2018, 11:06 AM
Consideré de mucho valor la predicación de casa en casa. Y me sorprendía, en mis primeros años, que la gente no la sepa apreciar. Sin embargo, la falta de criterio en los horarios de visita, así como la falta de preparación de la gran mayoría de testigos al ir a predicar, que sólo se limitaban a dejar tratados y revistas, convirtió todo en una rutina terrible. Y, coincido con los comentarios que expresan que estás visitas son impertinentes, a veces,irrespetuosa y, vanas. La gente ya no quiere oír fantasías. La gente quiere realidades. Y ni siquiera encontrando a alguien con verdadero interés, vale la pena salir. He visto a muchos ancianos ostentar "mucho conocimiento" bíblico en alguna discusión con alguien que entraba en un debate, pero, cuando se trataba de dar estudio a alguien interesado en la biblia, no tenían tiempo. Y se lo pasaban a publicadores nuevos. Actualmente, la predicación de casa en casa, lo hacen los viejitos de las congregaciones. Y uno, que otro jovenzuelo, que quiere impresionar a alguna precursora casadera, que sale para demostrar su "celo" por el servicio, y ganar puntos por si aparece su "precursor azul". Predicar de casa en casa, es ahora sinónimo de ponerte al día con algún chisme, escuchar bromas sin sentido, soportar a los que se jactan de sus experiencias y relaciones espirituales, entre otras cosillas más. Pero de obras realmente cristianas, en donde de manera más práctica se ayude al prójimo, nada. Si ésa es la voluntad de Dios, pues yo me quedo con la idea de Santiago 1:27.
"Todos mueren algún día, pero no todos viven realmente"
"Todos mueren algún día, pero no todos viven realmente"